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POLITICA

Enojada por el apoyo de Elon Musk a Milei, Gabriela Cerruti se fue de Twitter: “Fin para mi”

La ex vocera de Alberto Fernández llamó a boicotear la red social: «La humanidad entera debería abandonar X».

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La ex vocera presidencial, Gabriela Cerruti, decidió cerrar su cuenta de X (Twitter) por los reiterados apoyos de Elon Musk a Javier Milei. El dueño de la red social compartió recientemente el discurso del presidente argentino en Davos y lo elogío: “Buena explicación de qué hace que los países sean más o menos prósperos”.

Gabriela Cerruti enojada con Elon Musk anunció su salida de Twitter: “Que los líderes mundiales, los periodistas, los científicos, los intelectuales, usen como Ágora de información y debate público este antro armado y dirigido para socavar la democracia y la república es un sinsentido. Fin para mí“.

La ex vocera de Alberto Fernández señaló que dicha red social “hoy se usa como si fuera una herramienta de comunicación de la cual fuéramos dueños y la verdad es que no, es un ágora construida, es un medio que tiene un propietario con una determinada visión del mundo, que tiene intereses económicos, una ideología“.

Me parece un despropósito que todos nosotros que estamos en contra de esa visión del mundo, de los discursos de odio, de la visión antidemocrática y de ultraderecha que quiere un mundo de liberalismo autoritario, estemos alimentando todos los días esa red social con nuestra información”, agregó Cerruti.

Gabriela Cerruti dio de baja su cuenta de Twitter

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La ex funcionaria no solo se retiró de Twitter sino que llamó a un boicot contra la plataforma: “La humanidad entera debería abandonar X antes que los psicópatas malignos dominen el mundo”.

POLITICA

Murió Lorenzo Pepe, el histórico dirigente político y sindical que le dedicó su vida al peronismo

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Aquella larga jornada en la Plaza de Mayo la noche lo sorprendió con hambre y cansancio. Tenía 14 años. A media mañana su padre, un obrero de origen socialista, lo había tomado de la mano en la casa familiar de Sáenz Peña, en Tres de Febrero, en el sudoeste del Gran Buenos Aires, que ya se agitaban con aire a pueblada. Salteando el almuerzo, le ordenó, casi, sin esperar respuesta: “Nos vamos a Plaza de Mayo, hay que rescatar al coronel Perón”. Era 17 de octubre y era 1945: un país oculto se asomaba ante los ojos de ese adolescente que no entendía la dimensión exacta de lo que estaba empezando a vivir.

Lorenzo Pepe, histórico dirigente ferroviario, cinco veces diputado de la Nación por el Partido Justicialista y sus circunstanciales boletas partidarias, referente ineludible del llamado “peronismo histórico”, falleció este lunes a los 93 años luego de una larga carrera en la fuerza política que se gestaba esa noche. Se haría allí mismo peronista para siempre, tal como contaría esa ceremonia de iniciación, un ritual sagrado en su memoria, en una de sus tantas ruedas de anécdotas, propias de quien había conocido al peronismo “desde el parto del nacimiento”.

Pisaría el Centro por primera vez ese día histórico, en el viaje en tren desde Sáenz Peña hasta Retiro, y luego a pie hasta Plaza de Mayo. Con asombro, sus ojos adolescentes verían desfilar a obreros con delantales blancos manchados con la sangre, característica de las legiones de matarifes y carniceros de la zona sur del conurbano, que se mezclaban con los mamelucos grises y azules de los obreros industriales de barriadas vecinas. Unos y otros venían al lado de señores con sombrero, saco y corbata. Sintió que ese hombre, que casi a media noche desde el balcón y ante una multitud nunca vista, le atravesaba su corazón cuando dijo al comenzar su discurso que tenía “tres honras en su vida: ser soldado, ser patriota y ser el primer trabajador argentino”.

Durante cinco mandatos consecutivos, hasta 2003, Lorenzo Pepe sería elegido diputado de la Nación. Foto Reuters.

Nacido el 22 de agosto de 1931 en el mismo pago suburbano donde dejaría la vida, toda su biografía estaría impregnada por la militancia en el peronismo y el activismo sindical ferroviario, sobre todo en tiempos en que ambas condiciones serían vistas como hostiles por las dictaduras y gobiernos condicionados que le sucedieron a la caída del peronismo, en 1955. También fue testigo y protagonista de las convulsiones y reyertas internas del propio peronismo, que atravesó un período de turbulencias con Perón en el exilio y, en particular, luego de su muerte.

Una foto muestra esa singularidad de su historia. Es la de la llamada “marcha a La Plata” del 1° de mayo de 1962. Allí se lo ve con un grupo de peronistas, con la intención de tomar el gobierno, que habían ganado limpiamente en las elecciones de 1962, luego anuladas por la presión de las Fuerzas Armadas sobre el presidente Frondizi. El dato político revelador de la agitada vida peronista en aquellos tiempos es que, entre los más notorios de la foto, junto a Lorenzo Pepe aparecen el dirigente textil Andrés Framini (que había encabezado la fórmula peronista ganadora), Antonio Cafiero y los dirigentes metalúrgicos Augusto Timoteo Vandor y Rosendo García. García y Vandor serían asesinados a tiros en litigios de bandas peronistas armadas que dirimían el poder con Perón en el exilio. Aunque no adhirió a ningún tipo de violencia que atravesó la historia política y sindical de los 50, 60 y 70, Pepe vería correr mucha sangre peronista a su alrededor: nuunca consideró esa opción como posible para la compleja vida partidaria.

Velorio de Lorenzo Pepe en la Cámara de Diputados. 
Foto Federico López Claro.Velorio de Lorenzo Pepe en la Cámara de Diputados.
Foto Federico López Claro.

Su militancia peronista, sin embargo, lo llevaría a la cárcel en distintas circunstancias: en 1955 lo encarceló y dejó cesante la Revolución Libertadora; entre octubre de 1958 y febrero de 1959 fue preso por la aplicación del Plan Conintes; en 1961 estuvo detenido por una huelga ferroviaria de 42 días, en una dura pulseada del gremio por la reestructuración del servicio, que volvería a librarse 30 años después bajo gobierno de Menem; en 1967 lo detendría la dictadura de la Revolución Argentina y en 1976 la de Jorge Rafael Videla.

Con el retorno de la democracia, en 1983, y durante cinco mandatos consecutivos, hasta 2003, sería elegido diputado de la Nación: bancada desde la cual se transformaría en uno de los legisladores más destacados del que sería considerado “un Congreso de lujo” luego de la noche dictatorial, y aún de las posteriores gestiones democráticas. Presidió la Biblioteca del Congreso Nacional y fue secretario general del Instituto Nacional Juan Domingo Perón de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas, para preservar el legado histórico del movimiento que vio nacer, aquel día, de pibe, de la mano de su padre, en Plaza de Mayo. La parábola perfecta.

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