POLITICA
FC Dallas aceptó la oferta y Alan Velasco será nuevo jugador de Boca
Después de dos mercados de pases y la oferta más grande de la gestión de Juan Román Riquelme, Boca cerró a Alan Velasco como refuerzo para el equipo de Fernando Gago. Es que una llamada del futbolista destrabó la negociación y derivó en un nuevo ofrecimiento por parte del Xeneize en el cual, tras ponerse de acuerdo en un par de detalles con el Dallas de la MLS, tuvo un final feliz.
En los últimos días, el futbolista tomó la decisión de no viajar a Estados Unidos a pesar de que tenía que sumarse a la pretemporada de su equipo, para que estos acepten la propuesta del conjunto azul y amarillo.
🚨Alan Velasco JUGARÁ en #Boca
👉🏾#Dallas 🇺🇸 ACEPTÓ la propuesta, cuenta @gastonedul
✍🏾 por cuatro años. pic.twitter.com/l3pDJfCUqH
— Germán García Grova (@GerGarciaGrova) January 11, 2025
La última oferta desde el Consejo de Fútbol había sido de 10 millones de dólares por el 90 por ciento de su ficha, aunque desde el conjunto norteamericano pretendían quedarse con un porcentaje del pase, además de cambiar las cuotas de pago. Finalmente, en una última charla, Boca acordó la adquisición de la totalidad del pase y Dallas se quedará con un 15% de plusvalía.
Alan Velasco es nuevo jugador de Boca Jrs. pic.twitter.com/N4J2DFV5Vl
— Gastón Edul (@gastonedul) January 11, 2025
En paralelo a las negociaciones por Velasco, el Xeneize espera por las resoluciones de los casos de Rodrigo Battaglia, Ander Herrera y Williams Alarcón. Además de los jugadores anteriormente mencionados, Boca está en búsqueda de un arquero. Esto se debe a que Sergio Romero deberá ser intervenido quirúrgicamente por una lesión en la rodilla, que le demandará entre dos y tres meses de recuperación, por lo que recién podría jugar en mayo.
Fin de la novela: Boca libera a Cristian Medina tras ejecutar la clausula de salida
POLITICA
Inesperado “fuego amigo” de Santiago Caputo contra Milei
Desde que trascendió un video en el que Mirtha Legrand (que hoy cumple 98 años) despotricaba contra la producción de su programa –en ese contexto lanzó para la posteridad su célebre “carajo, mierda”–, cualquiera sabe que una vez que alguien es microfoneado, todo lo que diga, aun fuera del aire, el día menos pensado podrá ser utilizado en su contra.
Los “crudos” (el backstage de un programa que no está destinado a trascender) quedan archivados y pueden llegar a ver la luz por motivos aviesos o por simple descuido. Telefe hasta llegó a armar un ciclo con esos retazos (Nosotros también nos equivocamos).
Así, todo el país pudo ver la improcedente interrupción del asesor presidencial estrella Santiago Caputo de la entrevista que el periodista Jonatan Viale le venía haciendo al presidente Javier Milei en la Casa Rosada para intentar dilucidar cuál fue su participación en el lanzamiento de $LIBRA. Dicha meme coin llenó las alforjas de unos pocos con cientos de millones de dólares en minutos antes de derrumbarse y dejar en Pampa y la vía a un montón de incautos que perdieron sus ahorros en un santiamén por dejarse llevar por la entusiasta difusión –¿o promoción? (a los efectos prácticos es exactamente lo mismo)– del líder libertario de tan trucha y volátil inversión.
Tras la supuesta estafa virtual, comenzó a funcionar el mentado “principio de revelación”, pero no para dejar como siempre en evidencia tropiezos de la “casta” opositora, sino las propias torpezas del referente principal del oficialismo, primero al exponer que se trataba de una iniciativa para fondear recursos que respalden nuevos proyectos productivos en la Argentina y, a renglón siguiente, afirmar que se trataba de algo tan riesgoso como apostar en el casino. Luego también al decir que su consejo había sido a título personal, de ciudadano de a pie –como si se pudiera escindir a voluntad del cargo que desempeña como presidente de la República, lo que les da otro volumen a sus palabras– y, de inmediato, anunciar que lo defendería en Tribunales el ministro de Justicia (¿a quién, al ciudadano o al Presidente?, ¿no son, acaso, la misma persona?).
Fue el preciso momento en que entró a funcionar otro inesperado “principio de revelación”: al irrumpir en escena Caputo chico (Caputo grande, ministro de Economía, también estaba allí presente, pero en silencio detrás de cámara), dejó en evidencia lo que ya era un secreto a voces: que Milei solo acepta entrevistas amañadas por parte de un acotadísimo staff de periodistas de su entera confianza, algo en lo que en el pasado ya habían incurrido Cristina Kirchner y Mauricio Macri, aunque no con el grado de intensidad y connivencia con que lo hace Milei.
Antes de que trascendiera la versión completa de la última entrevista presidencial, había llamado la atención que Viale se hubiese mimetizado por momentos con la habitual iracundia insultante de Milei al rotular repetidamente de “tarados” a aquellos que osaran poner en duda su independencia a la hora de preguntar.
El crudo que se filtró demostró que el periodista careció de reflejos y aceptó con mansedumbre la atrevida interrupción del joven asesor que le hizo notar al Presidente que, de seguir con sus flagrantes contradicciones, podría llegar a complicar su frente judicial aquí y en los Estados Unidos. En su descargo posterior, Viale reconoció su error e incriminó, sin mencionarlos, a periodistas que habrían recibido pagos para ser condescendientes con otros políticos. El rótulo “ensobrado”, que el Presidente utiliza indiscriminadamente para ensuciar a quienes lo critican, tomaba cuerpo en la denuncia/amenaza no tan difusa del conductor de ¿La ves?
Resultó desopilante también que se rasgaran las vestiduras por el malhadado blooper conjunto de Milei/Caputo/Viale periodistas que al entrevistar a Cristina Kirchner siempre se comportaron como suaves felpudos.
No solo los políticos poderosos, que dan contadas entrevistas, pretenden fijar reglas del juego previas, que pueden llegar a ser muy severas al condicionar la realización de aquellas a que no se toquen determinados temas. De igual manera proceden ciertas celebridades del deporte y del espectáculo. Están en su derecho porque nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo. Sería muy recomendable que dichas restricciones, si son aceptadas, al menos se pongan en conocimiento de la audiencia. Lo contrario es retacear información.
Lo que hizo el joven Caputo fue un tiro en los pies (suyos y en los del Presidente). Quiso censurar algo y obtuvo un efecto completamente contraproducente: lo que intentaba esconder quedó más en evidencia y fue reproducido hasta el hartazgo en las redes sociales y en los medios de comunicación tradicionales.
Se ve que no se acordaba de un episodio similar de hace unos años cuando Hernán Lorenzino, ministro de Economía de Cristina Kirchner, pidió parar la entrevista con una periodista griega y pronunció la frase con la cual será recordado para siempre: “Me quiero ir”. En aquella ocasión también todo salió al aire y fue un verdadero papelón, pero no por un error involuntario o consentido como esta vez, sino porque la periodista y el medio decidieron que el mal paso de Lorenzino era parte de esa entrevista. Ciertamente lo era. Como también lo fue el ingreso a escena del llamado “mago del Kremlin”. Solo que esta vez le falló el truco.
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