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POLITICA

Grieta y pobreza: para quién fue el mensaje de la Iglesia frente a Milei en el tedeum

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Como el juego de Antón Pirulero, en el que cada participante parece atender su juego, la dirigencia política -más allá de honrosas excepciones- hace su juego e ignora el mensaje antigrieta que la Iglesia viene pronunciando en cada celebración patria desde la crisis de 2001. Este último tedeum por el 9 de Julio no fue la excepción. El portavoz eclesiástico fue esta vez Jorge García Cuerva, el segundo sucesor del actual Papa Francisco en el arzobispado de Buenos Aires. Y como en el anterior oficio religioso por el 25 de Mayo, aunque de un modo aún más descarnado, advirtió que la continuidad de las peleas puede profundizar el ya grave deterioro del país en vez de revertirlo.

“Señor Jesús, muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, un esfuerzo que conmueve, un esfuerzo esperanzador. No permitas que lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro”, rogó en su homilía el arzobispo apelando más a lo divino que a lo humano después de tanto desengaño con una dirigencia -no sólo política- que no para de descalificarse sin asumir la parte de culpa que tiene ante los desaciertos de las últimas décadas.

García Cuerva lo señala: “Demasiadas cosas ya hicimos mal en el pasado como para que nadie se haga cargo, aunque el resultado es que en la Argentina seis de cada diez chicos son pobres; niños con hambre revolviendo la basura, chicos no escolarizados o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto”.

Su afirmación conlleva la pregunta obligada: ¿Qué más hace falta para que la dirigencia reaccione y baje el nivel de confrontación, más allá del legítimo debate -a veces fuerte- en democracia? ¿Por qué es imposible alcanzar ciertos niveles de convivencia política como hay en nuestro vecino Uruguay?

La insistencia del arzobispo con su prédica antigrieta pone de manifiesto una comprensible dosis de impotencia. “Debemos insistir una y mil veces en forjar la unidad entre los argentinos, más allá de nuestras diferencias, porque para la cultura del encuentro no hay límites; nadie es prescindible, nadie es descartable”, dijo. Y completó: “Necesitamos aprender a reencontrarnos y reconocer que somos una comunidad; dejar de lado personalismos y generar consensos y acuerdos que permitan a la creatividad y audacia abrir nuevos caminos. Es urgente entender que nos necesitamos, que somos hermanos, hijos de la misma patria”.

Haciendo un paralelismo con la independencia del país, dijo que “debemos independizarnos de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizarnos del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizarnos de la corrupción, del ventajoso, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador pobre”. Y advirtió que si los congresales de 1816 hubiesen insistido en sus diferencias, “todavía estarían discutiendo en la Casa de Tucumán”, aunque tal vez sin el nivel de las actuales descalificaciones.

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En el inicio de su homilía, Garcia Cuerva dijo que le hablaba a “todos los actores de la sociedad argentina”. Pero, indudablemente, hay niveles de responsabilidad. La grieta tal como la conocemos hoy fue iniciada por el entonces presidente Néstor Kirchner y continuada en mayor o menor medida por todos los gobiernos. Dirigentes de todos los sectores abrazaron discursos belicosos en estos años, incluso algunos que se dicen inspirados en el Papa Francisco. Aunque también -todo hay que decirlo- no faltaron personalidades e instituciones llamando al diálogo y la búsqueda de consensos.

El actual presidente de la Nación se muestra con frecuencia muy confrontativo. Por eso, como el ejemplo comienza de arriba hacia abajo, en la Iglesia anhelan que se muestre más conciliador. Lo cual no significa ser condescendiente con la corrupción. ¿La firma del Pacto de Mayo fue un paso en esa dirección? Al fin de cuentas, siendo el primer mandatario más religioso desde la vuelta a la democracia, debería ejercitar una de las premisas básicas de toda religión: la fraternidad.

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POLITICA

«Rimbombante y errático»: The New Yorker publicó un perfil de Javier Milei escrito por Jon Lee Anderson

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The New Yorker publicó un extenso perfil de Javier Milei, que fue escrito por el periodista Jon Lee Anderson, autor también de una de las biografías más reconocidas de Ernesto «Che» Guevara, donde describe al Presidente argentino como “un economista libertario dado a provocaciones escandalosas”, y lo califica de «rimbombante y errático» con políticas de «ultra derecha».

El artículo, publicado dentro del segmento La carta desde Buenos Aires, se titula «Javier Milei declara la guerra al Gobierno argentino», donde el periodista se pregunta si en el intento por «rehacer la nación» por parte del mandatario “podrá sobrevivir a su enfoque de terapia de shock».

El perfil fue utilizado también para ilustrar la tapa de la última edición. “The other MAGA president” se lee, en referencia al Make América Great Again (Hacer América Grande Otra Vez) de Donald Trump. La relación con el magnate y Elon Musk son otros de los aspectos que aborda la nota.

“¿Quería una selfie? Me la ofrecía Javier Milei, el presidente de Argentina. Muchos de sus seguidores querían una; Internet está llena de fotos de él con fans eufóricos, líderes regionales y compañeros de viaje internacionales como Elon Musk. En su oficina, adoptó su pose habitual, con el rostro inclinado hacia la buena luz, los labios fruncidos y dos alegres pulgares hacia arriba. La postura me resultó molestamente familiar y luego me di cuenta de que recordaba al personaje psicótico Alex de ‘La naranja mecánica’ de Stanley Kubrick. ‘¿Naranja mecánica?’, pregunté. Los ojos de Milei brillaron y asintió, riéndose, y luego amablemente retomó la pose”, comienza el artículo sobre el encuentro con el libertario.

El periodista habla de su aspecto físico, puntualmente de su pelo y la sugerencia de Lilia Lemoine para que «tenga una mezcla entre Elvis Presley y Wolverine».

“Fuera del trabajo, Milei parece haber llevado una vida solitaria. Al parecer tenía pocos amigos cercanos y pasó una década sin hablar con sus padres. Mariano Fernández, un economista que trabajó con él a partir de 2005, lo recuerda como un solitario; Fernández lo llevó algunas veces a bares, donde Milei, abstemio, pidió jugo. La conversación era generalmente impersonal, centrada en política, perros y, la mayoría de las veces, debates sobre economía”, cuenta.

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Jon John Lee Anderson, autor del perfil de Milei para The New Yorker. Fotos Ariel Grinber.

Durante uno de sus encuentros con el mandatario, el periodista de New Yorker describe la “atmósfera crepuscular” de la oficina donde se encuentran en Casa Rosada y que eso tiene una explicación: Milei es “fotosensible”.

“Me contó que la tarea de combatir la inflación lo mantenía trabajando desde el amanecer hasta bien entrada la noche, y que eso le estaba sacando canas”, relata.

Otro de los aspectos que aborda el escrito es la relación del jefe de Estado con sus “hijos de cuatro patas”, como los suele llamar. Allí cuenta que su devoción por Conan, uno de sus mastines ingleses que murió en 2017 de quien habla “en tiempo presente» y con quien «puede comunicarse telepáticamente”.

“No quise hacerle preguntas sobre Conan. Me dijeron que había un tabú en torno al tema”, expresa Lee Anderson.

Luego, aborda la relación con su hermana Karina, Secretaria General de la Presidencia, de quien dice «ejerce una inmensa influencia» sobre el Presidente y que «si quiere que despidan a alguien, su decisión es definitiva”.

También dedica un párrafo a Victoria Villarruel, con quien Milei mantiene una fuerte interna, y la define como una «guerrera cultural ultraconservadora, tan interesada en cuestiones sociales como en las económicas».

En el artículo también se repasan los “modos de Milei” para descalificar a los opositores o dirigentes de izquierda. “Ridiculiza a sus oponentes llamándolos ‘culos sucios’. Llamó a Lula da Silva, el presidente de Brasil, ‘corrupto’ y ‘comunista’, y describió al Papa Francisco, un reformista de modales apacibles, como ‘un izquierdista sucio’ y ‘el representante del diablo’. En ese sentido, encuentra similitudes con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. “Ambos se rodean de reacciones”, escribe Lee Anderson.

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Además, se mete en las polémicas del primer año de gestión como la visita de diputados de La Libertad Avanza a represores en Ezeiza o el recorte que impulsa el Gobierno y que impacta en los jubilados.

“Cuando le pregunté a Milei por los jubilados, reaccionó con desdén y culpó a los kirchneristas ”, cuenta. Y agrega: “Milei siguió hablando acaloradamente durante cinco minutos, escupiendo números. Ni una sola vez expresó simpatía por los jubilados, ni siquiera los reconoció como personas”.

Finalmente, Lee Anderson habla de los planes futuros del Presidente fuera de la gestión, donde cuenta que Estado tiene planeado leer biografías, pasar tiempo con su hermana, sus perros y con una eventual novia. En redes sociales, Milei decidió difundir este perfil con una de las frases que suele publicar: “Fenómeno barrial. ¡Viva la libertad carajo!”.

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