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Kicillof vs. Cristina: cómo se alinea cada sector de poder en la dura pelea del peronismo bonaerense

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La implosión que registró el PJ bonaerense por la decisión de Axel Kicillof de desdoblar los comicios legislativos provinciales aún luego de la fuerte resistencia de Cristina Fernández, abrió una trinchera en ese núcleo de poder político. Intendentes, legisladores, dirigentes sociales y gremiales tuvieron -o no les quedó opción más- que ubicarse de un lado o de otro de esta divisoria de aguas interna.

La infantería, la escuadra que tiene mayor poder de representación territorial está conformado por el manejo de las intendencias. La alianza Unión por la Patria (UxP) con la que compitió el peronismo en las últimas elecciones tiene 84 comunas administradas por esa estructura.

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En la última semana de marzo, cuando la disputa parecía que iba hacia un camino sin vuelta, el gobernador logró la adhesión de 44 alcaldes. Avalaron el posicionamiento del gobernador Jorge Ferraresi (Avellaneda); Mario Seco (Ensenada), Fabián Gagliardi (Berisso), Gustavo Barrera (Villa Gesell), Julio Alak (La Plata(, Alberto Descalzo (Ituzaingó) y el jefe comunal con mayor cantidad de votos del país: Fernando Espinoza, de La Matanza.

Este grupo forma parte del núcleo duro. Son los que promueven la autonomía del jefe provincial y quienes sostienen el armado de “Derecho al Futuro”, la línea interna que se inauguró en febrero.

Firmaron el documento a favor del desdoblamiento, algunos nombres que estaban –hasta ese momento- más cerca del kirchnerismo duro, como son los casos de Federico Achával (Pilar), Gastón Granados (Ezeiza) y Mariano Cascallares (Almirante Brown). También aparecía Guillermo Britos (Chivilcoy), que no forma parte del Movimiento Derecho al Futuro (MDF), que lidera el Gobernador.

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E incluso otros que llegaron a esos sitiales con otras agrupaciones pero son cercanos al peronismo Gilberto Alegre (General Villegas) y Sergio “Pino” Bordoni (Tornquist). Es decir, que el mandatario provincial sumó apoyo más allá de las fronteras del PJ. En la misma línea, días después se conoció un pronunciamiento en el mismo sentido de 27 integrantes del Foro de Intendentes radicales.

Al lote de jefes comunales se suma también un bloque de 11 diputados provinciales y tres senadores que responden a los lineamientos de la Gobernación. En los últimos capítulos de la pelea, subieron a la embarcación kicillofista los sindicalistas del “ala dura”: Roberto Baradel y Eduardo “Colo” Isasi, de la CTA y de ATE provincia. No hay una definición formal, pero puestos a optar, en la CGT de los “gordos” también se inclinan para el lado de calle 6, donde tiene residencia el mandatario.

Los movimientos sociales –Barrios de Pie y el Evita- también se encuadran en este bando. También el esquema que representa la diputada nacional Victoria Tolosa Paz con su “Movimiento para la Victoria”.

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Este poderío, potencial o concreto, tiene del otro lado una alianza –por ahora sólida- conformada por el kirchnerismo, La Cámpora y el massismo.

El ex candidato presidencial Sergio Massa promueve y exhibe intenciones de unidad, pero hasta ahora siempre jugó con las mismas fichas que Máximo Kirchner y su madre. El Frente Renovador tiene 14 intendencias y una tropa legislativa compuesta por 11 diputados y senadores provinciales. Entre los alcaldes que reportan al tigrense están Juan Andreotti, de San Fernando; Javier Osuna, Las Heras; Javier Gastón, Chascomús; Ricardo Marino, Carmen de Patagones o Pablo Garate de Tres Arroyos. Son casi todos del interior, con menor peso específico que los del conurbano.

La Cámpora y Cristina pueden contabilizar como propios 16 diputados provinciales, entre ellos el presidente del bloque, Facundo Tignanelli y una decena de senadores, incluido el polifacético Sergio Berni. Un armado gremial con figuras nacionales de peso como el bancario Sergio Palazzo, el docente Hugo Yasky o el canillita Omar Plaini y armados políticos como Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella, ahora distanciado del intendente de Morón (el kicilofista) Lucas Ghi.

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La escuadra camporista-cristinista también presenta 21 intendentes del GBA e interior. Reportan a la estructura que armó Máximo, Mayra Mendoza, (Quilmes), Julián Álvarez (Lanús); Fernando Raitelli (Brandsen); Damián Selci (Hurlingham); Juan Ustarroz (Mercedes); Iván Villagrán (Carmen de Areco); Maximiliano Wesner (Olavarría); Juan Mancini (Suipacha); Waldemar Giordano (Colón) y Nelson Sombra (Azul). Pero también se identifican y respaldan a la ex presidenta y ex vice los alcaldes de Merlo (Gustavo Menendez); Moreno (Mariel Fernández); Malvinas Argentinas (Leo Nardini); Bahía Blanda (Federico Susbielles, Lomas de Zamora (Federico Otermín), Cañuelas (Marina Fassi) y Luján (Leonardo Boto)

Estos alineamientos no fueron automáticos, permanentes ni serán para siempre. El peronismo siempre muta y se reordena. Pero en esta instancia clave, no queda lugar para indefinidos. La hora exige una postura clara.

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El ministro de Gobierno de Axel Kicillof se negó a someterse a un control de alcoholemia

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El ministro del Gobierno bonaerense, Carlos Bianco, mano derecha de Axel Kicillof, fue demorado en la madrugada del domingo durante un control de alcoholemia en la Autopista Buenos Aires-La Plata, a la altura del peaje Dock Sud. Bianco conducía un Volkswagen Vento oficial del Ejecutivo provincial cuando agentes de tránsito le solicitaron realizar el test de alcoholemia. Según el acta labrada, el funcionario se negó a someterse al control.

La negativa a realizar el test, sumada al presunto pedido de no ser filmado, fue interpretada como un “presunto positivo”, según establece el protocolo. Por este motivo, se le retuvo la licencia de conducir, aunque no se secuestró el vehículo. Cabe recordar que en la provincia de Buenos Aires rige la Ley de Alcohol Cero, que prohíbe manejar con cualquier cantidad de alcohol en sangre.

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El hecho generó aún más atención por la coincidencia con la suspensión, sin explicación oficial, de la conferencia de prensa semanal que Bianco suele ofrecer los lunes por la mañana desde La Plata. La ausencia fue inicialmente atribuida a una reunión política entre Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner, en el marco de la interna peronista, que se agravó tras el anuncio del gobernador de desdoblar las elecciones provinciales.

Carlos Bianco, de 48 años, es un funcionario clave en el círculo íntimo de Kicillof. Economista formado en la Universidad Nacional de Quilmes, conoció al actual gobernador cuando era su alumno. Desde entonces compartieron cátedras y recorridos académicos y políticos. En 2019 fue designado Jefe de Gabinete de la Provincia y actualmente ocupa el cargo de ministro de Gobierno.

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Análisis | Javier Milei enfrenta el desafío que se avecina ante una pandemia proteccionista

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El gobierno de Javier Milei atraviesa una tormenta crítica de nivel inédito en los casi catorce meses que lleva la presidencia libertaria. A las incertidumbres made in Argentina de siempre, que giran en torno al precio del dólar y la inflación, el acuerdo con el FMI y los manoseos a la letra chica de la institucionalidad política, se agrega un frente fuera del control de cualquier gobierno argentino, pero determinante: la nueva política de tarifas que anunció Donald Trump. Un cambio del orden comercial global, que además impacta en la organización política multilateral del mundo.

Cualquier cálculo argentino de la incertidumbre macroeconómica y política queda chico en ese salto internacional de escala de la incertidumbre. Desde el miércoles 2 de abril, el “Liberation Day” de Trump, Milei se encontró de frente y sin airbag con la pandemia global que puede condicionar su gobierno de forma crítica: el virus de pandemia proteccionista diseñado en el laboratorio económico de Trump. Otra vez, el desorden mundial pone en lados opuestos al aliado clave de Milei y a China, un socio comercial central y acreedor ineludible de la Argentina.

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La de este 2025 es una pandemia que desafía los anticuerpos ideológicos de Milei: llegó al poder imaginando la apertura, al fin, de la Argentina y el ingreso firme a una galaxia de libre mercado consolidada. Pero se encontró con la contradicción más inesperada: un Trump al que admira convertido en el paladín de una guerra de tarifas sin precedente en los últimos ochenta años. Y la Argentina de Milei, estancada entre dos fuegos, el de Estados Unidos y el de China. La cuestión es si ese enfrentamiento es un obstáculo mayúsculo para la Argentina en medio de la negociación con el FMI o si, al contrario, es una oportunidad que puede usar en su favor.

En la práctica, sumados al nivel previo de aranceles, la nueva política comercial de Trump lleva los aranceles que pesarán sobre productos argentinos ingresados a Estados Unidos a entre 12 y 18%. En el caso del acero y el aluminio, con aranceles del 25%, tal como se habían anunciado previamente, la suba es todavía mayor. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2024 Estados Unidos imponía en promedio un arancel del 2,4% a los productos argentinos. O del 1,2%, según los datos de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham).

El nuevo arancel de Trump vendría a corregir un desfase respecto de los aranceles que imponía la Argentina sobre los productos estadounidenses que por lo menos triplicaban en promedio a los que imponía Estados Unidos: en 2024 fueron del 7,6% según la OMC y del 6,4% según la AmCham. Ahora, el 54% de las exportaciones argentinas a Estados Unidos quedaron impactadas por las nuevas tarifas.

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No está claro qué medicina pondrá en juego el oficialismo libertario para manejarse en medio de esta tormenta. Surgen preguntas cuyas respuestas están en el futuro, irremediablemente: solo el paso de los días irá dejando en claro los efectos del nuevo desorden internacional y de su impacto en la Argentina en busca de su orden libertario. Hay versiones contradictorias sobre los efectos colaterales de las medidas de Trump en la economía de Estados Unidos, y también de América Latina. ¿Cuáles son los mecanismos de defensa que tiene el mileísmo para afrontar semejante cambio de contexto?

Primero, edulcorar la realidad: desde el Gobierno, hubo alineamiento disciplinado a la hora de construir la falacia narrativa de que la Argentina fue privilegiada con tarifas de 10%, la más baja del plan Trump de “aranceles recíprocos”. Del lado de la estrategia narrativa, la primera movida del Gobierno implicó la negación pública de un hecho observable a simple vista: se aplicó idéntica tarifa a gobiernos más alejados de Trump en lo ideológico, desde el Chile de Boric hasta la Colombia de Petro, pasando por el Brasil de Lula. La pólvora narrativa de la atención especial que habría recibido la Argentina se mostró mojada al instante: poco convincente.

Segundo, el Gobierno se refugia en el futuro para dar respuesta a las amenazas del presente y refuerza la narrativa del contacto cercano entre Trump y Milei. Sobre esa base, promete una próxima y segura renegociación de la nueva tarifa en favor de la Argentina. Lo explicitó, entre otros, Martín Menem: “La Argentina, gracias a las gestiones del Presidente, que ha entablado un vínculo personal e ideológico con Trump, seguramente va a ser beneficiada, o menos perjudicada”. En ese punto, el Gobierno tuvo para mostrar un logro: un encuentro clave del canciller Gerardo Werthein con el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, y con el representante comercial del gobierno de Trump, Jamieson Greer, al otro día del anuncio de Trump de los nuevos aranceles.

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Pero el mismo miércoles 2, por la noche, el Gobierno borró con el codo lo que había logrado en el apretón de manos: el affaire Mar-a-Lago y el desencuentro Trump-Milei expusieron innecesariamente al argentino. El atolondramiento de ese viaje que arrastró al Presidente y a su principal ministro, Luis Caputo, a un viaje improvisado para recibir un premio menor solo para cruzarse con Trump en un pasillo dejó expuesto a Werthein y su criterio diplomático en un momento tan delicado: la negociación con el FMI y por las tarifas supone una encrucijada delicadísima. Lo de Mar-a-Lago no fue el momento más virtuoso de esa doble negociación.

También puso en duda el peso real del “vínculo personal e ideológico” entre Milei y Trump y su efectividad en esos dos frentes de negociación. “Contencioso”: así describió Bloomberg el encuentro del board del FMI del miércoles pasado. El eje de la reunión era el acuerdo con la Argentina y el directorio no logró ponerse de acuerdo sobre cuál será el primer desembolso, que Milei y Caputo esperan que al menos llegue a los US$8000 millones: “Todavía no hay consenso”, explicó Bloomberg.

Tercero, plantea una interpretación constructiva de la nueva política arancelaria de Trump. “Estados Unidos se está sentando a negociar con todo el mundo porque quiere recomponer la economía de Estados Unidos”, aseguró Menem a fines de la semana pasada. Sin embargo, Trump anunció ayer una escalada en la suba de aranceles para responder a China: amenazó con un 50% más de aranceles luego de que China anunciara un aumento del 34% a los productos estadounidenses.

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Desde Davos 2025 Milei intenta relativizar la contradicción de su admiración por un Trump proteccionista. Los argumentos son dos. El primero, Trump recurre a la guerra comercial como herramienta geopolítica antes que por convencimiento ideológico: así lo expuso en enero en una entrevista con Bloomberg. El segundo, Trump está concentrado en reestructurar los fundamentos de la economía de Estados Unidos, reconducir la inversión de empresas americanas a su territorio, rebalancear el comercio internacional, expandir el sector manufacturero para crear más empleo y bajar la tasa de interés para contener la inflación. Cada punto de esa argumentación es cuestionado por razones atendibles. La caída de los indicadores económicos y financieros en todo el mundo alerta sobre riesgos que el gobierno argentino prefiere no poner sobre la mesa.

Con esa lógica, el oficialismo insiste sobre su principal logro: el superávit fiscal y financiero como el antídoto contra la pandemia de la guerra comercial. El ancla fiscal también como ancla de la gobernabilidad de su lugar en el mundo en medio de la pandemia proteccionista lanzada por Trump. Pero hay una nube que pende sobre la gestión de Caputo: la falta de solvencia del Banco Central sigue sin encontrar solución. Esa es la vulnerabilidad que viene subrayando el viceministro de Economía, José Luis Daza, hombre clave en la negociación con el FMI.

La reunión “contenciosa” del board trajo inquietud. Fuentes indican un grado mayor de tensión fruto del cambio de escenario. Milei ha puesto todas las fichas en profundizar su cercanía con Trump y mostrarse como el aliado perfecto en América Latina. Pero esa dinámica implica tomar distancia de China, otro acreedor importante de la Argentina. Y un socio comercial indispensable, tanto como Brasil o Estados Unidos. ¿Cómo manejar una crisis de tantas caras? Es el gran desafío del Gobierno. Ahí se impone una pregunta: ¿hay capacidades estatales suficientes como para interpretar con inteligencia las borras del café de esta crisis internacional cruzada con la crisis local? Los pasos en falso de la Cancillería en Palm Beach dejaron dudas.

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Milei empieza a caminar por un campo minado. Las elecciones en la ciudad de Buenos Aires pueden resultar el plebiscito que confirme el apoyo de la ciudadanía a su gestión. O, al contrario, pueden terminar alimentando una percepción de pérdida de efectividad presidencial para domar a la Argentina. Pero ayer tuvo buenas noticias: con el desdoblamiento de las elecciones, Kicillof institucionalizó la división con el kirchnerismo. Es una noticia auspiciosa para el oficialismo luego de la derrota en el Congreso y la renuncia de García-Mansilla a la Corte. El peronismo y el kirchnerismo unido podían disputarle legitimidad y territorio justo cuando el Gobierno vive sus momentos más críticos. Por ahora le cuesta encontrar la ayuda práctica de Trump. Pero al menos el kirchnerismo le hace favores inesperados. La Argentina 2025 se juega día por día.

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De usar el celular a andar a 138 kilómetros por hora: las 86 multas del auto que manejaba Carlos Bianco y una deuda millonaria

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Tras el escándalo que se desató luego de conocerse la noticia de que Carlos «Carli» Bianco, el ministro de Gobierno bonaerense y mano derecha de Axel Kicillof, se negó a realizar un test de alcoholemia el último fin de semana mientras conducía un vehículo oficial, lo que desencadenó que se le retenga la licencia de conducir digital, Clarín pudo acceder al listado de multas del auto que manejaba el funcionario bonaerense. Hay infracciones por exceso de velocidad, por manejar en lugares prohibidos y hasta por hacerlo usando el celular.

Se trata de 86 multas que acumulan en total más de 10 millones de pesos. Surgen del registro de la Dirección General de Administración de Infracciones porteña (DGAI). La gran mayoría de son por conducir en lugares prohibidos, por ejemplo, la vía rápida del Paseo del Bajo, reservada para camiones. En las fotos que tomó el Gobierno de la Ciudad al hacer las multas, se ve al vehículo de la gobernación pasando por ese lugar más de una decena de veces.

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También hay infracciones por conducir a exceso de velocidad. Algunas, leves, por conducir hasta 10% más rápido de lo permitido. Sin embargo, hay otras que son más graves: por ejemplo, en marzo de 2024 le labraron una infracción por manejar a 113 kilómetros por hora en la autopista Illia, en una zona en donde la máxima es de 80. U otra aún mayor, por circular a casi 138 km/h por la avenida Cantilo, el 13 de mayo de 2020.

El Volkswagen Vento gris en cuestión tiene también multas que se labraron porque la persona al volante manejaba mientras usaba el celular y hasta por «incumplimiento de identificación del conductor». En una de las más insólitas, se ve la patente parcialmente tapada con lo que parecería ser una cinta de papel.

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