POLITICA
La Cámpora tuvo que crear un protocolo interno para sancionar los abusos contra mujeres y echó a 30 militantes
«Soy un varón criado en una sociedad patriarcal, tuve prácticas machistas que en ese momento parecían naturales. Por todo esto, he decidido dar un paso al costado en mis responsabilidades políticas para someterme a los procesos que determine la aplicación del protocolo de mi organización».
La confesión es de Jorge Romero, alias «el loco». Amigo íntimo de Máximo Kirchner y el Cuervo Larroque, durante muchos años fue uno de los líderes de La Cámpora y legislador bonaerense. A fines de 2018 fue denunciado por su compañera Stephanie Calo: lo acusó de encerrarla en un baño y abusar de ella. Todo sucedió en la casa de otro compañero de la agrupación K que se habría prestado para cometer el estupro.
«Me empujó hasta el baño, cerró con llave la puerta y me quiso obligar a chuparle….practicarle sexo oral», recordó Calo ante la prensa y aseguró que no era la primera vez que había habido abusos en La Cámpora.
El Loco Romero fue uno de los primeros militantes de La Cámpora que fue apartado de la agrupación tras aplicarle el protocolo que Máximo Kirchner tuvo que crear debido a la proliferación de denuncias internas que daban cuenta de agresiones contra mujeres.
Pero Romero no había sido el primero ni tampoco el último que aparentemente habría violentado contra sus propias compañeras de La Orga. Desde que se constituyó el protocolo, La Cámpora lo tuvo que ejecutar en al menos unas 30 ocasiones.
«Es verdad que las autoridades de La Cámpora se vieron obligados a crear el protocolo por la cantidad de casos de violencia de género que empezaron a surgir contra integrantes de La Orga. Siempre sucedieron este tipo de situaciones, pero antes las mujeres, en general muy jovencitas, no se animaban a denunciar. Todos tuvimos que ir aprendiendo sobre la importancia de reconocer los derechos de la mujeres», reconoce ante Clarín un viejo cuadro de La Cámpora con mucha militancia en el Conurbano bonaerense.
Las autoridades de La Cámpora suelen jactarse del necesario protocolo haciendo reminiscencia a los códigos militaristas de la agrupación Montoneros, a principios de los 70′.
«Estos pibes envejecidos pecan de no haber estudiado y ni siquiera leído de lo que realmente sucedió en los Montos. Se inventaron una historia romántica que nada tiene nada que ver con los disparates que hicieron Carlos Ramus, Abal Medina y luego Mario Firmenich, tras el asesinato de Pedro Aramburu, cuando La Orga entró oficialmente en actividad», apunta un ex montonero de la primera hora que operó bajo el mando de Horacio «el Lauchón o Hernán» Mendizabal.
«Eramos y actuábamos como una casta, propiamente dicha. Estaba prohibido y penado tener relaciones con gente casada, entre los compañeros. Había un férreo control con duros códigos militares con sanciones que podían llegar a condenar a muerte a los desobedientes. Las autoridades montoneras han ordenado ejecutar a pibes por no cumplir esos reglas. Una de la normas era cortar todo tipo de contacto con los familiares. Al propio Roberto Quieto, uno de los altos jefes de La Orga y jefe de las FAR, lo condenaron a muerte por intentar juntarse con sus hijos, en el Puerto de Olivos, donde los milicos lograron atraparlo. No se aguantó la tortura y no se tomó la pastilla de cianuro. Cantó y por sus revelaciones cayeron muchos», recordó..
Junto con el Loco Romero, hubo muchos otros casos que llegaron a los medios. Julián Eyzaguirre, Nicolás Roó, fueron algunos de ellos. Todos fueron acusados por acoso y abuso a mujeres militantes.
También varios altos dirigentes de municipios del Gran Buenos Aires. Como Gustavo Matías, en Vicente López, Pablo Gallardo en Claypole o Pablo Ramos, ex presidente del Concejo Deliberante de Escobar
«A muchos de ellos los conocí muy bien. Incluso les tuve y, debo reconocer, les sigo teniendo cariño. Pero vivían la vida loca, con muchos excesos, valiéndose del comportamiento de varios de los conductores de La Cámpora. No solo es una cuestión de violencia de género, que es un delito, sino cuestiones de códigos entre compañeros, como salir con parejas o ex parejas de otros integrantes. Vean con quienes salieron ó salen los jefes del GBA como Martín Rodríguez, Manu Santalla o Facu Pignanelli. Son swinger. Todos contra todos. Ahí entra también Mayra Mendoza o Luana Volnovich. Solo para nombrar algunos casos, pero la lista es larga y están casi todos». relata el mismo camporista que sólo una vez admite que quiso plantear que debían parar la mano con este «jolgorio» por la imagen que se daba a lo más chicos que se sumaron a la organización.
POLITICA
El espectáculo político se renueva
Hasta el siglo pasado se entendía que cuanto más visible un personaje más chance de ser electo, por lo que los políticos buscaban celebridad para acceder al poder. Michelle Obama muestra cómo en el siglo XXI el verdadero éxito es aprovechar la notoriedad política para hacer espectáculos.
La señora Obama no solo tiene más popularidad en las redes que Kamala Harris. En Instagram duplica a Donald Trump y superó a su marido Barack Obama incluso cuando era presidente. Y si esa popularidad no es transferible a las elecciones nacionales (preguntar a Kamala), es sumamente redituable en el mundo del espectáculo global.
La alianza de los Obama con Netflix comenzó con el documental American Factory (2019), sobre los cambios de la industria norteamericana frente a los chinos, que obtuvo múltiples premios incluido el Oscar a mejor documental
Al revés de esos presidentes que llegan al poder para tener sus medios y su programa de TV, los Obama aprovecharon su salida para legar algo más que una biblioteca, como es tradición en los Estados Unidos. Desde la productora Higher Ground consolidan una filmoteca en Netflix tan variada como para albergar una serie de citas de cincuentones que se llama The Later Daters, de reciente estreno internacional.
La alianza de los Obama con Netflix comenzó con el documental American Factory (2019), sobre los cambios de la industria norteamericana frente a los chinos, que obtuvo múltiples premios incluido el Oscar a mejor documental. Y se consolidó con la película que captura la presentación nacional de Becoming, la autobiografía de Michelle.
Mientras Barack Obama envejecía aceleradamente en los últimos años de poder, Michelle florecía, ganaba estilo y glamur y lo contaba en libros, entrevistas, conferencias multitudinarias
Estas películas coinciden con Campamento extraordinario, Trabajar: eso que hacemos todos los días, American Symphony, Paternidad, varios documentales de naturaleza y algunos infantiles en un propósito: hacer política desde el entretenimiento sin que se note.
Los Obama entendieron que cambiaron los manuales de política y que lo que tiene más popularidad no es la controversia. Michelle aprendió de su amiga Oprah Winfrey que en las plataformas ganan las historias humanas con las que el público puede identificarse. Las dos eligen mensajes de superación personal con esa seguridad que les da saberse extraordinarios ejemplos de éxito y esplendor.
Mientras Barack Obama envejecía aceleradamente en los últimos años de poder, Michelle florecía, ganaba estilo y glamur y lo contaba en libros, entrevistas, conferencias multitudinarias. Una auténtica influencer de estos tiempos, que sabe que dirigir los destinos del país más poderoso del mundo no es tan importante como tener reinar en el mundo de las redes sociales y sus negocios asociados.
La política pop se actualiza. Buscar el centro de las pantallas es de políticos del siglo pasado. En estos tiempos, la gente verdaderamente influyente, la que convierte a sus seguidores en suscriptores, es aquella que cede el protagonismo a la comunidad que conforma su red. En las series de su productora, los Obama apenas hacen unos breves cameos. Pero están. Michelle no aparece en la serie de citas, pero desde su cuenta de Instagram dejó claro quién manda. Mirando algunas escenas dejó entrever sus recriminaciones a un señor que se pasó de picante en su cita con una señora de 62. Hasta sugirió que en una próxima temporada debería estar bajo la supervisión de Logan Ury, la psicóloga de Harvard que asiste a los postulantes para conseguir pareja.
Un final feliz para la dama y ridículo para el caballero en la serie del momento es más efectivo que la mejor campaña por la igualdad. A Netflix no le convendría que esas series se conviertan en alguno de esos bodrios de canal Encuentro que envejecieron tan mal y tan pronto.
El éxito de Michelle es, precisamente, que entendió el desgaste de la política y lo poderosa que es la conexión humana. Por eso pierde cuando retoma la campaña, y brilla en sus redes que explotan cuando baila, conversa, aconseja o se deja entrevistar. La popularidad no se transfiere pero, como el público, se renueva.
-
POLITICA2 días ago
Patricia Bullrich le respondió a Victoria Villarruel tras las críticas por el gendarme detenido en Venezuela
-
POLITICA2 días ago
El descargo de Longobardi tras su salida de Radio Rivadavia: «Me hizo acordar cuando Cristina ejecutó mi despido en Radio 10»
-
POLITICA3 días ago
La Corte Suprema declaró inconstitucional la reelección indefinida en Formosa
-
INTERNACIONAL1 día ago
Atropello múltiple en un mercado de Navidad en Alemania: al menos dos muertos y más de 60 heridos
-
POLITICA1 día ago
Guillermo Castello: «Kicillof está utilizando la caja de la provincia para posicionarse políticamente»
-
POLITICA9 horas ago
Nisman: el Gobierno acepta el pedido del fiscal y levanta el secreto sobre los espías inorgánicos de la SIDE y el Ejército