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POLITICA

La furia de Milei por la tensión con el dólar y el enojo de Karina por los desafíos de Villarruel

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Silencio en el chat

“Me pidió el presidente que te dijera que te vayas”, le avisó Demian Reidel, físico, economista y coordinador del Consejo de Asesores Económicos de Presidencia de la Nación a Fausto Spotorno, consultor de Orlando j. Ferreres y Asociados. “Bárbaro, porque ya me quería ir”, le respondió.

La conversación, que puede sonar hostil, fue en buenos términos. Salida elegante. Tuit para informarlo públicamente y gracias por todo. Diez días después, el economista no podía salir de su desconcierto cuando, ayer a la hora de la siesta, Javier Milei lo acusó de un delito penal. Los dos habían construido una relación promovida por la afinidad ideológica en temas económicos que derivó en la invitación a Spotorno para integrar el exclusivo Consejo de Asesores Económicos, un órgano creado en marzo a la imagen de una figura que existe en Estados Unidos y constituido por gente elegida sin excepción por el Presidente.

Leé también: Las paranoias en el Gobierno por el caso Loan y el “operativo reconciliación” de Milei con Mauricio Macri

Pero en las últimas dos semanas, este pequeño grupo humano que funciona ad honorem, que interactúa sin tanta intensidad en un chat llamado “Consejo”, y que apenas tuvo hasta ahora un encuentro de lanzamiento en la Casa Rosada, dos almuerzos en casa de sus integrantes -Sebastián Braun y Alec Oxenford, que invitaron y pagaron la comida-, y solo un par de reuniones más, tomó una relevancia política insólita.

Fausto Spotorno renunció al consejo de asesores económicos tras sus críticas al Gobierno. (Foto: EFE)

Después de que Spotorno primero y el empresario textil Teddy Karagozian después, se diferenciaran en público de algunas decisiones económicas, el Presidente mandó a echarlos. Lo de Karagozian era más previsible. Lo de Spotorno fue una salida consensuada y en paz. Él se quería ir porque la situación se estaba volviendo incómoda. Pero en Milei funcionó distinto: “El origen de la traición -escribió en X este jueves-. Uno traicionó porque quería afanarse información confidencial para hacer más rentable la consultoría. El otro lo hizo después de fracasar en imponer su agenda prebendaria”.

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En otra semana de intensa tensión cambiaria, el Consejo apareció como una entidad relevante, como si sus integrantes fueran funcionarios y se convirtió, por el ruido interno, en el foco de conflictos que solo reflejan lo que un ministro sintetiza así: “Lo que se toque con la tensión cambiaria, le genera a Milei malestar y bronca. Y sabemos cómo reacciona”.

De todas las conversaciones públicas que el Gobierno sabe promover, hay una que no controla a pesar de estar intentándolo con intensidad. Es la agenda de la incertidumbre del mercado que empieza a desconfiar de las variables de la ecuación económica, a hacerse preguntas que todavía no tienen respuesta y a mirar los vencimientos de la deuda argentina que este año son exigentes, pero el año que viene escalan a números galácticos: según los datos oficiales del ministerio de Economía y el BCRA, en 2025 los pagos de la deuda reestructurada en 2020 junto a vencimientos de organismos internacionales, escalan a compromisos por 22 mil millones de dólares.

El presidente Javier Milei dedicó un mensaje en sus redes sociales contra los exasesores Teddy Karagozian y Fausto Spotorno. (Foto: X @JMilei)
El presidente Javier Milei dedicó un mensaje en sus redes sociales contra los exasesores Teddy Karagozian y Fausto Spotorno. (Foto: X @JMilei)

En el medio, la demandada salida del cepo para poder recibir confianza e inversiones, un camino que cada día parece más caro y que requiere de requisitos que el Presidente definió personalmente la semana pasada: “Se tienen que dar tres condiciones en conjunto. Terminar con los pasivos remunerados. Terminar con los PUTs. Y convergencia de la inflación con la devaluación en un entorno cercano a cero mensual”.

En la Rosada, las elecciones en Estados Unidos son casi como un sendero único para conseguir dólares. En el Gobierno, prima el razonamiento de que un triunfo de Trump garantizaría el acceso a los 15 mil millones de dólares con los que esta gestión sueña desde que asumió para poder hilar la madeja enredada que heredaron. De suceder, ese camino está demasiado lejos: el 5 de noviembre son las elecciones, en enero es la asunción. Aun en un ejercicio de altísima velocidad, no hay modo de conseguir fondos frescos antes de 2025.

Algunos exfuncionarios se preguntaban estos días con malicia cómo operará Mauricio Claver Carone -extitular del BID, hombre de extrema cercanía con Trump y principal candidato para el FMI si gana las elecciones-, por su enemistad manifiesta con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Es una historia llena de rencor porque Claver-Carone no olvida cuando Francos, que estaba en el BID, votó por su destitución a raíz de sólidas denuncias contra el trumpista. El norteamericano sigue en contacto con dirigentes argentinos a los que manda chats estos días con un enojo todavía fresco.

La interna del colonialismo

No solo los integrantes del Consejo de Asesores perdieron su puesto esta semana. Por mucho menos, salió del Gobierno Julio Garro, exintendente de la Plata y ahora exsubsecretario de Deportes que en el medio de la euforia por el triunfo de la Selección, se metió en la polémica que abrió la transmisión en vivo de Enzo Fernández donde se escuchaban cantitos de cancha con frases xenófobas contra los franceses.

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Nadie podía imaginar un derrotero más enredado que el que siguió a este episodio. Mientras el Gobierno quería aprovechar la coyuntura para discutir las Sociedades Anónimas Deportivas (algo que va a seguir en estos días con publicaciones en el Boletín Oficial), la conversación se fue otra vez a uno de sus funcionarios.

victoria villarruel enzo fernandez
La vicepresidenta Villarruel bancó a Enzo Fernández.

Apenas unos minutos después de que Garro saliera con María O’Donnell pidiendo que Messi se disculpara en nombre del equipo, Guillermo Francos le escribió a Mauricio Macri avisándole de la situación. Lo que siguió fue muy público: el gordo Dan -el tuitero oficialista- pidiendo la salida de Garro, el Presidente reposteando ese reclamo y la confirmación de su salida minutos más tarde. Una coreografía entre ellos conocida de memoria.

El miércoles a la noche, el jefe de Gabinete le avisó a Macri que la situación de Garro era irreversible, pero que le ofrecían sugerir un reemplazante. Macri, que sigue en Europa, mandó un chat con su candidato a Francos y también a Milei. Su deseo se cumplió. Faltan pocos días para la vuelta del expresidente.

El Gobierno, como contamos acá la semana pasada, no buscará confrontarlo. Todo lo contrario. Macri prefiere no priorizar el enojo. 2025 empieza a sentirse demasiado cerca. Lo sabe Jorge Macri que este viernes tuvo la reunión con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo y consiguió lo que buscaba: que le repongan la mensualidad de 70 millones de dólares que le quitó Alberto Fernández y que la Corte repuso hace meses sin que se esté cumpliendo su fallo.

Leé también: Axel Kicillof se vuelve a equivocar, ahora con el RIGI

La deuda de los meses previos será una discusión que ninguna de las dos partes quiere apurar. Lo sabe Victoria Villarruel que escribió en redes ese mensaje provocador describiendo a Francia como país colonialista y reactivó su conflicto con Karina Milei que fue personalmente a la embajada de Francia -sin que la sede diplomática se lo pidiera – a aclarar que no es ese el pensamiento oficial justo en la previa del viaje del Presidente a la apertura de las Olimpíadas, con visita oficial a Macron incluida.

A pesar de la polémica, el tuit de Villarruel sigue subido a sus redes. “Ella jamás baja lo que publica”, dicen a su alrededor. 2025, lo saben todos, está demasiado cerca.

Fausto Sportorno, Javier Milei, Victoria Villarruel, Enzo Fernández

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River perdió el partido, los estribos y quedó envuelto por el escándalo en Mendoza

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No dio la talla. Faltó juego, asociaciones, temple y sobraron errores, desinteligencias, nerviosismo. La derrota 2 a 1 de River ante Independiente Rivadavia, en Mendoza, anuló la ilusión de los millonarios de batallar por el título. Ocho puntos separan al equipo que conduce Marcelo Gallardo del líder Vélez, con 12 unidades en juego. El gol de Ham, en el noveno minuto de adicional, decretó la caída y avivó el escándalo en la cancha y en el gimnasio del estadio Malvinas Argentinas, con una persecución de jugadores a Sebastián Villa y escenas que multiplicaron el descontrol. El final fue caótico, con corridas, gestos y golpes.

Un rato largo después de la derrota, Marcelo Gallardo dio la cara. El DT de River fue claro en su opinión: “Fue una reacción en caliente por un gesto que hace un adversario, y termina el partido. Nada justifica el comportamiento de los dos equipos. Nada lo justifica, esas cosas se dan a veces cuando estas en caliente. Creo que se metió mucha gente y fue muy confuso, no puedo detectar bien qué fue lo que pasó. No esta bueno, no me gusta. Hay que asumir la bronca y guardarse”. Y no eludió la autocrítica por el pobre rendimiento de su equipo: “Jugamos un muy mal segundo tiempo, no queda otra que reconocer que no nos salió nada”.

Una jugada repetida, pero que no deja de tener efectividad. Una acción conocida, que los directores técnicos remarcan, aunque las precauciones que se toman en la teoría se derrumban en la práctica. El pase de Tonetto al espacio, la corrida de Villa, el enganche del colombiano para la pierna hábil ante la marca de Gattoni y el latigazo de derecha para que resultara improductivo el revolcón de Armani.

Sencillo, pero vigente, el festejo del delantero es una escena que River padeció por cuarta vez: ahora, con la camiseta de Independiente Rivadavia; las anteriores, con la de Boca. Un gol que remarcó la endeblez de la fórmula de zagueros centrales, donde quien tomó al atacante fue engañado y González Pirez –que miraba de reojo al juez asistente Facundo Rodríguez– habilitó en el inicio de la jugada. En apenas siete minutos, los mendocinos descubrían la desnudez de un rival que debía marcar el pulso.

El resumen de la derrota de River

 

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Para revertir el resultado, River necesitaba tiempo, pero las acciones polémicas consumieron minutos para un equipo que manejó la tenencia de la pelota, aunque careció de creatividad para desarticular al rival. Un remate de Echeverri y otro de Bustos –tras un desborde de Colidio–, las situaciones de riesgo que levantaron al público millonario, que se vistió de neutral sin disimulo. Tres minutos se recuperaron en el primer tiempo de los casi diez que estuvo detenido, después de los dos penales que sancionó el árbitro Arasa: en el primero, Lucas Novelli –árbitro del VAR– anuló la mano de Sheyko Studer por posición adelantada de Solari. Más tarde, el mismo defensor bloqueó un remate de Echeverri y desde el VAR convocaron al árbitro principal para que repasara la jugada. Arasa defendió su interpretación y Colidio, con un remate de derecha y cruzado, igualó el marcador.

El escándalo del final

Nublado en ofensiva y errático en defensa, River sufrió tres veces en la misma jugada en el inicio del segundo tiempo, después de un error de Villagra: Sequeira, Ramis y Cardillo no pudieron con Armani, la gran figura riverplatense en la noche mendocina. La urgencia por un triunfo que mantuviera viva la esperanza de pulsear por el título invitaba a jugar a campo abierto: Villa pecó de individualista y definió desviado, cuando Ramis reclamaba el pase. Agazapado, Independiente Rivadavia era inteligente para romper los circuitos y veloz para correr hacia el arco rival. Armani con sus respuestas, como en el disparo de Tonetto, sostenía la ilusión.

La mejor respuesta colectiva de River la compusieron Meza y Echeverri, que de cabeza dejó la pelota en el techo del arco. Los ingresos de Borja, Mastantuono, Pity Martínez, Aliendro y Bareiro no modificaron el escenario, más allá de alguna situación –un cabezazo de Borja, una atropellada de Aliendro que no tuvo tiempo y espacio para definir- que puso en aprieto a Centurión, arquero que se forjó en las divisiones inferiores de los millonarios.

River resultó un equipo con poca chispa, adormecido, indolente, alejado de las formaciones con el sello que impuso Gallardo. Decidió jugar un ida y vuelta en el desenlace, pero no tuvo contundencia y mucha fragilidad en defensa e Independiente Rivadavia, un rival que estaría perdiendo la categoría si no fuera porque la AFA anuló los descensos en esta temporada, explotó con el tiro del final de Ham. River estaba obligado a ganar para sostener un sueño. Perdió y quedó envuelto por el escándalo.

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