POLITICA
Legalidad sin legitimidad: El síntoma de una crisis profunda

En su análisis, Giorgio Agamben retoma la obra «La ciudad de Dios» de San Agustín para abordar la tensión entre lo legal y lo legítimo, un dilema que trasciende la teología y resulta central para comprender los problemas políticos contemporáneos.
Si bien su estudio parte del ámbito religioso, el planteo de Agamben resuena con una actualidad ineludible en la Argentina de hoy. La irrupción de un nuevo espacio político en las elecciones de 2023—una fuerza que hasta entonces contaba apenas con dos diputados por la Ciudad de Buenos Aires—no es solo un fenómeno electoral, sino la manifestación de una crisis estructural de legitimidad. La sociedad, en su conjunto, ha firmado el diagnóstico de que nuestras instituciones atraviesan una profunda crisis, y paradójicamente, el triunfo de esta nueva fuerza política se dio en el mismo año en que la democracia argentina celebraba sus 40 años desde su recuperación en 1983.
Esta aparente contradicción nos obliga a mirar con ojo crítico aquellos problemas que no han sido resueltos o que, más bien, han demostrado ser estructurales. Desde el regreso de la democracia, la pobreza estructural ha oscilado en torno al 30 por ciento, con períodos de mayor o menor intensidad, pero sin resolverse en el largo plazo. La falta de respuestas a estas problemáticas ha generado una erosión progresiva de la legitimidad del sistema político, más allá de su legalidad incuestionable.
Agamben nos advierte que la crisis de las instituciones no radica en su legalidad. Desde 1983 hasta la actualidad, todos los presidentes han sido electos democráticamente, al igual que legisladores, gobernadores y otros cargos representativos. Sin embargo, la crisis que enfrentamos es la de la legitimidad. En otros tiempos, el voto no solo otorgaba legalidad a un gobierno, sino que también lo legitimaba. Hoy, ese vínculo se ha roto.
El problema radica en que quienes alcanzan cargos de responsabilidad no siempre implementan soluciones a los problemas estructurales de la democracia y, en algunos casos, terminan convirtiéndose en parte del problema. Así, los ciudadanos, cansados de promesas vacías, ven en cada elección una oportunidad de cambio que rara vez se concreta. Parafraseando una célebre frase podríamos decir: les hablamos con nuestras necesidades y nos respondieron con relatos. Relatos vacíos, sin contenido ni propuestas concretas para solucionar los problemas que se denuncian.
Agamben señala que las instituciones no están deslegitimadas porque han caído en la ilegalidad; más bien, la ilegalidad se ha extendido precisamente porque las instituciones han perdido su legitimidad. En otras palabras, cuando el sistema político deja de ser percibido como justo y representativo, la norma pierde fuerza y las reglas son sistemáticamente transgredidas sin que ello genere consecuencias reales.
Cuando una sociedad entra en crisis tanto en su legalidad como en su legitimidad, lo que sigue es una especie de anarquía institucional: nadie sabe con claridad quién toma las decisiones, quién rinde cuentas por ellas y quién se hace cargo de los problemas concretos. Ante esta incertidumbre, la sociedad busca alternativas fuera del sistema tradicional, confiando en actores emergentes como organizaciones sociales o nuevos liderazgos políticos que prometen soluciones drásticas.
Este contexto exige una profunda autocrítica tanto de la dirigencia política como de la sociedad en su conjunto. La clase dirigente ha fallado por su falta de visión en la toma de decisiones estratégicas. Pero los ciudadanos también debemos reflexionar sobre nuestra tendencia a rechazar proyectos de largo plazo en favor de soluciones inmediatas que, en muchos casos, terminan siendo ilusorias.
Para superar esta crisis de legitimidad, es imprescindible recomponer el vínculo entre legalidad y legitimidad en la toma de decisiones. Esto solo será posible si la sociedad está dispuesta a un cambio real, aunque angustiante por momentos, y si la clase política deja de lado la palabrería vacía y concreta las reformas necesarias. Del mismo modo, los nuevos actores políticos deben evitar caer en los vicios de la vieja política si realmente aspiran a construir algo diferente.
En «El misterio del mal», Agamben sostiene que una sociedad solo puede funcionar si la justicia no queda reducida a una idea impotente frente al derecho y la economía, sino que se expresa políticamente en una fuerza capaz de equilibrar los principios en tensión. Aplicado a la Argentina, este concepto nos interpela: ¿podemos construir un sistema político que recupere la legitimidad perdida sin caer en extremos autoritarios o soluciones mágicas?
La historia nos ha demostrado que las crisis de legitimidad pueden ser el caldo de cultivo para liderazgos mesiánicos o movimientos disruptivos que, en el afán de destruir lo viejo, terminan generando nuevos problemas. Pero también pueden ser una oportunidad para una regeneración democrática real. La pregunta es si estamos dispuestos a enfrentar ese desafío con la madurez que requiere el momento histórico.
Si algo nos deja la lectura de Agamben es que la legitimidad no se recupera con discursos ni con golpes de efecto, sino con hechos concretos que demuestren a la sociedad que el sistema político es capaz de responder a sus demandas. Mientras eso no ocurra, la crisis de legitimidad seguirá profundizándose y el desencanto con la política será cada vez mayor.
La Argentina, en sus 40 años de democracia, ha demostrado una resiliencia admirable. Pero la historia no avanza en línea recta: el desafío hoy es evitar que la desilusión se transforme en desesperanza y que la falta de legitimidad nos arrastre a escenarios aún más inciertos. Como sociedad, debemos decidir si queremos seguir asistiendo a la misma obra de siempre o si estamos dispuestos a escribir un guion distinto.
(*) Emilio Rodríguez Ascurra es licenciado en Filosofía.
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Mauricio Macri apuntó contra el triángulo de hierro de Milei y acusó al Gobierno de negociar con Cristina: “¿Lo cuidan al Presidente?”

En plena carrera hacia las elecciones legislativas en la ciudad de Buenos Aires, el presidente de Propuesta Republicana (Pro), Mauricio Macri, reconoció que, a pesar de sus idas y vueltas con Javier Milei, aun tiene puntos con algunos aspectos de la política económica del gobierno nacional, aunque también marcó claras diferencias. Por un lado consideró que el rumbo económico “es el correcto”, pero cuestionó que al Presidente “no lo cuidan” y le recomendó “conquistar la confianza”.
«El rumbo económico es el correcto, por eso me cuesta considerarme opositor al Gobierno. Mis ideas están reflejadas pero creo que hay ideas de mejora enormes en el método y en el fortalecimiento institucional. Tenemos que volver a conquistar la confianza como valor, que no se logra sólo equilibrando la macro“, sostuvo el expresidente de la nación entre 2015 y 2019.
Acto seguido, se preguntó: “¿Lo cuidan al Presidente?“. ”A mi me cuesta ver que lo cuiden. Mi afecto con él sigue intacto pero yo no lo veo desde fines de agosto”, comentó en A24. Macri, criticó que el triángulo de hierro del mandatario no lo asesora correctamente y explicó: “Tengo una preocupación cuando veo el desgaste de recibir gente googleando no la podés recibir. No podés recibir a esos tipos de Libra. Es el valor más importante a cuidar”.
En esta línea, Macri se refirió a las idas y vueltas entre el gobierno porteño y el nacional respecto a las legislativas en la Ciudad, donde se barajó la intención de formar una alianza y participar juntos. Ante este escenario detalló que, a pesar de haberse frustrado el espacio compartido en la Capital, hay vocación de hacerlo en la provincia de Buenos Aires: “Estamos dispuestos”.
Sin embargo, remarcó que la alianza en la ciudad no prosperó por decisión del mandatario nacional. “Yo nombré a cinco de nuestros mejores dirigentes para empezar a trabajar con el Gobierno y nunca nos llamaron. Esto no se dio por decisión de ellos. Milei transmitía un sueño y un proyecto de país, que ha ido abandonando por uno de poder”, señaló.
Por otra parte, el expresidente, que se jactó de apoyar el rumbo económico hacia el que va la Argentina, puso su confianza en el ministro Luis Caputo y afirmó: “Cada día que me voy a dormir espero que encuentre el momento justo para salir del cepo. Solamente él pudo encontrar la forma de salir de la bomba sin precedentes que dejó Sergio Massa”.
Entre otros puntos, Macri respondió a las críticas del oficialismo en las que lo acusaron de ser funcional al kirchnerismo en las últimas sesiones y contraatacó: “Los que negociaron seis meses con Cristina [Kirchner] fueron ellos. Yo siempre estuve en el mismo lugar. Ellos intentaron con ella tener los votos para Lijo y García-Mansilla. Ella pidió de más como siempre y bien por Milei que no aceptó ampliar la Corte ni un mal procurador. Yo le dije al Presidente que no lo podía acompañar en esto”.
Además, se refirió a la imagen que compartió Manuel Adorni, vocero presidencial y cabeza de lista de La Libertad Avanza para la Capital, quien junto con Karina Milei y sus candidatos se sacó una foto en la sede del gobierno porteño con una motosierra. Al respecto, el presidente de Pro lo calificó como un “error” y subrayó que en la Ciudad “no se necesita motosierra, sino renovación porque el mundo avanza y queremos seguir siendo global”.
“La Ciudad está representada y es respetada en todos los foros, con una oferta cultural de nivel internacional. Ante los avances, tenemos que ir más rápido y los que pueden hacerlo son los que ya saben como hacer las cosas y no se quedan en una narrativa. Si atrás no hay equipo ni capacidad de hacer, estás liquidado”, continuó.
Por último, Macri manifestó que el Pro está listo para ir a votar ficha limpia en el Senado, como lo estuvo en la Cámara de Diputados y resaltó: “Que no haya sesión sería terrible desilusión para toda la ciudadanía que quiere ver a todos los corruptos fuera de la política”.
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Bullrich confirmó que las Fuerzas Federales participarán del operativo en la marcha del miércoles al Congreso

El Ministerio de Seguridad, que conduce Patricia Bullrich, confirmó la participación de las Fuerzas Federales en el operativo de seguridad de este miércoles en el Congreso, durante la marcha de los jubilados, y presentó este lunes una denuncia contra el Juez Roberto Gallardo por mal desempeño en sus funciones. El magistrado había asignado a la Policía porteña la tarea de garantizar la seguridad durante la movilización.
“La seguridad de los edificios nacionales y sus alrededores, así como la protección de la vida democrática, son responsabilidades exclusivas de las Fuerzas Federales. Este Ministerio reafirma su compromiso con el orden, la seguridad y el respeto a la ley, y no permitirá que decisiones injustificadas afecten la protección de los argentinos de bien”, advirtió la cartera de Seguridad en un comunicado.
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Según dijo, el juez tomó “decisiones sin respaldo legal” y “ha sobrepasado los límites de su rol con una clara intención política, interfiriendo en tareas exclusivas del Poder Ejecutivo y obstaculizando la labor de las Fuerzas Federales en la protección de los ciudadanos”.
“La denuncia lo recusa por parcialidad y prejuzgamiento, apela la medida cautelar, se plantea la nulidad y se objeta su competencia para intervenir. Sus fallos han puesto trabas a las políticas de seguridad y limitado la capacidad de acción del Estado, evidenciando una inclinación en favor de ciertos sectores, lo que pone en duda su imparcialidad. Por este motivo, hemos solicitado que los organismos competentes revisen su accionar y adopten las medidas necesarias para garantizar el buen funcionamiento de la justicia”, agregó en un comunicado.
La CGT marcha junto a los jubilados
Este miércoles al mediodía, la Confederación General del Trabajo (CGT) dará inicio a 36 horas de protesta contra las políticas de ajuste del presidente Javier Milei.
El inicio del plan de lucha será a las 15:00, cuando todos los sindicatos nucleados en la CGT se movilizarán al Congreso para participar de la habitual marcha de los jubilados. “Nos encontramos en Yrigoyen y Solís. La CGT marcha por el salario y los jubilados”, anunció la central obrera en su cuenta de X.
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La medida continuará con el paro general del día siguiente, el tercero desde la asunción de Milei, después de las huelgas de 24 de enero y el 9 de mayo del año pasado.
En una publicación en sus redes sociales, la central obrera ratificó también que el “plan de lucha” continuará con una masiva movilización el 1° de mayo por el Día del Trabajador.
Patricia Bullrich, seguridad
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“El mercado inmobiliario está abastecido y las encuestas carecen de validez científica”

“Deben ser las mismas encuestas que utilizaron cuando promovieron la nefasta ley de Alquileres”, comenzó el dirigente del sector inmobiliario, y aseguró que actualmente el 90 por ciento de los alquileres está canalizado a través de inmobiliarias con corredores profesionales, a diferencia del escenario posterior a la sanción de la ley, cuando muchos contratos se derivaron a plataformas informales, facilitando estafas.
En este sentido, Bennazar aclaró: “No sé de dónde sacan ese porcentaje. No lo vemos reflejado en ninguna parte del mercado. Puede haber un recambio de inquilinos del orden del 1 o 2 por ciento, pero no más que eso”. Y agregó: “Cuando tenés un buen inquilino, el propietario intenta no perderlo. Nadie quiere quedarse sin alquilar”.
Además, descartó que existan signos de crisis en el sector: “Si tuviéramos un 30 por ciento de morosidad, estaríamos cerrando las oficinas. No hay carteles de ‘se alquila’ inundando las calles, y lo que se publica, se alquila rápidamente. El mercado está abastecido”.
Sobre los niveles de incumplimiento, se respaldó en datos de las empresas de garantías: “Finaer, que es la fianza más grande del país, no supera ni el 1 por ciento de morosidad. Lo tengo chequeado. Incluso sus números crecen mes a mes”.
También se refirió a los precios actuales: “Durante el peor momento de la ley, un monoambiente podía costar 700 mil pesos, y un dos ambientes, más de un millón y medio. Hoy, un monoambiente ronda los 400 mil pesos en CABA y menos aún en provincia. El mercado no solo se reacomodó, sino que bajó”.
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