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POLITICA

Los vascos quieren su propia amnistía y marchan en Bilbao para pedir la liberación de los presos de ETA

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Como si al gobierno le falta algo, todos sus aliados de la Legislatura han salido a marchar en Bilbao para pedir la liberación de los presos de ETA. 

Cabe recordar, como anticipó LPO en diciembre de 2020, que el gobierno de Sánchez impulsó el traspaso de presos de Madrid al País Vasco, entre ellos decenas de etárras. El verdadero objetivo del lehendakari (como se conoce a la Casa de Gobierno del País Vasco) es poder tener capacidad de decisión sobre el futuro penitenciario de todos los presos de sus cárceles. Incluidos los de ETA.

Tras conseguir ello y frente a la amnistía que el PSOE le concedió a los catalanes, la izquierda abertzale avanza por la liberación de todos ellos. 

Confirmado: los presos de ETA serán trasladados al País Vasco el 1 de abril

En ese marco más 20.000 personas participaron de la protesta según la Policía Nacional, ha habido representantes de todos los socios de Sánchez en el Gobierno salvo el PNV: Junts, ERC, BNG,y EH Bildu. También la han apoyado Podemos o las entidades independentistas Ómnium o ANC.

El diputado de EHBildu en el Parlamento Vasco, Julen Arzuaga.

La manifestación decía defender los derechos de los presos de ETA y que estos sean tratados de la misma forma que al resto de presidiarios, la realidad es distinta, ya que la marcha ha perseguido en realidad la liberación de estos. Así lo solicitaba una enorme pancarta al frente con el lema ‘Etxera’, que significa ‘a casa’. Tras esa pancarta han desfilado miles de personas, muchas de ellas portando las ‘giltzak’ (llaves) con las que Sare simboliza la apertura de las puertas «que llevan al camino a casa de las y los presos, a la resolución y la convivencia».

Como anticipó LPO en diciembre de 2020, que el gobierno de Sánchez impulsó el traspaso de presos de Madrid al País Vasco, entre ellos decenas de etárras. El verdadero objetivo del lehendakari (como se conoce a la Casa de Gobierno del País Vasco) es poder tener capacidad de decisión sobre el futuro penitenciario de todos los presos de sus cárceles. Incluidos los de ETA

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El portavoz de Sare, Joseba Azkarraga, ha calificado de «éxito» la movilización y ha denunciado «a quienes están utilizando las togas con un afán de venganza y utilizando la Audiencia Nacional como una plataforma de prevaricación para impedir que los presos vascos sean sujetos de la aplicación de una política penitenciaria de carácter ordinario».

El portavoz de Junts en el Parlament, Josep Rius.

«Seguiremos trabajando para sacarlos a la calle, no los hemos traído hasta aquí para que continúen en la cárcel, los hemos traído a las cárceles vascas para que vayan saliendo», ha planteado.

El volumen del reclamo fue leído como una presión de los vascos a Sánchez que podría leerse como una nueva amnistía, similar a la que se aprobará a fines de mes en el Congreso de los Diputados. En el PSOE guardan silencio y se ponen de perfil pero no son pocos los que creen que un debate como ese en este momento podría debilitar aún más una Legislatura que se presenta imposible.





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El capitalismo despliega sus alas

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La burguesía logró controlar las insurrecciones y aun cuando en algunas partes debieron ceder ante ciertos y acotados reclamos republicanos y democráticos, pocos meses más tarde la rebelión sólo era una vieja pesadilla y persistía exclusivamente en aquellos lugares donde las demandas se vinculaban más con cuestiones de identidad nacional que con una lucha de clases. En esta época los países industriales incrementaron su producción en forma extraordinaria y ampliaron sus mercados acompañando la dinámica del capital, la cual sugería una lógica de intercambio cada vez más global. 

Muchos países europeos no industrializados hasta ese momento comenzaron a adoptar patrones tecnológicos de los países pioneros en la industria y en muchos casos transitaron un camino sostenido de industrialización. Otras regiones, en cambio, se integraron a la economía internacionalizada por su características subsidiarias respecto de las necesidades de las naciones industriales. América Latina y Canadá, Nueva Zelanda, Australia, entre otros, se enmarcaron en ese tópico como productores de materias primas en un mundo donde la especialización productiva fue la variable más predominante. Mayores exportaciones y libertad de empresa fueron la fórmula de la consolidación del orden capitalista. 

La propiedad de las industrias generalmente coincidió con las familias que le habían dado origen, como los Dollfus, los Koechlin, los Krupp, los Rothschild, los Forsty, considerados como ejemplos a emular en un mundo abierto al talento. Y es que eran las habilidades para hacer negocios las que abrían las puertas al éxito. El capital inicial podía dar un mejor handicap a la hora de iniciar la empresa pero no constituía un elemento excluyente. Aun así la procedencia social de estos hombres emprendedores era la clase media.

Estos individuos se creían a sí mismos dotados de dones especiales para la vida empresarial y consideraban justificadas sus ganancias en razón de sus propios méritos. Lejos estaba de sus conciencias considerar que existiera explotación alguna hacia los obreros de sus talleres o industrias y menos aún que el estado hubiera generado condición alguna para la acumulación del capital. 

En el razonamiento burgués, los obreros se circunscribían a dos categorías: los buenos trabajadores que consustanciados con la esencia misma de la empresa la sentían como propia y no escatimaban esfuerzos para aumentar su productividad y eficiencia; y el resto –la mayoría– ociosos empedernidos que eran parias inútiles para la sociedad, y a los cuales sólo la inanición y la coerción los obligaba a desempeñar, de mala gana, su tarea. Por supuesto, que los primeros aglutinaban a los trabajadores calificados, con salarios diferenciales y cuyos saberes eran esenciales en el proceso de producción, mientras que los segundos eran un conjunto de trabajadores no calificados –peones, auxiliares, maestranzas, cargadores, jornaleros– con salarios muy reducidos, condiciones laborales insalubres y jornadas interminables.

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Estos últimos podían ser fácilmente reemplazables, pero igualmente este asunto siempre preocupó a los empresarios. Seguramente, porque la mayoría de este proletariado constituía la primera generación familiar de asalariados urbanos y en consecuencia no se habían consolidado las prácticas culturales y sociales en las familias, sobre las rutinas de la vida capitalista

De hecho, durante mucho tiempo, en algunos países algunos trabajadores urbanos mantuvieron sus mecanismos de subsistencia alternativos a través del cultivo en quintas domésticas. La acelerada urbanización, que para los sectores pobres significó hacinamiento, fue destruyendo estas prácticas. La permanencia de antiguas tradiciones no era propiedad exclusiva de la clase trabajadora; la ascendente burguesía, si bien parecía pronta a disfrutar de los beneficios que le obsequiaban los nuevos tiempos, era más reacia a los cambios culturales en el interior del seno familiar. La unidad doméstica se concebía como la familia tradicional, nuclear, monogámica, y donde los roles masculinos marcaban una gran superioridad respecto del resto de los miembros

Las costumbres religiosas, lejos de distenderse, se fortalecieron y los valores morales rigurosos fueron la idiosincrasia de los estratos medios y altos. El recato, la austeridad y el conservadurismo marcaban desde el nacimiento a estos hombres, por lo menos como puesta en escena para sus relaciones sociales. En la práctica, la hipocresía era el signo de una clase dominante que no quería legitimar en público las prácticas que despreciaban de sus subordinados. Una vida abocada al esfuerzo, el trabajo y a la familia no podía destruirse por alguna debilidad  considerada natural para un hombre que se preciara de su condición. El éxito en el ámbito de la sociedad civil –y particularmente en el mundo económico– podía obviar estos detalles.

Esos límites laxos se contraponían con la férrea ideología que profesaron estos hombres con una unanimidad que difícilmente volvió a observarse en el siglo XX, aunque tal vez un espectro de este consenso se reprodujo en los últimos 30 años, con la globalización y irrupción de la ideología neoliberal. (www.REALPOLITIK.com.ar) 

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