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Análisis | Javier Milei enfrenta el desafío que se avecina ante una pandemia proteccionista

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El gobierno de Javier Milei atraviesa una tormenta crítica de nivel inédito en los casi catorce meses que lleva la presidencia libertaria. A las incertidumbres made in Argentina de siempre, que giran en torno al precio del dólar y la inflación, el acuerdo con el FMI y los manoseos a la letra chica de la institucionalidad política, se agrega un frente fuera del control de cualquier gobierno argentino, pero determinante: la nueva política de tarifas que anunció Donald Trump. Un cambio del orden comercial global, que además impacta en la organización política multilateral del mundo.

Cualquier cálculo argentino de la incertidumbre macroeconómica y política queda chico en ese salto internacional de escala de la incertidumbre. Desde el miércoles 2 de abril, el “Liberation Day” de Trump, Milei se encontró de frente y sin airbag con la pandemia global que puede condicionar su gobierno de forma crítica: el virus de pandemia proteccionista diseñado en el laboratorio económico de Trump. Otra vez, el desorden mundial pone en lados opuestos al aliado clave de Milei y a China, un socio comercial central y acreedor ineludible de la Argentina.

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La de este 2025 es una pandemia que desafía los anticuerpos ideológicos de Milei: llegó al poder imaginando la apertura, al fin, de la Argentina y el ingreso firme a una galaxia de libre mercado consolidada. Pero se encontró con la contradicción más inesperada: un Trump al que admira convertido en el paladín de una guerra de tarifas sin precedente en los últimos ochenta años. Y la Argentina de Milei, estancada entre dos fuegos, el de Estados Unidos y el de China. La cuestión es si ese enfrentamiento es un obstáculo mayúsculo para la Argentina en medio de la negociación con el FMI o si, al contrario, es una oportunidad que puede usar en su favor.

En la práctica, sumados al nivel previo de aranceles, la nueva política comercial de Trump lleva los aranceles que pesarán sobre productos argentinos ingresados a Estados Unidos a entre 12 y 18%. En el caso del acero y el aluminio, con aranceles del 25%, tal como se habían anunciado previamente, la suba es todavía mayor. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 2024 Estados Unidos imponía en promedio un arancel del 2,4% a los productos argentinos. O del 1,2%, según los datos de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham).

El nuevo arancel de Trump vendría a corregir un desfase respecto de los aranceles que imponía la Argentina sobre los productos estadounidenses que por lo menos triplicaban en promedio a los que imponía Estados Unidos: en 2024 fueron del 7,6% según la OMC y del 6,4% según la AmCham. Ahora, el 54% de las exportaciones argentinas a Estados Unidos quedaron impactadas por las nuevas tarifas.

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No está claro qué medicina pondrá en juego el oficialismo libertario para manejarse en medio de esta tormenta. Surgen preguntas cuyas respuestas están en el futuro, irremediablemente: solo el paso de los días irá dejando en claro los efectos del nuevo desorden internacional y de su impacto en la Argentina en busca de su orden libertario. Hay versiones contradictorias sobre los efectos colaterales de las medidas de Trump en la economía de Estados Unidos, y también de América Latina. ¿Cuáles son los mecanismos de defensa que tiene el mileísmo para afrontar semejante cambio de contexto?

Primero, edulcorar la realidad: desde el Gobierno, hubo alineamiento disciplinado a la hora de construir la falacia narrativa de que la Argentina fue privilegiada con tarifas de 10%, la más baja del plan Trump de “aranceles recíprocos”. Del lado de la estrategia narrativa, la primera movida del Gobierno implicó la negación pública de un hecho observable a simple vista: se aplicó idéntica tarifa a gobiernos más alejados de Trump en lo ideológico, desde el Chile de Boric hasta la Colombia de Petro, pasando por el Brasil de Lula. La pólvora narrativa de la atención especial que habría recibido la Argentina se mostró mojada al instante: poco convincente.

Segundo, el Gobierno se refugia en el futuro para dar respuesta a las amenazas del presente y refuerza la narrativa del contacto cercano entre Trump y Milei. Sobre esa base, promete una próxima y segura renegociación de la nueva tarifa en favor de la Argentina. Lo explicitó, entre otros, Martín Menem: “La Argentina, gracias a las gestiones del Presidente, que ha entablado un vínculo personal e ideológico con Trump, seguramente va a ser beneficiada, o menos perjudicada”. En ese punto, el Gobierno tuvo para mostrar un logro: un encuentro clave del canciller Gerardo Werthein con el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, y con el representante comercial del gobierno de Trump, Jamieson Greer, al otro día del anuncio de Trump de los nuevos aranceles.

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Pero el mismo miércoles 2, por la noche, el Gobierno borró con el codo lo que había logrado en el apretón de manos: el affaire Mar-a-Lago y el desencuentro Trump-Milei expusieron innecesariamente al argentino. El atolondramiento de ese viaje que arrastró al Presidente y a su principal ministro, Luis Caputo, a un viaje improvisado para recibir un premio menor solo para cruzarse con Trump en un pasillo dejó expuesto a Werthein y su criterio diplomático en un momento tan delicado: la negociación con el FMI y por las tarifas supone una encrucijada delicadísima. Lo de Mar-a-Lago no fue el momento más virtuoso de esa doble negociación.

También puso en duda el peso real del “vínculo personal e ideológico” entre Milei y Trump y su efectividad en esos dos frentes de negociación. “Contencioso”: así describió Bloomberg el encuentro del board del FMI del miércoles pasado. El eje de la reunión era el acuerdo con la Argentina y el directorio no logró ponerse de acuerdo sobre cuál será el primer desembolso, que Milei y Caputo esperan que al menos llegue a los US$8000 millones: “Todavía no hay consenso”, explicó Bloomberg.

Tercero, plantea una interpretación constructiva de la nueva política arancelaria de Trump. “Estados Unidos se está sentando a negociar con todo el mundo porque quiere recomponer la economía de Estados Unidos”, aseguró Menem a fines de la semana pasada. Sin embargo, Trump anunció ayer una escalada en la suba de aranceles para responder a China: amenazó con un 50% más de aranceles luego de que China anunciara un aumento del 34% a los productos estadounidenses.

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Desde Davos 2025 Milei intenta relativizar la contradicción de su admiración por un Trump proteccionista. Los argumentos son dos. El primero, Trump recurre a la guerra comercial como herramienta geopolítica antes que por convencimiento ideológico: así lo expuso en enero en una entrevista con Bloomberg. El segundo, Trump está concentrado en reestructurar los fundamentos de la economía de Estados Unidos, reconducir la inversión de empresas americanas a su territorio, rebalancear el comercio internacional, expandir el sector manufacturero para crear más empleo y bajar la tasa de interés para contener la inflación. Cada punto de esa argumentación es cuestionado por razones atendibles. La caída de los indicadores económicos y financieros en todo el mundo alerta sobre riesgos que el gobierno argentino prefiere no poner sobre la mesa.

Con esa lógica, el oficialismo insiste sobre su principal logro: el superávit fiscal y financiero como el antídoto contra la pandemia de la guerra comercial. El ancla fiscal también como ancla de la gobernabilidad de su lugar en el mundo en medio de la pandemia proteccionista lanzada por Trump. Pero hay una nube que pende sobre la gestión de Caputo: la falta de solvencia del Banco Central sigue sin encontrar solución. Esa es la vulnerabilidad que viene subrayando el viceministro de Economía, José Luis Daza, hombre clave en la negociación con el FMI.

La reunión “contenciosa” del board trajo inquietud. Fuentes indican un grado mayor de tensión fruto del cambio de escenario. Milei ha puesto todas las fichas en profundizar su cercanía con Trump y mostrarse como el aliado perfecto en América Latina. Pero esa dinámica implica tomar distancia de China, otro acreedor importante de la Argentina. Y un socio comercial indispensable, tanto como Brasil o Estados Unidos. ¿Cómo manejar una crisis de tantas caras? Es el gran desafío del Gobierno. Ahí se impone una pregunta: ¿hay capacidades estatales suficientes como para interpretar con inteligencia las borras del café de esta crisis internacional cruzada con la crisis local? Los pasos en falso de la Cancillería en Palm Beach dejaron dudas.

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Milei empieza a caminar por un campo minado. Las elecciones en la ciudad de Buenos Aires pueden resultar el plebiscito que confirme el apoyo de la ciudadanía a su gestión. O, al contrario, pueden terminar alimentando una percepción de pérdida de efectividad presidencial para domar a la Argentina. Pero ayer tuvo buenas noticias: con el desdoblamiento de las elecciones, Kicillof institucionalizó la división con el kirchnerismo. Es una noticia auspiciosa para el oficialismo luego de la derrota en el Congreso y la renuncia de García-Mansilla a la Corte. El peronismo y el kirchnerismo unido podían disputarle legitimidad y territorio justo cuando el Gobierno vive sus momentos más críticos. Por ahora le cuesta encontrar la ayuda práctica de Trump. Pero al menos el kirchnerismo le hace favores inesperados. La Argentina 2025 se juega día por día.

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Secretos del traumático cierre de listas del peronismo bonaerense: el apagón, la euforia camporista y la pelea que viene

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Para casi todos fue una trampa inaceptable, una violación flagrante de la ley electoral. Para otros, apenas una “picardía” a las que suele echar mano el peronismo bonaerense. Lo cierto es que los dos cortes de luz que ocurrieron cuando agonizaba el plazo para la presentación de candidatos le dieron a Fuerza Patria 38 horas más para llegar a un acuerdo frágil y provisorio. Fue el final de una negociación que tuvo ganadores y perdedores. Y que anticipa más refriegas para el otro cierre: el del 17 de agosto, por las listas nacionales.

Para entender lo que pasó en las últimas 72 horas hay que explicar el escenario, los protagonistas, los objetivos de cada uno y lo que se llevaron. Cristina Kirchner, eje gravitacional del peronismo de la provincia de Buenos Aires; Axel Kicillof, el gobernador que desafía su liderazgo; Sergio Massa, que ofició de mediador para un acuerdo imposible; y una constelación de agrupaciones y liderazgos emergentes, de Juan Grabois a Guillermo Moreno y Martín Sabbatella.

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Axel Kicillof y la vicegobernadora Magario

Es una discusión antipática para la sociedad, que está ensimismada en otras urgencias: no perder el trabajo, llegar a fin de mes, educar a sus hijos y que el futuro no sea una promesa de privaciones. Son prioridades que la política dejó para más adelante. Fue el tiempo de discutir poder interno.

Había una proporcionalidad que se había acordado antes de llegar a la última milla del cierre de listas. Un aspiracional que terminó triturado por los tironeos. Llegaron a la mesa de arena con la idea de que la distribución de los 29 cargos en disputa iba a distribuirse con la lógica de 11 lugares para Kicillof y los intendentes, 11 para La Cámpora y 7 para el massismo. El balance final, quedó 15 para el cristinismo, 9 para el axelismo y 5 para el massismo de los “entrables”.

Es un hecho que Axel Kicillof impuso una lógica desconocida en el peronismo bonaerense. Logró eliminar las PASO, desdoblar las elecciones, frenar reelecciones indefinidas e imponer en las dos secciones electorales las cabezas de listas. Fue lo mismo que Cristina Kirchner le “entregó” a Alberto Fernández en el 2021, con Victoria Tolosa Paz, en provincia, y Leandro Santoro en Capital.

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Cuatro años después, CFK concedió que la vicegobernadora Verónica Magario y el ministro Gabriel Katopodis encabecen las estratégicas secciones electorales, que juntas contienen más de 10 millones de votos, el 70% del padrón electoral. “El gobernador se plantó y tuvieron que negociar de igual a igual. No como pasaba antes, que decidían a dedo todo ellos solos”, transmitieron desde La Plata.

Es un hecho que Cristina Kirchner había anunciado que iba a ser candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral y que ese lugar La Cámpora lo peleó como una batalla simbólica. Es una colina que el cristinismo puro cedió a cambio de encabezar otras cinco cabezas seccionales. Dicen los baqueanos del peronismo que un buen acuerdo es el que deja a todos un poco enojados. No fue este el caso. “Me parece que nos cagaron. Entraron ellos solos”, reversionó la mítica frase de Hugo Curto en otro legendario cierre de listas.

Cristina Kirchner hizo mucho para que este cierre de listas terminara como terminó. Como reveló en exclusiva Infobae, se reunió el miércoles pasado en su casa con Juan Grabois, con una sugestiva autorización del tribunal. Aquietó la impaciencia de líder de Argentina Humana y la inquina con Sergio Massa, el sigiloso arquitecto de los acuerdos. Y habló con varios intendentes díscolos. “Me llamaron del Servicio Penitenciario para avisarme de la comunicación con la doctora”, contó uno de sus interlocutores en estricto off the record.

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La ex vicepresidenta plantó en el escenario un criterio que fue desoído por sus más fervientes opositores internos. “No puede haber testimoniales”, les transmitió a los negociadores. Fue un criterio que sirvió de contención a la miríada de intendentes rebeldes que iban a integrar las listas. Mayra Mendoza, la intendenta de Quilmes y lugarteniente de Máximo Kirchner, dio el paso al frente y desde el tercer lugar de la lista de la Tercera, anunció que asumirá el cargo y dejará en su lugar a Eva Mieri, la concejal que estuvo presa por atacar la casa del -ahora- silencioso José Luis Espert.

Eva Mieri y la intendenta Mayra Mendoza

Para repasar los nombres más importantes en las listas, en la Primera van Katopodis, Malena Galmarini, Mario Ishii y Mónica Macha. En la Segunda Diego Nanni, Evelyn Flores Yanz, Carlos Puglelli y Cintia Romero. En la Tercera, Verónica Magario, Facundo Tignanelli, Mayra Mendoza, Mariano Cascallares, Ayelén Rasquetti, Luis Vivona, María Eva Limone y José Galván. La Cuarta, Diego Videla, Valeria Arata, Germán Lago y María Sol Fernández. La Quinta, Fernanda Raverta, Jorge Paredi y María Laura Garcia. La Sexta Alejandro Dichiara, Maite Alvado, Esteban Acerbo y Sofia Vannelli. La Séptima Inés Laurini, Marcos Pisano y Evelyn Díaz. Y la Octava, Ariel Archanco, Lucía Iañez, Juan Martin Malpeli, Carola Eugenia Corra y Cristian Pablo Vander.

Son dirigentes de escaso conocimiento público, pero que responden, la mayoría, a CFK, a Kicillof y los intendentes y a Massa. Son apenas un bosquejo de la otra pelea que se viene y que tiene como plazo máximo para inscribir las listas el 17 de agosto: la de diputados nacionales.

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En la Cámara Electoral tienen grupos electrógenos.

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Pese a su enemistad con La Cámpora, Gray llevará el sello Fuerza Patria y su esposa competirá atada a Magario

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Pese a que en Fuerza Patria hablan de un cierre de listas que fue “uno de los más difíciles de la historia”, por los pasillos de La Plata había algo para celebrar en estas últimas horas: que todos los espacios hayan quedado dentro de la coalición. “Hasta Gray”, decían.

El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, acérrimo enemigo de La Cámpora y sobre todo de su jefe, el diputado nacional Máximo Kirchner, que hace largos años se queja por el funcionamiento de la fuerza y que incluso fue a la Justicia contra el hijo de la expresidenta Cristina Kirchner, sorprendió porque llevará el sello de Fuerza Patria en la boleta de su municipio.

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En los candidatos al Concejo Deliberante de la ciudad quedó como número uno Magdalena María Goris, más conocida como Magui Gray, es decir, la esposa del intendente, que ya fue concejal y senadora provincial. La cara de Goris, a nivel local, irá atada a la boleta de Fuerza Patria en la tercera sección, que encabeza la vicegobernadora Verónica Magario, según pudo confirmar .

La movida para algunos fue llamativa porque finalmente Gray termina con el mismo sello que el kirchnerismo, pese a que muchos ya lo enrolaban en Somos Buenos Aires, la tercera vía que se constituyó en territorio bonaerense en un mejunje de radicales, peronistas díscolos y jefes comunales, entre otros. Antes del cierre de listas, incluso, trascendió que iba como candidato a legislador por ese espacio, pero desistió.

Fuentes cercanas al intendente buscaron desestimar este martes ante cualquier acercamiento con La Cámpora y dijeron que el jefe comunal piensa de igual manera que siempre: que Máximo Kirchner va a “estrolar” el partido. “Aceptamos esta lista porque Magario es una persona neutra. Además, nosotros les aportamos a ellos, no es que ellos nos aportan”, enfatizaron como réplica.

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Asimismo, dijeron que como Gray comanda el PJ local tenía la posibilidad de ir unido a la boleta provincial o no, y que completó toda la lista al Concejo Deliberante con dirigentes de espacios que le responden y articulan con su gestión, al contrario de otros municipios, en los que se hizo valer la repartición entre las tres vertientes de Fuerza Patria: el kirchnerismo, el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) de Kicillof y el massismo.

Convencidos en Esteban Echeverría de que la elección provincial del 7 de septiembre va a ser un “River-Boca” entre el peronismo y La Libertad Avanza (LLA) de Javier Milei, ese fue otro de los motivos -dicen- para que Gray decida sumarse a la coalición oficial del PJ bonaerense, y no escindirse y presentar solo una boleta con su partido local, Elegimos Estar, en Esteban Echeverría. Consideró también, aseguran en su entorno, que si no llevaba su esposa el nombre Fuerza Patria, La Cámpora presentaría una lista en el municipio bajo ese mote.

A diferencia de otros intendentes del MDF que se presentaron como candidatos testimoniales, es decir, que encabezarán al Concejo Deliberante pero después no asumirán, Gray no se subió a esa movida, a pesar de que tuvo contactos en ese sentido con dirigentes bien cercanos a Kicillof en el filo del cierre de listas.

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Paula Rossi,Elecciones 2025,Esteban Echeverría,Conforme a,Elecciones 2025,,La frágil unidad del PJ. Kicillof comenzó la campaña electoral lejos de Massa y Máximo Kirchner,,A los gritos. La reunión en la Gobernación que se detonó por la aparición de una lista paralela del peronismo,,Elección bonaerense. Ritondo, tras el acuerdo con LLA: “Decir que Pro perdió es no ver la película completa”

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El futuro del Triángulo de Hierro: qué está sucediendo en el corazón del Gobierno y cuál es el nuevo equilibrio que todos miran

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Javier Milei mencionó por primera vez que Karina Milei y Santiago Caputo eran sus principales laderos en el discurso posterior a haber ganado el balotaje, el primero como presidente electo. Al futuro asesor presidencial lo llamó “el verdadero arquitecto de esto, junto a El Jefe”, a decir de su hermana.

Tardaron meses para que el libertario comenzara a llamar a esta tríada el Triángulo de Hierro. Esto se consolidó de manera posterior a la debacle de Nicolás Posse, quien como entonces jefe de Gabinete tuvo una disputa de poder con Santiago Caputo por la administración del Gobierno, algo que Milei decidió delegar para centrarse más que nada en la confección de la política económica. Durante los días previos al despido de Posse, Milei había sentenciado que todo el Gabinete era pasible de ser removido, a excepción de su “Triángulo de Hierro”. “Somos ‘El Jefe’, o sea, mi hermana, Santiago Caputo y yo”, dijo durante una entrevista en mayo de ese año.

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Ese recambio ministerial ordenó la dinámica de poder en el Ejecutivo. En los despachos de Casa Rosada afirman que, a grandes rasgos, Milei delegó en Karina todos los asuntos vinculados al partido (La Libertad Avanza) y en su asesor la administración política del Gobierno. Esas lógicas se sostuvieron hasta estos días. Además, la idea de un triángulo de hierro buscaba asentar la confianza que el Presidente tiene en ellos dos, a quienes considera de su absoluta confianza.

La foto de Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo

Hay dinámicas que comenzaron a variar este año, signado por el panorama electoral. Una fuente oficial que los conoce muy bien explica que en el entorno del caputismo comenzó a cobrar cada vez más importancia la estrategia electoral que se iba a adoptar para este año, ya que el resultado de octubre incidirá sobre las reformas que Milei pueda aprobar para el próximo año, necesarias -según ellos- para el programa económico y una eventual reelección. “Lo partidario y lo gubernamental ya no forman dos esferas separadas, al menos no en este contexto”, describen.

Así se gestaron diferencias conceptuales en relación a las decisiones electorales que toman hoy en día el vicepresidente de La Libertad Avanza, Martín Menem, junto al armador nacional Eduardo “Lule” Menem. Esto derivó en que el asesor presidencial decidiera en estas últimas semanas no compartir espacios físicos con estos referentes.

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Las discrepancias llevaron a que el asesor presidencial decidiera correrse de la mesa electoral para los armados de listas. “Lo consideramos valioso para la estrategia y la comunicación, pero nosotros no queremos que se nos metan en lo que decidimos, así como no nos metemos en sus áreas del Ejecutivo”, desprenden desde el “karinismo”. La relación entre ambas facciones está prácticamente rota, aunque se espera que hayan gestos para recomponer cierto diálogo de cara a las elecciones nacionales.

El asesor suele definir en conversaciones con su círculo íntimo que, en rigor, la dinámica de poder del proyecto La Libertad Avanza solo tiene como accionistas a Javier Milei y su hermana Karina. “Ellos son los dueños de esta empresa. Todos los demás somos soldados”, afirman cerca de él, en donde agregan que nadie debía arrogarse el término “karinismo” porque, en teoría, no hay nadie en el Gobierno que no responda a la secretaria general de la Presidencia.

Varios meses atrás, una persona del entorno de Karina Milei contaba que estaban sugiriéndole al Presidente “dejar de hablar de triángulo de hierro” porque “en realidad no refleja la dinámica de cómo están pasando las cosas en el Gobierno en términos políticos y de gestión”. Aunque Milei siguió utilizando el término, en las semanas posteriores a esta versión comenzaron a aflorar los trascendidos de malestar entre el ala electoral -que responde a Karina- y los estrategas políticos del Gobierno -vinculados al asesor presidencial-.

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El triángulo no está muerto, pero está sometido a situaciones de estrés -por el panorama electoral- que tensa la dinámica en la cúpula política del Gobierno. El Presidente, que detesta las peleas palaciegas, ha hecho gestos de apoyo con ambos sectores, buscando configurar una especie de equilibrio.

Por un lado, no intercedió en el cierre de listas bonaerense, lo cual, por la misma omisión, configuró un respaldo a los responsables partidarios que designó su hermana. Pero por otro, en Casa Rosada afirman que Santiago Caputo sigue firme como parte de la mesa de toma de decisiones. “Nunca se fue”, afirma contundentemente una fuente inobjetable, que lo coloca como una pata fundamental para la estrategia comunicacional y de la elección de ciertos candidatos de alto calibre. No resulta menor que haya provenido de ese despacho la insistencia para que el vocero presidencial, Manuel Adorni, fuera el elegido para la elección porteña de mayo, todo a pesar de que la Secretaria General buscó retenerlo.

Guillermo Francos, en diálogo con la prensa

Asimismo, sobre sus diferentes alfiles pesa la responsabilidad política en áreas clave del Ejecutivo, como el Ministerio de Salud y de Justicia, así como la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y la ex AFIP.

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En los últimos días comenzaron a aflorar las versiones de que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, comenzó a ser tenido en cuenta como una especie de cuarto integrante del Triángulo de Hierro presidencial. “Son de esas cosas muy informales que pueden ser, como no. Pero lo seguro es que Javier lo tiene en su podio de funcionarios”, afirma un integrante del Ejecutivo.

Milei reconoce que cuando Francos asumió en reemplazo de Posse terminó por dinamizar la administración nacional. “Nicolás te hacía un doble chequeo de todas las acciones de gobierno y te paralizaba la gestión. Francos repartió la pelota y dejó jugar, solo se limita a coordinar y hacer un seguimiento de cada ministerio”, afirman en Casa Rosada. Al día de hoy, Francos tiene como roles complementarios la representación del Gobierno en los medios de comunicación (es el único que sale en canales y con periodistas a los que Milei aborrece) y uno de los pocos que tiene diálogo con amplísimos sectores políticos.

Prácticamente todos en la plana mayor del Gobierno ven a Francos como un equilibrio del segmento karinista y caputista. Tal vez, su mayor activo.

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Es por eso que semanas atrás, cuando afloraron rumores que lo ponían como eventual candidato o con ligeros cuestionamientos, el Presidente no dudó en enfatizar públicamente que era “el mejor jefe de Gabinete de la historia”, incluso reconociéndole que era uno de los pocos que aún no había finalizado su proceso de talibanización libertaria. En diferentes despachos de Casa Rosada reconocen que la idea de un reemplazo de Francos implica, de manera inequívoca, un desequilibrio de poder en el Ejecutivo: “Guillermo te ofrece una especie de asepsia que no te lo asegura nadie. Cualquier reemplazo te desperfila el triángulo, y Milei lo sabe”.

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