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POLITICA

Murió el papa Francisco, líder espiritual y político del siglo XXI

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El papa Francisco murió este lunes a los 88 años, según confirmó el Vaticano en un comunicado difundido a través de su canal oficial en Telegram. El deceso se produjo apenas un día después de que el pontífice hiciera una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua, en lo que se convirtió en su último mensaje al mundo.

“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, declaró el cardenal Kevin Farrell, quien leyó el comunicado oficial del Vaticano. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.

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El papa había salido recientemente de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días, hasta su alta médica el pasado 23 de marzo. Según fuentes vaticanas, había estado en estado delicado y había enfrentado dos episodios críticos de salud durante el año.

A pesar de su convalecencia, el domingo participó brevemente en la misa de Pascua y dirigió la tradicional bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la basílica, donde deseó a los fieles un “feliz domingo de Pascua” y llamó a la “libertad de pensamiento y a la tolerancia” en su mensaje al mundo.

Miles de personas se habían congregado en la plaza de San Pedro para verlo, luego de semanas de incertidumbre sobre su estado de salud. Su aparición generó una ovación entre los asistentes y fue interpretada como un gesto de fortaleza espiritual, pese a las visibles secuelas de su enfermedad.

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Jorge Bergoglio pasará a la historia como el más relevante de nuestros compatriotas en la geopolítica mundial. Como un ingeniero espiritual, político y cultural del siglo XXI.

Transcurrido el duelo, los argentinos podremos reflexionar acerca de cómo vivimos los acontecimientos de estos 12 años de un pontificado innovador.

Argentina le ha dado un Papa al mundo. Es un acontecimiento que el devenir del tiempo no hará más que agigantar.

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La dirigencia, de todo el arco político y de todos los ámbitos, deberá hacer un ejercicio de introspección para dimensionar si honró este acontecimiento que también hará entrar a la Argentina en la Historia. Queda su legado, que debería inspirar el sentido y la orientación de nuestras acciones futuras.

EL PAPA QUE NADIE ESPERABA

Aunque esa noche del 13 de marzo de 2013 el mundo asistió asombrado al anuncio de que el nuevo Papa venía de los confines de la tierra, una lectura retroactiva permite detectar algunos mojones en el camino, preparación o signos premonitorios de una trayectoria sin igual.

Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de inmigrantes piamonteses. Mayor de cinco hermanos, su padre era ferroviario, su madre, ama de casa.

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Rosa, la abuela del futuro Papa, fue clave en su vocación. Por eso Bergoglio siempre subrayó el rol fundamental de los abuelos en la transmisión de la fe.

Ingresó al seminario de la Compañía de Jesús a los 21 años y fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, doce años después. En junio de 1973, fue nombrado provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina, cargo que ejerció durante seis años. De 1980 a 1986, presidió el Colegio Máximo de San Miguel, un centro universitario jesuita.

Jorge Bergoglio, segundo desde la izquierda en la fila de atrás, junto a su familia. De izquierda a derecha: Alberto Horacio, Bergoglio, su hermano Oscar Adrián y su hermana Marta Regina. En la fila de abajo desde la izquierda:  su hermana María Elena, su madre Regina María Sívori y su padre Mario José Bergoglio

Es inevitable que una personalidad excepcional choque en un momento u otro de su vida con la incomprensión de sus contemporáneos, y Bergoglio no fue excepción. En 1991 fue enviado a Córdoba, como confesor en la residencia de la Compañía de Jesús, un cargo que no estaba a la altura de su talento y experiencia. Una “penitencia” quizás motivada por las pujas internas de su orden. Una suerte de exilio interior.

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De aquella primera travesía del desierto, lo rescató el entonces Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino que, cuando lo conoció, comprendió que había detectado un talento. Austen Ivereigh, biógrafo de Bergoglio, contó que Quarracino pronunció entonces una frase premonitoria: “La Iglesia argentina espera grandes cosas del padre Bergoglio”.

Así fue como, a comienzos de 1992, el futuro Papa salió de la órbita de la Compañía de Jesús, fue ordenado Obispo por Juan Pablo II, y nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires. En la práctica, mano derecha del arzobispo Quarracino a quien sucedería en el cargo luego de su fallecimiento, el 28 de febrero de 1998.

Jorge Bergoglio fue nombrado obispo por el papa Juan Pablo II en 1992, a instancias del cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires

No sería la última vez que algún superior, detectando su talento, lo promovía y lo colocaba en un lugar expectante para futuros cargos. La segunda vez, lo haría el mismísimo Ratzinger, como se verá.

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En el momento de su designación como obispo, Bergoglio, entonces de 55 años, era un desconocido para la mayoría de los argentinos e incluso un outsider en la institución. La suya no había sido la típica carrera eclesial.

En la arquidiócesis de Buenos Aires, dejó su marca en la organización de la Pastoral Villera, en la permanente atención a los más olvidados y en sus homilías, verdaderas piezas teológicas, que ya son parte de su legado.

Jorge Bergoglio, en los años en que se hacía notar por sus homilías en la catedral metropolitana

Bergoglio se hizo notar por sus colegas del mundo entero en dos ocasiones gracias a su capacidad de trabajo, su aptitud para el diálogo, su poder de síntesis, su buena pluma y sus ideas sobre lo que debía ser la renovación de la Iglesia.

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La primera vez fue cuando, unos meses después de haber sido creado cardenal por Juan Pablo II en febrero de 2001, es designado expositor del sínodo de los obispos, en reemplazo del arzobispo de Nueva York, cardenal Edward Egan, cuando éste tuvo que regresar de urgencia a su país por los atentados del 11/9.

La segunda vez fue en 2007, en Aparecida, Brasil, donde fue encargado de la redacción del documento final -lo que luego llamaría el programa o mandato de su pontificado- en la Va Conferencia de Obispos Latinoamericanos, a la que asistió el papa Benedicto XVI.

Nadie es profeta en su tierra, dijo Jesús cuando al predicar en Nazaret le dieron la espalda, y Jorge Bergoglio no fue la excepción. Recordemos la frialdad apenas disimulada del primer mensaje de felicitación de la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner que al saludar la elección del nuevo Papa lo llamó “latinomaericano” y no pudo decir “argentino”.

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Durante la crisis política, social y económica que sacudió Argentina en 2001, la Iglesia Católica, con Jorge Bergoglio a la cabeza, actuó como mediadora, cuando se creó la Mesa del Diálogo Argentino, de cuyos encuentros participaron dirigentes políticos, sindicales, empresariales y de organizaciones de la sociedad civil.

Jorge Bergoglio, en sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, durante una misa en honor a Juan Pablo II en la catedral metropolitana en el año 2005 (NA:DAMIAN DOPACIO)

Esto no impidió que la Iglesia en general y Jorge Bergoglio en particular se convirtiesen en blanco de la animosidad de Néstor Kirchner y luego de su esposa y sucesora, Cristina Fernández, celosos de todo poder que pudiera hacerles sombra e intolerantes a la más mínima crítica, y sobre todo proclives a contentar a un progresismo agnóstico que pronto se convirtió en uno de sus principales soportes electorales.

El gobierno se sentía permanentemente aludido por las críticas del Cardenal al “exhibicionismo y los anuncios estridentes de los líderes políticos”, o al “escandaloso aumento de la pobreza” o su “bienaventurados los que se oponen al odio y a la confrontación permanente…”

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Bergoglio también tenía adversarios internos que, cuando cumplió los 75 años y presentó su renuncia al Benedicto XVI, intentaron que ésta le fuese aceptada de inmediato. Ignoraban que Benedicto XVI ya conocía bien al Cardenal primado de la Argentina y lo valoraba.

En 2005, cuando murió Juan Pablo II, los detractores de Bergoglio y de la Iglesia Católica reflotaron un viejo infundio en su contra por una supuesta complicidad con la dictadura. Y en el paroxismo de los ataques en su contra, el Cardenal fue indagado por la justicia -su interrogatorio fue conducido por Luis Zamora y Myriam Bregman– por la desaparición de dos sacerdotes de la Compañía de Jesús en mayo de 1976.

Jorge Bergoglio, recién creado cardenal, posa en el Vaticano (REUTERS/Paolo Cocco)

En el colmo del cinismo, ex integrantes de organizaciones armadas, que tuvieron como política dejar a sus militantes a la intemperie frente al aparato represivo, acusaron de haberlos desprotegido a quien en realidad les salvó la vida.

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El entonces futuro Papa no compartía la opción por la lucha armada que tentó incluso a algunos sacerdotes en los años 60 y 70 y eso resultó imperdonable para quienes habían optado por la violencia. Tampoco adscribió a la corriente de la Teología de la Liberación.

No obstante, en marzo de 2014, hizo una reflexión con cierto tono autocrítico: “Nosotros en América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía, y que en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó, y al menos el caso de Argentina, podemos decir ¡cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía terminaron en la guerrilla de los años 70!”

Años más tarde, varios autores hicieron justicia con el rol desempeñado por Bergoglio en esos años y la ayuda que brindó a muchos frente a la represión ilegal.

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La lista de Bergoglio, el libro del periodista italiano Nello Scavo, que reconstruye la actuación del papa Francisco durante los años de la dictadura

En 2010, el gobierno envió al Congreso el proyecto de legalización del matrimonio homosexual, al que Bergoglio obviamente se opuso.

El 12 de febrero de 2013, al día siguiente de conocerse la renuncia de Benedicto XVI, un referente del lobby LGBT en la Argentina se jactó de haber enterrado la candidatura de Jorge Bergoglio al papado el día que se casó… Es no entender cómo funciona esa institución doblemente milenaria, acostumbrada a ser víctima de operaciones de desprestigio y a discernir la verdad.

Pero es cierto que en aquel comienzo del año 2013, nadie veía papable a Jorge Bergoglio. Él mismo había reservado una habitación en el hogar de los jesuitas para su retiro. Aunque también pudo tratarse de una manera hábil de hacer que sus enemigos bajaran la guardia.

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El 25 de Mayo de 2012, tampoco Mauricio Macri, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, asistió al que sería el último Te Deum de Bergoglio antes de su entronización en la Santa Sede, signo del aislamiento en el cual se encontraba el Cardenal, algo que no parecía desalentarlo. En aquella homilía, volvió a fustigar “el relativismo que, con la excusa del respeto a las diferencias, homogeneiza la transgresión y la demagogia; permite todo con tal de no asumir las contrariedades que trae el coraje de sostener los valores y los principios”.

En vísperas del cónclave, el nombre de Jorge Bergoglio no circula casi en los mentideros político-religiosos, con la sola excepción del corresponsal de la CNN, José Levy, que lo nombra en los instantes previos al anuncio. Un detalle pudo quizás advertir a los observadores: la última actividad oficial de Benedicto XVI había sido recibir en audiencia privada al arzobispo de Buenos Aires, recién llegado al Vaticano para participar del conclave.

La elección de Bergoglio fue una sorpresa universal. Para la elite argentina que le había dado la espalda. Pero también para el resto del mundo. Por primera vez un Papa venía de las periferias. Con Juan Pablo II se había quebrado la norma de los pontífices italianos. Pero el Cardenal argentino fue el primer Papa no europeo y el primer jesuita.

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Fumata blanca en El Vaticano. El mundo aún no lo sabe, pero un argentino acaba de ser elegido Papa

Cristina Kirchner -y casi toda la elite local- se benefició de la indulgencia de Bergoglio y fue recibida de inmediato por éste, que se cuidó de toda tentación revanchista. Una lección de magnanimidad que los políticos argentinos se resisten a aprender.

Como todo acontecimiento que irrumpe en el devenir humano incidiendo en el curso de la historia, la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa llevó a indagar en su pasado y a buscar los signos anticipatorios de algo que para muchos resultaba inexplicable.

La atención se centró en Aparecida, cuyo documento final llevaba la impronta del nuevo pontífice, y su aspiración a una Iglesia “en salida”, capaz de alcanzar con su mensaje y servicio a todas las periferias humanas, geográficas y existenciales. Allí se gestó el pontificado de Bergoglio -como posibilidad- y su programa; allí anidó en la mente de muchos cardenales, y quizás en la del propio Joseph Ratzinger, la idea de un papa latinoamericano.

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Por lo tanto, su elección probablemente no fue tan sorpresiva en lo interno, en la cúpula de una institución acostumbrada a trabajar en la discreción y a largo plazo, y a renovarse en la continuidad.

El impacto del pontificado de Bergoglio no puede medirse cabalmente aún, porque lo que ha ido sembrando modificará el futuro. Así como su papado fue anhelado por muchos y preparado por ciertos acontecimientos, así también Francisco trabajó en estos años con miras al porvenir y el resultado de sus esfuerzos podrá empezar a ser medido cuando se conozca el nombre del nuevo Obispo de Roma.

Francisco, en una de sus últimas apariciones públicas, dirigiendo el servicio de oración de Vísperas en la Fiesta de la Presentación del Señor en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 1 de febrero de 2025 (REUTERS/Ciro De Luca)

El Colegio cardenalicio ha sido renovado con miras a una más amplia representación de la iglesia universal. A día de hoy, está formado por 252 cardenales: 138 son electores (pueden votar hasta los 80 años). Este cuerpo se ha universalizado: hay 94 países representados. La inmensa mayoría de los cardenales electores, un 80 por ciento, han sido nombrados por Francisco.

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El continente donde más crece el catolicismo es el Asia, donde esa religión no es mayoritaria pero sí mucho más dinámica. Todo eso estuvo presente en los planes del Papa, en los cambios que ha impulsado y los viajes que ha realizado.

PASTOR, JEFE DE ESTADO Y LIDER MUNDIAL

Por la peculiar naturaleza de la Santa Sede, el Papa no es sólo cabeza de la Iglesia Católica, referente principal de la religión que ha moldeado la cultura occidental, sino también jefe de un Estado que ha sido un actor protagónico en la historia y sigue desempeñando un rol trascendental en la escena mundial.

Todo lo que dice y hace el Papa impacta desde esa doble faceta, pastoral y política, que configura un liderazgo reconocido más allá de los límites de su feligresía.

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Cada Papa encarna la aspiración de la Iglesia en una etapa dada y a la vez deja su impronta personal en el gobierno de la Santa Sede y en la escena internacional.

El papa Francisco saluda a la multitud reunida en la plaza de San Pedro el día de la misa de inauguración de su pontificado, el 19 de marzo de 2013 (AFP PHOTO / VINCENZO PINTO)

Jorge Bergoglio, el pontífice que nadie esperaba, cautivó rápidamente a un mundo que hasta entonces ignoraba todo sobre él. Lo hizo con una sucesión de gestos impactantes y con un estilo de comunicación nuevo: un mensaje profundo expresado en lenguaje sencillo y directo. Sus homilías diarias, las audiencias generales de los miércoles en una plaza de San Pedro colmada, una liturgia despojada y un pastor que se dejaba abordar por la gente generaron una sensación de constante cercanía. La distancia de cualquier punto del mundo a Roma quedó salvada por una comunicación diaria en un lenguaje familiar que creaba intimidad y convertía al Vaticano en una capilla universal.

El mundo entero asistía a la llegada de un Papa que venía a renovar la Iglesia y a devolverle protagonismo en la escena internacional.

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Cada gesto contenía un mensaje político. La humildad con la cual se presentó al mundo, como obispo de Roma, era un consejo que más de un político haría bien en escuchar: “No hay que creérsela”. Somos todos instrumentos de algo superior, que nos excede, y cuyos designios no siempre podemos comprender cabalmente, parecía decir.

La austeridad fue un programa. Eligió vivir “normalmente”, en una residencia donde alternó con obispos, personal vaticano y visitantes en tránsito. Aunque no lo explicitara, ese fue también el mejor mecanismo para eludir un eventual cerco del aparato de la Curia vaticana.

De Lampedusa en 2013 al corazón del África en uno de sus últimos viajes pastorales en enero de 2023, el mundo pudo ver a Francisco hablar en nombre de los refugiados, de los expulsados de sus países por crisis y guerras originadas en decisiones tomadas en las mesas chicas del poder mundial, de los desocupados despojados de la dignidad que da el trabajo, en vigilias de paz, fundido en abrazos interreligiosos, interpelando al G20, al Parlamento europeo o a la ONU, oficiando la misa más multitudinaria de la historia -en Filipinas ante millones de fieles- o tendiendo puentes, como entre Cuba y los Estados Unidos, o a través del mensaje a China, en busca de un acercamiento espiritual y cultural.

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Vigilia por la paz en Siria

Yendo hacia las periferias, en el discurso y en la acción, en sus primeros años de pontificado, Bergoglio ocupó el centro geopolítico. A pocos meses de iniciado su papado, el diario Le Monde lo describía como un “verdadero animal político” que se está “imponiendo en la escena mediática mundial”.

Para el filósofo francés Edgar Morin, el papa llamaba a un cambio civilizatorio, a modificar todo aquello que lleva a la exclusión y al “descarte” de personas. Francisco, dijo, representa lo más elevado como conciencia de nuestro común destino humano.

El estilo cálido y sencillo estaba al servicio de la transmisión de verdades sólidas y de la reafirmación de nociones que muchos desearían ver relativizadas.

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La intensa actividad desplegada en tantas direcciones a la que se consagró desde el primer día descansaba sobre su convicción de que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.

EL MENSAJE PASTORAL

Ciertos gestos iniciales del Papa, de apertura, llevaron a algunos a esperar, como ironizó Luke Coppen, editor del semanario británico Catholic Herald, “que el Papa dejase de ser católico”.

Lo que Francisco criticó fue a “una Iglesia obsesionada sólo con el aborto y el matrimonio gay”. Apuntó contra la reducción del mensaje a ciertos aspectos de la moral: “No se le presta atención al anuncio del Evangelio y se pasa a la catequesis, preferentemente al área moral -dijo-. Y dentro de la moral se prefiere hablar de la moral sexual. Que si esto se puede, que si aquello no se puede, que si se es culpable”.

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Reacciones del publico al anuncia del nuevo Papa y su aparición en el balcón. Vaticano, 13 de marzo de  2013 (Photo by Dan Kitwood/Getty Images)

El Papa quiso dar vuelta esa lógica para poner en primer plano los pecados del espíritu: el egoísmo, la codicia, la indiferencia ante el dolor ajeno; señalar a “los mercaderes del templo”, los que no entienden que la riqueza “es un bien sólo si ayuda a otros”. “Dios no se cansa de perdonar”, repetía, pero también aclaraba: “ojo, que Pedro era pecador, no corrupto: ¡pecadores sí, corruptos no!

En 2010, el todavía cardenal Bergoglio decía: “La opción básica de la iglesia en la actualidad no es disminuir o quitar prescripciones o hacer más fácil esto o lo otro, sino salir a la calle a buscar a la gente, conocer a las personas por su nombre. Salir a anunciar el Evangelio”.

Algunos confundieron esta actitud con una suerte de secularización, pero el Papa, a dos meses de haber asumido, pidió a los cristianos no tener vergüenza de vivir con “el escándalo de la Cruz”. Jesús no escandalizó por sus obras, sus palabras o sus milagros, sino porque afirmó ser Hijo de Dios. “Esto es lo que no se tolera, el demonio no lo tolera”, agregó. “Cuántas veces escuchamos: ‘Sean un poco más normales, no sean tan rígidos, sean razonables’. ‘¡No nos vengan con que Dios se hizo hombre!’ Podemos hacer todas las obras sociales que queramos, y dirán: ‘¡Qué bien la Iglesia, qué buena tarea social hace!’ Pero si decimos que hacemos esto porque estas personas son la carne de Dios, viene el escándalo”.

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La Iglesia no es una ONG, sostenía, desarmando los intentos de asimilar su mensaje a posiciones laicas, despojándolo de la radicalidad del mensaje evangélico. “Cada vez que Francisco muestra su lealtad a la enseñanza católica, denunciando el aborto, por ejemplo, hacen oídos sordos”, se quejaba Coppen. Y pronosticaba que “en algún momento los fans del nuevo papa” se iban a dar cuenta de que él no bendeciría la ordenación de mujeres o el casamiento gay, “y entonces se pondrán en su contra”.

De hecho, a lo largo de estos años, hubo selectividad en la amplificación que se daba a sus declaraciones. Si el Papa decía que abortar es como contratar un sicario para matar, oídos sordos. Lo mismo pasó con sus condenas a la ideología de género: “Es de las colonizaciones ideológicas más peligrosas, porque anula las diferencias”, dijo el 10 de marzo de 2023 a La Nación. En la misma entrevista se explayó: “Hay gente un poco ingenua que cree que es el camino del progreso y no distingue lo que es respeto a la diversidad sexual o a diversas opciones sexuales de lo que es ya una antropología del género, que es peligrosísima porque anula las diferencias, y eso anula la humanidad, lo rico de la humanidad, tanto de tipo personal, como cultural y social, las diferencias y las tensiones entre las diferencias”.

Muchos fingen no escuchar esto. En ciertos casos, las propias autoridades eclesiásticas de los países no se hacen eco del mensaje para amplificarlo y, sobre todo, para aplicarlo a su misión.

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Pero también abundaron los dirigentes argentinos que no dudaron en robarle tiempo para una audiencia y una foto, sin hacer luego de la defensa de la vida su principal bandera. “Soy católico, pero…”, fue la patética excusa más escuchada, en boca de los mismos que luego le pedían que viniera al país.

REFORMAS

Con el peso de las críticas a la institución cayendo sobre las espaldas de su antecesor -lo que engrandece el gesto casi sacrificial de Joseph Ratzinger, que con su renuncia se llevó esa cruz al hombro- y utilizando el explosivo prestigio que ganó rápidamente en los primeros meses de su papado, Bergoglio avanzó en el reordenamiento interno de la curia, la transparencia administrativa y la apertura de las estructuras vaticanas para una mejor representación de la iglesia universal.

El papa Francisco saluda a los cardenales durante la Santa Misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 24 de marzo de 2024. EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Lo primero fue la creación de un Consejo de Cardenales que lo asesoraría en el gobierno de la Iglesia, con el objeto de que “los episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia”, como explicó. Un objetivo central fue el saneamiento de las finanzas vaticanas -motivo de una larga sucesión de escándalos-; decisión que no tardó en activar los lobbies a los que se había referido en la primera conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro (septiembre de 2013), cuando ante la pregunta por la existencia de un lobby gay, respondió que todos los lobbies eran “un problema”, como “el lobby de los avaros, de los políticos o de los masones”.

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En torno a la reforma económica estos grupos se activaron de inmediato. George Pell, el cardenal australiano al que Bergoglio ungió como una suerte de ministro de economía y que contrató una auditoría externa para las finanzas vaticanas a fin de garantizar una total transparencia, fue víctima de una falsa denuncia por abuso -que le llevó tres años (uno en prisión) desmontar-.

Esta tarea de reforma siguió de un modo más discreto o más alejado de la atención mediática, pero no menos disruptivo: lo prueban precisamente las operaciones que cada tanto trascienden. Una de las últimas fue el intento de atribuir críticas póstumas a Francisco por parte del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022, y con quien Bergoglio, contra todo pronóstico malintencionado, convivió de modo armónico durante casi todo su papado.

El papa Francisco, a la derecha, abraza al papa emérito Benedicto XVI antes del inicio de una reunión con fieles en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el domingo 28 de septiembre de 2014. (Foto AP/Gregorio Borgia, Archivo)

Transcurrida cierta primavera “franciscana”, volvió al ruedo el doloroso tema de los abusos, con investigaciones todavía en curso, y heridas sin cerrar. Aunque ha sido poco reconocido, fue Benedicto XVI quien reformó el derecho canónico para facilitar la expulsión de sacerdotes culpables de estos crímenes.

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Esta línea fue seguida por Bergoglio, que aprobó protocolos aún más estrictos en el enfoque de estos casos. “La Iglesia -dijo- no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en los clubs, en otro tipo de instituciones. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias”.

MENSAJE AL MUNDO

También en el plano político la potencia del mensaje papal, a la vez que generó entusiasmo y esperanza en miles de fieles e incluso de no creyentes, empezó a suscitar resistencias.

Bergoglio es el primer papa en llamarse Francisco -inspirado por la frase “No te olvides de los pobres”, que le dijo al oído su amigo el cardenal brasileño Claudio Hummes, aquel 13 de marzo de 2013-; un nombre que es en sí mismo un programa: la denuncia de la “idolatría del dinero” y de la “globalización de la indiferencia” que caracterizan a una “cultura del descarte” que desecha a los más débiles de la sociedad. A las “víctimas del sistema socioeconómico mundial”, como dijo en su viaje temprano a Lampedusa, en el primer año de su pontificado.

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Este mensaje no fue aceptado sin reticencias ni encontró siempre escucha y repetidores en un mundo en el que tantos sectores de interés se nutren del conflicto.

El Papa habla a los diplomáticos acreditados ante El Vaticano, una tradición que se cumple a comienzos de cada año (Reuters)

La posguerra fría defraudó las esperanzas de un mundo más plural, de una mayor democratización de la toma de decisiones a nivel mundial, y derivó en cambio en una intensificación de las tensiones. La competencia entre las principales potencias derivó en lo que el Papa llama la “tercera guerra mundial a pedazos”, la que se libran los poderes mundiales en terceros escenarios ante la indiferencia de muchos.

En enero de 2022, en el habitual discurso de principios de año a los embajadores ante la Santa Sede, Francisco señalaba la “crisis de confianza” que atraviesa “la diplomacia multilateral”. “A menudo se toman importantes resoluciones, declaraciones y decisiones sin una verdadera negociación en la que todos los países tengan voz y voto”, explicó. De ese desequilibrio, deriva “una falta de aprecio hacia los organismos internacionales por parte de muchos Estados”, lo cual “debilita el sistema multilateral” y reduce “cada vez más su capacidad para afrontar los desafíos globales”.

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En su encíclica Fratelli Tutti, señaló la necesidad de gestar “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos”. Pidió “una reforma, tanto de la ONU como de la arquitectura económica y financiera mundial”, porque “una comunidad internacional debe basarse en la soberanía de todos y no en vínculos de subordinación”.

El Papa, que ha sustituido a los políticos en el discurso, no puede sustituirlos en la acción. Cuando Juan Pablo II hizo su llamado a los pueblos sometidos al sistema comunista a no tener miedo, hubo líderes que recogieron ese desafío. Años más tarde, el papa polaco no pudo frenar la segunda guerra de Irak, pese a sus denodados esfuerzos en ese sentido, precisamente por la deserción de otros liderazgos.

El Papa Francisco, a la izquierda, pronuncia su discurso junto al presidente indonesio, Joko Widodo, durante su visita apostólica a Asia. Palacio Presidencial de Yakarta, 4 de septiembre de 2024 (Willy Kurniawan/Pool Foto via AP)

En los primeros tiempos de su pontificado, Bergoglio pareció también encontrar un eco desde el mundo de la política: la vigilia por la paz en Siria, la oración de palestinos y judíos en el Vaticano, los puentes entre Estados Unidos y Cuba…

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Ese impulso se vio frenado en años posteriores, al menos respecto de los grandes conflictos mundiales, y el mensaje de Francisco enfrentó muchas veces la indiferencia, cuando no directamente el sabotaje.

Algunos pretenden incluso imponerle una agenda, los temas sobre los que debe intervenir y aquellos en los que debe abstenerse. Se lo critica por hacer poco. No sin hipocresía los indiferentes ante la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” que el Papa denuncia le exigen definiciones sobre los conflictos en los que están en juego sus propios y frecuentemente espurios intereses.

Muchos agnósticos de izquierda y derecha, responsables por acción u omisión, por incapacidad, por agresión directa o por un crescendo de provocaciones, de desatar estos conflictos, increpan al Papa por su supuesta inacción.

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Reclaman sólo respecto de las situaciones que tienen atención mediática o de las que creen poder sacar algún provecho; pero el Papa ha intervenido e interviene en muchos otros conflictos y crisis que generan violencia contra la población civil, represión sangrienta, desplazamiento de personas, refugiados, etc; dramas de los que muchos críticos de Francisco no se notifican. A comienzos de 2023, su viaje al corazón sufrido del África, a regiones del Congo y de Sudán carcomidas por conflictos civiles sangrientos fogoneados por terceros países, se desarrolló en la más completa indiferencia.

Francisco saluda a los fieles en Kinshasa, durante su viaje apostólico a la República Democrática del Congo en febrero de 2023 (REUTERS/Yara Nardi)

Sus últimos viajes, mantuvieron esta tendencia a ir a los sitios más olvidados. Incluso dentro de Europa, eligió ir a la Francia periférica: Córcega, visitada por un Papa por primera vez, la isla mediterránea es un reservorio de catolicismo en un continente descreído, y el gesto pontificio se produjo al tiempo que la elite se daba cita en Notre Dame. Francisco ofició una misa en Ajaccio con el monumento a Napoleón de fondo. Un mensaje subliminal del que la clase política argentina no se notificó…

Antes, en abril de 2023, había visitado Hungría, la oveja negra de la Unión Europea, país que no se pliega al progresismo ambiente. En septiembre del 24, hizo una gira por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, y un año antes había sido el turno de Mongolia.

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NI LIBERALISMO NI POPULISMO

En el mismo discurso a los diplomáticos de enero de 2022, el Papa señaló otra causa de la irrelevancia de los organismos internacionales: “Con frecuencia, el centro de interés se ha trasladado a temáticas que por su naturaleza provocan divisiones y no están estrechamente relacionadas con el fin de la organización, dando como resultado agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos”. Se trata de “una forma de colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas”.

He aquí al Papa de nuevo poniendo el foco en un tema sobre el cual pocos lideres del mundo se han pronunciado, por oportunismo o seguidismo demagógico frente a la moda identitaria.

Discurso del papa Francisco ante la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2015, en Nueva York (AFP PHOTO / VINCENZO PINTO)

En septiembre de 2015, cuando se presentaban los objetivos de la Agenda 2030, Francisco habló ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York y pidió evitar “toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias”. A buen entendedor pocas palabras.

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El Papa juega al juego. La diplomacia vaticana funciona de ese modo. Corresponde a los líderes locales, amparándose en esas declaraciones de Francisco, la formulación de políticas.

Sin embargo, con frecuencia sus mensajes fueron filtrados por categorías de un orden diferente a aquel en el cual actúa Bergoglio. En Fratelli tutti, Francisco lamentaba que ya no fuese posible opinar “sobre cualquier tema sin que intenten clasificarlo en uno de esos dos polos (populismo o liberalismo)”.

Lo cierto es que sus críticas al populismo (en Fratelli Tutti) fueron más lapidarias y certeras que las que pueden hacer los políticos. Francisco tomaba distancia de ambos extremos, señalando que “el desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos”.

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Y diferenciando el populismo de la buena política, señalaba: “Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad”, como “base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento”. “Pero -advertía- deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”. Y ello “se agrava cuando se convierte (…) en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad”.

Para superar la inequidad, es necesario el desarrollo económico, decía; “los planes asistenciales” sólo “deberían pensarse como respuestas pasajeras”, porque “el gran tema es el trabajo”.

También fustigaba “la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental”, que causa estragos. Evocaba otra defección de la política, al lamentar que la crisis financiera de 2007-2008 no hubiese sido la ocasión “para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia”.

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El poder al servicio del bien. Es algo elemental pero que la política olvida con demasiada frecuencia. Vemos a diario, aquí y en todo el mundo, a dirigentes incapaces de armonizar sus aspiraciones personales con los intereses colectivos. Por falta de amor al prójimo, individualismo o comodidad.

El mensaje papal molesta. La reacción -canallesca- de algunos fue culpar al Papa por la pobreza… Es decir, por lo que ellos no hacen, por su incapacidad y falta de vocación de servicio.

Francisco deja una Iglesia reafirmada en la esencia del mensaje evangélico, mejor representada en su cúpula, con un reequilibrio que refleja de modo más fiel la realidad del catolicismo en el mundo. No sabemos si el próximo Papa vendrá, como él, de la periferia, pero sí que el deseo del actual pontífice es que la periferia esté en el centro de la misión.

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En todos los temas, para todas las realidades y situaciones, ha dejado un mensaje, porque a la Iglesia “nada de lo humano le es ajeno”. A lo largo de su pontificado ha publicado 3 encíclicas: Lumen fidei (29 junio 2013), Laudato si’ (24/5/ 2015) y Fratelli tutti (3/10/20); cinco exhortaciones apostólicas: Evangelii gaudium (24/11/2013), Amoris laetitia (19/3/2016), Gaudete et exultate (19/3/2018), Christus vivit (25 de marzo de 2019) y Querida Amazonia (2 de febrero de 2020).

Y, a comienzos de este año, su libro “Esperanza”, que constituye una suerte de autobiografía o memorias, resultado de seis años de conversaciones con el periodista italiano Carlo Musso.

Sería esperanzador que los dirigentes políticos recogieran el desafío y emprendieran, en el plano secular, los caminos que traza el papa desde lo espiritual. Se trata de combatir la economía de la exclusión, la idolatría del dinero, poner a la persona humana en el centro de todo proyecto, cuidar “la vida como viene”…

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Un programa que es universal, pero que debería interpelar a los argentinos de modo muy especial.

Los últimos consejos dados por el Papa acerca de cómo debatir en una sociedad polarizada tienen especial resonancia en nuestra realidad: no discutir con el que busca polarizar, no dejarse confundir por falsas contradicciones y decir sí a la misericordia como paradigma último, pero decirlo más con obras que con palabras.

Nos deja también a su hijo dilecto, el padre José María Di Paola, a quien ha dedicado muchos mensajes, como cuando al cumplirse 8 años de su papado, el cura villero convocó a enviarle mensajes y le llegaron más de cien mil: “Es un sacerdote capaz de movilizar gente, capaz de mover corazones simplemente porque es auténtico, lo llaman ‘el Padre Pepe’, todos lo conocen”, dijo Francisco.

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Nos queda la pena de no haber podido recibirlo en la Patria. De haber venido en los primeros tiempos de su pontificado, hubiera sido apoteósico. Aventuro que se privó deliberadamente de ese abrazo admirado y de las muchas flores que entonces lo hubieran cubierto: no quiso creérsela, como decía en ese hablar porteño que jamás lo abandonó. En su austeridad y humildad proverbiales quizás lo sintió como un gesto de vanidad.

En los años siguientes, no pudo evitar la manipulación de su figura y de cada uno de sus gestos, las interpretaciones capciosas, los acercamientos interesados, y prefirió mantener distancia geográfica.

Queda a los argentinos la misión de “traer” espiritualmente al Papa a la Argentina, honrando su legado.

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El papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, saluda a fieles argentinos presentes en la plaza de San Pedro el día de su misa inaugural, 19 de marzo de 2013 en El Vaticano (AFP PHOTO / ALBERTO PIZZOLI)

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POLITICA

La ilusión democrática, otra vez en juego

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¿Qué Argentina es la que irá a votar el próximo domingo? ¿Cuál es la geografía social que está debajo de las decisiones racionales y de las emociones que guían la elección de cada ciudadano? ¿Qué se esconde detrás de la determinación de muchos de quedarse en su casa sin participar? El ruido de la campaña, las encuestas, la compulsa entre las principales fuerzas políticas parecen tener un efecto más limitado esta vez, en comparación con esos grandes interrogantes que subyacen a esa radiografía profunda que serán los comicios nacionales del 26 de octubre.

En 2023 la sociedad argentina llegó a las elecciones en una situación crítica histórica. Desencantado con el gobierno peronista, y sin encontrar atractivo en Juntos por el Cambio, basculó durante varios meses hasta que Javier Milei le ofreció un atajo desconocido a esa encrucijada. La gente buscaba un cambio de época, una vuelta de página, y Milei le ofrecía esa promesa. Y una mayoría se aferró a esa esperanza.

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Al repasar estudios de opinión pública, revisar indicadores económicos y sociales y escuchar la voz de los especialistas, el panorama no difiere demasiado de aquella imagen de hace dos años atrás. Domina otra vez la incertidumbre y la sensación de desencanto, con bolsones de expectativa en aquellos adherentes férreos de los libertarios.

Javier Milei de campaña en Santiago del Estero junto a su hermana, Karina MileiLLA

El Gobierno cayó fuertemente en su nivel de aprobación en los últimos meses, pero al mismo tiempo el peronismo sólo convoca desde su rol de instrumento de la ira contra el oficialismo, con pocos recursos para seducir por fuera de sus votantes clásicos y regenerar una alternativa atractiva. A partir de la observación del tenor de la campaña y del análisis de la oferta de candidatos, da la impresión de que la del domingo es una elección que no merecería tener ganadores.

Milei plantea un mundo sin kirchnerismo; Fuerza Patria llama a ponerle un límite a Milei. Son dos discursos clásicos de rechazo que operan en un contexto de polarización desgastada, porque convive con una dinámica complementaria muy intensa que es la de una desilusión que ya parece crónica. Polarización con desilusión, una combinación que denota un alto nivel de desagregación social y que termina paralizando la posibilidad de resolución virtuosa de la encrucijada.

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Acto del gobernador Axel Kicillof con sindicalistas para el lanzamiento en territorio bonaerense de ¨Fuerza Patria¨ de cara a las elecciones de octubre. Hugo Yasky, Axel Kicillof y Jorge TaianaIgnacio Amiconi

Como señaló recientemente Rodolfo Terragno en una columna publicada en Clarín, las alternancias democracia-dictadura (que dominó el siglo XX argentino) y neoliberalismo-populismo (que sigue vigente en este siglo XXI) “han creado un sistema político-económico híbrido e inestable”.

El historiador Roy Hora enlaza la percepción del presente con el clima de hace dos años, al decir que “en 2023 muchos pensamos que la crisis iba hacia algún tipo de resolución, a partir de la percepción generalizada de que la Argentina no podía seguir tal como estaba. Parecía que Milei era esa resolución, que la crisis argentina finalmente se había definido en una dirección. Pero en los últimos meses tengo la impresión de que estamos ante otro experimento frustrado, que choca con el mismo tipo de dificultades que los proyectos anteriores”.

Surge entonces la pregunta más profunda en este sentido: ¿tiene Milei algo más para ofrecer, o su misión se cumplió cuando rompió el tablero político de las dos grandes coaliciones, bajó la inflación y ordenó la macroeconomía? ¿Es un fenómeno de transición después de los desequilibrios del último gobierno peronista, o es además un factor de reconstrucción de un nuevo modelo?

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Reunión entre Donald Trump con Javier Milei y equipoPresidencia

El Milei de 2023 era el outsider antisistema, el vengador del pasado. Tenía sentido frente a la demanda de vuelta de página histórica que reclamaba la sociedad. ¿Qué representa el Milei 2025? El mandato social está muy claro: su gestión será evaluada esencialmente por su capacidad para reactivar la economía, recuperar el poder adquisitivo y mejorar el empleo. Así respondió el 47% de los consultados por Isonomía ante la pregunta de qué significaría que Milei terminara siendo exitoso en su administración. Muy por detrás aparecieron las otras variables, como controlar la inflación (10%), que dominó la agenda inicial, o la batalla cultural (11%).

Y en este sentido, el Gobierno parece haber retrocedido varios casilleros este año. Un profundo estudio de la consultora Equilibra, realizado por Martín Rapetti, Lorenzo Sigaut Gravina y Gonzalo Carrera, desagrega con datos duros lo que llaman “la raíz del desencanto”, un juego de palabras entre la curva de los ingresos y el símbolo de la raíz cuadrada.

La «raíz del desencanto», informe de Equilibra

Allí señalan que en los ingresos de los sectores registrados, “luego de una caída inicial del 19% respecto al promedio de enero-septiembre de 2023, hubo una recuperación parcial hasta febrero de 2025 (94% del nivel previo), seguida por un estancamiento y leve retroceso, en línea con la evolución de la actividad económica”.

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Según el trabajo, durante los primeros 20 meses de la gestión Milei, este sector resignó el equivalente a 2,1 meses de ingresos reales, lo que explicaría el trasfondo más profundo del malestar social y la percepción de desencanto. Además, este proceso es mucho más marcado en el conurbano bonaerense que en el interior del país, razón esencial de las dificultades electorales del oficialismo en la provincia de Buenos Aires. El informe de Equilibra también establece una fuerte correlación entre esa curva de ingresos y el índice de confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella, un predictor de alta eficacia del desempeño electoral.

La «raíz del desencanto», informe de Equilibra

Los resultados hacen juego con otro trabajo de la consultora Escenarios, de Federico Zapata y Pablo Touzón, según el cual el 53% de los encuestados dice que no llega a fin de mes con sus ingresos y el 30% asegura que llega “con lo justo”. Esto agrandó la brecha entre la percepción negativa (55%) y la positiva (34%) de cómo se imagina la gente la situación económica del país dentro de un año. Un angostamiento de la expectativa a futuro, que había sido un motor del Milei modelo 2024.

Esto tiene un impacto no sólo sobre el gobierno libertario, sino sobre el sistema sobre su conjunto, un indicio que emerge en el set de preguntas vinculadas con el desempeño democrático. Si bien hay un apoyo abrumador al sistema, el 71% manifiesta estar “insatisfecho” con el funcionamiento democrático, según Escenarios.

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Encuesta de Escenarios sobre satisfacción democrática

Natalio Botana le da sentido a esa distinción cuando habla de una “legitimidad de origen” del sistema democrático, basado en elecciones regulares y una oferta amplia de candidatos, donde la Argentina avanzó claramente desde la restitución de 1983; y una “legitimidad de resultados”, vinculada con el efecto concreto de ese funcionamiento institucional sobre el crecimiento económico y social, donde entiende que el balance es deficitario. La democracia también sufre una erosión cuando no puede dar respuesta satisfactoria a las demandas concretas de la gente.

Su expresión electoral más visible es el ausentismo que se vio a lo largo de todo el año. Según un relevamiento de la consultora Mide, el 50% de los que no fueron a votar en las elecciones provinciales de este año lo hizo por “cansancio/decepción/falta de representación”, el 28% porque considera corruptos a los políticos y el 12% porque siente que su voto “no tiene sentido”, “es una pérdida de tiempo” y “nada cambiará”.

Afiches para la elección a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires

Juan Germano, de Isonomía, se pregunta en este sentido si hay un “ausentismo crónico”, que extendería a las elecciones del domingo la baja participación de los comicios provinciales y hablaría de un clima de época; o si solamente se trata de un “efecto PASO”, que presagiaría que tras la apatía demostrada a lo largo del año, en la votación definitoria la gente concurrirá en forma masiva. Se vale para ello de los antecedentes recientes, considerando que en 2019 entre las primarias y las generales se sumaron 2,7 millones de votantes, y en 2023 hubo 2,9 millones más, claro que se trataba de elecciones presidenciales.

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De todos modos, queda claro que hay una disfuncionalidad del sistema que se ha venido agravando. Con una sola excepción (en 2017), desde 2007 la sociedad argentina cambia el sentido de su voto cada dos años, en una búsqueda desesperada de respuesta que la dirigencia no parece poder proveerle. Parecía un problema de la vieja polarización kirchnerismo-macrismo, pero ahora Milei también podría caer presa de la misma trampa si no logra ganar el próximo domingo.

Dentro de este contexto general, aparecen en los sondeos de opinión pública algunos indicadores que permiten tener referencias respecto de lo que puede ocurrir en una semana. En particular, una cuestión política-actitudinal: cómo se posiciona el votante de cada uno de los sectores. Allí se pueden identificar tres modos de encarar el desafío electoral.

El primero de ellos corresponde al votante afín a La Libertad Avanza. Hay un núcleo duro que sigue muy firme junto a Milei, que según la consultora Shila Vilker gira en torno del 25%, y un sector más blando, de un 15%, que está desencantado con el Gobierno, pero al mismo tiempo es muy reactivo al kirchnerismo.

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Diego Santilli y Karen Reichardt, en el show de Milei en el Movistar ArenaInstagram

Este último grupo más volátil, en su mayoría errante tras la licuación de JxC, es la clave que va a definir la suerte de la elección, porque es el que tiene que decidir si reafirma su opción de 2023 o, como hizo hasta ahora en las elecciones provinciales, se queda en su casa sin votar. Es el sujeto central de esta disputa. Lo que en Isonomía califican como “siperistas”, los que validan los logros libertarios, pero que al mismo tiempo dudan de la capacidad de Milei para lidiar con la crisis.

Sobre ellos pesa un dilema cruel: ¿prevalecerá en su decisión el desencanto con un gobierno con el que se ilusionaron, o es más fuerte el rechazo a un posible regreso del kirchnerismo? ¿La indiferencia resignada o la activación de la resistencia? El Presidente necesita imperiosamente movilizar a estos votantes para entrar con chances de triunfo al cuarto oscuro. Son los que deben renovarle el crédito a pesar de que sólo cumplió una parte del contrato inicial. En la Casa Rosada confían en retenerlos más allá de la cadena de errores y problemas en la campaña, y por eso dicen que ven “una elección pareja”.

Momentos previos al acto del Presidente Javier Milei. En breve presentará su último libro en el estadio Movistar ArenaPilar Camacho

Esos interrogantes interpelan especialmente a los jóvenes, que fueron un vector decisivo hace dos años y que hoy parecen más distantes. Es un dato que apuntó el sociólogo Pablo Seman en sus estudios de campo, porque “estos votantes, que eran los más esperanzados en 2023 y que les decían a sus padres que tenían que votar a Milei, hoy los ven sufrir económicamente y ya no les pueden seguir diciendo lo mismo. Empiezan a dudar entre su fidelidad política y la realidad que ven en su entorno”.

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El segundo segmento es el del votante de Fuerza Patria, que se ha recompuesto a partir de los traspiés del Gobierno, pero que tampoco logra ampliar demasiado su alcance. Consiguió consolidar su base histórica a partir de su oposición férrea y con eso le alcanzó para surfear una campaña edulcorada. En el laboratorio kirchnerista aseguran que sus encuestas auguran una dura derrota para el Gobierno.

Cristina Kirchner con los candidatos de Fuerza Patria en la ciudad de Buenos Aires

Shila Vilker aporta dos ideas que pueden ser definitorias para este espectro. Una: “El sí está más blando a la hora de votar; el no, en cambio, está más firme”. Es decir, se avecina otra elección donde prevalece el rechazo a la proposición. Otra: “Esta es más una elección de castigo que de construcción de una alternativa para 2027”. Por eso el kirchnerismo se siente cómodo simplemente impugnando a Milei, sin dar señales de cómo piensa el futuro.

El tercer segmento está constituido por el resto de las fuerzas políticas, que van desde los seis gobernadores de Provincias Unidas (con representación en 16 distritos) y los otros cinco mandatarios sin referencias nacionales (Gustavo Sáenz, de Salta; Hugo Passalacqua, de Misiones; Rolando Figueroa, de Neuquén; Alberto Weretilneck, de Río Negro, y Marcelo Orrego, de San Juan), hasta otras fuerzas locales y la izquierda, que podría hacer una elección destacada en algunas localidades.

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Juan Schiaretti ayer de campaña en Río Cuarto

Este universo heterogéneo expone la fragmentación del tablero político, y puede alimentarse tanto del desencanto con Milei, como de las limitaciones del peronismo. Buscan ser los tributarios de la desilusión y desafiar la polarización, pero no integran un núcleo sólido. Así como en el mundo libertario influye la decepción de sus votantes blandos, y en el peronismo domina un núcleo firme, pero estático, en este tercer sector rige la dispersión y la elección por default. Es una escala intermedia antes de la estación del ausentismo.

Tres reflexiones en clave de epílogo. Una: la pregunta ordenadora del voto gira en torno del desempeño presidencial de Milei, ya no sobre el pasado kirchnerista, aunque ese recuerdo este vivo y siga influyendo. Si gana será mérito suyo; si pierde, habrá sido su responsabilidad. Se hablará mucho menos de una victoria peronista, que de una derrota del Gobierno.

La Cámara de Diputados será clave para el futuro del GobiernoRicardo Pristupluk

Dos: la composición del Congreso no variará en su esencia. Nadie tendrá mayoría, la primera minoría será el peronismo y LLA, que será la fuerza que sumará más bancas, podrá alcanzar un tercio de Diputados con los buenos oficios de los más cercanos. Pero esta es una elección en dos fases, una se revelará el 26 de octubre con el escrutinio, y la otra tendrá lugar a partir de entonces, con la administración que haga Milei del resultado, como gestiona la nueva realidad, cuánto amplía su base de sustentación para completar con negociación política lo que las urnas no le van a terminar de aportar.

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Tres: en cualquier circunstancia, triunfo o derrota, el Presidente deberá avanzar en un profundo reseteo de su esquema de alianzas con gobernadores y legisladores para avanzar con las reformas que se propone y no solamente defender vetos con un tercio del Congreso; introducir una reformulación de su gabinete y de su esquema de poder para superar las internas y contar con un mecanismo virtuoso de toma de decisiones; y ajustar el plan económico, no sólo para estabilizar el sistema monetario sino para dar el salto de la etapa fiscal a la productiva. Sin estas redefiniciones, las elecciones perderán su sentido más profundo y su expresión cívica quedará diluida otra vez en el vasto valle del desencanto.


Jorge Liotti,Conforme a

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POLITICA

Mauricio Macri pidió que el Gobierno llame al diálogo después de las elecciones y Santiago Caputo lo respaldó

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A diez días de las elecciones legislativas, Mauricio Macri, presidente del PRO, realizó un pronunciamiento a través de su cuenta en X, dirigido al gobierno nacional. El ex jefe de Estado destacó dos ejes en su mensaje: elogió a la gestión de Javier Milei por bajar el índice de inflación pero advirtió que “ahora hay que crecer”.

Minutos después, el asesor presidencial Santiago Caputo, hombre cercano al presidente Milei, reaccionó en forma positiva al pedido de Macri. “Estamos de acuerdo, Presidente Macri. Argentina necesita una nueva mayoría reformista que empuje en el Congreso los cambios de fondo que el Presidente Milei lidera”, dijo, en la misma plataforma, el dirigente que, junto a Karina Milei, integra el llamado “Triángulo de Hierro”.

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El intercambio se produjo a 10 días de los comicios en los que La Libertad Avanza y el PRO serán aliados y competidores a la vez, según el distrito.

En su publicación, Macri planteó que, tras más de un año y medio en que la prioridad de la sociedad fue “detener la inflación”, se logró “una estabilidad razonable”, respaldando su análisis en los últimos datos de septiembre, que arrojaron una cifra de inflación del 2,1%, según señaló. Además, resaltó el contraste entre ese número y el 211,4% anual con el que había cerrado la gestión de Alberto Fernández. Sin embargo, el expresidente fue taxativo al advertir que, aunque ese primer objetivo se ha alcanzado “parcialmente”, el desafío inmediato pasa por reactivar la economía y abandonar el estancamiento: “estamos en otra etapa, igualmente urgente”.

Con ese diagnóstico, Macri instó públicamente a Javier Milei y a la actual administración a abrir una nueva fase política. “Necesitamos que después del 26 el gobierno convoque al diálogo, con humildad y honestidad”, exigió en el texto difundido en redes sociales. Subrayó que ese llamado debe extenderse a todas las fuerzas, con el fin de “construir una nueva mayoría” amplia, que represente tanto al oficialismo como a sectores de la oposición en el Congreso. Macri enfatizó que el país necesita “acuerdos” y una hoja de ruta común, dejando atrás los desacuerdos partidarios.

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El líder del PRO, que firmó el mensaje como presidente del partido, insistió en que “no estará formada solo por miembros de una misma fuerza, sino también por otros legisladores de todo el país que aportarán su visión” como parte de esa nueva mayoría requerida en el Congreso. De acuerdo con Macri, la construcción de consensos amplios es ahora fundamental para “orientar los acuerdos” en torno a metas inmediatas y compartidas.

El texto que compartió Macri en sus redes sociales

Con relación a las políticas económicas, planteó que la prioridad debe centrarse en la aprobación de la Ley de Presupuesto mediante una coalición de actores políticos. “Empecemos por lo más importante: la Ley de Presupuesto”, propuso Macri en la publicación. Consideró imprescindible contar con “un presupuesto aprobado por esta nueva mayoría”. Aclaró que la administración debe comprometerse a mantener “rigurosamente el equilibrio fiscal” y, en paralelo, definir y consensuar “las prioridades acordadas entre todos” de cara al año entrante.

El exmandatario hizo explícito que este planteo se realiza antes de las elecciones para despejar cualquier especulación electoralista respecto de su intención. “Escribo esta propuesta antes de las elecciones porque creo que, independientemente del resultado, este es el camino que debemos recorrer”, afirmó, despegando el mensaje del resultado electoral y enfatizando la urgencia de la convocatoria. Ratificó también el compromiso de su espacio político: “El PRO, y yo como presidente del partido, estamos dispuestos a asumir este compromiso”.

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La respuesta de Caputo al posteo de Macri

Al referirse al rol de la oposición, Macri manifestó que el aporte de su partido “por sí solo, es insuficiente para los cambios que hay que realizar”. Volvió a convocar al gobierno a entablar “el diálogo, con humildad y honestidad” a partir del 26, fecha de las elecciones. Se refirió a la posibilidad de una “oposición constructiva que traerá propuestas desde cada rincón del país para realizar las reformas necesarias”.

Macri también abordó el aspecto social de la coyuntura, ponderando el esfuerzo de los argentinos ante los “importantes sacrificios (que continúan)” que permitieron alcanzar la reciente estabilidad. Explicó que existe una expectativa renovada en la población por “dejar atrás rápidamente el estancamiento”, y pidió avanzar hacia un crecimiento económico tangible. Manifestó su confianza en la sociedad argentina y aseguró que el futuro está próximo, si se mantienen “los pocos pasos que nos separan de los objetivos que buscamos”.

Desde la cuenta institucional del PRO en X, se publicó un mensaje adicional dirigido a los candidatos y equipos partidarios en todo el país. En ese texto, Macri agradeció directamente “por todo lo que están haciendo”, destacando el “compromiso, la convicción y la fuerza de nuestras ideas” en cada territorio. Reiteró el valor de la libertad, el trabajo y el esfuerzo como motores del cambio político que propone el PRO para la Argentina. Finalizó alentando a la militancia a sostener la esperanza y la determinación en el tramo final de la campaña.

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POLITICA

“El Pollo” Carvajal revela cómo Chávez pagaba a Kirchner, Lula y Petro con dinero del narcotráfico

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Desde líderes latinoamericanos hasta partidos europeos, el ex jefe de inteligencia venezolano reveló cómo operaba el régimen de Caracas

El antiguo jefe de inteligencia militar de Venezuela, Hugo Armando Carvajal, conocido como “El Pollo”, se convirtió en el centro de atención internacional tras admitir vínculos con el narcotráfico y el terrorismo, y ofrecer su cooperación con la justicia estadounidense a cambio de una posible reducción de su condena.

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Extraditado a Estados Unidos en 2023 luego de dos años prófugo en España, Carvajal se declaró culpable el 25 de junio ante el juez Alvin K. Hellerstein en la Corte del Distrito Sur de Nueva York de cuatro cargos relacionados con narcotráfico y narcoterrorismo. Durante la audiencia, reconoció su pertenencia al Cartel de los Soles, organización criminal infiltrada en las Fuerzas Armadas venezolanas y catalogada como terrorista por Estados Unidos, además de su colaboración con la guerrilla colombiana y su participación en el tráfico de toneladas de cocaína con destino a Norteamérica.

Según fuentes cercanas citadas por THE OBJECTIVE, Carvajal está dispuesto a entregar documentación inédita que podría interesar tanto al Departamento de Justicia como a la DEA, con la esperanza de que su cooperación reduzca el cumplimiento de la condena, estimada en unos veinte años, aunque no necesariamente en su totalidad.

El exmilitar detalló cómo el chavismo financió movimientos populistas y de izquierda en distintos países, utilizando a la petrolera estatal Pdvsa como principal canal para fondos destinados a campañas políticas, medios de comunicación afines y proyectos ideológicos fuera de Venezuela. Entre los beneficiarios, según su testimonio, se encuentran líderes latinoamericanos como Néstor Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Lula da Silva (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Ollanta Humala (Perú), Manuel Zelaya (Honduras) y Gustavo Petro (Colombia), así como partidos europeos como Podemos en España y el Movimiento Cinco Estrellas en Italia.

Carvajal afirmó que esta práctica continuó bajo la administración de Nicolás Maduro y describió operaciones específicas, como la transferencia de 3,5 millones de euros en efectivo al M5S italiano mediante valija diplomática, ejecutada por Tareck El Aissami y aprobada por Maduro en su rol de canciller. Según el exjefe de inteligencia, métodos similares se aplicaron para financiar a Podemos y a los Kirchner, evidenciando un patrón internacional de apoyo económico desde Caracas.

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Tras su detención en Madrid en 2021 y un periodo de reclusión en la prisión de Estremera, Carvajal compareció ante la justicia española y brindó detalles sobre la financiación internacional del chavismo, aportando pruebas que ahora podrían fortalecer la causa estadounidense.

La colaboración de Carvajal con las autoridades de Estados Unidos se ha intensificado en los últimos días, con la promesa de entregar pruebas documentales que evidencien la red de financiamiento global del régimen venezolano, buscando que su cooperación se traduzca en una reducción significativa de su condena y la posibilidad de no cumplir la totalidad de la pena.

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