POLITICA
Murió el papa Francisco, líder espiritual y político del siglo XXI

El papa Francisco murió este lunes a los 88 años, según confirmó el Vaticano en un comunicado difundido a través de su canal oficial en Telegram. El deceso se produjo apenas un día después de que el pontífice hiciera una aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro, durante la celebración de Pascua, en lo que se convirtió en su último mensaje al mundo.
“Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco”, declaró el cardenal Kevin Farrell, quien leyó el comunicado oficial del Vaticano. “Esta mañana, a las 7:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
El papa había salido recientemente de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días, hasta su alta médica el pasado 23 de marzo. Según fuentes vaticanas, había estado en estado delicado y había enfrentado dos episodios críticos de salud durante el año.
A pesar de su convalecencia, el domingo participó brevemente en la misa de Pascua y dirigió la tradicional bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la basílica, donde deseó a los fieles un “feliz domingo de Pascua” y llamó a la “libertad de pensamiento y a la tolerancia” en su mensaje al mundo.
Miles de personas se habían congregado en la plaza de San Pedro para verlo, luego de semanas de incertidumbre sobre su estado de salud. Su aparición generó una ovación entre los asistentes y fue interpretada como un gesto de fortaleza espiritual, pese a las visibles secuelas de su enfermedad.
Jorge Bergoglio pasará a la historia como el más relevante de nuestros compatriotas en la geopolítica mundial. Como un ingeniero espiritual, político y cultural del siglo XXI.
Transcurrido el duelo, los argentinos podremos reflexionar acerca de cómo vivimos los acontecimientos de estos 12 años de un pontificado innovador.
Argentina le ha dado un Papa al mundo. Es un acontecimiento que el devenir del tiempo no hará más que agigantar.
La dirigencia, de todo el arco político y de todos los ámbitos, deberá hacer un ejercicio de introspección para dimensionar si honró este acontecimiento que también hará entrar a la Argentina en la Historia. Queda su legado, que debería inspirar el sentido y la orientación de nuestras acciones futuras.
EL PAPA QUE NADIE ESPERABA
Aunque esa noche del 13 de marzo de 2013 el mundo asistió asombrado al anuncio de que el nuevo Papa venía de los confines de la tierra, una lectura retroactiva permite detectar algunos mojones en el camino, preparación o signos premonitorios de una trayectoria sin igual.
Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de inmigrantes piamonteses. Mayor de cinco hermanos, su padre era ferroviario, su madre, ama de casa.
Rosa, la abuela del futuro Papa, fue clave en su vocación. Por eso Bergoglio siempre subrayó el rol fundamental de los abuelos en la transmisión de la fe.
Ingresó al seminario de la Compañía de Jesús a los 21 años y fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, doce años después. En junio de 1973, fue nombrado provincial de la Compañía de Jesús en la Argentina, cargo que ejerció durante seis años. De 1980 a 1986, presidió el Colegio Máximo de San Miguel, un centro universitario jesuita.
Es inevitable que una personalidad excepcional choque en un momento u otro de su vida con la incomprensión de sus contemporáneos, y Bergoglio no fue excepción. En 1991 fue enviado a Córdoba, como confesor en la residencia de la Compañía de Jesús, un cargo que no estaba a la altura de su talento y experiencia. Una “penitencia” quizás motivada por las pujas internas de su orden. Una suerte de exilio interior.
De aquella primera travesía del desierto, lo rescató el entonces Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Quarracino que, cuando lo conoció, comprendió que había detectado un talento. Austen Ivereigh, biógrafo de Bergoglio, contó que Quarracino pronunció entonces una frase premonitoria: “La Iglesia argentina espera grandes cosas del padre Bergoglio”.
Así fue como, a comienzos de 1992, el futuro Papa salió de la órbita de la Compañía de Jesús, fue ordenado Obispo por Juan Pablo II, y nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires. En la práctica, mano derecha del arzobispo Quarracino a quien sucedería en el cargo luego de su fallecimiento, el 28 de febrero de 1998.
No sería la última vez que algún superior, detectando su talento, lo promovía y lo colocaba en un lugar expectante para futuros cargos. La segunda vez, lo haría el mismísimo Ratzinger, como se verá.
En el momento de su designación como obispo, Bergoglio, entonces de 55 años, era un desconocido para la mayoría de los argentinos e incluso un outsider en la institución. La suya no había sido la típica carrera eclesial.
En la arquidiócesis de Buenos Aires, dejó su marca en la organización de la Pastoral Villera, en la permanente atención a los más olvidados y en sus homilías, verdaderas piezas teológicas, que ya son parte de su legado.
Bergoglio se hizo notar por sus colegas del mundo entero en dos ocasiones gracias a su capacidad de trabajo, su aptitud para el diálogo, su poder de síntesis, su buena pluma y sus ideas sobre lo que debía ser la renovación de la Iglesia.
La primera vez fue cuando, unos meses después de haber sido creado cardenal por Juan Pablo II en febrero de 2001, es designado expositor del sínodo de los obispos, en reemplazo del arzobispo de Nueva York, cardenal Edward Egan, cuando éste tuvo que regresar de urgencia a su país por los atentados del 11/9.
La segunda vez fue en 2007, en Aparecida, Brasil, donde fue encargado de la redacción del documento final -lo que luego llamaría el programa o mandato de su pontificado- en la Va Conferencia de Obispos Latinoamericanos, a la que asistió el papa Benedicto XVI.
Nadie es profeta en su tierra, dijo Jesús cuando al predicar en Nazaret le dieron la espalda, y Jorge Bergoglio no fue la excepción. Recordemos la frialdad apenas disimulada del primer mensaje de felicitación de la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner que al saludar la elección del nuevo Papa lo llamó “latinomaericano” y no pudo decir “argentino”.
Durante la crisis política, social y económica que sacudió Argentina en 2001, la Iglesia Católica, con Jorge Bergoglio a la cabeza, actuó como mediadora, cuando se creó la Mesa del Diálogo Argentino, de cuyos encuentros participaron dirigentes políticos, sindicales, empresariales y de organizaciones de la sociedad civil.
Esto no impidió que la Iglesia en general y Jorge Bergoglio en particular se convirtiesen en blanco de la animosidad de Néstor Kirchner y luego de su esposa y sucesora, Cristina Fernández, celosos de todo poder que pudiera hacerles sombra e intolerantes a la más mínima crítica, y sobre todo proclives a contentar a un progresismo agnóstico que pronto se convirtió en uno de sus principales soportes electorales.
El gobierno se sentía permanentemente aludido por las críticas del Cardenal al “exhibicionismo y los anuncios estridentes de los líderes políticos”, o al “escandaloso aumento de la pobreza” o su “bienaventurados los que se oponen al odio y a la confrontación permanente…”
Bergoglio también tenía adversarios internos que, cuando cumplió los 75 años y presentó su renuncia al Benedicto XVI, intentaron que ésta le fuese aceptada de inmediato. Ignoraban que Benedicto XVI ya conocía bien al Cardenal primado de la Argentina y lo valoraba.
En 2005, cuando murió Juan Pablo II, los detractores de Bergoglio y de la Iglesia Católica reflotaron un viejo infundio en su contra por una supuesta complicidad con la dictadura. Y en el paroxismo de los ataques en su contra, el Cardenal fue indagado por la justicia -su interrogatorio fue conducido por Luis Zamora y Myriam Bregman– por la desaparición de dos sacerdotes de la Compañía de Jesús en mayo de 1976.
En el colmo del cinismo, ex integrantes de organizaciones armadas, que tuvieron como política dejar a sus militantes a la intemperie frente al aparato represivo, acusaron de haberlos desprotegido a quien en realidad les salvó la vida.
El entonces futuro Papa no compartía la opción por la lucha armada que tentó incluso a algunos sacerdotes en los años 60 y 70 y eso resultó imperdonable para quienes habían optado por la violencia. Tampoco adscribió a la corriente de la Teología de la Liberación.
No obstante, en marzo de 2014, hizo una reflexión con cierto tono autocrítico: “Nosotros en América Latina hemos tenido experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía, y que en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó, y al menos el caso de Argentina, podemos decir ¡cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía terminaron en la guerrilla de los años 70!”
Años más tarde, varios autores hicieron justicia con el rol desempeñado por Bergoglio en esos años y la ayuda que brindó a muchos frente a la represión ilegal.
En 2010, el gobierno envió al Congreso el proyecto de legalización del matrimonio homosexual, al que Bergoglio obviamente se opuso.
El 12 de febrero de 2013, al día siguiente de conocerse la renuncia de Benedicto XVI, un referente del lobby LGBT en la Argentina se jactó de haber enterrado la candidatura de Jorge Bergoglio al papado el día que se casó… Es no entender cómo funciona esa institución doblemente milenaria, acostumbrada a ser víctima de operaciones de desprestigio y a discernir la verdad.
Pero es cierto que en aquel comienzo del año 2013, nadie veía papable a Jorge Bergoglio. Él mismo había reservado una habitación en el hogar de los jesuitas para su retiro. Aunque también pudo tratarse de una manera hábil de hacer que sus enemigos bajaran la guardia.
El 25 de Mayo de 2012, tampoco Mauricio Macri, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, asistió al que sería el último Te Deum de Bergoglio antes de su entronización en la Santa Sede, signo del aislamiento en el cual se encontraba el Cardenal, algo que no parecía desalentarlo. En aquella homilía, volvió a fustigar “el relativismo que, con la excusa del respeto a las diferencias, homogeneiza la transgresión y la demagogia; permite todo con tal de no asumir las contrariedades que trae el coraje de sostener los valores y los principios”.
En vísperas del cónclave, el nombre de Jorge Bergoglio no circula casi en los mentideros político-religiosos, con la sola excepción del corresponsal de la CNN, José Levy, que lo nombra en los instantes previos al anuncio. Un detalle pudo quizás advertir a los observadores: la última actividad oficial de Benedicto XVI había sido recibir en audiencia privada al arzobispo de Buenos Aires, recién llegado al Vaticano para participar del conclave.
La elección de Bergoglio fue una sorpresa universal. Para la elite argentina que le había dado la espalda. Pero también para el resto del mundo. Por primera vez un Papa venía de las periferias. Con Juan Pablo II se había quebrado la norma de los pontífices italianos. Pero el Cardenal argentino fue el primer Papa no europeo y el primer jesuita.
Cristina Kirchner -y casi toda la elite local- se benefició de la indulgencia de Bergoglio y fue recibida de inmediato por éste, que se cuidó de toda tentación revanchista. Una lección de magnanimidad que los políticos argentinos se resisten a aprender.
Como todo acontecimiento que irrumpe en el devenir humano incidiendo en el curso de la historia, la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa llevó a indagar en su pasado y a buscar los signos anticipatorios de algo que para muchos resultaba inexplicable.
La atención se centró en Aparecida, cuyo documento final llevaba la impronta del nuevo pontífice, y su aspiración a una Iglesia “en salida”, capaz de alcanzar con su mensaje y servicio a todas las periferias humanas, geográficas y existenciales. Allí se gestó el pontificado de Bergoglio -como posibilidad- y su programa; allí anidó en la mente de muchos cardenales, y quizás en la del propio Joseph Ratzinger, la idea de un papa latinoamericano.
Por lo tanto, su elección probablemente no fue tan sorpresiva en lo interno, en la cúpula de una institución acostumbrada a trabajar en la discreción y a largo plazo, y a renovarse en la continuidad.
El impacto del pontificado de Bergoglio no puede medirse cabalmente aún, porque lo que ha ido sembrando modificará el futuro. Así como su papado fue anhelado por muchos y preparado por ciertos acontecimientos, así también Francisco trabajó en estos años con miras al porvenir y el resultado de sus esfuerzos podrá empezar a ser medido cuando se conozca el nombre del nuevo Obispo de Roma.
El Colegio cardenalicio ha sido renovado con miras a una más amplia representación de la iglesia universal. A día de hoy, está formado por 252 cardenales: 138 son electores (pueden votar hasta los 80 años). Este cuerpo se ha universalizado: hay 94 países representados. La inmensa mayoría de los cardenales electores, un 80 por ciento, han sido nombrados por Francisco.
El continente donde más crece el catolicismo es el Asia, donde esa religión no es mayoritaria pero sí mucho más dinámica. Todo eso estuvo presente en los planes del Papa, en los cambios que ha impulsado y los viajes que ha realizado.
PASTOR, JEFE DE ESTADO Y LIDER MUNDIAL
Por la peculiar naturaleza de la Santa Sede, el Papa no es sólo cabeza de la Iglesia Católica, referente principal de la religión que ha moldeado la cultura occidental, sino también jefe de un Estado que ha sido un actor protagónico en la historia y sigue desempeñando un rol trascendental en la escena mundial.
Todo lo que dice y hace el Papa impacta desde esa doble faceta, pastoral y política, que configura un liderazgo reconocido más allá de los límites de su feligresía.
Cada Papa encarna la aspiración de la Iglesia en una etapa dada y a la vez deja su impronta personal en el gobierno de la Santa Sede y en la escena internacional.
Jorge Bergoglio, el pontífice que nadie esperaba, cautivó rápidamente a un mundo que hasta entonces ignoraba todo sobre él. Lo hizo con una sucesión de gestos impactantes y con un estilo de comunicación nuevo: un mensaje profundo expresado en lenguaje sencillo y directo. Sus homilías diarias, las audiencias generales de los miércoles en una plaza de San Pedro colmada, una liturgia despojada y un pastor que se dejaba abordar por la gente generaron una sensación de constante cercanía. La distancia de cualquier punto del mundo a Roma quedó salvada por una comunicación diaria en un lenguaje familiar que creaba intimidad y convertía al Vaticano en una capilla universal.
El mundo entero asistía a la llegada de un Papa que venía a renovar la Iglesia y a devolverle protagonismo en la escena internacional.
Cada gesto contenía un mensaje político. La humildad con la cual se presentó al mundo, como obispo de Roma, era un consejo que más de un político haría bien en escuchar: “No hay que creérsela”. Somos todos instrumentos de algo superior, que nos excede, y cuyos designios no siempre podemos comprender cabalmente, parecía decir.
La austeridad fue un programa. Eligió vivir “normalmente”, en una residencia donde alternó con obispos, personal vaticano y visitantes en tránsito. Aunque no lo explicitara, ese fue también el mejor mecanismo para eludir un eventual cerco del aparato de la Curia vaticana.
De Lampedusa en 2013 al corazón del África en uno de sus últimos viajes pastorales en enero de 2023, el mundo pudo ver a Francisco hablar en nombre de los refugiados, de los expulsados de sus países por crisis y guerras originadas en decisiones tomadas en las mesas chicas del poder mundial, de los desocupados despojados de la dignidad que da el trabajo, en vigilias de paz, fundido en abrazos interreligiosos, interpelando al G20, al Parlamento europeo o a la ONU, oficiando la misa más multitudinaria de la historia -en Filipinas ante millones de fieles- o tendiendo puentes, como entre Cuba y los Estados Unidos, o a través del mensaje a China, en busca de un acercamiento espiritual y cultural.
Yendo hacia las periferias, en el discurso y en la acción, en sus primeros años de pontificado, Bergoglio ocupó el centro geopolítico. A pocos meses de iniciado su papado, el diario Le Monde lo describía como un “verdadero animal político” que se está “imponiendo en la escena mediática mundial”.
Para el filósofo francés Edgar Morin, el papa llamaba a un cambio civilizatorio, a modificar todo aquello que lleva a la exclusión y al “descarte” de personas. Francisco, dijo, representa lo más elevado como conciencia de nuestro común destino humano.
El estilo cálido y sencillo estaba al servicio de la transmisión de verdades sólidas y de la reafirmación de nociones que muchos desearían ver relativizadas.
La intensa actividad desplegada en tantas direcciones a la que se consagró desde el primer día descansaba sobre su convicción de que “la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”.
EL MENSAJE PASTORAL
Ciertos gestos iniciales del Papa, de apertura, llevaron a algunos a esperar, como ironizó Luke Coppen, editor del semanario británico Catholic Herald, “que el Papa dejase de ser católico”.
Lo que Francisco criticó fue a “una Iglesia obsesionada sólo con el aborto y el matrimonio gay”. Apuntó contra la reducción del mensaje a ciertos aspectos de la moral: “No se le presta atención al anuncio del Evangelio y se pasa a la catequesis, preferentemente al área moral -dijo-. Y dentro de la moral se prefiere hablar de la moral sexual. Que si esto se puede, que si aquello no se puede, que si se es culpable”.
El Papa quiso dar vuelta esa lógica para poner en primer plano los pecados del espíritu: el egoísmo, la codicia, la indiferencia ante el dolor ajeno; señalar a “los mercaderes del templo”, los que no entienden que la riqueza “es un bien sólo si ayuda a otros”. “Dios no se cansa de perdonar”, repetía, pero también aclaraba: “ojo, que Pedro era pecador, no corrupto: ¡pecadores sí, corruptos no!”
En 2010, el todavía cardenal Bergoglio decía: “La opción básica de la iglesia en la actualidad no es disminuir o quitar prescripciones o hacer más fácil esto o lo otro, sino salir a la calle a buscar a la gente, conocer a las personas por su nombre. Salir a anunciar el Evangelio”.
Algunos confundieron esta actitud con una suerte de secularización, pero el Papa, a dos meses de haber asumido, pidió a los cristianos no tener vergüenza de vivir con “el escándalo de la Cruz”. Jesús no escandalizó por sus obras, sus palabras o sus milagros, sino porque afirmó ser Hijo de Dios. “Esto es lo que no se tolera, el demonio no lo tolera”, agregó. “Cuántas veces escuchamos: ‘Sean un poco más normales, no sean tan rígidos, sean razonables’. ‘¡No nos vengan con que Dios se hizo hombre!’ Podemos hacer todas las obras sociales que queramos, y dirán: ‘¡Qué bien la Iglesia, qué buena tarea social hace!’ Pero si decimos que hacemos esto porque estas personas son la carne de Dios, viene el escándalo”.
La Iglesia no es una ONG, sostenía, desarmando los intentos de asimilar su mensaje a posiciones laicas, despojándolo de la radicalidad del mensaje evangélico. “Cada vez que Francisco muestra su lealtad a la enseñanza católica, denunciando el aborto, por ejemplo, hacen oídos sordos”, se quejaba Coppen. Y pronosticaba que “en algún momento los fans del nuevo papa” se iban a dar cuenta de que él no bendeciría la ordenación de mujeres o el casamiento gay, “y entonces se pondrán en su contra”.
De hecho, a lo largo de estos años, hubo selectividad en la amplificación que se daba a sus declaraciones. Si el Papa decía que abortar es como contratar un sicario para matar, oídos sordos. Lo mismo pasó con sus condenas a la ideología de género: “Es de las colonizaciones ideológicas más peligrosas, porque anula las diferencias”, dijo el 10 de marzo de 2023 a La Nación. En la misma entrevista se explayó: “Hay gente un poco ingenua que cree que es el camino del progreso y no distingue lo que es respeto a la diversidad sexual o a diversas opciones sexuales de lo que es ya una antropología del género, que es peligrosísima porque anula las diferencias, y eso anula la humanidad, lo rico de la humanidad, tanto de tipo personal, como cultural y social, las diferencias y las tensiones entre las diferencias”.
Muchos fingen no escuchar esto. En ciertos casos, las propias autoridades eclesiásticas de los países no se hacen eco del mensaje para amplificarlo y, sobre todo, para aplicarlo a su misión.
Pero también abundaron los dirigentes argentinos que no dudaron en robarle tiempo para una audiencia y una foto, sin hacer luego de la defensa de la vida su principal bandera. “Soy católico, pero…”, fue la patética excusa más escuchada, en boca de los mismos que luego le pedían que viniera al país.
REFORMAS
Con el peso de las críticas a la institución cayendo sobre las espaldas de su antecesor -lo que engrandece el gesto casi sacrificial de Joseph Ratzinger, que con su renuncia se llevó esa cruz al hombro- y utilizando el explosivo prestigio que ganó rápidamente en los primeros meses de su papado, Bergoglio avanzó en el reordenamiento interno de la curia, la transparencia administrativa y la apertura de las estructuras vaticanas para una mejor representación de la iglesia universal.
Lo primero fue la creación de un Consejo de Cardenales que lo asesoraría en el gobierno de la Iglesia, con el objeto de que “los episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia”, como explicó. Un objetivo central fue el saneamiento de las finanzas vaticanas -motivo de una larga sucesión de escándalos-; decisión que no tardó en activar los lobbies a los que se había referido en la primera conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro (septiembre de 2013), cuando ante la pregunta por la existencia de un lobby gay, respondió que todos los lobbies eran “un problema”, como “el lobby de los avaros, de los políticos o de los masones”.
En torno a la reforma económica estos grupos se activaron de inmediato. George Pell, el cardenal australiano al que Bergoglio ungió como una suerte de ministro de economía y que contrató una auditoría externa para las finanzas vaticanas a fin de garantizar una total transparencia, fue víctima de una falsa denuncia por abuso -que le llevó tres años (uno en prisión) desmontar-.
Esta tarea de reforma siguió de un modo más discreto o más alejado de la atención mediática, pero no menos disruptivo: lo prueban precisamente las operaciones que cada tanto trascienden. Una de las últimas fue el intento de atribuir críticas póstumas a Francisco por parte del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022, y con quien Bergoglio, contra todo pronóstico malintencionado, convivió de modo armónico durante casi todo su papado.
Transcurrida cierta primavera “franciscana”, volvió al ruedo el doloroso tema de los abusos, con investigaciones todavía en curso, y heridas sin cerrar. Aunque ha sido poco reconocido, fue Benedicto XVI quien reformó el derecho canónico para facilitar la expulsión de sacerdotes culpables de estos crímenes.
Esta línea fue seguida por Bergoglio, que aprobó protocolos aún más estrictos en el enfoque de estos casos. “La Iglesia -dijo- no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en los clubs, en otro tipo de instituciones. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias”.
MENSAJE AL MUNDO
También en el plano político la potencia del mensaje papal, a la vez que generó entusiasmo y esperanza en miles de fieles e incluso de no creyentes, empezó a suscitar resistencias.
Bergoglio es el primer papa en llamarse Francisco -inspirado por la frase “No te olvides de los pobres”, que le dijo al oído su amigo el cardenal brasileño Claudio Hummes, aquel 13 de marzo de 2013-; un nombre que es en sí mismo un programa: la denuncia de la “idolatría del dinero” y de la “globalización de la indiferencia” que caracterizan a una “cultura del descarte” que desecha a los más débiles de la sociedad. A las “víctimas del sistema socioeconómico mundial”, como dijo en su viaje temprano a Lampedusa, en el primer año de su pontificado.
Este mensaje no fue aceptado sin reticencias ni encontró siempre escucha y repetidores en un mundo en el que tantos sectores de interés se nutren del conflicto.
La posguerra fría defraudó las esperanzas de un mundo más plural, de una mayor democratización de la toma de decisiones a nivel mundial, y derivó en cambio en una intensificación de las tensiones. La competencia entre las principales potencias derivó en lo que el Papa llama la “tercera guerra mundial a pedazos”, la que se libran los poderes mundiales en terceros escenarios ante la indiferencia de muchos.
En enero de 2022, en el habitual discurso de principios de año a los embajadores ante la Santa Sede, Francisco señalaba la “crisis de confianza” que atraviesa “la diplomacia multilateral”. “A menudo se toman importantes resoluciones, declaraciones y decisiones sin una verdadera negociación en la que todos los países tengan voz y voto”, explicó. De ese desequilibrio, deriva “una falta de aprecio hacia los organismos internacionales por parte de muchos Estados”, lo cual “debilita el sistema multilateral” y reduce “cada vez más su capacidad para afrontar los desafíos globales”.
En su encíclica Fratelli Tutti, señaló la necesidad de gestar “organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos”. Pidió “una reforma, tanto de la ONU como de la arquitectura económica y financiera mundial”, porque “una comunidad internacional debe basarse en la soberanía de todos y no en vínculos de subordinación”.
El Papa, que ha sustituido a los políticos en el discurso, no puede sustituirlos en la acción. Cuando Juan Pablo II hizo su llamado a los pueblos sometidos al sistema comunista a no tener miedo, hubo líderes que recogieron ese desafío. Años más tarde, el papa polaco no pudo frenar la segunda guerra de Irak, pese a sus denodados esfuerzos en ese sentido, precisamente por la deserción de otros liderazgos.
En los primeros tiempos de su pontificado, Bergoglio pareció también encontrar un eco desde el mundo de la política: la vigilia por la paz en Siria, la oración de palestinos y judíos en el Vaticano, los puentes entre Estados Unidos y Cuba…
Ese impulso se vio frenado en años posteriores, al menos respecto de los grandes conflictos mundiales, y el mensaje de Francisco enfrentó muchas veces la indiferencia, cuando no directamente el sabotaje.
Algunos pretenden incluso imponerle una agenda, los temas sobre los que debe intervenir y aquellos en los que debe abstenerse. Se lo critica por hacer poco. No sin hipocresía los indiferentes ante la “Tercera Guerra Mundial a pedazos” que el Papa denuncia le exigen definiciones sobre los conflictos en los que están en juego sus propios y frecuentemente espurios intereses.
Muchos agnósticos de izquierda y derecha, responsables por acción u omisión, por incapacidad, por agresión directa o por un crescendo de provocaciones, de desatar estos conflictos, increpan al Papa por su supuesta inacción.
Reclaman sólo respecto de las situaciones que tienen atención mediática o de las que creen poder sacar algún provecho; pero el Papa ha intervenido e interviene en muchos otros conflictos y crisis que generan violencia contra la población civil, represión sangrienta, desplazamiento de personas, refugiados, etc; dramas de los que muchos críticos de Francisco no se notifican. A comienzos de 2023, su viaje al corazón sufrido del África, a regiones del Congo y de Sudán carcomidas por conflictos civiles sangrientos fogoneados por terceros países, se desarrolló en la más completa indiferencia.
Sus últimos viajes, mantuvieron esta tendencia a ir a los sitios más olvidados. Incluso dentro de Europa, eligió ir a la Francia periférica: Córcega, visitada por un Papa por primera vez, la isla mediterránea es un reservorio de catolicismo en un continente descreído, y el gesto pontificio se produjo al tiempo que la elite se daba cita en Notre Dame. Francisco ofició una misa en Ajaccio con el monumento a Napoleón de fondo. Un mensaje subliminal del que la clase política argentina no se notificó…
Antes, en abril de 2023, había visitado Hungría, la oveja negra de la Unión Europea, país que no se pliega al progresismo ambiente. En septiembre del 24, hizo una gira por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, y un año antes había sido el turno de Mongolia.
NI LIBERALISMO NI POPULISMO
En el mismo discurso a los diplomáticos de enero de 2022, el Papa señaló otra causa de la irrelevancia de los organismos internacionales: “Con frecuencia, el centro de interés se ha trasladado a temáticas que por su naturaleza provocan divisiones y no están estrechamente relacionadas con el fin de la organización, dando como resultado agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos”. Se trata de “una forma de colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas”.
He aquí al Papa de nuevo poniendo el foco en un tema sobre el cual pocos lideres del mundo se han pronunciado, por oportunismo o seguidismo demagógico frente a la moda identitaria.
En septiembre de 2015, cuando se presentaban los objetivos de la Agenda 2030, Francisco habló ante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York y pidió evitar “toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias”. A buen entendedor pocas palabras.
El Papa juega al juego. La diplomacia vaticana funciona de ese modo. Corresponde a los líderes locales, amparándose en esas declaraciones de Francisco, la formulación de políticas.
Sin embargo, con frecuencia sus mensajes fueron filtrados por categorías de un orden diferente a aquel en el cual actúa Bergoglio. En Fratelli tutti, Francisco lamentaba que ya no fuese posible opinar “sobre cualquier tema sin que intenten clasificarlo en uno de esos dos polos (populismo o liberalismo)”.
Lo cierto es que sus críticas al populismo (en Fratelli Tutti) fueron más lapidarias y certeras que las que pueden hacer los políticos. Francisco tomaba distancia de ambos extremos, señalando que “el desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos”.
Y diferenciando el populismo de la buena política, señalaba: “Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad”, como “base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento”. “Pero -advertía- deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder”. Y ello “se agrava cuando se convierte (…) en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad”.
Para superar la inequidad, es necesario el desarrollo económico, decía; “los planes asistenciales” sólo “deberían pensarse como respuestas pasajeras”, porque “el gran tema es el trabajo”.
También fustigaba “la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental”, que causa estragos. Evocaba otra defección de la política, al lamentar que la crisis financiera de 2007-2008 no hubiese sido la ocasión “para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia”.
El poder al servicio del bien. Es algo elemental pero que la política olvida con demasiada frecuencia. Vemos a diario, aquí y en todo el mundo, a dirigentes incapaces de armonizar sus aspiraciones personales con los intereses colectivos. Por falta de amor al prójimo, individualismo o comodidad.
El mensaje papal molesta. La reacción -canallesca- de algunos fue culpar al Papa por la pobreza… Es decir, por lo que ellos no hacen, por su incapacidad y falta de vocación de servicio.
Francisco deja una Iglesia reafirmada en la esencia del mensaje evangélico, mejor representada en su cúpula, con un reequilibrio que refleja de modo más fiel la realidad del catolicismo en el mundo. No sabemos si el próximo Papa vendrá, como él, de la periferia, pero sí que el deseo del actual pontífice es que la periferia esté en el centro de la misión.
En todos los temas, para todas las realidades y situaciones, ha dejado un mensaje, porque a la Iglesia “nada de lo humano le es ajeno”. A lo largo de su pontificado ha publicado 3 encíclicas: Lumen fidei (29 junio 2013), Laudato si’ (24/5/ 2015) y Fratelli tutti (3/10/20); cinco exhortaciones apostólicas: Evangelii gaudium (24/11/2013), Amoris laetitia (19/3/2016), Gaudete et exultate (19/3/2018), Christus vivit (25 de marzo de 2019) y Querida Amazonia (2 de febrero de 2020).
Y, a comienzos de este año, su libro “Esperanza”, que constituye una suerte de autobiografía o memorias, resultado de seis años de conversaciones con el periodista italiano Carlo Musso.
Sería esperanzador que los dirigentes políticos recogieran el desafío y emprendieran, en el plano secular, los caminos que traza el papa desde lo espiritual. Se trata de combatir la economía de la exclusión, la idolatría del dinero, poner a la persona humana en el centro de todo proyecto, cuidar “la vida como viene”…
Un programa que es universal, pero que debería interpelar a los argentinos de modo muy especial.
Los últimos consejos dados por el Papa acerca de cómo debatir en una sociedad polarizada tienen especial resonancia en nuestra realidad: no discutir con el que busca polarizar, no dejarse confundir por falsas contradicciones y decir sí a la misericordia como paradigma último, pero decirlo más con obras que con palabras.
Nos deja también a su hijo dilecto, el padre José María Di Paola, a quien ha dedicado muchos mensajes, como cuando al cumplirse 8 años de su papado, el cura villero convocó a enviarle mensajes y le llegaron más de cien mil: “Es un sacerdote capaz de movilizar gente, capaz de mover corazones simplemente porque es auténtico, lo llaman ‘el Padre Pepe’, todos lo conocen”, dijo Francisco.
Nos queda la pena de no haber podido recibirlo en la Patria. De haber venido en los primeros tiempos de su pontificado, hubiera sido apoteósico. Aventuro que se privó deliberadamente de ese abrazo admirado y de las muchas flores que entonces lo hubieran cubierto: no quiso creérsela, como decía en ese hablar porteño que jamás lo abandonó. En su austeridad y humildad proverbiales quizás lo sintió como un gesto de vanidad.
En los años siguientes, no pudo evitar la manipulación de su figura y de cada uno de sus gestos, las interpretaciones capciosas, los acercamientos interesados, y prefirió mantener distancia geográfica.
Queda a los argentinos la misión de “traer” espiritualmente al Papa a la Argentina, honrando su legado.
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POLITICA
Con elogios al Mortal Kombat I y críticas al Mario Bros, Adorni volvió a pasar de nivel en un desafío sobre videojuegos

El vocero presidencial, Manuel Adorni, volvió a poner a prueba sus conocimientos como gamer y superó el desafío sin perder ninguna vida en el camino. Reconoció por su nombre a los 21 juegos arcade de los años 80 y 90 que le mostraron para ver si acertaba. En ese marco, también aprovechó para destacar a algunos de sus favoritos: Mortal Kombat I y Street Fighter II. Por el contrario, defenestró al Mario Bros.
«The King of Fighters, Contra, Street Fighter II, Popeye«, comenzó a enumerar, mientras observaba una pantalla en la que desfilaban los juegos con los que, entre botones, palancas y joysticks, pasaba tiempo durante su infancia y los albores de su adolescencia. Fue en medio de un clima distendido, unos días después de ganar las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires encabezando la lista de La Libertad Avanza y horas después de participar de la conferencia de prensa donde el Gobierno anunció el blanqueo virtual.
«El Street Fighter II fue una reivindicación de la bestialidad que se mandaron con el Street Fighter I, que fue un juego berretísimo«, opinó el funcionario este jueves por la tarde durante un streaming en Neura.
«Me pongo de pie«, fue otra de las frases que dejó el vocero cuando vio las imágenes de los pistoleros de Sunset Riders, creado por Konami en 1991 y ambientado en el Lejano Oeste. Luego definió como espectacular al Snow Bros, cuyo protagonista debía vencer a los enemigos lanzándoles nieve.
Acto seguido reconoció, entre otros, al juego de aviación 1943: The Battle of Midway y al Cadillacs and Dinosaurs, editado por Capcom en 1992. «Gran juego, pero no era de mis preferidos», afirmó sobre este último.
Del Mortal Kombat I recordó cómo era la fórmula para que Scorpion, uno de los personajes más icónicos, lanzara una cuerda para dañar a sus contrincantes. “Yo sé que para muchos el mejor de todos es el Mortal Kombat II, pero para mí el I es insuperable porque fue un cambio radical en los juegos”, indicó Adorni.
En contraposición, luego expresó su repudio por Mario Bros cuando lo vio en la pantalla. «Lo odié toda mi vida porque todo el mundo jugaba al Super Mario Bros,» reconoció. En la misma línea, recordó: «Cuando no tenía plata y usaba la consola Commodore 64, en la que no estaba el Super Mario Bros, tenía que jugar a esta berretada.»
Por último, Adorni también elogió el mítico Arkanoid, en el que se mueve una barra para hacer rebotar una bola y destruir los bloques en la parte superior. Además, destacó Final Fight, juego de lucha callejera que definió como un «juegazo«.
Al igual que en una jornada reciente —en la que participó del mismo juego, también en ese programa, y salió victorioso— Adorni volvió a pasar de nivel.
POLITICA
El Gobierno apuesta a los gobernadores para aprobar este año la ley de “blindaje a los ahorristas”

El Gobierno presentó este jueves el paquete de medidas que flexibilizan los controles del uso de los dólares “bajo el colchón”, denominado por los libertarios como Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos. Esta se instrumentará en dos etapas, una mediante desregulaciones y adecuaciones que se harán efectivas con un decreto presidencial y una segunda instancia que constará de un proyecto de ley que buscará blindar estos cambios normativos para evitar que puedan ser modificados fácilmente por futuras administraciones nacionales.
De esta manera, el Poder Ejecutivo podrá hacer el grueso de las transformaciones según su parecer, porque están a tiro de decreto, resoluciones o disposiciones de cada una de las áreas intervinientes, sean la Agencia de Recaudación y Control Tributario (ARCA) o el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Todo esto ya fue comunicado y tendrá aplicación a partir del 1 de junio de este año.
En tanto, aún restan detalles por conocer de la segunda fase. El proyecto de ley que quiere presentar la Casa Rosada tiene modificaciones de la Ley Penal Tributaria y la Ley de Procedimiento Tributario, dos cuestiones que solo pueden ser retocadas por la vía del Congreso.
“Expresamente, va a ser una reducción de los plazos de prescripción y va a blindar los derechos de los argentinos que se adhieran a este régimen de declaración jurada simplificada de Ganancias”, explicó en conferencia de prensa esta mañana el titular del ARCA, Juan Pazo; quien estuvo acompañado en la explicación de la medida con el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del BCRA, Santiago Bausilli.
“Aún no está lista, pero lo estará pronto”, ratificaron otras fuentes de la Presidencia de la Nación. En rigor, la medida comunicada esta mañana no la conocían en profundidad ni siquiera altos mandos del Poder Ejecutivo. Tampoco en detalle quienes la deberán negociar en la Cámara de Diputados, ni siquiera los bloques aliados al oficialismo.
El proyecto no requiere un tratamiento acelerado. Es decir, a los ojos del Gobierno sería deseable que se apruebe lo antes posible, pero son conscientes que con el acercamiento de las elecciones nacionales la actividad legislativa irá mermando cada vez más.
Es algo que reconoció días atrás el propio presidente de Diputados, Martín Menem, en el Amcham Summit, al referirse que el Gobierno no podrá imponer por este año legislativo algunas de las reformas más importantes que tiene en mente; por caso, la laboral, la previsional y la impositiva.
A pesar de esa apreciación, desde ese mismo sector alegan que para este proyecto las probabilidades son diferentes. “Estamos bien con los números en este tipo de cosas”, alegan. Por su parte, una altísima fuente de Casa Rosada reconocía que ve “muy probable” que tenga probabilidades de éxito y que, en caso contrario, se volverá a intentar después del recambio legislativo.
La relación entre La Libertad Avanza con el PRO y la UCR volvió a acercarse luego de las elecciones porteñas, donde los libertarios fueron reconocidos -en aquella elección nacionalizada por el mismo Gobierno- como el espacio conductor del espectro que va del centro a la derecha. Tal y como informó Infobae, los líderes de bancada de ambos espacios, Cristian Ritondo y Rodrigo de Loredo, se comprometieron a darle apoyo a la Casa Rosada en las propuestas que pretendan impulsar en el recinto.
Al día de hoy es un misterio cuánto esfuerzo le darán y cuál es el margen para que lo puedan llegar a aprobar en ambas cámaras. Desde los bloques aliados reconocen que la medida es mucho más “pasable” de la que se estipulaba en la previa, pero que esperaban que el Ejecutivo les presentaran los borradores de la iniciativa porque no estaban enterados de que los libertarios estaban elaborando un proyecto de ley. “No sabemos qué tiene adentro”, afirma un importante alfil de la cámara baja.
Con el apoyo de los amarillos y los radicales no alcanza para conseguir mayoría en ninguna de las dos cámaras. Y es que el foco para la aprobación está en lo que puedan llegar a acordar los libertarios con los gobernadores, que ayer fueron clave para que la oposición intransigente con el Gobierno no consiga quórum para tratar leyes previsionales (que ponían en riesgo el objetivo de superávit fiscal que tanto pondera Economía) y el nombramiento de los directivos de la Comisión Investigadora $Libra.
El Gobierno hace alianzas con los opositores dialoguistas y gobernadores para tres tipos de decisiones: para movilizar iniciativas, para rechazarlas o para que no se consiga el quórum para el inicio de la sesión. Algunos suelen acordar en casi todos los casos, mientras que otros solo se disponen a colaborar según la circunstancia.
Por ejemplo, quienes colaboraron a no dar quórum el miércoles fueron diputados cercanos a los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Martín Llaryora (Córdoba). El número ha demostrado ser más extenso en otras iniciativas consideradas clave para el oficialismo, como la Ley Bases o el sostenimiento de diferentes vetos presidenciales.
“Muchos gobernadores tienen bien visto acompañar o ayudar al gobierno para darle gobernabilidad, y mucho más con una medida económica que les puede dinamizar las economías regionales”, afirman desde Diputados, desde donde agregan que mientras no sea una iniciativa que les toque la coparticipación “difícilmente tengan presión social”. Incluso, perciben que será más caro para la oposición plantear una negativa a este tema.
En una de sus aclaraciones de esta mañana, Pazo afirmó que las provincias “van a tener incentivos para que salga” debido a los eventuales beneficios que podría traer el regimiento de la nueva normativa tributaria. Cerca de varios gobernadores se limitan a responder que ninguno de ellos sabía nada: “Están más preocupados por la caída de la recaudación, porque están viendo un panorama bastante jodido con la baja de la Coparticipación”.
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POLITICA
Consejos para ahorrar tu dinero y errores que no debes cometer

La inflación constante, los cambios en la economía y la tentación del consumo diario hacen que muchas veces nuestro bolsillo se resienta antes de llegar a fin de mes. Sin embargo, con un poco de planificación, buenos hábitos y evitando errores comunes, es posible tener un mayor control de nuestras finanzas personales y hasta darnos algún gusto sin culpa.
En esta nota te damos claves prácticas para que empieces a manejar mejor tu plata y te mostramos cómo aprovechar los momentos de descuentos —como el Hot Sale— para que tus compras sean más inteligentes.
1. Hacé un seguimiento de tus gastos (aunque dé fiaca)
Parece obvio, pero muchos de los problemas económicos personales vienen de no saber exactamente en qué se va el dinero. ¿Tenés idea cuánto gastás en delivery al mes? ¿O en pequeños consumos diarios que parecen inofensivos, como un cafecito, un snack o un viaje en taxi que se podría evitar?
Usá una planilla, una app o incluso una libreta para anotar todo lo que gastás durante una semana. Te vas a sorprender. Una vez que tengas ese registro, separá los gastos en categorías: fijos (alquiler, servicios), variables (comida, transporte) y hormiga (esos consumos pequeños pero frecuentes que hacen agujeros en tu economía sin que te des cuenta).
2. Cuidado con las cuotas sin interés (no siempre convienen)
En Argentina, estamos acostumbrados a comprar en cuotas sin interés, y si bien muchas veces es una herramienta útil, también puede jugar en contra. El error está en usarla para justificar una compra que, en realidad, no necesitamos o no podemos afrontar.
¿Realmente necesitás ese nuevo electrodoméstico ahora, o lo estás comprando porque las 12 cuotas “no se sienten”? Acumulás cuotas de varios productos, y de repente tu resumen de tarjeta se vuelve inmanejable. Pensá en las cuotas como un compromiso a futuro: si sabés que vas a poder pagarlas, adelante; si no, mejor esperá.
3. Aprovechá los momentos de descuentos reales
Uno de los mejores consejos para ahorrar sin resignar tus compras es esperar las grandes campañas de ofertas, que se realizan todos los años en Argentina. Durante estos eventos, podés encontrar productos con descuentos importantes, especialmente si estás atento y comparás precios con antelación.
Por ejemplo, si estás pensando en cambiar tu celular, renovar la notebook o comprar un electrodoméstico, puede ser buena idea hacer un seguimiento del precio unos meses antes y ver cuánto baja durante el evento. No todas las ofertas son espectaculares, pero con un poco de análisis podés detectar oportunidades genuinas.
4. Usá alertas y listas de deseos
Una estrategia muy útil si querés hacer compras inteligentes es armar tu “lista de deseos” en plataformas de e-commerce. Así, durante eventos como el Hot Sale, podés ver rápidamente si bajaron de precio y decidir con base a eso.
También podés configurar alertas o seguir publicaciones específicas para enterarte si ese producto que venís mirando cambia de valor. Mercado Libre, por ejemplo, permite hacer este seguimiento y además muestra la evolución del precio de algunos productos, lo que te da transparencia y poder de decisión.
5. Compará precios entre tiendas
Muchas veces asumimos que un producto cuesta lo mismo en todos lados, pero no es así. Un mismo celular o electrodoméstico puede tener diferencias de hasta un 30% entre tiendas. Usá comparadores de precios y no te quedes con la primera oferta.
Además, durante campañas como el Hot Sale, distintas marcas participan con sus tiendas oficiales dentro de plataformas, lo que te garantiza respaldo y garantía, además de poder encontrar mejores condiciones de financiación o envío.
6. No subestimes el poder del “segundero”
Otro error habitual al gastar es actuar por impulso. Viste algo que te gustó y lo comprás en el momento. Para evitarlo, usá una técnica simple: esperá 24 horas. Agregalo al carrito, pensalo bien, y si al día siguiente seguís convencido de que lo necesitás (y podés pagarlo), compralo.
Este pequeño truco ayuda a evitar compras emocionales que terminan afectando tu economía y ocupando espacio en tu casa. Durante el Hot Sale, donde el bombardeo de ofertas puede ser abrumador, este consejo es más valioso que nunca.
7. Reutilizá, repará y vendé
Antes de salir a comprar algo nuevo, pensá si podés reparar lo que ya tenés, o si realmente necesitás ese producto. Muchas veces acumulamos cosas que no usamos y que podríamos vender en buen estado, recuperando parte de la inversión.
Vendé lo que no usás en plataformas como Mercado Libre y destiná esa plata a un objetivo concreto: ahorrar, pagar una deuda o invertir en algo que sí necesitás. Además, estás promoviendo el consumo responsable y reduciendo el desperdicio.
8. Ojo con las suscripciones “fantasma”
Otro gasto silencioso que muchas veces pasa desapercibido son las suscripciones mensuales que ya no usamos o que contratamos en su momento “para probar”. Plataformas de streaming, membresías, apps de productividad… si no las usás con frecuencia, cancelalas.
Hacé un repaso mensual de tus débitos automáticos o tus gastos con tarjeta para detectar estos pagos recurrentes. Es una forma simple de “recortar” sin que te duela.
9. Invertí en lo que te da valor (aunque sea más caro)
Ahorrar no siempre es gastar menos. A veces, gastar bien implica pagar un poco más por algo que te va a durar más tiempo, te va a dar mejor rendimiento o evitar problemas futuros. Comprar barato lo que vas a tener que reemplazar cada seis meses no es un ahorro, es una pérdida a largo plazo.
Esto también aplica a la tecnología o productos de uso intensivo. En fechas como el Hot Sale, muchas veces aparecen oportunidades para invertir en calidad a un precio más accesible. Esa es la clase de gasto inteligente que ayuda a que tu economía sea más eficiente.
10. Poné metas concretas para ahorrar
El ahorro sin un objetivo puede volverse frustrante o perder sentido. Una buena estrategia es definir metas claras: “quiero juntar para unas vacaciones”, “quiero cambiar la heladera”, “necesito un fondo de emergencia”.
Visualizar esa meta te ayuda a sostener el esfuerzo y tomar mejores decisiones cuando la tentación aparece. Si durante el año fuiste organizando tu ahorro con disciplina, el Hot Sale puede ser ese momento perfecto para concretar tu objetivo con menor gasto.
11. Armá un presupuesto flexible pero realista
No se trata de vivir con el cinturón apretado todo el año, sino de entender tus límites y administrar mejor tus recursos. Armá un presupuesto mensual con tus ingresos y egresos, y ajustalo en función de tus prioridades.
Si sabés que en determinada época del año hay oportunidades para comprar mejor (como el Hot Sale o el CyberMonday), reservá parte de tu presupuesto para eso. No tiene sentido pagar de más en abril si sabés que en mayo hay rebajas importantes.
En resumen…
Ahorrar no es solo una cuestión de cuánto ganás, sino de cómo usás lo que tenés. La clave está en planificar, ser consciente de los hábitos de consumo y estar atento a las oportunidades que aparecen a lo largo del año.
El Hot Sale es una de esas fechas donde, si te organizás y sabés lo que buscás, podés hacer rendir mucho más tu dinero. Pero recordá: el verdadero ahorro no está en evitar gastar, sino en gastar mejor.
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