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POLITICA

Novak Djokovic no jugará el Miami Open: los motivos del serbio

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Novak Djokovic anunció que no jugará el Miami Open 2024: el forzado motivo explicado por él mismo en sus redes sociales.

El serbio lo adelantó en X a una semana del arranque del certamen: “Lamentablemente no jugaré el MiamiOpen este año”. Y les habló especialmente a sus fans en Florida: “Lamento no poder conocer a algunos de los mejores y más apasionados fanáticos del mundo. ¡Estoy buscando competir en MI en el futuro!”

La decisión de Nole, de 36 años, tiene que ver con resguardar su físico acortando la temporada: “En esta etapa de mi carrera, estoy equilibrando mi agenda privada y profesional”.

Djokovic viene de tener una de las peores derrotas de su carrera, nada más ni nada menos que en Indian Wells: perdió en tercera ronda ante el italiano Luca Nardi, número 123 del mundo.

Después del sorpresivo 6-4, 3-6 y 6-3, Nole fue autocrítico: “Se mereció ganar. Me quedé sorprendido con mi nivel. Mi nivel fue muy malo. Es así. Se juntaron las dos cosas. Él tuvo un buen día y yo tuve un mal día y fue un resultado malo para mí”.

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POLITICA

Milei, con calendario y reglas de juego a medida

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La performance del programa económico del Gobierno y su impacto social, primero, y político, después, está sujeta a interpretaciones tan antagónicas entre el Gobierno y algunas de las principales fuerzas políticas que explica muchas de las decisiones tácticas y estratégicas que la dirigencia está tomando.

En medio de un comienzo de verano y de año tan inusualmente benévolo en el termómetro como en los indicadores económico-financieros y en el clima social, el calendario y las normas electorales para el primer test en las urnas del gobierno de Javier Milei son objeto de una disputa con sordina.

Ese debate está dominado por diagnósticos y pronósticos diametralmente opuestos entre el oficialismo y el perokirchnerismo por un lado, y por la confusión que atraviesa al macrismo y al radicalismo, por el otro. En ese escenario, el Gobierno mantiene el dominio de la agenda y de los tiempos, ante la pasividad ajena. Y se propone imponer las reglas a medida de sus intereses.

Después de la sanción de la ley de boleta única papel el año pasado, que reemplazará al histórico y cuestionado sistema de listas sábana, la suspensión o la eliminación de las PASO es el punto de discordia (y de partida) para empezar a delinear el horizonte y definir las estrategias electorales.

Se trata de otra excentricidad de época que no tiene antecedentes. El principio no escrito, pero respetado hasta ahora, de que las normas electorales no se cambian en años de elecciones está a punto de entrar en la colección de mitos derribados por la irrupción libertaria.

El debate encierra, además, otra curiosidad. En una etapa de la historia política contemporánea argentina en la que los matices han sido borrados por los trazos gruesos de la polarización y las antinomias, la discusión sobre las PASO parece ir a contracorriente y estar dominada por coincidencias parciales, aunque sustanciales, y disidencias profundas, pero no insalvables.

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Es un hecho que el instrumento creado por el kirchnerismo después de la dura derrota en las elecciones legislativas de 2009 pasa por su peor momento y casi no tiene defensores, tanto en la consideración social como en la dirigencia política. Al menos, para los comicios de medio término.

Suspender o eliminar las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias es el nudo de la cuestión. El Gobierno, convencido de que está destinado al éxito (no condenado, como diría Eduardo Duhalde) en el plano económico, confía en poder imponer condiciones y someter a su armado político electoral a quienes hoy comparten electorado (como el macrismo y parte del radicalismo), sin instancias intermedias (para negociar o competir). Que todo quede supeditado al dedo de la santísima trinidad libertaria es el objetivo para ahora, para dentro de dos años, para el infinito y más allá. No hay límites para soñar cuando las cosas van bien.

Javier Milei, Santiago Caputo y Karina Milei saben que deben formalizar y consolidar su posición en el plano institucional. O sea, traducir en bancas en el Congreso y en las legislaturas provinciales el apoyo que mantienen en las encuestas. Volver a traducir likes en votos. El estado de excepción, que hoy domina en la opinión pública, aturde a sus adversarios y le otorga licencias sociales y políticas extraordinarias al Gobierno, necesita de un correlato más sólido para concretar su proyecto político económico y, sobre todo, su revolución cultural.

El empalme, la transición o el puente entre la vieja Argentina que Milei quiere hacer desaparecer y el nuevo país prometido necesita de su construcción en el tiempo. Y no tendrá un tránsito allanado. En ese proceso habrá ganadores y perdedores. Y, en medio, habrá elecciones que el mismo Presidente decidió instalar como un plebiscito de su gestión. Cuantas menos contingencias, ruidos y pruebas externas anticipadas, como son las PASO, mejor. El concepto de éxito suele ser una cuestión subjetiva y casi nunca unánime. Apenas se puede aspirar a que sea un sentimiento mayoritario en un momento determinado, que no dura para siempre.

El perokirchnerismo oscila allí en base a cálculos realizados en distintos tableros (en tiempo y en espacio) y se inclinaría por la suspensión antes que por la eliminación de las primarias. No por una cuestión de principios, ya que, a pesar de haber sido el creador de esa instancia, prácticamente nunca la usó y mucho menos para dirimir las candidaturas principales, como la presidencial. Al final, el dedo de Cristina Kirchner siempre se impuso. Pero el paso del tiempo deja sus huellas. También a la política le llega la artrosis.

La disputa irresuelta entre el cristicamporismo y Axel Kicillof en primer plano (con algunos barones bonaerenses, detrás), más la distancia estratégica tomada por varios gobernadores, que ya desdoblaron o desdoblarán sus elecciones y hasta coquetean con Milei, abren un escenario complejo para una fuerza estructuralmente verticalista. Por eso, la proactividad escasea.

“El proyecto sobre la suspensión o eliminación de las PASO es, por ahora, solo una especulación. Una vez presentado podremos opinar con certeza”, prefieren decir con inusual mesura los voceros de Cristina Kirchner. Una admisión de que el sabot está en otras manos y que no saben con qué cartas les tocará jugar.

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Casi lo mismo opinan en la mesa chica de Kicillof: “Nosotros en la provincia vamos a esperar a febrero para definir el calendario electoral, a ver qué ocurre con las PASO nacionales. Pero son cosas sobre las que no se nos consultó aún”. Nadie quiere dar pasos en falso. El frente externo y el frente interno están plagados de incógnitas y amenazas.

Enfriar el partido es la consigna. Demasiados problemas irresueltos tiene el gobernador, que, como Milei, prefirió prorrogar el presupuesto del año anterior, antes que exponerse a una derrota y tener que entregar recursos o discutir asuntos que no quiere exponer a una transacción. Es el caso de la conformación de la Suprema Corte provincial, donde hay más vacantes que en el máximo tribunal nacional, y que parte de la oposición intentó incluir como prenda de negociación en la discusión presupuestaria.

El diagnóstico y el pronóstico iniciales del kirchnerismo hasta ahora fallaron. La perspectiva de un rápido fracaso del gobierno de Milei, a la que habían atado buena parte de sus decisiones políticas y de gestión, particularmente en la provincia de Buenos Aires, no se cumplió y ahora están obligados a revisar casi todo.

Pero en el desierto no hay quien se anime a tanto. Ahora en este espacio domina el cálculo sin audacia, en lo que sería una reversión decadente de la tesis que dio título al libro sobre el kirchnerismo de la imprescindible y recién fallecida Beatriz Sarlo (La audacia y el cálculo).

La apuesta al fracaso sigue

Los kirchneristas en sus distintas facciones, sin embargo, no han perdido la convicción o la creencia de que el proyecto libertario está destinado al fracaso aun cuando tenga éxito. A pesar de que eso suene paradójico. “Será un país para pocos y, a la larga, eso es insostenible”, es una de las coincidencias (pocas) que existen entre cristicamporistas y kicillofistas. Hacer coincidir en un tiempo relativamente cercano el diagnóstico con el pronóstico es su verdadero desafío.

De esa manera se explican, en parte, las decisiones, anuncios y posicionamientos de Kicillof, explícitamente a contramano del espíritu de época dominante. Ahí se incluyen desde la pretensión de hacerse cargo de Aerolíneas Argentinas para evitar su privatización, los aumentos de impuestos provinciales o la creación de empresas y organismos estatales para absorber roles y funciones que abandona el mileísmo, hasta la designación del mandamás de la AFA Claudio “Chiqui” Tapia al frente del ente que se ocupa de la disposición de los residuos del AMBA. Sin temor a las manchas ni a los malos olores.

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“Chiqui es el referente en una batalla que Milei (como Mauricio Macri) puede perder, que es la de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Además, él garantiza la presencia de la selección en la provincia de Buenos Aires, permite pelearle a Santiago del Estero la localía que había conseguido y todos los apoyos económicos de una AFA rica que sigue teniendo presencia en la FIFA por su condición de campeón del mundo”, explican en el gobierno bonaerense. Puro cálculo pragmático para retener lo propio, mientras se apuesta al fracaso ajeno. Como si fuera todo a lo que les cabría esperar (y aspirar).

Máximo Kirchner, el adversario íntimo de Kicillof, podría celebrar esta última adquisición del gobernador, después de haber cargado tanto tiempo con la acusación de haberle salpicado su currículum con la introducción en su flota del famoso tripulante de “Bandido”, Martín Insaurralde. Justicia poética, dicen algunos camporistas.

Macristas por la supervivencia

El diagnóstico y el pronóstico son menos fuente de conflicto para el macrismo que la urgencia y la supervivencia. Las reglas de juego electoral asoman ahí como un dilema complejo que lo aleja más que lo que lo acerca al Gobierno, igual que casi todo lo que pertenece al reino de la política. Como en lo económico las coincidencias de fondo son casi absolutas, el problema se agudiza.

La decisión del primísimo Jorge Macri de despegar las elecciones porteñas de las nacionales y suspender las PASO en el distrito marcaron el sendero por el que pretenden transitar y, de alguna manera, tratar de condicionar al Gobierno.

Allí, se sabe, aparece la sombra de Karina Milei como el gran obstáculo. Por eso los Macri intentan dificultarle el avance en su bastión y buscan abrir una vía de negociación desde alguna posición de fuerza que no han querido, no han sabido, o no han podido construir en otros terrenos.

El macrismo asume, con dificultad, que van por la de ellos y a su pesar. Una alianza con los libertarios para sobrevivir a 2025 y mantenerse con vida para 2027 explica el punto intermedio elegido por el macrismo para resolver el destino de las PASO: suspenderlas para las legislativas y mantenerlas para las ejecutivas. Un poco de oxígeno.

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Acá sí operan las diferencias en diagnósticos y pronósticos con el oficialismo. Mauricio Macri cree que al Gobierno le irá bien en lo económico (basado tanto en convicciones como en intereses que defiende), pero que tendrá limitaciones en el mediano y largo plazo por la aparición de nuevas demandas y el hartazgo con las formas mileístas, tras la satisfacción de los reclamos y problemas urgentes (como la inflación).

Se ilusiona así con ofrecerse otra vez como la cara institucionalista y republicana de un proyecto liberal no solo en lo económico y encontrar mercado para ese producto antes de que le llegue la fecha de vencimiento. Por ahora, apenas se deja mojar por las aguas del Nahuel Huapi y evita embarrarse en otros terrenos más complicados, para desconcierto y malestar de muchos de los propios. En el macrismo mandan también el temor y el cálculo.

La definición del calendario y de las reglas de juego (a medida) será la primera incógnita a despejar del año electoral. Aunque podría haber alguna otra sorpresa antes, en medio de la benevolencia climática, social y económico-financiera.ß

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