POLITICA
Por qué es tan importante para nuestras vidas la búsqueda del reloj más preciso para medir el tiempo
El tiempo es vital para el funcionamiento de nuestra vida cotidiana: desde los relojes digitales que llevamos en la muñeca hasta los sistemas GPS de nuestros teléfonos. Los sistemas de comunicación y navegación, las redes eléctricas y las transacciones financieras dependen de la precisión del tiempo. Y los segundos son las unidades vitales en la medición del tiempo.
Sorprendentemente, todavía hay debate sobre la definición del segundo, pero los avances recientes en las formas más precisas que existen de medir el tiempo pueden haber cambiado las reglas del juego.
La precisión al medir el tiempo siempre fue parte de la evolución social de la humanidad. En el monumento neolítico de Newgrange, en Irlanda, una abertura especial sobre una entrada permite que la luz del Sol ilumine el pasillo y la cámara en los días más cortos del año, alrededor del 21 de diciembre, el solsticio de invierno.
Hace unos 2300 años, Aristóteles dijo que “la revolución de la esfera más externa de los cielos” debería ser la referencia para medir el tiempo. El filósofo griego creía que el cosmos estaba organizado en esferas concéntricas, con la Tierra en el centro.
Los relojes de agua, que aparecieron alrededor del año 2000 a. C., se encuentran entre los instrumentos más antiguos para medir el tiempo. Lo hacen regulando el flujo de agua dentro o fuera de un recipiente. El reloj mecánico hizo su irrupción a fines del siglo XIII.
Cuestión de definición
Hasta 1967, un segundo se definía como 1/86.400 de un día, con 24 horas en un día, 60 minutos en una hora y 60 segundos en un minuto (24 x 60 x 60 = 86.400). El Sistema Internacional de Unidades cambió las cosas y se quedó con esta definición: El segundo… se define tomando la… frecuencia de transición del átomo de cesio-133, que es 9192631770 cuando se expresa en la unidad Hz, que es igual a s⁻¹.
Si estás confundido, dejame explicarte. El núcleo de esta definición es algo llamado frecuencia de transición. Una transición ocurre cuando los electrones en un átomo absorben energía y se mueven a un nivel de energía más alto, volviendo a un estado relajado después de un tiempo.
Es un poco como beber una taza de café: de repente tenés más energía, hasta que desaparece el efecto de la cafeína. La frecuencia es el número esperado de veces que ocurre una transición durante un período de tiempo específico. En cada segundo, una transición específica de un electrón de cesio-133 ocurre 9192631770 veces. Este se ha convertido en el criterio para medir el tiempo. Hasta la fecha, el cesio proporciona la definición más precisa del segundo, pero se puede mejorar utilizando frecuencias más altas.
Cuanto mayor sea la frecuencia de transición, menos puede afectar a la precisión total un error de lectura. Si hubiera cincuenta transiciones por segundo, el precio en términos de precisión de contar incorrectamente uno sería cien veces mayor que si hubiera 5000.
Los retos
Hay dos limitaciones para reducir este error: los desafíos tecnológicos de medir frecuencias, especialmente las más altas, y la necesidad de encontrar un sistema (átomos de cesio-133 para el segundo) con una transición de alta frecuencia medible.
Para medir una frecuencia desconocida, los científicos toman una señal de frecuencia conocida (una referencia) y la combinan con la frecuencia que quieren medir. La diferencia entre ellas será una nueva señal con una frecuencia pequeña que es fácil de medir: la frecuencia de batimiento.
Los relojes atómicos utilizan esta técnica para medir la frecuencia de transición de los átomos con tanta precisión que se convierten en estándares para definir el segundo. Para lograr tal precisión, los científicos necesitan una señal de referencia fiable, que obtienen con algo llamado peine de frecuencia.
Un peine de frecuencias o peine espectral utiliza láseres, emitidos en pulsos intermitentes. Estos rayos contienen muchas ondas de luz diferentes, cuyas frecuencias están igualmente espaciadas, como los dientes de un peine, de ahí su nombre.
En los relojes atómicos, se utiliza un peine de frecuencia para transferir energía a millones de átomos simultáneamente, con la esperanza de que uno de los dientes del peine lata con la frecuencia de transición de un átomo.
Un peine de frecuencia cuyos dientes son numerosos, delgados y en el rango correcto de frecuencias aumenta las probabilidades de que esto suceda. Por lo tanto, son clave para lograr mediciones de alta precisión de una señal de referencia.
De los relojes atómicos a los nucleares
Como vimos, el segundo se define por las transiciones de electrones en los átomos de cesio. Las transiciones que ocurren con una frecuencia más baja son más fáciles de medir. Pero, las que ocurren con una frecuencia más alta ayudan a aumentar la precisión de la medición. Las transiciones del cesio se producen aproximadamente a la misma frecuencia del espectro electromagnético que las microondas.
Estas frecuencias de microondas son más bajas que las de la luz visible. Pero, en septiembre de 2021, los científicos realizaron mediciones utilizando el elemento estroncio, cuya frecuencia de transición es más alta que la del cesio y se encuentra dentro del rango de la luz visible.
Esto abre la posibilidad de redefinir el segundo para 2030. En septiembre de 2024, los científicos estadounidenses lograron avances clave en la construcción de un reloj nuclear, un paso más allá de un reloj atómico. A diferencia del reloj atómico, la transición medida por este nuevo dispositivo ocurre en el núcleo del átomo (de ahí el nombre), lo que le da una frecuencia aún más alta.
El átomo de torio-229, utilizado para este estudio, ofrece una transición nuclear que puede ser estimulada por la luz ultravioleta. El equipo que trabaja en el reloj nuclear superó el desafío tecnológico de construir un peine de frecuencias que funcione en el rango de frecuencia relativamente alto de la luz ultravioleta.
Este fue un gran paso adelante porque las transiciones nucleares normalmente solo se hacen visibles a frecuencias mucho más altas, como las de la radiación gamma. Pero, aún no podemos medir con precisión las transiciones en el rango gamma.
Lo que vendrá
La transición del átomo de torio tiene una frecuencia aproximadamente un millón de veces mayor que la del átomo de cesio. Esto significa que, aunque se ha medido con una precisión menor que el actual reloj de estroncio de última generación, promete una nueva generación de relojes con definiciones mucho más precisas del segundo. Medir el tiempo hasta el decimonoveno decimal, como podrían hacerlo los relojes nucleares, permitiría a los científicos estudiar procesos muy rápidos.
Pensemos en dos corredores empatados en una carrera de final de fotografía. Si el cronómetro del árbitro tuviera algunos dígitos adicionales, podrían identificar al ganador.
De manera similar, la relatividad general se utiliza para estudiar procesos de alta velocidad que podrían dar lugar a solapamientos con la mecánica cuántica. Un reloj nuclear nos proporcionará la tecnología necesaria para demostrar estas teorías.
A nivel tecnológico, los sistemas de posicionamiento precisos como el GPS se basan en cálculos complejos que requieren mediciones precisas del tiempo que tarda una señal en saltar de un dispositivo a un satélite y a otro dispositivo. Una mejor definición del segundo se traducirá en un GPS mucho más preciso. Puede que se haya acabado el tiempo del segundo de cesio, pero más allá de él nos espera un mundo completamente nuevo.
*Por Vittorio Aita / investigador asociado del departamento de Física del King’s College London.
POLITICA
Juan Carlos Maqueda: “El gobierno que más presionó a la Corte Suprema fue el de Alberto Fernández”
Si una biblioteca es el mapa para recorrer la vida de un hombre, la del exjuez de la Corte Juan Carlos Maqueda resume su trayectoria política, judicial y sus placeres. Una pared, del piso al techo, forrada de libros de derecho constitucional y político, con primeras ediciones valiosísimas. Otra con libros sobre el peronismo, que anida en su corazón, con fotos de Juan Domingo Perón y Eva Perón, otro sector con libros de política nacional e historia y un amplio espacio dedicado a su costado viajero. Destaca un retrato en blanco y negro de la vieja guardia del peronismo cordobés, posando con bigotazos junto a Eduardo Angeloz y José Manuel de la Sota, entre otros.
Así, el exministro de la Corte Suprema que renunció el 27 de diciembre pasado, al cumplir 75 años, pasa sus días entre su Córdoba natal y Buenos Aires, en su departamento de Retiro, donde aún se acumulan cajas con papeles y libros que mudó de su despacho de tribunales. Ya piensa en escribir lo que se resiste a llamar sus memorias, por pudor.
El doble vidrio impide que se cuele el ruido del tráfico de la avenida Santa Fe y ayuda a la conversación. El magistrado, que pasó por los tres poderes del Estado, se siente libre, sin las ataduras del cargo para evaluar con LA NACION los gobiernos sobre los que le tocó fallar en sus 22 años en la Corte.
No duda en afirmar que “el gobierno que más presionó a la Corte fue el de Alberto Fernández, en 2023, con el pedido de juicio político”, y señaló que en la administración de Javier Milei “falta calidad institucional” porque “no hay respeto del Poder Ejecutivo al Congreso” y al consenso. Sostuvo que su colega Ricardo Lorenzetti, con quien se enfrentó, “tiene una ambición desmesurada de poder” que “no es buena” para el tribunal.
Maqueda aseguró que “la Corte hizo todo lo posible” para frenar a Cristina Kirchner cuando se propuso “ir por todo”. Dijo que no cumple con el estándar para ser candidata por su doble condena. Además le advirtió a Milei por el escándalo de la criptomoneda $LIBRA, que “fue un error político” y que “el que juega con fuego se quema”. Y le recriminó “la falta de diálogo”, porque implica “apartarse de los preceptos de la democracia”.
-¿Después de 22 años en la Corte, cuáles son sus mayores logros o desafíos superados?
-Mi objetivo principal fue tratar de ser un buen juez. No me corresponde a mí decir si lo logré, sino a los demás. Pero cuando llegué a la Corte, a comienzos de 2003, me propuse poner en marcha la reforma constitucional de 1994 en el nivel judicial. El caso más emblemático fue el de Carlos Fayt, en el cual revertimos la jurisprudencia que existía de la Corte anterior [que permitía a los jueces seguir en el cargo más allá de los 75 años] y, al mismo tiempo, dejamos completa la Constitución, porque había quedado cercenada en un artículo. Y encaramos una serie de temas constitucionales, como el federalismo fiscal en 2015, con el fallo en favor de Santa Fe, Córdoba y San Luis, la autonomía municipal y el reconocimiento de la autonomía de Buenos Aires, que terminó con el fallo Levinas. Despues hubo temas sociales, como el aborto terapéutico y el matrimonio igualitario.
-¿Qué consejo le daría a los futuros jueces de la corte ?
-Diría que la Corte tiene dos estándares: uno basado en su jurisprudencia anterior, que hay que conocer y respetar, y después está el activismo propio de las generaciones nuevas de jueces, que van interpretando la Constitución y las leyes de acuerdo a la realidad que les toca vivir. No sé qué realidad tocará a los que vienen, pero sí sé que hay que adaptarse al tiempo.
-¿Y en temas de independencia judicial?
-Un juez debe tener dos características principales: independencia e imparcialidad. Independencia completa, no parcial, con respecto a los otros poderes del Estado y, también, con respecto a los factores de poder, a los grupos de presión. Esa es la clave, fundamental, es la que ustedes los periodistas juzgan permanentemente. Y el otro tema que hace a la seguridad jurídica es la imparcialidad. Hay que ser imparcial ante el expediente, si no el juez tiene que apartarse.
–¿Cuál fue el gobierno que más trató de presionarla?
-Sin ninguna duda fue el de Alberto Fernández, cuando el primer día de 2023 pidió el juicio político a la Corte. Durante todo ese año tuvimos una presión muy fuerte por parte de la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados. Se vivió sin interferencias en la tarea judicial, pero hacia adentro cada uno de los jueces puede haber vivido el tema de distinta manera. Yo solamente puedo decir cómo lo viví yo.
-¿Cómo lo vivió?
-Como un año difícil, muy difícil.
-¿Hubo incidencia de alguno de sus colegas en complicarlo en ese proceso por el manejo de la obra social?
-Yo me he propuesto reivindicar el rol de las instituciones democráticas y el de la Corte Suprema. Si yo hiciera alguna imputación a alguno de mis colegas estaría violando lo que estoy diciendo que voy a defender. Lo que yo pueda pensar sobre ese tema es una autolimitación que yo me he impuesto.
-¿Qué opinión tiene sobre la propuesta de nombrar al juez Ariel Lijo en la Corte?
-La misma respuesta, Lijo o García Mancilla están propuestos por el poder Ejecutivo. Hace bastante tiempo que se viene tratando su pliego. Prefiero autolimitarme.
-¿Hay implicancias políticas y judiciales en esa designación o afectación en la dinámica en las decisiones del tribunal?
-No. Si el Poder Ejecutivo los ha escogido y el Senado les da los dos tercios han tenido tiempo de valorarlo. Y, si no se los da, será porque no se encuentran las valoraciones suficientes. Sobre esto quiero ser muy claro. La Constitución es sabia cuando delega en los poderes políticos, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo -a través del Senado- la posibilidad de designar los jueces de la Corte y, al mismo tiempo, exige una mayoría grabada de dos tercios, que es una de las imposiciones de la última reforma constitucional de 1994. Eso es un mandato que debemos cumplir y los jueces de la Corte no deben interferir, porque la Constitución no ha querido que interfieran en esa situación.
-Al despedirse de la Corte habló de la necesidad de respetar la institucionalidad, ¿Cómo evalúa la institucionalidad durante el gobierno de Javier Milei?
–Me voy preocupado porque en el mundo hay un avance sobre las formas tradicionales de la democracia, concretamente sobre la división de poderes. Hay un clima de época. Hay personajes que han avanzado total y absolutamente sobre la división de poderes, con una torpeza inconcebible como Donald Trump. Me preocupa que estamos ante un pueblo que no ha valorado la violación a la ley que ha hecho permanentemente, con el agravante de que dijo que ésta podría ser la última votación. Es una afrenta a la democracia. Nunca pensé en mi vida que iba a haber una toma del Congreso de los Estados Unidos.
-El respeto a la ley no parece ser un capital muy apreciado por el electorado. Cristina Kirchner fue condenada y tiene un importante caudal de votos.
-Tiene el afecto de un grupo importante, no sé si la representación, porque eso se verá en las elecciones. Ahora, no se ha caracterizado por el respeto a la seguridad jurídica. No está acatando fallos que no solamente son de primera instancia, segunda instancia y de la Casación. Eso ya es suficiente, de acuerdo con los estándares de los tratados internacionales y los de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que alguien no se presente a una elección.
-¿En el gobierno de Milei está en riesgo la institucionalidad?
-Hoy lo que falta es calidad institucional. Veo que la calidad institucional argentina es baja. No hay un respeto del Poder Ejecutivo hacia el Congreso, que es el ámbito de los acuerdos políticos. Y el Gobierno descree de los acuerdos políticos y del diálogo. El diálogo es el arte de los hombres libres, decía Platón y eso lo lleva a descreer de los consensos y en la actividad parlamentaria los consensos son decisivos. Sobre todo cuando uno llega en minoría. Veo un exceso de decretos de necesidad y urgencia, hay un exceso de veto. Hay actitudes que me parecen muy reprochables cómo gobernar sin presupuesto aprobado por el Congreso. Eso está determinado en la Constitución, en el artículo 75. Es una obligación, no es optativo.
-¿Qué medidas ayudan a elevar la calidad institucional?
-El diálogo, el respeto a la oposición. Hasta ahora se ha tomado el camino absolutamente contrario. No he visto que haya habido diálogo, no he visto que haya habido consenso y por lo tanto ví en el Poder Ejecutivo una tendencia a manejarse al margen de los preceptos básicos de la democracia. No quiero decir que es un régimen que se aparta de la democracia, sino que le falta calidad institucional. Se empieza por la falta de calidad institucional y se termina con un régimen distinto, porque tanto el fascismo, el nazismo y el comunismo, llegaron por la vía democrática y después la transformaron total y absolutamente. No solo hace falta la legitimidad de origen, sino también la legitimidad de ejercicio para que sea democrático un gobierno.
-No son un secreto sus diferencias con su colega Lorenzetti. ¿De qué tipo son? ¿Afectaron el funcionamiento de la Corte?
.No, las diferencias no se pueden negar, pero no eran de tipo funcional, no había diferencias de tipo jurídico, ni político. Cualquiera que siga la jurisprudencia de la Corte sabe que Lorenzetti y yo hemos fallado juntos en muchos temas. Las diferencias estaban en lo que podríamos llamar la parte administrativa de la Corte. Devienen de las ambiciones que tienen los hombres, que son exageradas, que tienen que ver con la búsqueda del poder, en este caso la presidencia de la Corte. Todos los problemas empiezan cuando Lorenzetti pierde la presidencia de la Corte y ahí yo veo una ambición desmesurada, que ha hecho todo lo posible para volver. Yo lo había votado cuatro veces como presidente del alto tribunal, pero después me pareció mejor votar a otros colegas.Y ahí aparecieron las diferencias.
-¿Qué impacto tuvo esa transición en el funcionamiento del tribunal?
-No tuvo un impacto decisivo en los fallos, ni en la dinámica de trabajo interna. Si hacia afuera. El hacer trascender a la opinión pública y en los medios las diferencias era una cosa no acostumbrada en la Corte, propia de los últimos tiempos.
-¿Y eso desprestigia a la Corte?
-No sé si la desprestigia, pero no es bueno.
-¿La Corte puede funcionar con tres jueces?
-Claro, yo funcione en una Corte de nueve, en una Corte de ocho, en una Corte de siete, en una Corte de seis, en una Corte de cinco, en una Corte de cuatro y en una Corte de tres. Y le digo que la Corte puede funcionar. Es una cuestión de buena voluntad. Parece que empezaron bien, porque en el primer acuerdo de febrero, salieron 200 fallos, que es la media que tiene la Corte. A lo mejor faltarán mayoría en algunos casos y habrá que integrarse con los conjueces.
-¿Cuáles fueron los desafíos más significativos que enfrentó durante el gobierno de Cristina Kirchner y cómo manejó las presiones políticas?
-No olvidemos que hubo un intento de reforma judicial, que finalmente la Corte frenó. Nosotros creíamos que era inconstitucional y los mismos que la llevaron adelante aceptaron el resultado cuando el máximo tribunal se expidió. Fue muy intenso el segundo gobierno de Cristina Kirchner y fue el gobierno en el que ella dijo, “Vamos por todo.”
-¿La Corte frenó a Cristina Kirchner en sus aspiraciones de ir por todo?
-Por lo menos hizo lo posible para frenarla. Tal es así que el gobierno terminó dentro de los cánones democráticos.
-¿Hubo presiones políticas en ese periodo?
-Sí, claro. Pero un juez tiene que estar preparado para las presiones. No solamente para las presiones políticas, sino para las presiones de todos los ámbitos. Tiene que saber que ser juez es tener la templanza suficiente como para soportar todo tipo de presiones y fallar.
-¿Fueron conversaciones, sugerencias o tuvieron algún otro carácter más violento? Recuerdo los últimos días del juez Fayt en la Corte con las burlas que sufrió.
-Esas son las presiones que trascendían. Yo tuve una situación violenta en la calle que se convirtió en en una causa judicial que no prosperó, por supuesto, porque no supimos quién era la persona que la había llevado adelante. El resto eran sugerencias.
-¿Y en el gobierno de Macri? Ustedes lo recibieron con un fallo acerca de que debía pagar sumas millonarias de impuestos a Santa Fe, Córdoba y San Luis que de alguna manera lo condicionó.
-Eso es un error. El fallo estaba listo un año antes. En marzo hubo elecciones en Santa Fe, en mayo en Córdoba, en agosto las primarias, en octubre la primera vuelta y en noviembre la segunda vuelta. Por eso ese año, a pesar de que el fallo estaba listo desde febrero, no lo firmamos para no interferir en las elecciones. Pero luego, antes de que asumiera el nuevo presidente, lo firmamos.Se votó entre las elecciones y la asunción del presidente.
-¿Durante el gobierno de Macri ¿hubo presiones?
-Había diálogo, pero a veces los diálogos eran un poco fuertes. Había una gran predisposición por parte del jefe de Gabinete [Mrcos Peña] y del ministro de Justicia [Germán Garavano], que venían y se reunían con la corte habitualmente
-¿Y con Nestor Kichner?
-Fue muy buena la relación, a diferencia de Cristina Kirchner. No nos reunimos con él, pero en los cuatro años de Néstor Kirchner no tuvimos presiones . Era una Corte nueva, tuvo la misión de integrarla. Designó a cuatro integrantes, yo venía designado por Eduardo Duhalde y era el quinto.
-¿Cuál fue el momento más complejo como juez de la Corte?
-Bueno, la presión del juicio político fue muy grande y muy intensa, pero la causa más difícil que me tocó resolver en estos 20 años fue un asunto civil de un empresario agropecuario de Neuquén que, tras un choque de autos, llevaba 20 años totalmente postrado, conectado a una máquina, nunca había abierto los ojos, ni hablaba. Los hermanos venían a pedir que se lo desconectara. Había una situación humanitaria muy importante, pero ellos no eran ni la esposa, ni los hijos, ni los padres, eran los hermanos. Fue muy difícil de resolver, finalmente se resolvió la desconexión. Que no se llevó a cabo porque el hombre murió.
-La realidad política está atravesada por el escándalo de la criptomoneda que promovió el presidente Milei. ¿Hay una situación penal allí, de responsabilidad del Presidente?
-Esto afecta mucho la imagen del Presidente, escuché su descargo y decía que se comportaba como antes de llegar al poder. Eso es un límite para un presidente. Tiene que saber que si se sigue comportando así va a tener problemas. El que juega con fuego se quema. El doctor Maqueda que está hablando hoy con usted es distinto al Maqueda que estaba en funciones y con el cual usted ha hablado en otra oportunidad. Yo creo que es una gran responsabilidad ser presidente de la Nación y el Presidente no asumió esa responsabilidad totalmente. Hay que aprender de los errores. Esto claramente ha sido un error político.
-¿Y tiene implicancias penales?
-Eso lo tiene que decidir la jueza Servini y el fiscal lo tiene que investigar.
–Llegó a la Corte desde la política. ¿Aspira a algún cargo?
–No, no voy a disputar ningún cargo electivo, ni voy a ocupar ningún cargo más. Pero voy a apoyar a quien sostenga las ideas en las cuales me encuentro representado. El único candidato en las pasadas elecciones con el que me sentí totalmente identificado fue con quién era el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti.
-¿Por peronista y por cordobés?
-El peronismo cordobés ha tenido un sello y una característica totalmente distinta a la Nación. En momentos de tentaciones autoritarias de los gobiernos nacionales, el peronismo cordobés se mantuvo democrático y republicano. Ha mantenido las virtudes verdaderas del peronismo y no se ha desviado, como hemos visto quienes hacían cosas en nombre del peronismo que eran lamentables. Se identifica con los signos vitales del peronismo histórico que es la producción y el trabajo, la cultura y la educación.
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