POLITICA
Robo de declaraciones juradas de jueces: un fiscal pidió investigar si hay espionaje ilegal dentro del Consejo de la Magistratura
El fiscal de instrucción Matías Di Lello pidió esta semana al presidente del Consejo de la Magistratura y de la Corte, Horacio Rosatti, que le informe “si existen o existieron en dicho organismo denuncias de empleados o dependientes donde se indique la existencia de actividades de inteligencia ilegal dentro de ese organismo”.
En un dictamen, al que accedió Clarín en fuentes judiciales, Di Lello hizo esa solicitud en el marco de la investigación por el robo de 82 declaraciones juradas de bienes de jueces que estaban guardadas en la Magistratura, la mayoría de ellos que intervinieron en causas contra Cristina Kirchner.
El caso empezó a principios de junio de 2022 cuando se descubrió que las declaraciones de 83 jueces y funcionarios judiciales habían sido robadas o husmeadas por desconocidos. Las víctimas de esa intrusión fueron, entre otros, dos de los jueces del Tribunal Oral Federal Dos que terminó condenado a Cristina Kirchner a 6 años de prisión en la causa Vialidad: Andrés Basso y Rodrigo Giménez Uriburu. En cambio, la declaración de Jorge Gorini no fue sacada de su sobre lacrado.
Como consecuencia de un sumario administrativo por ese robo la abogada María Victoria Pérez Bayonso hizo una denuncia penal por supuesto acoso sexual y espionaje ilegal contra su jefe Federico Vincent que cayó en manos del fiscales Matías Di Lello (hijo del fallecido fiscal federal Jorge Di Lello). La líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió mandó, por otra parte, una carta a Rosatti manifestando su preocupación por un sumario contra Pérez Bayonso.
Para profundizar la pesquisa, Di Lello señaló que Pérez Bayonso “expresó que un dependiente de dicho Consejo, cuyo apellido resultaría ser Leguizamón, quien en el pasado se habría encontrado a cargo de la Oficina de Declaraciones Juradas, habría sufrido también tareas de inteligencia ilegal en su domicilio”.
El fiscal Di Lello contó a Rosatti que Pérez Bayonso menciona que otra empleada, María Inés Brenna era la “jefa de Vincent” y contó que la querellante “ha manifestado haber sufrido tareas de inteligencia ilegal en su vida privada, las cuales habrían tenido origen en un problema de índole laboral ocurrido en ese Consejo, donde también habría sido amenazada en nombre de un ex agente de inteligencia”.
Por otra parte, de una detenida lectura «de la carpeta personal Nro. 13693, perteneciente a María Inés Brenna, se advierten la existencia de diversas inconsistencias”.
En primer lugar, de una primera respuesta del Consejo surge que se “desconocía la repartición donde la nombrada (Brenna) habría prestado servicios desde el año 2018 a la fecha, habiéndose inclusive intimado a la misma a presentarse personalmente el día 13 de mayo de 2024 a los fines de regularizar su situación”.
En función de esta situación para determinar “qué funciones tenía Brenna y dónde prestaba servicios cuando los hechos acaecían, solicito se informe si a se ha establecido la oficina y/o vocalía donde habría cumplido funciones la nombrada en el período que va desde el año 2018 a la fecha”.
En tal caso, “solicito brinde dicha información especificando la oficina y período correspondiente. En caso negativo, se informe si se ha abierto sumario administrativo a fin de determinar dicha circunstancia, debiendo remitir el mismo”.
Según fuentes del Consejo de la Magistratura -el organismo que selecciona, propone y destituye jueces- Brenna pasó a trabajar en la vocalía de la diputada K Vanesa Siley, una aliada de su compañero de bancada y ex director de Contrainteligencia, Rodolfo Tailhade.
El fiscal Di Lello observó “en relación a la fecha de ingreso de Brenna al Consejo, que habría sido el 5 de julio de 1999 sin perjuicio de lo cual no existe agregada documentación acreditante de dicha circunstancia sino a partir del año 2012, sin perjuicio de lo cual del Legajo 5210 perteneciente a Vincent surge que con fecha 28 de diciembre de 2009, éste la habría reemplazado en el cargo ante su licencia por maternidad”.
Además, el fiscal preguntó si por la denuncia presentada en por la nombrada Perez Bayonzo, se “ha abierto sumario administrativo a Federico Vincent».
Para el fiscal la causa que tiene, abierta por la denuncia de Pérez Bayonso, podría “configurar prima facie los delitos de abuso sexual simple, amenazas coactivas y actividades de inteligencia ilegal”.
En medio de un escándalo en marzo pasado, el Consejo de la Magistratura de la Nación había separado al director de Personal Federico Vicent acusado de supuesto acoso sexual y otros doce funcionarios mientras se intercambian acusaciones por la violación de las declaraciones juradas de bienes de jueces y la actuación de bandas de “espías de la AFI K”, dentro del organismo. Rosatti, le tomó juramento al nuevo administrador Alexis Varady y comenzó una “limpieza” de funcionarios que habían sido nombrados por el kirchnerismo.
Varady reemplazó hace dos semanas a Claudio Cholakian, un abogado de “Justicia Legítima”, que había sido nombrado en el 2020 con el apoyo del kirchnerismo y él mismo fue uno de los “perseguidos” por los K.
Además, de Vicente se removió a otros 12 funcionarios que habían sido apoyados por los representantes de Cristina Kirchner quien controló, hasta diciembre de 2022, el Consejo de la Magistratura.
En diciembre de 2022, la Corte declaró inconstitucional la ley había impulsado la ex presidenta para reducir de 20 a 16 los consejeros y así permitir que el gobierno de turno tuviera una mayoría.
La activación del protocolo de género de la Magistratura contra Vicent se puso en marcha después de que su subordinada María Victoria Pérez Bayonzo le hizo una denuncia penal por supuesto acoso sexual ante la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra Mujeres.
En su denuncia, Pérez Bayonso recordó que en días previos a la intrusión “Vincent me citó a su despacho, me hizo algunas “recomendaciones” en nombre de «un ex agente de los servicios de inteligencia, y me dijo que me comenzara a callar más la boca, que tenga mucho cuidado en denunciarlo porque esto se iba a poner peor”.
Pérez Bayonso ingresó a la Magistratura el 16 de Junio de 2016, desempeñándome como Secretaria Privada de la Presidencia de dicho organismo, a cargo del abogado Miguel Alberto Piedecasas y dos años después pasó cuando pasé a prestar funciones en la Dirección General de Recursos Humanos del Consejo de la Magistratura, a cargo de Federico Vincent.
Vicent negó la acusación pero la interna de la Magistratura está que arde por aquel robo de declaraciones juradas de magistrados.
Las declaraciones juradas tienen una parte de acceso público y otra secreta donde están los datos privados de los jueces como el número de sus cuentas bancarias.
Luego de esa intrusión los celulares de los jueces Basso y Giménez Uriburu fueron hackeados en una operación de inteligencia que se investiga en otra causa en la que está imputado el diputado K Rodolfo Tailhade y el dirigente de la Cámpora, Fabián “Conu” Rodríguez. En la causa está procesado el ex agente de Inteligencia de la Policía Federal, Gabriel Zanchetta, entre otros.
POLITICA
La tragedia y un recuerdo: “La noche que tocamos permanece viva en mi memoria”
Cromañón retumba con infinitas formas en nuestra sociedad, pero es muy particular para quienes habitan la noche de Buenos Aires. Así como “La izquierda de la noche” –la canción de Babasónicos– captura el alma de la oscuridad urbana (La noche te succiona, te enloquece y abandona. Te regala un sueño hecho de papel), en la historia de Cromañón se vuelve un espacio insondable, viscoso, la noche es un personaje más, atraviesa a la trama… a nuestras mentes.
Los Pérez García, Los Garfios y Ojos Locos compartieron escenario con Callejeros, la banda de Pato Fontanet, el 28, 29 y 30 de diciembre de 2004. Los Pérez García es un grupo que ha ganado notoriedad en tiempos recientes, pero transitó durante años el circuito under. Ellos abrieron el primero de esos famosos tres conciertos programados por Callejeros. Beto, su líder, reconoce que, al recordar esos momentos, las sensaciones se mezclan.
“Una vez los invitamos a tocar en Cemento, y de repente tuvieron un crecimiento exponencial. Se acordaron de ese gesto y nos devolvieron la invitación cuando ya eran muy exitosos. A pesar de todo lo que pasó después guardo buenos recuerdos de cuando fuimos a probar sonido: el lugar era maravilloso para tocar, nos trataron muy bien y fueron muy generosos con la banda. La noche que tocamos permanece viva en mi memoria. Recuerdo a Omar Chabán hablándole al público antes del concierto, y cuando me invitaron a cantar ‘Armar de nuevo’”.
Con la llegada de la serie Cromañón, que retrata la tragedia que dejó 194 muertos en 2004, esos recuerdos resurgieron en un remolino de adjetivos: “Es gratificante escuchar canciones nuestras en la serie, como ‘Trucos’ y ‘Buenas Noches’ o la versión que hizo Alan Madannes de ‘Ni tan diablo ni tan santo’. Fueron escritas en esa época. Es tan gratificante como doloroso y desconcertante revivir todo”.
La serie conecta con las raíces del rock barrial y desde allí resalta a Callejeros: lo muestra como el epítome de un fenómeno de culto, en un marcado desvío en el rumbo del género que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fundaron sin saberlo hace casi cincuenta años. Al igual que los Redondos, Callejeros se volvió un referente del rock independiente, capaces de llenar estadios y transformar sus recitales en rituales colectivos.
Este culto no solo estaba vinculado a la música, sino que también se alimentaba de la misma mística que glorificaron las hinchadas del fútbol argentino. Los seguidores viven como devotos alrededor de un respetado hermetismo de la banda, valoran la lealtad y el sentido de pertenencia –pilares de una épica urbana–, se inventan una nueva balsa con la que ir a naufragar.
Esa ruleta desbocada veía caer la bolilla en otras bandas del palo, como Jóvenes Pordioseros, El Bordo, Los Gardelitos y La 25, quienes veían en Callejeros un modelo a seguir. Diego Monk es el supervisor musical de la serie Cromañón. Trabaja en la industria desde hace más de tres décadas, ha transitado un irregular camino de negociaciones y descubrimientos, alegrías y decepciones; primero como compositor y luego como experto en derechos editoriales y fonográficos.
Acumuló una profusa cantidad de secretos y estrategias sobre un mundo que permanece invisible para la mayoría: el intrincado laberinto que es necesario recorrer para obtener los permisos que se requieren a la hora de utilizar canciones en los distintos formatos audiovisuales.
Armar la banda sonora de una serie es un oficio distinto al de ejecutar música, puede pensarse que tiene puntos de contacto con el de un artesano o un pescador. Hay que saber dónde buscar, elegir los materiales que servirán para construir una escena, diseñar cuándo es el momento más adecuado para lanzar la red, qué sonidos pueden capturar la esencia de lo que se quiere contar. En este caso también es muy importante tener paciencia.
Claro, la mirada de Monk va mucho más allá de la simple elección de canciones: aprendió que, en la ficción, la música acompaña, pero además construye mundos. “En Cromañón significó trabajar a tres bandas simultáneas: la música incidental, que debe ajustar su tono a cada escena; las canciones originales de la banda ficticia de la serie, Peces chinos; y la música de la época, una de las tareas más complejas. No se trata de simplemente recrear un sonido, sino de revivir una atmósfera que remite a un tiempo que ya no existe”, describe y asume que su labor implica rastrear los ecos de una era y cargarlos de emociones.
Ecos de una época
El compositor Hernán Segret, director de la banda que acompaña a Mex Urtizberea en las sesiones ¡Fa!, y Gabriel Pedernera, baterista de Eruca Sativa, fueron los encargados de componer las canciones y dirigir a Peces Chinos, la banda ficticia formada en la serie por un grupo de amigos de Villa Celina. La trama los caracteriza como seguidores de Callejeros y oriundos del mismo barrio que sus ídolos, un modo de evocar su presencia y saltar el tabú que representa usar su música en la serie.
El desafío, difícil, era hablar de Callejeros sin incluir sus canciones; la decisión de no incluirlas fue tomada desde el principio. “Había muchas razones, algunas legales; pero, sobre todo, esta historia está pensada desde la perspectiva de los sobrevivientes, de lo que padecieron y sufrieron”, explica Monk sobre la elección final.
La construcción de la banda sonora de Cromañón obligó a repasar toda la música que definió el período 2004-2008. La tarea, entonces, era capturar el sonido de la época, había que crear un paisaje que incluyera a las bandas principales y a aquellas que formaron parte del circuito musical en torno a Callejeros.
En la serie, Los Pérez García, Los Garfios y Ojos Locos son parte fundamental de los recuerdos más vívidos y, además, se integran a la trama con un peso que trasciende el marco ficcional. Para lograrlo, el equipo se acercó a El Camino es Cultural, una agrupación formada por sobrevivientes y familiares de las víctimas, donde Guillermina Pérez, amiga de Los Garfios y también sobreviviente, sugirió incluir a la banda de Campana en el proyecto.
“Diego nos explicó de qué se trataba la serie y nos preguntó si podían usar algún tema nuestro. Grabamos la canción ‘San Martín’ a petición suya. Desde el principio, el trato fue impecable, nos acompañaron en todo: desde los trámites hasta el estudio”, relata Walter Gómez, baterista de Los Garfios.
Para el grupo –sigue activo y este mes celebra sus 30 años con dos shows en el teatro Pedro Barbero de Campana, uno ayer y otro el viernes próximo– su participación en Cromañón es una gran oportunidad para reinterpretar su papel en la historia del rock argentino y, a la vez, en el corazón de la tragedia.
“Normalmente nos entrevistan a finales de año, pero esta noticia se difunde rápidamente. Esta serie tiene el potencial de invitar a la reflexión sobre lo ocurrido, sobre los riesgos de la nocturnidad y el abandono que sufren los jóvenes. Ojalá genere debate”, agrega Walter Gómez.
Cromañón adopta una perspectiva crítica sobre la representación femenina en el rock. En un ambiente históricamente dominado por hombres, las directoras Marialy Rivas y Fabiana Tiscornia, junto con los guionistas Josefina Licitra, Pablo Plotkin y Martín Vatenberg, decidieron hacer visible una problemática que siempre incomodó a los tótems del rock: la presencia protagónica de las mujeres.
“Entre 2004 y 2008 no había mucha representación femenina en el rock barrial. Decidimos rendir homenaje a María Gabriela Epumer, quizás la más outsider de todas. Incluimos su versión de ‘Quiero estar entre tus cosas’, de Daniel Melero, como una simbolización perfecta de esa postura”, repasa Monk.
Lucy Patané es otra de las artistas que aporta su voz a la banda sonora, su interpretación de “Noche de paz” honra la fuerza de la versión original de Sumo y le da un nuevo matiz.
“Una parte considerable de la música de la serie se fue definiendo durante la escritura –señala Pablo Plotkin, director de la revista Rolling Stone durante dos décadas–. La idea era retratar la energía de la época y el espíritu del rock barrial en un sentido amplio. Muchas canciones estuvieron ahí desde las primeras versiones de los guiones. Nico tocando ‘Cuándo podrás amar’, de Las Pelotas, en su habitación, o ‘Brilla tu luz para mí’, de Sumo, cuando se toman la pepa en Nochebuena… ‘Triste canción de amor’ apareció rápido también, aunque antes barajamos un tema de Gardelitos que no quedó por tema de derechos. Y ahora ‘Triste canción de amor’ es lo que le queda rebotando en la cabeza a todo el mundo después de ver la serie”.
“Los Pérez García también eran muy importantes para el público que vivió Cromañón, y no solo por ser teloneros de la primera fecha –agrega Plotkin–. Después hay cosas menos apegadas al contexto histórico, como ‘La noche eterna’ (El Mató a un Policía Motorizado); creo que es uno de los grandes aciertos de la musicalización. Es una banda que apareció en la escena pública después de Cromañón, justamente, y que no tiene una conexión directa con el público mayoritario del rock barrial. Sin embargo, encarna algo esencial de la juventud urbana argentina pos 2001. No es casual que el director Bruno Stagnaro haya convocado a Santiago Motorizado, su cantante, para la versión remasterizada de la serie Okupas para Netflix. Hay algo en su poética y en su sonido que conecta al vacío con un nuevo comienzo”.
Un capítulo aparte es el de Ojos Locos, la banda que teloneó a Callejeros la noche del incendio en Once. La tragedia golpeó de lleno a la banda: perdieron a seis amigos, al padre del guitarrista y dos de sus integrantes se salvaron milagrosamente. En la serie puede escucharse su canción “Demasiado lomo”.
Juego de herederos
Obtener los permisos para usar una canción es una tarea ardua y burocrática, comparable con la que implica realizar un trámite sucesorio. Cada pieza que quiera utilizarse en una película, serie o comercial debe obtener primero el permiso de todos los derechohabientes de la obra, los autores o compositores y los dueños de los fonogramas (es decir, las compañías discográficas que editaron las canciones).
Monk se refiere al asunto con la sequedad de una respuesta legal: “Debe formularse un contrato por el cual se acuerdan las condiciones bajo las cuales las canciones aparecerán en ese audiovisual. No puede oponerse nada que no se haya firmado, porque los autores o los sellos pueden reclamar legalmente”.
La aparición de las plataformas digitales ha transformado por completo la industria musical y audiovisual. En la Argentina, la legislación permitía el acceso a los repertorios registrados en Sadaic, el ente recaudador de los autores e intérpretes, algo similar a lo que ocurre con la radio. Sin embargo, este panorama ha cambiado con los grises que ha traído el arribo de las plataformas.
Antes, la música se montaba casi en tiempo real, acompañaba el desarrollo de la narrativa, como un canal de difusión del que se sacaba música. Ahora, las series llegan terminadas, como películas, con un final ya definido. Esto exige que el tránsito musical esté planificado desde el principio. Adrián Sosa, baterista de Bajofondo y Head of Music para América Latina de Amazon, fue quien defendió la elección de la musicalización para la serie.
“Fue muy cuidadoso con todo el trabajo en equipo que realizamos”, destaca Monk y subraya el apoyo de Sosa a la visión de un enfoque musical que se adaptara a las nuevas dinámicas de producción televisiva. Esta transformación, señala Monk, está reconfigurando el papel de la música en la forma en que se producen y se narran las series hoy en día.
Un episodio insoslayable en la historia de la música popular argentina es interpretado con las herramientas actuales, aspira a que las zonas más ríspidas de Cromañón muevan a la reflexión, al debate y compongan un homenaje para las víctimas. En este contexto caleidoscópico, quizás ninguna canción capture con tanta precisión la magnitud de la tragedia como “Lo que perdí”, la balada escrita para la serie por Santiago Motorizado. “Y te escuché decir / lo que perdí sigue ahí / hay una sombra frente a mí / lo que perdí sigue ahí”.
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