La grasa abdominal, en especial la visceral, que se aloja alrededor de los órganos puede ser visual y estéticamente incomoda, pero el problema real es que se asocia a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 e hipertensión.

Estas son algunas modificaciones en tus hábitos y alimentación para intentar controlarla:

1. Pequeños grandes cambios

No existen alimentos mágicos, pero pueden implementarse cambios en la dieta que contribuyen a disminuir la grasa corporal, como reducir los azúcares y cereales refinados. El azúcar está formado por glucosa y fructosa, esta última pasa rápidamente al torrente sanguíneo siendo absorbida velozmente y alterando el metabolismo. Se empieza a segregar más insulina y a modificar la noción de cuándo se necesita realmente, indica la Licenciada en Nutrición Lorena Balerio al portal de La Nación.

Lo aconsejable es reeducar el paladar para el sabor dulce, endulzar con frutas, reducir el consumo (en vez de dos cucharadas de azúcar, bajar a una). Priorizar los cereales integrales como harina integral u otros como la avena que incluyen proteínas y fibras naturales. Si habitualmente consumís pan blanco, cambiar a integral. Preferir agua ante las bebidas azucaradas o probar con aguas saborizadas caseras cuando buscás un sabor extra en el agua. Si consumís bebidas azucaradas en volúmenes elevados, limitarla a un par de veces a la semana ya es un gran cambio.

2. Aumentar las proteínas de tu dieta

Si estás bajando de peso, las proteínas son grandes aliadas, dan más saciedad y se comen menos calorías en el día. Lo ideal es que las carnes sean magras y mejor las blancas. Priorizá pollo, pescado, huevo, antes que la carne roja que tiene más grasas en su composición. Las proteínas vegetales son una buena opción porque en un alimento tenés proteínas y fibra.

3. Más fibra

Los alimentos con fibra duran más tiempo en tu cuerpo haciendo que te sientas satisfecho y que en el día termines consumiendo menos calorías. Si no ingerís mucha fibra (frutas y verduras), y empezás a aumentar las cantidades, una primera reacción es sentirse hinchado, y es normal, el organismo tiene que acostumbrarse, pero luego desaparece esa sensación.

4. Evitar las grasas trans

Son las grasas hidrogenadas como margarinas, y las que se le agregan a los alimentos envasados como snacks, galletas dulces, congelados y prefritos. Aumentan la inflamación y enfermedades cardíacas. Consumilos solo esporádicamente, muchos de los productos que apuntan a solucionarte la comida si tenés poco tiempo son fuente de estas grasas.

5. Añadir Omega 3

Son las grasas que están en pescados grasos, mariscos, nueces y demás frutos secos, aceite de oliva, palta y semillas de chia y lino. Ojo con los suplementos de Omega 3; los incluidos de forma natural en la dieta serán siempre la mejor opción, porque pueden contribuir a que adelgaces y ayudan a las células a metabolizar mejor lo que comés.

6. Cambios en tu rutina

Sumá actividad física, sea cual sea, 30 minutos diarios. Lo ideal siempre serán ejercicios mixtos, sumar a la caminata o ejercicio aeróbico que realices, estimular la fuerza para trabajar la resistencia y tono muscular.

Por otro lado, el estrés puede hacer que ganes grasa abdominal al activar la producción de cortisol, hormona del estrés, cuyos niveles altos aumentan el apetito y el depósito de grasa abdominal. Practicá actividades que te “desconecten” y te gusten.

La pérdida de grasa se hace de manera constante, con compromiso y constancia. Pequeños grandes cambios te ayudarán a perder los kilos y centímetros alrededor de tu cintura. Lo ideal es asesorarte con profesionales para entrenar y para la alimentación, acorde a tus necesidades.

Fuente: La Nación