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Los datos desconocidos del día en que Jorge Luis Borges presenció el Juicio a las Juntas

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Hace 40 años, el 22 de julio de 1985, Jorge Luis Borges subía con lentitud las escaleras de Tribunales para presenciar una de las audiencias del Juicio a las Juntas. Como cada movimiento suyo de esos años, la visita atrajo a la prensa, interesó al público. Como casi todo hecho trascendente de su vida, este momento se tradujo en un gran texto. Como pocas veces, a la salida, se lo vio conmovido, abatido por lo que acababa de escuchar.

Tal vez lo que terminó de convencer a Borges de que tenía que ir a una audiencia fue el llamado de un periodista radial para preguntarle qué opinaba de haber sido parafraseado en el Juicio. Borges no sabía de qué le estaban hablando y cortó la comunicación.

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Era raro que sucediera eso. El de esos años, el de esa última década, era un Borges abierto a la charla con cualquiera, que aparecía en las revistas y en los diarios semanalmente. Un Borges al que le preguntaban sobre hábitos que se ponían de moda, triunfos deportivos y avatares políticos, que en cada conferencia convocaba pequeñas multitudes: un Borges Superstar. A su departamento de Maipú acudía mucha gente sin cita previa. Lo entrevistaban, le leían o charlaban un rato con él. Se había convertido en una de las grandes atracciones turísticas de Buenos Aires.

En una de las audiencias iniciales en las que altos mandos militares declararon ante los jueces, uno de ellos dijo: “El olvido es el único poder ante la venganza”. Lo dijo con gesto afectado y aclarando que estaba citando a Borges. Sin sorpresa, el general había empeorado el verso original que pertenece a Fragmentos de un evangelio apócrifo que estaba incluido en Elogio de la Sombra. “El olvido es la única venganza y el único perdón”, había escrito (dictado) Borges.

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Lo que le molestó fue ser citado como coartada: “Lo que sucede es que ese general se acogió al beneficio del olvido. Es muy cómodo usar mi frase desde el punto de vista de un culpable. Es como decir bueno, tapemos todo, echemos tierra”, dijo Borges.

El 22 de julio de 1985, Jorge Luis Borges asistió a una audiencia del Juicio a las Juntas Militares. (Foto: Juan Carlos Piovano / Agencia Télam)

El 22 de julio (sabemos que era lunes sin consultar el almanaque por el título del texto que escribió unos horas después) al mediodía, Néstor Montenegro, periodista de la revista Gente, lo pasó a buscar por su casa. Fue a almorzar al restaurante de siempre; comió lo de siempre: arroz con queso y un vaso de jugo de naranja. Pero estaba algo nervioso, ensimismado. El Juicio a las Juntas y lo que podría encontrar en él, lo preocupaban. Al periodista de la revista Gente que lo acompañaba le expresó uno de sus temores: “Hace un tiempo vino un fiscal a mi casa a visitarme. Me aseguró que no iba a haber condenas porque no había pruebas, todas habían sido destruidas”.

Quiso ir caminando. Tenían tiempo. Casi una hora para su cita y solo siete cuadras de distancia. El paso fue lento. No solo por su edad y por la ceguera. En cada cuadra tres o cuatro personas lo detenían para saludarlo, comentarle alguna de sus últimas apariciones públicas o tan solo tocarlo. «Grande, Maestro», le gritaban desde los autos al cruzar la Avenida 9 de Julio. Borges disfrutaba serenamente y con falso pudor la celebridad, estas muestras de afecto.

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Julio César Strassera lo esperaba en la fiscalía a las 14.30. Esa tarde, el escritor fue su invitado a la audiencia. Antes, mientras subía con dificultad la escalinata de Tribunales, los periodistas lo rodearon. Un aluvión de preguntas. Borges dio una respuesta genérica citando a Almafuerte: “Solo pide justicia. Pero será mejor que no pidas nada”. Y no se detuvo.

“Un hombre valiente”: la reflexión de Borges sobre Strassera

En la fiscalía lo esperaban Strassera, Luis Moreno Ocampo y Carlos Somigliana, el dramaturgo que colaboraba con la fiscalía y terminaría escribiendo buena parte del célebre alegato fiscal. Lo hicieron pasar al despacho de Strassera atiborrado de carpetas y expedientes. El frío invernal se hacía notar: alguien había dejado una ventana apenas abierta para que se disipara el olor a cigarrillo. Pero Strassera, fiel a su hábito, esclavo de su adicción, encendió uno tras otro durante la conversación.

Borges le dijo: “Usted es un hombre valiente. Lo mismo que las víctimas que declaran todos los días”. Luego le preguntó sobre la posibilidad de que los comandantes fueran condenados, su verdadera preocupación. No quería que los crímenes quedaran sin castigo. “No condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice”, escribió después.

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Hay una foto del encuentro. Borges, sentado en un sillón, con el bastón en su mano derecha y el sobretodo puesto –no se lo quitó en toda la jornada-, escucha muy serio y concentrado al fiscal. Strassera, en un silla que está a muy poco distancia del escritor, con un traje con chaleco, con una pierna cruzada sobre la otra casi en ángulo recto, agita una mano mientras en la otra sostiene un cigarrillo. Se lo adivina enfático y decidido.

Uno de los jóvenes del equipo fiscal se asomó y con una seña leve indicó que era la hora de dirigirse a la audiencia. En ese momento, Borges escuchaba con interés a Somigliana. Con algo de vergüenza, Strassera le pidió a Borges que le autografiara un libro, una de esas ediciones de tapas lisas y monocordes de Emecé de los ochenta, esas que se deshojaban con una lectura intensa.

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Mientras se dirigía a la sala, Borges le dio su parecer sobre el fiscal a su acompañante: “Es un hombre simpático. Y, además, parece honesto”.

Lo que dejó la audiencia del Juicio a las Juntas que Borges presenció

La audiencia de ese día estaba algo demorada. Borges esperaba sentado. Varios de los presentes se acercaban a saludarlo. Se lo veía inquieto, molesto, como si supiera lo que iba a presenciar minutos después, como si saludarse e intercambiar cortesías sociales fuera un gesto frívolo frente a la tragedia que se iba a revivir. Un hombre de traje hizo chocar su mano con la de Borges, al tiempo que con la otra tomaba su hombro mientras cerraba el apretón. La mano de Borges pareció de gelatina, más por ser renuente a saludar a este interlocutor que por debilidad física. Sin ver, presintió la incomodidad. Alguien, seguramente Néstor Montenegro, el periodista de la revista Gente que lo acompañó toda la jornada, le dijo al oído de quién se trataba: Héctor Ramos, el defensor del Almirante Anaya. La boca de Borges se torció en un gesto amargo.

Ramos: Para mí es un honor saludarlo.

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Borges: Gracias.

Ramos: Yo quisiera explicarle por qué soy defensor…

Borges: No me explique.

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Ramos: Pero usted se preguntará…

Borges: No, no me explique.

Ramos: Pero yo le puedo contestar…

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Borges: Usted mismo se pregunta y se contesta. Yo no lo he hecho. A mí no me interesa por qué lo hace.

Como la audiencia seguía sin comenzar, los saludos continuaron. El siguiente en acercarse fue Miguel Ángel Buero, el otro defensor de Anaya. Borges tuvo la precaución de finalizar la conversación antes de que empezara. Se lamentó en voz alta, como hablando con él mismo: “No sé por qué quieren saludarme y darme explicaciones. Si yo no los conozco”.

El exdetenido desaparecido de la ESMA, Víctor Basterra, dio testimonio en el Juicio a las Juntas el día que Borges presenció la audiencia. (Foto: Museo de la Memoria ESMA / X: @espacio_memoria)
El exdetenido desaparecido de la ESMA, Víctor Basterra, dio testimonio en el Juicio a las Juntas el día que Borges presenció la audiencia. (Foto: Museo de la Memoria ESMA / X: @espacio_memoria)

Ese día Borges solo escuchó a un testigo. Una larga y detallada declaración. Víctor Melchor Basterra, un obrero gráfico que fue secuestrado por un grupo de tareas de la ESMA el 10 de agosto de 1979. Estuvo privado de su libertad hasta agosto de 1984. Basterra en su declaración explicó las fechas. El 3 de diciembre de 1983, una semana antes del regreso democrático fue liberado de la ESMA y enviado a su casa. Pero él se consideraba privado de su libertad hasta agosto del 84 porque hasta esa fecha recibió semanalmente visitas y amenazas de sus captores que todo el tiempo le recordaban que lo estaban controlando.

El interrogatorio lo comandó quien ejercía esa semana la presidencia del tribunal, el Dr. Guillermo Ledesma.

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“Dijeron: ‘Éste va a la huevera’. Me llevaron a un lugar que se sentía así: muy hermético, muy cerrado. Yo tenía una capucha puesta, entonces me sacaron las esposas y me dijeron que comenzara a desnudarme; mientras me sacaba la ropa, me golpeaban, me golpeaban mucho, me golpeaban y caía contra las paredes. Luego de estar totalmente desnudo, me ataron los tobillos y las muñecas a una cama, y un cablecito a un dedo del pie derecho, y ahí comenzaron a aplicarme lo que ellos llamaban la máquina: la picana eléctrica. Eso era permanentemente, me lo hacían con preguntas y sin preguntas”, declaró Basterra.

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Desde una de las 200 butacas disponibles, Borges, entre el público, escuchaba azorado a Basterra. Un hombre simple y claro. Que narraba desapasionadamente su tormento. Se detenía en cada circunstancia, obligado por las preguntas, para narrar su martirio.

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“Yo estaba muy entumecido, apenas podía levantar el brazo o mover la pierna. Cuando abro los ojos veo que mi señora estaba sentada delante mío. Vi que también había sido torturada. Había sido golpeada; después ella me dijo que también la habían picaneado. Yo había sentido gritos y también estaba mi, mi niñita, mi… Trajeron a mi hija después y me dijeron que me la iban a poner en el pecho mientras me daban máquina”, prosiguió Basterra en la declaración que se extendió por muchas horas.

Borges masticaba unas pastillas de menta y murmuraba, cada tanto qué horror, qué horror. Montenegro, el periodista que lo había acompañado le preguntó en varias ocasiones si deseaba irse. Borges no respondía.

Basterra fue obligado a delatar a algún compañero. “Me quiero morir. Es terrible lo que te hice. Estás acá por mi culpa”, le dijo a Juan Aronzena, otro detenido desaparecido de la ESMA. “No te preocupes. Yo hubiera hecho lo mismo”, le respondió el otro.

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Año 1985: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Armando Lambruschini y Omar Grafigna durante el Juicio a las Juntas Militares. (Foto: DyN)
Año 1985: Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Armando Lambruschini y Omar Grafigna durante el Juicio a las Juntas Militares. (Foto: DyN)

Borges escribió un breve artículo para la Agencia EFE en el que relató su experiencia ese día: “He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz. Bajo el suplicio, había delatado a sus camaradas; éstos lo acompañarían después y le dirían que no se hiciera mala sangre, porque al cabo de unas ‘sesiones’ cualquier hombre declara cualquier cosa. Ante el fiscal y ante nosotros, enumeraba con valentía y con precisión los castigos corporales que fueron su pan nuestro de cada día. Doscientas personas lo oíamos, pero sentí que estaba en la cárcel”.

Un momento particular, un momento que mostraba la extravagante crueldad desde otro punto de vista se dio cuando el testigo relató lo ocurrido la noche previa a una de las navidades que pasó en cautiverio.

“De pronto, el 24 de diciembre a la noche nos bajaron a todos los Capuchas; creo que quedaron nada más la Tía Irene y Juan Carlos Chiaravalle. Nos pusieron frente a una mesa servida con manjares y bebidas y dijeron que íbamos a festejar la Navidad. Yo no entendía nada. Estábamos con grilletes que nos hicieron sacar en uno de los cubículos de la huevera (…) Seríamos 17 personas. El que llevaba adelante la ceremonia era el Capitán D’Imperio. (…) En un momento dado se produjo un silencio grande, como una orden militar, y vino una persona mayor que posteriormente supe que era el director de la ESMA, capitán de navío Supisiche. Se puso frente a nosotros y dijo: ‘Señores buenas noches: les deseo una feliz Navidad. Dijo eso y se fue”, relato Basterra.

Borges en su artículo escribió sobre esta escena:

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“De las muchas cosas que oí esa tarde y que espero olvidar, referiré la que más me marcó, para librarme de ella. Ocurrió un 24 de diciembre. Llevaron a todos los presos a una sala donde no habían estado nunca. No sin algún asombro vieron una larga mesa tendida. Vieron manteles, platos de porcelana, cubiertos y botellas de vino. Después llegaron los manjares (repito las palabras del huésped). Era la cena de Nochebuena. Habían sido torturados y no ignoraban que los torturarían al día siguiente. Apareció el Señor de ese Infierno y les deseó Feliz Navidad. No era una burla, no era una manifestación de cinismo, no era un remordimiento. Era, como ya dije, una suerte de inocencia del mal”.

Por un momento creyó que se había perdido algo de lo dicho esa tarde. No podía entender la lógica de lo actuado por los militares. ¿Para qué secuestrar a alguien cuatro años y torturarlo para luego dejarlo libre?, se preguntaba. Uno de los periodistas presentes le explicó el concepto de “recuperación” según Emilio Massera y la ESMA. La intención de hacer trabajar a esas personas para el proyecto político del exjefe de la Armada y al mismo tiempo captarlos. “Pero ¿De qué recuperación me habla?”, dijo enojado Borges. “No buscaban la recuperación física y mental de nadie ahí”.

Su opinión sobre Massera era contundente: “Un asesino, una de las personas más siniestras del país”.

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La tapa del Diario Clarín del 23 de julio de 1985, que destaca la presencia de Jorge Luis Borges en el Juicio a las Juntas.
La tapa del Diario Clarín del 23 de julio de 1985, que destaca la presencia de Jorge Luis Borges en el Juicio a las Juntas.

La presencia de Borges en la sala de audiencias no pasó desapercibida para nadie. Todos miraban sus movimientos y sus reacciones. Al día siguiente llegó a la tapa de los diarios. Fueron muchas las personalidades que presenciaron el Juicio en las diferentes jornadas. Pero el escritor logró una atención que los demás no consiguieron.

Para los jueces tampoco el escritor pasó inadvertido. A pesar de físicamente ser una figura tenue, con su paso lento y encorvado, nadie podía ignorar que Borges, el mayor escritor del país y una de sus figuras más reconocidas, iba a escuchar los testimonios de ese día.

Los jueces a cargo del proceso se valían de unas tiras de papel prolijamente cortadas en las que escribían las preguntas que se les iban ocurriendo en medio de las declaraciones. Esos apuntes se los pasaban con discreción al magistrado que comandaba el interrogatorio (la presidencia rotaba semanalmente) para que fuera una sola voz la que preguntara. Pero el 22 de julio, el día de la presencia de Borges, esos papelitos tuvieron una función más literaria. “Carlos Arslanián, con una inteligencia y un ingenio notables, empezó a escribir en el momento (¿cuánto habrá tardado? Cinco, diez minutos). Redactó en un papelito lo que podría ser un cuento de Borges, relacionando lo sucedido con uno de sus cuentos de cuchilleros”, contó Jorge Valerga Aráoz, uno de los magistrados integrantes de la Cámara Federal.

Los jueces luego le hacían leer el breve texto a Arslanián que remedaba a la perfección la voz balbuceante del escritor. Valerga Aráoz le explicó a Jose Eliaschev en su libro Los Hombres del Juicio que este fue un pasajero momento de distensión dentro de ese mundo tenebroso que estaban investigando, en el que estaban inmersos.

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Luego de las preguntas, detalladas y precisas del tribunal, fue el turno de los abogados defensores que se esforzaban por encontrar fisuras en el testimonio del testigo, pretendían hacerlo caer en contradicciones y generar sospechas sobre sus actividades. El Dr. Ledesma debió intervenir varias veces para que el interrogatorio no se saliera de cauce y, con firmeza y mucha paciencia, negó la pertinencia de muchas preguntas improcedentes de las defensas.

En 1980, Borges firmó una solicitada en la que se reclamaba por la situación de los desaparecidos. (Foto: diario Clarín)
En 1980, Borges firmó una solicitada en la que se reclamaba por la situación de los desaparecidos. (Foto: diario Clarín)

A Borges hubo otro aspecto que le llamó la atención. La contradicción entre lo que hicieron los militares cuando ostentaban el poder y la actitud que tomaban cuando eran los acusados. Lo maravillaba esa creencia súbita en el ordenamiento jurídico y en sus garantías.

“Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer”.

Al abandonar la sala y mientras se dirigía a la salida del Palacio de Justicia, Borges no se podía convencer de que ese no fuera el peor de los testimonios brindados en las audiencias. De hecho, le aseguraron, había otros mucho más graves, muchos más atroces. El viejo escritor no pudo ocultar su impresionada sorpresa.

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Era la primera vez que Borges en su larga vida presenciaba un juicio oral. Sería también la última. La experiencia había sido tan intensa que no deseaba repetirla. Sin embargo poco después afirmó: “Convendría que cada persona asista a este juicio al menos una vez. Es necesario. Pero debo confesar que no pienso volver porque quedé muy impresionado”.

A la salida, otra vez las escalinatas, ahora en descenso. Y otra vez los periodistas. Hablaba mientras bajaba la escalera con mayor lentitud a la habitual, como si el brazo que le ofrecía Montenegro y el bastón en la otra mano fueran imprescindibles para mantenerlo en pie. En ese momento se notaron sus 86 años. Había abandonado esa vitalidad sarcástica, ese titubeo urdido para soltar frases brillantes, precisas y algo maliciosas. No era el cansancio del paso de las horas sino la tristeza, la cercanía del horror, haber entendido el infierno en el que habían sumergido a Basterra.

Antes de subirse a un taxi –ya no tenía fuerzas para caminar- Borges, evidentemente conmovido y triste, dijo: “Tengo la sensación de que he asistido a una de las cosas más horrendas de mi vida. Espero que la sentencia sea ejemplar. Siento que he salido del infierno”. Y luego aseveró: “Este hecho no puede, no va a quedar impune”.

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Jorge Luis Borges, Julio Cesar Strassera, dictadura militar

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La respuesta de Guillermo Francos a Pablo Toviggino: “Me fijaría si tiene los dedos verdes”

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El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, le contestó, en los estudios de LN+, a la mano derecha del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) “Chiqui” Tapia, Pablo Toviggino, quién lo llamó “hombrecito de dientes amarillos” en un descargo en X en pleno debate por la vuelta del público visitante a los estadios del fútbol argentino.

“Este personaje dijo que yo tenía dientes amarillos: me fijaría si él no tiene dedos verdes”, expresó Francos el lunes por la noche en Odisea Argentina en referencia descalificación que recibió por parte del tesorero del organismo futbolístico y “brazo mediático” de Tapia.

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El jefe de ministros consideró que el regreso de hinchas visitantes en Lanús-Rosario Central ocurrió “en un partido en particular” y que su puesta en escena, en un acto con Tapia y funcionarios de la provincia de Buenos Aires, obedeció a “un uso político”, en vísperas de las elecciones bonaerenses.

Francos

“Me resultaba un personaje desconocido hasta que busqué quién era. Es el tesorero de la AFA y dicen que es experto en trolls”, afirmó Francos en ante Carlos Pagni, consultado por la prepotencia con la que Toviggino se refirió a él.

En ese sentido, volvió a apuntar contra la AFA: “La decisión de permitir hinchas visitantes es una decisión política de la Asociación del Fútbol Argentino: creo que está metida en política. Tengo algunas sospechas sobre ese tema”.

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Asimismo, acusó al tesorero de la institución futbolística de atribuirse las hazañas de la “Scaloneta”. “¿Cuántos goles hizo Toviggino en el mundial de Qatar? Porque la Copa del Mundo la ganaron Lionel Messi, Ángel Di María y Rodrigo De Paul y todos los jugadores que intervinieron en ese equipo sensacional y extraordinario que dirigió Lionel Scaloni y que ganó al final con Francia. No sé que hizo Toviggino para adjudicarse eso como un triunfo propio”.

La mano derecha del presidente de la AFA cargó en duros términos contra Francos el domingo por la tarde a través de X. Primero dijo: “Té equivocás, hombrecito de dientes amarillos” y luego cerró: “Te deseo un muy FELIZ Y TRISTE FINAL… PRONTO!!!”.

Toviggino suele combatir con ironía, amenazas y agravios cualquier disidencia pública en torno al funcionamiento o la organización de la AFA. En el pasado mantuvo cruces con directores técnicos (Carlos Tevez, Eduardo Domínguez) y dirigentes (D’Onofrio, Fassi, Verón, Cascini).

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Guillermo Francos,https://t.co/DeGN0ei9Ce,July 20, 2025,cruces con directores técnicos,LN+,Guillermo Francos,Pablo Toviggino,,Conforme a,Guillermo Francos,,Tesorero multitasking. La nueva prepoteada de Toviggino, el brazo digital del “Chiqui” Tapia,,LN+. Francos especuló sobre el futuro del Gobierno en 2026 tras las elecciones: “Totalmente distinto”,,»Te deseo un muy feliz y triste final pronto». Dura reacción del tesorero de AFA contra Guillermo Francos, con exabruptos e ironías

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La salud de “Locomotora”: continúa en terapia intensiva y “corre riesgo de vida alto”, según el último parte médico

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A ocho días de haber sufrido una repentina descompensación, provocada por un ACV isquémico, la convencional constituyente electa en Santa Fe, Alejandra “Locomotora” Oliveras, continúa internada en la Unidad de Terapia Intensiva del hospital José María Cullen, en la ciudad de Santa Fe. Según precisa el último parte médico, difundido durante la mañana de este martes, la ex boxeadora «tiene riesgo de vida alto“, debido a la ”grave» lesión que sufrió en uno de sus hemisferios cerebrales.

“Alejandra se encuentra cursando la internación en la unidad de terapia intensiva, con asistencia mecánica respiratoria, clínicamente estable, y continúa con el control y el monitoreo permanente de la evolución neurológica. En las últimas 24 horas estuvo estable en todo aspecto, tanto a nivel clínico como neurológico”, explicó el doctor Bruno Moroni, director del centro de salud provincial.

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Luego tomó la palabra el jefe de la UTI, doctor Néstor Carrizo, quien brindó más detalles de la compleja situación que atraviesa Oliveras. “La lesión neurológica que ella tiene es una lesión grave en un hemisferio cerebral, por lo tanto, necesita la asistencia respiratoria, medicación para la hidratación, nutrición enteral, analgésicos y monitoreo neurológico”, puntualizó.

En la misma línea, el doctor Carrizo destacó que la prioridad ahora pasa por “sostener la estabilidad clínica” de Oliveras, y por el momento no se analiza la desvinculación de la asistencia respiratoria porque “no está en condiciones para eso”.

Locomotora Oliveras corre riesgo de vida. (Gustavo Gavotti)

Al ser consultado por las posibles secuelas que podría presentar “Locomotora” a raíz del ACV isquémico, el profesional advirtió que es muy prematuro para hablar de ello, debido a que la ex boxeadora se encuentra en una “fase crítica” y los pacientes pueden presentar fluctuaciones en las respuestas neurológicas.

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No obstante, el doctor Carrizo aclaró: “Obviamente, es grave, la afectación de un hemisferio cerebral afecta la funcionalidad, la parte cognitiva y la parte motora. Es una paciente que tiene riesgo de vida alto”.

Por último, el vocero del establecimiento enfatizó la importancia del pasado de Oliveras como deportista de alto rendimiento. “Un paciente que tiene actividad física tiene una reserva del funcionamiento de sus órganos mucho mejor que otro paciente, por ejemplo, que sufre enfermedades crónicas”, concluyó.

Oliveras, de 46 años, fue hospitalizada el pasado lunes, luego de sufrir un episodio de desorientación. Inicialmente, fue atendida en un dispensario de la localidad de Santo Tomé, pero ante la complejidad del cuadro fue trasladada al hospital Cullen, donde se le diagnosticó un ACV isquémico provocado por la obstrucción de una arteria.

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Durante los días posteriores, el parte médico fue marcando un deterioro paulatino. El mismo lunes, su colaborador político, Ariel Sclafani, confirmó en diálogo con Infobae que la situación era “muy delicada” y que en el espacio Frente de la Esperanza estaban “muy amargados”. El martes, los profesionales constataron el agravamiento del edema cerebral, lo que derivó en la cirugía de urgencia del martes por la noche.

Un día más tarde, Oliveras fue sometida a una craneotomía descompresiva luego de que los profesionales detectaran un cuadro de hipertensión intracraneal que amenazaba con comprometer otras áreas del cerebro.

Desde su retiro del boxeo profesional en 2019, Oliveras se involucró activamente en política. Fue candidata a diputada nacional en 2021 y más tarde se desempeñó en el Ministerio de Seguridad de la Nación durante la gestión de Patricia Bullrich, en el área de Seguridad en Eventos Deportivos.

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En abril de este año fue elegida como convencional constituyente en Santa Fe, donde preside un bloque de tres miembros. Su participación se considera clave para el oficialismo provincial en el marco del proceso de reforma constitucional impulsado por el gobernador Maximiliano Pullaro.

Rechazaron la impugnación a la Locomotora Oliveras para asumir su banca en la Convencional Constituyente de Santa Fe

La comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Convención Reformadora de la Constitución de Santa Fe resolvió este lunes rechazar la impugnación presentada contra la banca de Alejandra “Locomotora” Oliveras, quien permanece internada en estado crítico tras haber sufrido un ACV isquémico el pasado 14 de julio, el mismo día en que debía asumir su cargo como convencional constituyente.

El planteo había sido presentado por el bloque Somos Vida y Libertad, encabezado por Amalia Granata, que cuestionó la residencia en la provincia de la ex boxeadora. Según el argumento esgrimido por ese espacio, Oliveras habría asentado domicilio en Santo Tomé recién en 2025, lo cual, afirmaron, no cumpliría con el requisito legal de dos años de residencia mínima en el territorio santafesino para acceder a una candidatura.

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Sin embargo, el pedido fue desestimado. Ariel Sclafani, apoderado del espacio Frente de la Esperanza que impulsó la postulación de Oliveras, defendió la validez de su candidatura y recordó que ya había participado de anteriores procesos electorales en la provincia sin que ningún partido político hubiese objetado su residencia. “La Locomotora ha sido candidata nuestra en 2021 del partido Unite y la justicia ya está certificando su domicilio”, afirmó, según expuso la presidenta de la comisión, Beatriz Brouwer, tras el encuentro del lunes.

El dictamen que desestimó la impugnación será tratado en la próxima sesión del pleno, según confirmaron desde la comisión

El rechazo de la impugnación fue plasmado en un dictamen firmado por los integrantes de la comisión, que será elevado al pleno para su tratamiento durante la sesión del jueves. A pesar de ello, la situación de la banca que corresponde a Oliveras por el voto popular continúa abierta, dado que su delicado estado de salud le impidió incluso prestar juramento como convencional.

La comisión baraja dos posibles caminos: conceder un plazo de diez días para esperar su evolución clínica o habilitar la asunción de su reemplazante, Verónica Colombo. De momento, no se adoptó ninguna resolución al respecto. Brouwer expresó que “todavía no debe ser reemplazada”, y añadió: “Queremos que realmente se recupere. Estamos todos rezando para que la Locomotora pueda venir y plantear con su propia voz y defender su título como lo hizo siempre”.

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El embajador designado por Trump dijo que vendrá al país para limitar “la influencia maligna” de China, Irán y Venezuela

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WASHINGTON.- El embajador para la Argentina designado por Donald Trump, Peter Lamelas, se presentó este martes en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, donde dio un discurso en el que apuntó contra “la influencia maligna de potencias adversarias en la región”, como “Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Irán y otros que buscan socavar los valores democráticos”, al tiempo que destacó el muy buen vínculo entre el líder republicano y Javier Milei.

“De ser confirmado, me mantendré firme contra la influencia maligna de potencias adversarias en la región, ya sean actores maliciosos o regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Irán y otros que buscan socavar los valores democráticos. Creo que nuestra relación entre Estados Unidos y la Argentina será un ejemplo brillante para el resto de América Latina”, dijo Lamelas en la audiencia, liderada por el republicano Jim Risch, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

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Al presentar a Lamelas, Risch dijo que “Milei es un socio clave” de Estados Unidos en el hemisferio. “Espero que aproveche todas las oportunidades para profundizar las relaciones de seguridad económica con la Argentina. China extiende cada vez más su influencia en el hemisferio occidental. Todos lo sabemos. Espero, como Embajador en la Argentina, que trabaje con sus homólogos para apoyar medidas prácticas que reduzcan la influencia tecnológica y financiera de China en la Argentina y en América del Sur en general”, señaló.

Lamelas, durante la audiencia, se refirió a la necesidad de reforzar el intercambio comercial y facilitar un clima de negocios. “Estados Unidos y Argentina comparten estrechos vínculos económicos, políticos y culturales. Trabajaré para alinear los intereses de Argentina y Estados Unidos. Una Argentina fuerte, estable y próspera no solo beneficia a sus ciudadanos, sino que también fortalece la estabilidad económica y política regional. Trabajaré para apoyar y crear oportunidades para las empresas estadounidenses, garantizar la igualdad de condiciones y promover políticas económicas que fomenten el comercio y la inversión justos y recíprocos, cooperando en cuestiones de seguridad, combatiendo la corrupción y fomentando un clima favorable. La inversión empresarial es crucial”, planteó Lamelas, un ferviente anticastrista, crítico acérrimo del socialismo y admirador de Milei.

El designado por Trump, además, añadió: “De ser confirmado, trabajaré para garantizar que los recursos de la Argentina, su energía y sus minerales críticos, beneficien a ambas naciones. Estados Unidos desea ser el socio predilecto de la Argentina en su reapertura a los mercados globales. Por lo tanto, es de nuestro interés estratégico asegurarnos de reducir las barreras comerciales y consolidar alianzas que garanticen un mercado justo, abierto y transparente. Trabajaré para fortalecer la seguridad regional, la cooperación policial y el intercambio de inteligencia para combatir el narcotráfico y los delitos transnacionales”.

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