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POLITICA

Tensión en el Congreso: la oposición acusa al Gobierno de dilatar el debate por el presupuesto y el oficialismo dice tener los votos

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En el último gran sprint legislativo, el Gobierno y la oposición disputan artículo por artículo el presupuesto 2025, una ley clave para la administración de Javier Milei que puja por mantener el equilibrio fiscal. La pelea tiene todos los condimentos porque desde las fuerzas dialoguistas comienzan a ver una actitud dilatoria del oficialismo, mientras que en la Casa Rosada lo niegan y dicen tener los votos para aprobar la propuesta.

En el kirchnerismo crece la sospecha de que Milei no quiere la aprobación del Presupuesto 2025 y especulan que la intención de fondo es continuar con el plan de cuentas de la gestión de Alberto Fernández para poder hacer un uso discrecional de las partidas en un año electoral particular, ya que los gobernadores también jugarán parte de su poder en el Congreso.

Sin embargo, el oficialismo niega esa estrategia. «Lo que más le conviene al Gobierno es que se apruebe el presupuesto tal cual se planificó», le aseguró a Clarín un operador libertario, confiado en que los resultados económicos conseguidos en estos 11 meses le permitirán a Milei cumplir con su objetivo de déficit cero.

Desde la oficina de Martín Menem estiman que tendrán los votos para sacar el presupuesto, aseguran que tienen 90 diputados asegurados, entre propios y aliados, sin contar a la UCR que le puede aportar 20 apoyos si logran afinar algunas diferencias. Una comisión de la bancada que encabeza Rodrigo De Loredo ya tuvo un par de reuniones con José Luis Espert, titular de la comisión de Presupuesto, el presidente de la Cámara, el senador Bartolomé Abdala y el secretario de Hacienda, Carlos Guberman.

Martín Menem y la misión de aprobar el presupuesto. Foto: Emmanuel Fernández.

En el oficialismo evalúan que una de las principales cartas ya la jugaron esta semana con el lanzamiento del Régimen de Reparación Federal, un plan mediante el cual el Gobierno quiere ordenar las «deudas mutuas» y «compensaciones» económicas entre la Nación y las provincias. Los libertarios creen que es el momento de negociar estos pasivos.

Los gobernadores y la aprobación del presupuesto

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Con la propuesta lanzada este jueves por el vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, «los más interesados en que se apruebe el presupuesto son los gobernadores porque necesitan asegurarse los fondos», según el análisis de los libertarios. La oferta no tuvo una reacción inmediata de las provincias, ya que sólo Mendoza, gobernada por el radical Alfredo Cornejo, dejó trascender cierto interés.

«Con este plan hasta Kicillof va a tener beneficios», apuntaron desde el oficialismo, quienes entendieron que en esa negociación entran rutas, obra pública y las cajas previsionales. En este último rubro, el trueque propuesto por la administración de Javier Milei no es simple porque depende de lo que arrojen las auditorías que van a paso «lento» y que demandarán un año.

Sin embargo, hay confianza entre los libertarios de que podrán capitalizar así los votos de los diputados que tienen terminal en sus provincias. Uno de los objetivos sería el bloque de Innovación Federal, un espacio que responde a los gobernadores Alberto Weretilneck (Río Negro), Gustavo Sáenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones). También suman a los dos sanjuaninos, lo que le permitiría estar en los 115 votos, aún lejos de los 129 que se necesitan para el quórum.

La misión no será sencilla porque hay malestar en las provincias e incluso trascendió que un gobernador dialoguista llamó a un importante senador K con la intención de avanzar desde el Congreso con una reforma en el reparto de la coparticipación. Según confiaron a este diario, la operación fue abortada por una cuestión de plazos, ya que el Congreso cierra el período de sesiones ordinarias el 30 de este mes y, además, saben que una maniobra en ese sentido será vetada por el Presidente.

El oficialismo se lanza a la caza de votos

Por eso, el oficialismo también quiere convencer a los 6 de la Coalición Cívica, que tiene a Paula Olivetto en la comisión para apoyar con su firma el despacho de mayoría. Aunque en el bloque que responde a Elisa Carrió están preocupados por el ritmo lento del debate. La semana próxima, los diputados de ese sector se reunirán con los asesores económicos para hacer un punteo del proyecto pero ya anticiparon que no avalarán facultades especiales y reclamarán los fondos para los jubilados.

Un poco más difícil será la negociación con Encuentro Federal que anunció que irá con dictamen propio con eje en mantener el equilibrio fiscal pero reasignando partidas de la SIDE, área que controla el asesor todoterreno Santiago Caputo, y de Karina Milei, para financiar el aumento a los jubilados y el presupuesto de educación. Sin embargo, en el oficialismo sólo se quedaron con el mensaje en off de Miguel Angel Pichetto, presidente de este bloque variopinto de 16 diputados, quien dijo que se va a respetar lo que digan los gobernadores.

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Germán Martínez y Carlos Castagneto. Foto: Federico López Claro.Germán Martínez y Carlos Castagneto. Foto: Federico López Claro.

En el kirchnerismo todavía están en proceso de análisis de cada uno de los artículos del proyecto enviado por el Ejecutivo y la intención es tener una conclusión precisa para la próxima semana con la intención de acordar una estrategia con los gobernadores. Hay mucha tensión por la falta de compensación a las provincias por los recortes que hubo en las transferencias que complican el pago de los servicios de educación y salud, sin contar con la caída en la obra pública. Pero otro de los puntos que cuestionan tienen que ver con la delegación de facultades para que Luis Caputo pueda renegociar la deuda sin intervención del Congreso.

Por lo pronto, los libertarios entienden que se modificó el cronograma del presupuesto. La actividad en la comisión de Diputados estuvo concentrada en reuniones informativas con funcionarios del Ejecutivo. Espert, quien comanda las audiencias, trataba de convocar a un nuevo encuentro para la próxima semana, pero no será sencillo porque hay legisladores que viajan a Estados Unidos como veedores de las elecciones en ese país. La idea es que el proyecto se trate en el recinto el miércoles 20.

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POLITICA

Elecciones en Estados Unidos 2024: Trump saca una clara ventaja al inicio del escrutinio en los estados clave y queda a un paso de la Casa Blanca

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WASHINGTON.- En una de las elecciones presidenciales más reñidas y trascendentales en Estados Unidos, Donald Trump se acercaba a conseguir una victoria ante la vicepresidenta, Kamala Harris, y quedaba a un paso de regresar a la Casa Blanca luego de perder su reelección hace cuatro años en su duelo con el presidente, Joe Biden. Tras el cierre de la votación en todo el país, el punto final de una campaña agobiante y sin precedentes, las primeras cifras le daban una nítida ventaja a Trump, y algunos medios, como Fox News, ya lo consagraban ganador antes de que termine el escrutinio.

En una lucha cerrada, voto a voto, para capturar una mayoría en el colegio electoral y llegar a la presidencia, Trump aparecía mejor posicionado en los siete estados pendulares o “swing states” en los que se dirimía la contienda: Pensilvania, Michigan y Wisconsin, los estados de la región del Medio Oeste conocida como el “Cinturón del Óxido” por su glorioso pasado metalúrgico, y Arizona, Nevada, Carolina del Norte y Georgia en el sur del país, en el “Cinturón del Sol”.

Trump se imponía con comodidad en Georgia, y lograba recuperar un estado que había perdido ante Biden en 2020, y en Carolina del Norte, en el sur del país, y también aparecía al frente en Wisconsin, Michigan y Pensilvania, los tres estados que integran el llamado “Muro Azul” donde los demócratas habían puesto sus principales esperanzas para retener la Casa Blanca. A primera hora del miércoles, consiguió el triunfo de este último, uno de los estados más disputados, y quedó a solo tres votos electorales de derrotar a Kamala Harris para regresar a la Casa Blanca. Arizona, en la frontera con México, otro estado que Biden ganó hace cuatro años, también parecía inclinarse a favor del magnate, al igual que Nevada.

La campaña de Harris permanecía en silencio, a la espera de un milagro que le permitiera encontrar una camino viable a la presidencia. La vicepresidente todavía no reconoció su derrota.

“Es una victoria política que nuestro país nunca ha visto antes”, celebró Trump en su cuartel general en West Palm Beach, en Florida. “Esta será verdaderamente la era dorada de Estados Unidos”, definió.

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Además de ganar la presidencia, el Partido Republicano también logró quedarse con el control de Senado, y estaba cerca de conseguir una mayoría en la Cámara de Representantes, dándole a Trump amplio poder para llevar las riendas del país.

Una campaña divisiva

Desde muy temprano, millones de norteamericanos se volcaron masivamente a los centros de votación en todo el país a votar en persona, y a poner punto final a una elección divisiva, marcada por una retórica ácida y violenta –y dos intentos de magnicidio a Trump–, en la que demócratas y republicanos pusieron en juego el rumbo del país, su futuro, la salud de su democracia, y su vínculo con el resto del mundo. La elección giró, una vez más, alrededor de la candidatura de Trump, que buscó la presidencia por tercera vez consecutiva y fue por la revancha tras su derrota ante Biden hace cuatro años, en medio de la pandemia del coronavirus.

Estados Unidos llegó al cierre de la elección sumido en una fractura profunda que, por momentos, parece ya irreparable, y desanimado por el rumbo del país y la economía, uno de los temas centrales de la campaña, junto con la inmigración, el aborto, y la democracia. Una encuesta a boca de urna de la cadena CNN mostró que los republicanos votaron con la mente puesta en la economía –el país sufrió el peor brote inflacionario de los últimos 40 años luego de la pandemia– y la inmigración, mientras que los demócratas priorizaron el aborto y la democracia. Los sondeos de la cadena también indicaron que una mayoría de los votantes en algunos estados clave —Arizona, Michigan y Wisconsin— desaprueban la gestión de Biden, cuya popularidad ha estado desinflada desde hace meses.

El fantasma del asalto trumpista al Congreso el 6 de enero de 2021, durante la última transición presidencial, y las denuncias continuas de fraude y de robo electoral por parte de Trump enturbiaron una atmósfera ya de por sí espesa al final de los comicios, que quedaron envueltos de un dramatismo y una trascendencia sin precedentes en la primera potencia global.

“Se habla mucho de un fraude masivo en Filadelfia. ¡¡¡Viene la policía!!!”, posteó Trump en su red social, Truth Social, por la tarde del martes, usando su habitual estilo hiperbólico cuando la votación todavía no había cerrado.

La pelea por Pensilvania

Justamente en Filadelfia, capital de Pensilvania, el más importante de los siete estados pendulares o “swing states” donde estaba en juego la presidencia, la campaña de Harris se esperanzaba con una alta participación de votantes, incluidos puertorriqueños, un electorado enfurecido por el cierre de campaña de Trump en el Madison Square Garden, en Nueva York, en el que un comediante dijo que Puerto Rico era “una isla flotante de basura”. Pese a la ventaja inicial de Trump, en el equipo de Harris no perdían la esperanza de un cambio de tendencia en el recuento de votos.

Cerca de las 11 de la noche, el equipo de Harris insistía en que podía ganar: en un memo interno, la jefa de la campaña, Jen O’Malley Dillon, dijo que el camino a la presidencia pasaba por ganar los estados del llamado “muro azul”, Wisconsin, Michigan y Pensilvania. Pese a la ventaja que mostraba Trump, O´Malley Dillon dijo que se se sentían bien con los datos que estaban viendo.

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“Llevamos semanas diciendo que esta carrera podría no declarar al ganador esta noche. Aquellos que estuvieron presentes en 2020 lo saben bien: lleva tiempo que se cuenten todos los votos”, escribió.

La gente durante el evento nocturno electoral de la vicepresidenta de Estados Unidos y candidata presidencial demócrata Kamala Harris

Pero la victoria de Trump parecía esta madrugada un hecho consumado que dejó un desenlace histórico: Estados Unidos jamás eligió a un criminal convicto para ocupar la presidencia, y ser el comandante en jefe del ejército más poderoso del planeta. El triunfo de Trump le dio un segundo y último mandato en la Casa Blanca.

Con el retorno de Trump a la Casa Blanca, el país parece asomarse a un nuevo período de convulsión interna. Si Harris finalmente da vuelta la tendencia inicial y logra dar el batacazo, muchos dudan que Trump reconozca una eventual derrota. Y casi nadie descarta que intente revertir el resultado, tal como intentó hacerlo hace cuatro años. Pero si el avance del escrutinio confirma una victoria de Trump, medio país muy probablemente renovará la “resistencia” que nació luego de su triunfo hace ocho años ante Hillary Clinton.

Votación récord

Ya desde antes del cierre de la votación, tanto la campaña de Harris como la de Trump auguraban que el resultado podía llegar a estirarse más allá de la noche del martes. Casi 85 millones de personas votaron de manera anticipada, según datos de la Universidad de Florida, ya sea por correo o entregando su boleta en persona en las casillas de votación habilitadas en los estados que permiten el sufragio con antelación. El recuento de esas papeletas –un voto que suele ser favorable a los demócratas–, sobre todo en estados críticos como Pensilvania, Arizona o Nevada, muy probablemente alargaba el suspenso y corría el desenlace hacia el final de esta semana.

A lo largo del país, millones de norteamericanos decidieron el futuro del país al elegir entre dos candidatos antagónicos, a quienes desde ambos lados de la grieta miran con pánico y desprecio. Para los demócratas, Trump es un autoritario, un fascista, un xenófobo, un racista y una amenaza para la democracia. Para el trumpismo, Harris es una marxista, una comunista, una socialista, una incompetente que puede destruir al país. Ese antagonismo se palpitó en cada estación de votación a lo largo del país.

El campus de la Universidad Howard en Washington el campus de la Universidad Howard en Washington

En Washington, un bastión demócrata, Alice Thompson, una mujer afroamericana de 78 años, se entusiasmaba por la mañana con la esperanza de una victoria de Harris. Como muchos otros demócratas, Thompson confesó su nerviosismo, pero se mostró confiada.

“El gran asunto es Kamala Harris. Queremos que gane. Tiene que ganar. Debe ganar”, remarcó. “Es la mejor candidata. Trump no es presidenciable en absoluto. Cíteme, no es presidenciable en absoluto. No debería siquiera estar en estas elecciones. Y no puedo entender por qué la gente de los Estados Unidos de América no elige una mejor opción y reconoce que una persona como él no puede siquiera pensar en postularse para presidente. Es terrible”, insistió.

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Del otro lado del río Potomac, en una escuela en Arlington, Virginia, un estado que hasta hace unos años era “pendular”, pero que ahora se volcó hacia los demócratas, John Lambrou, 59 años, votó por Trump, a quien llamó “uno de los mejores presidentes” de la historia.

“Creo que es uno de los mejores presidentes que hemos tenido en la historia de Estados Unidos, por muchas cosas categóricas. Carisma, liderazgo, cumplir promesas de campaña, fuerza, política exterior, la economía, todo eso. Le da puntos muy altos. La oposición no tiene ninguna de ellas. Por eso lo voté”, afirmó.

Ambos aguardaban el veredicto final del escrutinio para saber qué les depara el futuro.

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