POLITICA
Tensiones en Bahréin: ¿Influencia iraní o aspiración democrática?
Bahréin, aunque pequeño en tamaño, ocupa un lugar fundamental en la geopolítica del Golfo Pérsico. Su ubicación estratégica y su composición demográfica compleja lo han convertido en un objetivo vulnerable, especialmente durante la Primavera Árabe de 2011, cuando se presume que Irán intentó influir en la mayoría chií para desestabilizar al gobierno suní. Sin embargo, Bahréin logró resistir con el respaldo de sus aliados internacionales, subrayando la importancia de mantener el equilibrio de poder en esta región crítica. A continuación veremos cómo este país estratégico resistió y se mantuvo firme frente a las adversidades.
El contexto histórico: Tensión en Bahréin
Bahréin tiene una composición demográfica peculiar: una mayoría chií gobernada por una élite suní. Esta tensión ha sido una fuente constante de vulnerabilidad que se cree que Irán ha intentado aprovechar desde la Revolución Islámica de 1979, buscando fortalecer sus lazos con la comunidad chií que históricamente se ha sentido marginada. Para Irán, Bahréin podría representar una oportunidad estratégica para expandir su influencia en el Golfo, a la par que contrarrestar a sus rivales geopolíticos, como Arabia Saudita y las potencias occidentales. Sin embargo, estas acciones han sido interpretadas por el gobierno bahreiní como intentos directos de intervención, lo que ha generado tensiones diplomáticas recurrentes.
Existen acusaciones sobre una posible intervención iraní en Bahréin, donde todavía reina Hamad bin Isa Al Jalifa. El gobierno bahreiní llegó a romper relaciones con este país a causa de las presunciones de que Irán estaba activamente involucrado en la desestabilización del país. Durante las protestas de la Primavera Árabe, las autoridades afirmaron que algunos de los reclamos del pueblo tenían justificación, aunque también acusaron a Irán de apoyar movimientos desestabilizadores. Sin embargo, estas acusaciones han sido vistas con escepticismo por algunos analistas, quienes sugieren que el gobierno podría haber exagerado ciertos aspectos para justificar medidas de represión contra la oposición chií. La complejidad de estas acusaciones se refleja en la dinámica regional, donde tanto las tensiones internas como los intereses externos juegan un papel importante.
¿Demanda de democracia?
En 2011, la Primavera Árabe desató una ola de levantamientos en todo el mundo árabe, y Bahréin no fue la excepción. Las protestas lideradas por la mayoría chií fueron vistas por el gobierno como una amenaza directa a su supervivencia, ya que planteaban demandas de mayor inclusión política y de una distribución más equitativa del poder. Desde la perspectiva de la monarquía, estas demandas, si eran atendidas, habrían comprometido el poder de la élite suní. Además, las autoridades interpretaron la situación como una oportunidad para Irán de ejercer influencia sobre el país, aumentando la presión sobre el régimen.
La Primavera Árabe en Bahrein.
Existe debate sobre si la participación iraní fue real o si el gobierno bahreiní exageró la amenaza para justificar la represión. Sin embargo, la respuesta fue rápida y contundente. Con el apoyo de la Fuerza Escudo del Golfo, liderada por Arabia Saudita, Bahréin sofocó las protestas y mantuvo la estabilidad del gobierno. Esta intervención militar saudí fue un claro mensaje de que Riad no permitiría la expansión de la influencia iraní en el Golfo, especialmente en su vecino más cercano.
Diplomacia y estrategia, según Kissinger
En su libro “Diplomacia”, Henry Kissinger analiza cómo las relaciones internacionales dependen de un delicado equilibrio de poder. Este enfoque se aplica al caso de Bahréin, que ha buscado preservar su estabilidad mediante alianzas estratégicas con Estados Unidos y Arabia Saudita. Estas intervenciones ayudaron a mantener el orden interno y contrarrestar la influencia de Irán, siguiendo el esquema de equilibrio de poder descrito por Kissinger. Kissinger también destaca la importancia de la diplomacia preventiva y la gestión cuidadosa de los intereses nacionales frente a las potencias rivales. Al fortalecer sus alianzas y mantener un frente unificado, Bahréin ejemplifica la estrategia de equilibrar actores regionales poderosos para evitar la dominación. Esto le ha permitido resistir la presión iraní y mantenerse relevante en el escenario del Golfo.
Relaciones internacionales: Bahréin y sus aliados estratégicos
Estados Unidos: Bahréin alberga la quinta flota de la Marina de Estados Unidos, lo cual lo convierte en un aliado clave para los intereses estadounidenses en la región. Esta presencia militar es esencial para las operaciones de Estados Unidos en el Golfo, dado el tránsito constante de petróleo y la proximidad a zonas conflictivas como Irán. Esta relación ha proporcionado estabilidad al gobierno bahrainí, aunque también ha generado tensiones relacionadas con los derechos humanos. Washington ha enfrentado el dilema de criticar a un aliado estratégico sin poner en riesgo su presencia militar en la región. Los informes sobre abusos de derechos humanos durante la represión de las protestas de 2011 llevaron a roces diplomáticos, pero la necesidad de mantener a Bahréin como aliado contrarrestó las críticas más duras. En 2011, Estados Unidos vendió aproximadamente 53 millones de dólares en equipo militar a Bahréin, lo cual fue visto como un claro respaldo a su monarquía frente a las tensiones internas. Este apoyo pragmático ha sido esencial para contrarrestar la influencia de Irán en el Golfo.
Hamad bin Isa Al Jalifa (Foto: Bandar Algaloud / Saudi Royal Court).
Arabia Saudita: El apoyo saudí ha sido crucial para la supervivencia de la monarquía de Bahréin. Arabia Saudita, como la potencia suní predominante en el Golfo, ha considerado históricamente a Bahréin como una extensión de su esfera de influencia, y cualquier amenaza a la estabilidad de Bahréin se percibe como una amenaza directa a los intereses saudíes. La intervención militar de 2011, mediante el envío de más de mil tropas bajo el paraguas de la Fuerza Escudo del Golfo, demuestra la disposición de Riad para garantizar la estabilidad de su vecino. Un Bahréin estable no solo evita el avance de la influencia chií iraní, sino que también asegura una barrera política y militar en el lado oriental de Arabia Saudita, donde existe una considerable población chií. En 2018, Arabia Saudita, junto con Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, prometió un paquete de ayuda económica de 10.000 millones de dólares para apoyar la estabilidad financiera de Bahréin. Los vínculos económicos y sociales entre ambos países también son fuertes, con Arabia Saudita apoyando a Bahréin a través de ayudas financieras y colaboración en proyectos de infraestructura.
Acercamiento entre Bahréin e Irán
Recientemente, se ha observado un cambio significativo en las relaciones entre Bahréin e Irán. Este año, ambos países acordaron iniciar conversaciones para restaurar sus vínculos diplomáticos. Este acercamiento se enmarca en un contexto regional más amplio, en el que las tensiones en el Golfo están disminuyendo y varios países están optando por la diplomacia para resolver sus diferencias. Aunque es un paso positivo, queda por ver si este acercamiento tendrá un impacto duradero en la estabilidad de Bahréin o si se enfrentará a nuevos desafíos de actores internos y externos. Según diplomáticos involucrados en las negociaciones, la prioridad es establecer un marco de confianza y cooperación que pueda beneficiar a ambas naciones a largo plazo.
Conclusión
Bahréin ha resistido múltiples intentos de desestabilización, tanto internos como externos, gracias a una red de alianzas internacionales bien gestionadas. El respaldo de Estados Unidos y Arabia Saudita ha sido crucial para garantizar su seguridad y estabilidad. Sin embargo, Bahréin sigue enfrentando desafíos importantes. La cuestión de cómo manejar las demandas de su mayoría chií sigue siendo una asignatura pendiente que podría estallar nuevamente si no se abordan las causas profundas de la desigualdad y la marginación.
A medida que el contexto global se vuelve más polarizado y que las potencias mundiales intentan redibujar las esferas de influencia, la pregunta para el futuro de Bahréin es si podrá mantener su independencia estratégica. La clave para Bahréin reside en su capacidad de adaptarse, manteniendo el apoyo de sus aliados y explorando nuevas alianzas que le permitan conservar su soberanía, a la par de efectuar los cambios sociales que considere necesarios para que no se vuelvan a presentar situaciones de desestabilización. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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