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tras el discurso de Cristina, Axel Kicillof busca una «unidad que no duela» para no repetir el «rejunte electoral» que llevó a Alberto Fernández a la Presidencia

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Dom. 25.05.2025-16:52

Ántoni Gutiérrez-Rubí llegó el lunes por la mañana a la sede del Gobierno porteño en Parque Patricios a paso cansino, con la mochila colgada al hombro y sus característicos anteojos con cristales en círculo. Es un hombre moderado, con conocimientos en filosofía y cine, simpático y de bajo perfil. Da gusto tomar un té con él, acompañado por bombones, en alguno de los hoteles más lujosos de la Ciudad, por donde se mueve sin que nadie sepa quién es. Ese mismo impacto agradable les causa a quienes lo contratan y lo ven en acción: lo primero que pide es una pizarra gigante para escribir frente a ellos sus estrategias electorales y la conducta de los nuevos votantes, siempre a mano alzada, como si le hiciera honor a su pasado de dibujante. Pero hay algo que no cierra: lleva tres elecciones dirigiendo los destinos de campañas de dirigentes tan disímiles como Cristina Kirchner, Sergio Massa y, ahora, Jorge Macri con resultados inapelables. Tres jugadas, tres perdidas.

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Es cierto que frente a un desastre en las urnas tan inesperado y pronunciado como el que experimentó el PRO hace una semana -ni antes ni después de ser Gobierno Mauricio Macri sufrió un traspié de esta naturaleza- sería injusto responsabilizar únicamente al estratega catalán. Una mezcla de motivos se superponen y van desde las críticas a la gestión hasta el desgaste del PRO después de 18 años de administració, pasando por la determinación de haber desdoblado y anticipado la contienda. Seguí leyendo

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Mientras Milei quiere parar las peleas internas, a Cristina Kirchner y Kicillof no los une el amor sino el espanto a una victoria libertaria

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Las peleas internas entre La Cámpora y Axel Kicillof y las disputas entre Karina Milei y el súper asesor Santiago Caputo llevaron al Presidente y a Cristina Kirchner a coincidir en un punto. La necesidad de ponerle fin y ordenar la campaña para las elecciones provinciales en Buenos Aires.

El cierre de listas abrió heridas de uno y otro lado cuya cicatrización demandará mucho tiempo, si es que algunas no quedarán sin cura.

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Javier Milei dejó hacer a los otros dos integrantes del triángulo de hierro que sostiene al Gobierno, aunque el Presidente considera que, en definitiva, es a él a quien votarán, a través de sus candidatos, y que la pelea pronto llegará a su fin.

Karina impuso a la mayoría de los candidatos con el accionar del principal operador que tiene en Buenos Aires, Sebastián Pareja, y los Menem, Martín y “Lule”.

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El sabor amargo de la derrota lo sintió Santiago Caputo y sus Fuerzas del Cielo que, a través de las redes sociales, descargaron toda su ira contra Pareja y los Menem.

Milei tuvo que salir a aclarar que todo lo hecho por su hermana y sus operadores fue con su total aval. Además, mandó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a tratar de poner orden y mediar entre Karina y Caputo.

Enfrentados: Karina Milei y Santiago Caputo, dos columnas vertebrales de Milei. (Foto: Presidencia de la Nación)

Francos ya se reunió con ellos porque no solo está preocupado por el daño que esa pelea pueda generarle al Gobierno sino también a la estrategia en el Congreso, donde conviven legisladores nacionales de uno y otro bando.

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Milei se propuso participar de la campaña en territorio bonaerense, donde La Libertad Avanza tiene un importante caudal de votos entre aquellos que todavía no han podido salir de la pobreza o que sufren por la falta de empleo, trabajo precario o bajos salarios.

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La otra interna, la que Milei mantiene con Victoria Villarruel, no le preocupa para nada. Es más, cuando puede la profundiza, como ocurrió ayer en la exposición rural de Palermo, donde el Gobierno bloqueó la entrada de los asesores de la vice.

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En esa medida, Villarruel encontró la excusa para no ir a la inauguración ganadera, como lo había hecho el año pasado, y no soportar en persona el desprecio del Presidente.

Milei la volvió a calificar de “bruta traidora” y dijo que en Roma a los traidores les correspondía el destierro.

Si bien esa pelea, las luchas internas de LLA y el resultado de las elecciones no dejan de preocupar a los potenciales inversores, que necesitan un clima de tranquilidad y estabilidad política para aterrizar en la Argentina, Milei tiene otros parámetros para moverse y está seguro de una amplia victoria en la Provincia.

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Maximiliano Bondarenko, en sus tiempos como miembro de la Policía Bonaerense. (Foto: Facebook @MaxiBondarenko)
Maximiliano Bondarenko, en sus tiempos como miembro de la Policía Bonaerense. (Foto: Facebook @MaxiBondarenko)

Por eso salió a apuntalar al excomisario Maximiliano Bondarenko, que encabeza la lista en la Tercera Sección Electoral, históricamente peronista.

Sucede que la inseguridad será la principal bandera de campaña de los libertarios, pero no solo en ese populoso lugar del sur del Conurbano bonaerense, sino también en la Primera Sección (norte y oeste), que se ha convertido en la más numerosa.

La aparición en escena de Bonderenko le sirvió al gobernador Axel Kicillof a hacer una purga en un sector de la Policía bonaerense, la Ecológica. Sacaron a 24 uniformados, acusados por el ministro de Seguridad, Javier Alonso, de confabular para dar un golpe comando institucional y quedarse con puestos claves.

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Para la gobernación, esos policías filtraron información clave a legisladores libertarios para que puedan usarla en sus estrategias políticas y así ayudar a Bondarenko, quien tiene el total respaldo de la ministra Patricia Bullrich.

Pero Kicillof tiene otras preocupaciones de cara a la campaña: cómo convivir con La Cámpora y los candidatos que impuso Cristina Kirchner.

La expresidente a envió un claro mensaje a sus seguidores, a través de su hijo Máximo y de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, convertida en su principal vocera.

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Para CFK, ya se cumplió con el objetivo de colocar la mayor cantidad de candidatos posibles en las listas de legisladores provinciales, concejales y consejeros. Ahora deben buscar la paz, aunque sea circunstancial, con el gobernador Kicillof y los intendentes peronistas.

Axel Kicillof compartió un acto con Mayra Mendoza. (Foto: prensa Gobernación)
Axel Kicillof compartió un acto con Mayra Mendoza. (Foto: prensa Gobernación)

Quiere evitar la derrota en la Tercera Sección Electoral y tratar de hacer el mejor resultado posible en la Primera.

Kicillof también sabe de esa necesidad y comenzó a definir la estrategia de campaña con su Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y los intendentes peronistas que son aliados.

Por lo pronto, mostraron una foto de unidad el viernes cuando Kicillof compartió un acto con Mayra Mendoza en la Universidad de Quilmes. Sus caras parecían responder a esa máxima de que no los une el amor sino el espanto de lo que puede ocurrir con una amplia victoria libertaria.

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Kicillof sabe que Cristina no olvida el enfrentamiento que ambos tienen y que, en algún momento, irá por la revancha.

El terreno quizás sea la Legislatura bonaerense. Es por eso que la expresidenta se ocupó de colocar la mayor cantidad posible de candidatos para desembarcar en ese lugar, donde La Cámpora ya le mostró a Kicillof la capacidad de daño a su gobierno que puede tener.

A pesar de estar presa por una causa de corrupción, Cristina sabe que la batalla electoral de este año será entre ella y Milei.

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La primera pelea de fondo será en Buenos Aires y la principal, en las elecciones legislativas nacionales de octubre. La historia entre ambos todavía tiene capítulos importantes por escribir, sin importar los daños colaterales.

Javier Milei, cristina kirchner, Axel Kicillof

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Círculo rojo: los mensajes de “El Jefe”, saldos de la gira cordobesa y el día después del cierre de listas

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“Arrasamos. La Libertad Avanza arrasa en octubre”. Las palabras de Karina Milei, que habló más que de costumbre frente a los jefes provinciales del partido de los 24 distritos y el bloque de legisladores del Parlamento, resonaron en la sede de LLA en el centro porteño, en horas dramáticas para la interna que Las Fuerzas del Cielo azuzaron en las últimas semanas, en la previa del cierre de listas bonaerense, y que la hermana presidencial concluyó en que, más allá de que los dardos fueron dirigidos hacia los Menem y Sebastián Pareja, se trató definitivamente de una afrenta hacia su conducción.

“Esto no es contra mí, es contra Javier Milei. La lealtad no es una opción”, se resaltó en la reunión, en la que la secretaria General se mostró bien relajada. El día anterior había escrito un posteo para tratar de ordenar la interna y disipar dudas en torno al rol que ocupa.

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Flanqueada, efectivamente, por el armador bonaerense, Martín y “Lule” Menem y decenas de legisladores y dirigentes, “El Jefe” bajó un mensaje contundente: habló de la confianza y de la reciprocidad en esa confianza, resaltó en que las definiciones que se avecinan en materia de estrategia electoral serán siempre “nacionales” y estarán “alineadas en ese punto”, y adelantó en que “la menor posibilidad de hacer alianzas” es la mejor carta estrategia de LLA en estas elecciones, a pesar de las excepciones que, mencionó, están a punto de efectivizarse, como en Mendoza o Entre Ríos, por citar solo algunos ejemplos.

Una definición que, como se reflejó en estos meses, trajo aparejada una disputa interna con Santiago Caputo, que tensó el vínculo por los cierres provinciales, por ejemplo, de Santa Fe o Corrientes, en este último caso, una provincia relevante en el calendario porque se elige gobernador el próximo 31 de agosto, nada menos que una semana antes de las elecciones de la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas.

Este domingo, por caso, la hermana de Milei y el presidente de la Cámara baja tienen previsto desembarcar en ese distrito para tratar de apuntalar a Lisandro Almirón, el candidato puro de La Libertad Avanza que tiene por delante un desafío complejo, ante una oferta electoral dividida en cuatro, en cabeza de Juan Pablo Valdés, hermano del gobernador, Ricardo Colombi, en sociedad con un sector del peronismo, y Martín Ascúa, el candidato de Cristina Kirchner, que viajó a Corrientes en los primeros días de junio para acompañar al intendente de Paso de los Libres en lo que fue su último acto en libertad, antes del fallo de la Corte Suprema.

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“El Jefe” se llevó el centro de atención del encuentro, pero también tomó la palabra un distendido Pareja, empoderado después de un cierre de listas y un aval claro de la presidenta del partido que lo dejaron como vencedor principal frente a las Fuerzas del Cielo, la agrupación de Caputo que tiene a Agustín Romo como referente central en territorio provincial y que solo pudieron colocar a Nahuel Sotelo en el quinto lugar de la lista de la tercera sección electoral.

El asesor Santiago Caputo perdió terreno en el armado del Gobierno. Foto: REUTERS

A propósito: festeja Gerardo Werthein, el canciller, que hace rato quería sacarse de encima al secretario de Civilización y Culto y aún no lo había hecho solo por el respaldo del Presidente.

“El que siente que desde acá hay una división es un inseguro, y está equivocado”, resumió Pareja, según reconstruyó este medio, en una declaración que todos, unívocamente, interpretaron como un mensaje hacia el sector de Caputo.

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Fernet e interna. La ausencia del consultor en el festival “antizurdo” de la “Derecha Fest” fue una de las notas que concentraron la atención de ese evento que convocó a la militancia libertaria en el Hotel Quórum de los suburbios de la capital cordobesa porque ni siquiera fue mencionado por el presidente en su discurso de cierre. Y fue uno de los temas de conversación excluyente de la velada que, un rato más tarde, se extendió hasta casi las 4 de la mañana, con whisky de las mejores etiquetas de la colección del anfitrión que terminaron por regar el encuentro.

Emilio Viramonte Olmos, ex secretario administrativo del Senado, el dueño de la espectacular casona en Villa Allende, en las afueras de la capital cordobesa, con vista a las sierras, recibió el martes por la noche, después de la fiesta de la ultraderecha, a un buen grupo de dirigentes libertarios encabezados por Agustín Laje, el biógrafo Nicolás Márquez, los diputados Santiago Santurio, Guillermo Montenegro y Celeste Ponce -entre otros que viajaron especialmente de Buenos Aires- y el legislador local Gregorio Maqueda, al que desde la cúpula de La Libertad Avanza se impulsa como futuro afiliado del espacio más allá de la resistencia de Gabriel Bornoroni, el jefe del bloque en Diputados que llegó acompañado al Hotel Quórum, donde se desarrolló el evento, de su socio provincial y flanqueó a la hermana Milei, que le delegó en esa provincia la lapicera.

La interna entre los vértices del triángulo de hierro acaparó buena parte de la atención de los asistentes que, en general, están algo desconcertados con una disputa cuyas consecuencias todavía son impredecibles. “Cada día peor”, sintetizaron en la semana desde el entorno de los Menem en alusión a los cruces en redes que siguieron incluso después del posteo de la secretaria General de la Presidencia.

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Javier Milei junto a Agustín Laje durante la Feria del Libro

Pero no fue el único tema de conversación en la velada de Villa Allende porque la acusación de Milei en su discurso de cierre contra Victoria Villarruel, a la que llamó “burra traidora”, y la reciente ruptura entre el dueño de casa y la vicepresidenta, que nunca le delegó tareas como administrador de la Cámara alta, y obligó al abogado a renunciar al cargo para el que había sido votado por el pleno del recinto en solo un puñado de semanas, hicieron que la figura de la vice fuera el otro tópico del menú de esa noche. Se apuntó especialmente contra “Pato” Russo, el consultor que colaboró con los inicios de Milei en los albores de su campaña y que terminó en pésimas relaciones hasta ser reclutado en el último tiempo por Villarruel, que lo tiene como asesor principal en el Senado. Márquez, que lo conoce bien, desplegó una batería de críticas hacia Russo, al que sindican como el más significativo de los colaboradores de la vicepresidenta en su estrategia de confrontación recíproca, y defensiva, contra los misiles del Ejecutivo. Ayer, Villarruel no participó del acto inaugural de la muestra del agro en Palermo. Y Milei terminó por blanquear que la relación con ella está definitivamente rota, al borde del estallido.

Milei no fue de la partida: el presidente cerró la fiesta en el hotel Quórum y se embarcó al rato de nuevo para Buenos Aires. Tampoco participó Sebastián Amerio, que viajó especialmente invitado por el mandatario, que lo tiene cada vez más en estima y que se ganó su confianza, en un área que los hermanos presidenciales desconocen por completo. “Hay una simbiosis natural”, explicó una fuente que conoce ese vínculo. De hecho, Amerio es quien conduce en los hechos un ministerio liderado en los papeles por Mariano Cúneo Libarona, cuyo futuro aún es una incógnita en un rubro que Mauricio Macri siempre miró con particular deseo por su afición al Poder Judicial.

En estos días recobró vigencia, por caso, la disputa en el Mercado Central por la decisión de su presidente, César Fabián Miguelez, aferrado al sillón desde fines de marzo, cuando venció su mandato y, según trasciende, se negó a dejar. Miguelez había sido designado por Macri en 2016, apuntalado por él mismo y por un sector de la mesa judicial creada en esos años en Casa Rosada, y renunció dos años después, salpicado por una denuncia. Milei lo designó apenas asumió, y la interna volvió a recrudecer en estos días.

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PBA al rojo vivo. La interna que aún no cede es la del peronismo en la provincia de Buenos Aires, y se empiezan a vislumbrar ya algunos coletazos en la capital, de cara al cierre de listas del mes próximo -el 17 de agosto se inscriben postulantes y diez días antes las alianzas- que tendrá, si no hay imprevistos, a Mariano Recalde al frente de la boleta de senadores. Es incierta la cabeza de lista de la tira de diputados, en la inauguración de la boleta única de papel, porque la expresidenta conoce bien, desde su departamento de San José 1111, que, por ejemplo, Ofelia Fernández no quiere saber nada con la unidad forzada con ese sector. Lo expresó públicamente en las últimas horas, y lo mismo sucede con Juan Grabois, al que la ex mandataria pensó para impulsarlo como primer candidato en territorio bonaerense, como ya se reveló aquí en su momento.

La danza de nombres por las listas nacionales ya es un tema recurrente en las discusiones previas en despachos del PJ y el kirchnerismo. En la provincia de Buenos Aires giran figuras como Guillermo Moreno, Felipe Solá y María Teresa García, muy cercana a CFK, y se espera por la decisión que se tome en torno a Sergio Massa, que solo estaría dispuesto a encabezar con un peronismo unido y los intendentes en cancha.

Los jefes comunales están en estado de asamblea permanente. En el grupo de WhatsApp del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) de Kicillof, los ánimos son oscilantes. En los primeros días, tras el traumático cierre de listas seccionales, se enviaron los primeros lineamientos de la campaña y de los más de cuarenta intendentes solo respondió media docena. Hay sentimientos encontrados, y una sensación de fragilidad para el día después del 7S.

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Por eso se siguió con mucha atención el encuentro de este viernes en Quilmes, con Mayra Mendoza como anfitriona, y candidata, y el gobernador como principal protagonista, un acto que fue el primero tras una serie de desencuentros previos en distritos como Berazategui o Almirante Brown a los que La Cámpora casi que no fue anoticiada. Es más: a la recorrida por La Matanza de ese mediodía previo a Quilmes, Mendoza recién recibió la invitación una hora antes. “Por supuesto que no fue”, aseguraron. La cumbre en Quilmes llevó algo de sosiego, al menos de manera momentánea: hubo fotos y sonrisas. Algo es algo. En este contexto de extrema tensión, no es poco. Porque, además, el vínculo entre la gobernación y Máximo Kirchner, se sabe, pendía de un hilo que ya se cortó hace tiempo.

Algo parecido se trasluce entre LLA y el PRO en la ciudad de Buenos Aires: la relación con los Macri en ese distrito, a diferencia de lo que sucedió en Provincia, está electoralmente rota. Patricia Bullrich se encamina a encabezar la boleta libertaria del Senado en octubre. Surgió además, para integrar las listas, el nombre de Alejandro Fargosi, cada vez más activo en las redes sociales. ¿Puede ser también una altísima funcionaria?

En la última semana surgieron versiones de un encuentro a solas entre la ministra y el expresidente que desde alguna usina se intentó instalar por algún motivo particular. “Bullshit”, respondieron cerca de Bullrich. Sí dijeron, cerca de ella, que en las últimas semanas morigeró algo sus críticas al expresidente. En el entorno de Macri fueron algo más delicados.

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El polémico Sha de Irán: hizo la fiesta más cara de la historia, fue desterrado, pero nunca consiguió asilo

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“Mohammed Reza Pahlevi, la peor sanguijuela del último siglo, ha muerto. Según los medios internacionales el depuesto Sha de Irán que estaba viviendo en el exilio y en la miseria, murió de cáncer en un hospital de El Cairo”. El 27 de julio de 1980, 45 años atrás, así la radio oficial de Teherán así anunciaba la desaparición de Reza Pahlevi, el Sha, el hombre que gobernó Irán durante 38 años y que había sido depuesto poco más de un año antes.

Para ese entonces Irán había sufrido una enorme transformación. Era la República Islámica de Irán y la gobernaba el Ayatollah Khomeini. Había abandonado el secularismo que la había distinguido en las últimas décadas -en especial desde la crisis del petróleo en 1973-. Se había convertido en una nación religiosa, en una teocracia implacable, cerrada a Occidente, en la que las mujeres iban tapadas en la vía pública y en el transporte los hombres y las mujeres no se mezclaban; un país con censura y en el que se habían acabado de manera súbita los borrachos: el alcohol estaba terminante prohibido (y los que intentaron con el mercado negro recibieron castigos atroces).

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El Sha de Irán era uno de los gobernantes más conocidos del mundo en ese entonces. Era un habitué de las revistas que mostraban la vida de famosos, gobernantes y miembros de la realeza. Él y su tercera esposa, la espléndida Farah Diba. Era un hombre que se mostraba siempre pulcro y con una inclinación marcada por el lujo y la ostentación.

El sucesor

Había llegado al poder en 1941, cuando tenía 22 años. El Sha anterior era su padre pero fue depuesto por Inglaterra. Su evidente simpatía por Hitler y por el regimen nazi lo hizo caer del poder. No era una cuestión de gustos. Irán era un lugar geopolíticamente de importancia. Las fuerzas inglesas se alimentaban casi de manera exclusiva de su petróleo y la Unión Soviética no quería ser atacada desde allí por los nazis y poner en peligro el Mar Caspio y sus alrededores. Churchill explicó su decisión con sencillez: “Nosotros lo pusimos, nosotros lo sacamos”. El Sha recibió la posibilidad de una salida (en apariencia honorable). Abdicar en favor de su hijo, Mohammed Reza Pahlevi, un joven algo tímido que estudiaba en Londres y que no parecía tener demasiada vocación para lo público.

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El nuevo y joven Sha acompañó a los Aliados durante la Segunda Guerra mientras intentaba guiar a su país. De a poco fue tomando confianza y entendió que necesitaba un ejército fuerte sino quería terminar como su padre. Y se apoyó en los militares. En 1951, Irán nacionalizó el petróleo. La medida provocó un cimbronazao en la relación del país con el mundo. El primer ministro Mohammed Mosaddegh asumió las consecuencias y ganó mucho poder. Entre las presiones extranjeras, los movimientos desestabilizadores, la oposición de las fuerzas políticas e islámicas y de religiosidad ortodoxa y el malestar de la gente, el clima se volvió muy opresivo. Había revueltas callejeras y represión.

El Sha se escapó de Irán junto a su esposa. Él volaba hacia Roma mientras en Teherán las multitudes derribaban y destrozaban las estatuas e imágenes públicas del Sha. La renuncia inevitable del primer ministro permitió el regreso de Reza Pahlevi y con nuevas alianzas retomó el poder como si nada. Pero había aprendido la lección. Él debía ser el hombre fuerte del país y debía tener ejércitos de hombres que trabajaran para él, que lo defendieran y que acallaran las críticas y los opositores. Así además de fortalecer el ejército, creó la Savak, una despiadada policía secreta que iba a imponer el control del pensamiento y el terror en los años siguientes; perseguiría a opositores y líderes religiosos. También entendió que debía llevarse bien con Estados Unidos que le aportó muchos millones de dólares y servicios de la CIA.

En 1963 otro cambio, la llamada Revolución Blanca. Voto femenino, extensión de derechos y una reforma agraria. Gana popularidad con esas medidas. Pero también aumentó la queja de los grupos islámicos. Uno de los más fervientes opositores fue Khomeini, que vivía en Qom, que en ese mismo 1963 incitó a un levantamiento popular. Fue perseguido por el Ejército y la Savak y debió irse de Irán. Desde el exilio clamó: “No se detengan, no esperen, no se duerman. El Sha debe irse”.

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La fiesta más lujosa y cara de la historia

En 1967, ya casado con Farah Diba, el Sha se proclama Emperador de Irán (y a ella emperatriz). La fiesta es fastuosa y atrae la atención de Occidente.

La siguiente fiesta, a principios de los setenta, es posiblemente la más lujosa y cara de la historia. La celebración por los 2.500 años del Imperio Persa. Maxim´s, el exclusivo restaurante de París, cerró durante dos semanas porque sus chefs y empleados se mudaron a Teherán. Se calcula que la celebración salió más de 200 millones de dólares.

Mientras tanto la fama de galán y de Playboy del Sha crecía. Se le atribuyeron romances con múltiples actrices: Gene Tierney, Ivonne De Carlo, Sivana Mangano, entre otras.

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En 1967 se realizó la ceremonia de coronación de la familia en Irán. (Foto: AFP)

La periodista italiana en una de sus célebres entrevistas, le preguntó sobre su machismo y sobre el escaso lugar que le daba a la mujer. El Sha respondió: “Nunca ha habido entre ustedes, las mujeres, un Miguel Ángel o un Bach. Ni siquiera ha habido entre ustedes una gran cocinera. Y si me habla de oportunidades, le contesto. ¿Vamos a bromear? ¿Les ha faltado acaso la oportunidad de darle a la historia una gran cocinera? ¡Nunca han dado nada grande, nunca!”.

En 1973 se produjo la crisis del petróleo. El barril, de pronto, cuadriplicó su valor. Irán pasó de cobrar 5.000 millones de dólares por año a que le ingresaran 20.000. Los negocios y el dispendio se incrementaron.

Esa increíble bonanza económica, en lugar de generar bienestar, provocó que la corrupción se multiplicara y que la desigualdad se profundizara. Seis años después el régimen caería.

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Un avión de Lufthansa despegaba todas las mañanas de Teherán y dejaba un contingente de personas cercanas al poder en Munich para que almorzaran en los restaurantes más lujosos y a la noche ya estaban de regreso en Irán. Otro avión llevaba todos los días desde París los platos más sofisticados de los chefs parisinos.

El Sha, que con todos estos miles de millones de dólares hacía un juego pendular en medio de la Guerra Fría y coqueteaba con naciones soviéticas, ciego de soberbia dijo ante una multitud de enviados extranjeros que en poco tiempo los iraníes iban a vivir mejor que franceses, ingleses y alemanes. Se lo veía eufórico pero cada vez estaba más aislado en su mansión. Y mientras ambicionaba que su ejército fuera el tercero del mundo y soñaba con planes grandilocuentes, en las calles el malestar se profundizaba. La respuesta era más despotismo.

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El Sha se sentía invulnerable. No entendió, ni siquiera recordó, lo que le había pasado a sus antecesores (no sólo a los más cercanos sino a los que habían liderado Persia desde hacía 2.500 años). Todos habían terminado mal. Apuñalados, decapitados, exiliados, denostados. Siempre depuestos. El poder, en algún momento, se agota.

En 1979, el Sha, la emperatriz Farah Diba y sus hijos, la princesa Leila Pahlavi y el príncipe Alí. (Foto: AFP)
En 1979, el Sha, la emperatriz Farah Diba y sus hijos, la princesa Leila Pahlavi y el príncipe Alí. (Foto: AFP)

El principio del fin

Las protestas cada vez eran mayores. Khomeini desde el exilio avivaba el fuego. El Sha en vez de escuchar los reclamos profundizó el aislamiento, la acción de la policía secreta y la represión del ejército. La mano fuerte sólo empeoraba la situación y el malestar.

El apoyo de Estados Unidos y de Europa fue retaceado. El Sha seguía en su mundo, creyéndose invulnerable a pesar de que las manifestaciones opositoras podían superar el millón de personas en las calles.

Muy tarde comprendió que la situación era irremediable.

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Ryszard Kapuscinski trató de explicar este momento en su libro “El Sha o La Desmesura del Poder”: “Se le reprocha al Sha la falta de decisión. Un político, dicen, debe ser un hombre decidido. Pero ¿decidido a qué? El Sha sí estaba decidido a mantenerse en el trono, y usó todos los medios para conseguirlo. Lo intentó todo: disparaba y democratizaba, encarcelaba e indultaba, destituía a unos y ascendía a otros, unas veces amenazaba y otras elogiaba. Todo en vano. La gente, sencillamente, ya no quería al Sha; no quería un poder así”.

En enero de 1979 debió irse de su país. No se lo veía erguido, ni con la arrogancia de siempre. De todas maneras, antes de subir al avión, un militar se tiró al piso y besó sus zapatos. El Sha tenía los ojos llenos de lágrimas. Esbozó algún mensaje vacío, falsamente esperanzador, y dijo, casi sin voz: “Estuve demasiado confiado en mí mismo”.

Esa tarde el pueblo iraní otra vez derribó las estatuas que lo representaban.

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El exilio, más allá del dolor de la pérdida del poder, parecía que iba a ser tranquilo, despreocupado. Se calcula que la fortuna del Sha rondaba los 1.600 millones de dólares. Primero se dirigió a Egipto donde gobernaba su amigo Sadat. Pero nadie parecía querer alojarlo. Empezó un recorrido por varios países que siempre, por presiones de los grupos islámicos, terminaban negándole el asilo. Pasó por México, Bahamas, Panamá. Este último país parecía que se convertiría en su nuevo hogar. Consiguió una mansión en la Isla de Contadora. Pero también lo desalojaron.

En algún momento se rumoreó que viviría en Mónaco. El Sha se imaginaba compartiendo cenas con Raniero y Grace Kelly. El gobierno de Francia se lo impidió. Viajó a Estados Unidos para tratarse un cáncer linfático. Se lo veía muy desmejorado en las fotos. La respuesta del Ayatollah Khomeini fue la invasión de la embajada norteamericana en Teherán y la toma de 54 rehenes. El ex Sha debió irse de Estados Unidos. Su recorrido terminó en Egipto junto a Sadat. Allí moriría el 27 de julio de 1980 a los sesenta años.

El Sha y Farah Diba visitaron muchos países durante los años que reinaron Irán, entre ellos Argentina. En 1965 se fotografiaron en la Isla Victoria, en Bariloche. (Foto: DYN)
El Sha y Farah Diba visitaron muchos países durante los años que reinaron Irán, entre ellos Argentina. En 1965 se fotografiaron en la Isla Victoria, en Bariloche. (Foto: DYN)

10 días después de fuga del Sha de Irán, llegó Khomeini al país. Fue recibido por millones de personas. Al poco tiempo ya gobernaba. La revolución islámica había triunfado. Se instauraba una teocracia implacable y cerrada.

Hace pocas semanas, Reza Pahlevi, el hijo mayor del Sha reclamó su derecho para volver a Irán y gobernar para terminar con el régimen islámico. Prometió democratizar el país. No fue más que una declaración de intenciones.

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La historia de la familia Pahlevi se convirtió en tragedia. Dos de sus hijos se quitaron la vida. Leila en 2001. Y Ali Reza, el hijo menor, diez años después.

Su madre, Farah Diba, cada tanto, sigue alimentando las páginas que reflejan la vida de la alta sociedad europea. Recorre cortes, embajadas, grandes fiestas.

Irán, revolucion

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