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Trenes Argentinos: choque de frente con el atraso

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El choque de un tren de pasajeros contra una formación detenida ha despertado nuevamente la preocupación social sobre la capacidad de sostener los requerimientos de seguridad y calidad del sistema ferroviario. Consciente de la gravedad de este problema, el Gobierno decretó la emergencia ferroviaria, a fin de facilitar y agilizar las inversiones requeridas en la urgencia.

La insuficiencia de inversiones y de un mantenimiento adecuado ha sido la característica desde hace décadas. Las privatizaciones de los años noventa, si bien recuperaron parte de ese abandono, no lograron recuperar el sistema, por sus plazos limitados y su dependencia de inversiones estatales o subsidios.

La red de los ferrocarriles de pasajeros del área metropolitana es utilizada diariamente por millones de personas. La seguridad, la velocidad, la frecuencia y la comodidad son esenciales en las redes de trenes de pasajeros en las grandes urbes. Estos servicios ponen en juego gran cantidad de vidas y por ello en el mundo disponen de tecnologías ya desarrolladas y experimentadas que permiten evitar colisiones tan absurdas como las ocurridas en Once, en 2012, y en Palermo, el viernes último. Los más avanzados tecnológicamente son los que detienen automáticamente el tren ante cualquier riesgo de colisión. Prácticamente no dan lugar a un error humano. De menor costo, pero también de menor seguridad, se encuentran los sistemas de señales o semáforos que con la luz verde o roja indican al conductor que tiene o no vía libre. Aunque estas señales sean automáticas, deben ser percibidas y suscitar reacción por el conductor del tren. Hay posibilidad de error humano. Peor aun es la falla o la carencia de señales luminosas, ya que deja como único recurso de seguridad la comunicación radial del conductor del tren con un controlador de tráfico. En este caso, hay más de una persona en la cadena y, por lo tanto, crece la posibilidad del error humano.

Un error humano fue la razón directa de la colisión, pero el análisis no puede detenerse allí. Hay una cadena de circunstancias que reconocen anteriores causas y culpas

La línea urbana del ferrocarril San Martín donde se produjo el más reciente siniestro posee un sistema de señales, pero no dispone del que detiene automáticamente el tren. Lo más grave es que, debido al robo de cables, el viejo sistema de señales quedó fuera de uso. El conductor del tren habría operado solo con una autorización escrita en su salida y con las respuestas posteriores recibidas por radio del controlador de Retiro.

Un error humano fue la razón directa de la colisión, pero el análisis no puede detenerse allí. Hay una cadena de circunstancias que reconocen anteriores causas y culpas. La inhabilitación del sistema de señales pudo haberse reparado con mayor celeridad. Conociendo el riesgo que se corría, es imperdonable que el operador estatal ferroviario, Sofse, haya permitido la subsistencia de una situación así habiendo registro de denuncias de los trabajadores. Del mismo modo, resulta inaudito que no exista la capacidad suficiente del responsable de la seguridad para evitar un robo de cables que ya lleva años. Nos preguntamos por qué no hubo mejor vigilancia o no se persigue a quienes comercializan informalmente la chatarra de cobre. Estas falencias no son nuevas y revelan el desempeño ineficaz de varios gobiernos. Es otro signo de la incapacidad del país para asegurarles a sus ciudadanos servicios esenciales y, como en este caso, sin correr riesgo de vida.

Dentro de las 48 horas posteriores al siniestro, la Justicia Federal imputó a tres señaleros y a los cuatro maquinistas por estrago agravado por lesiones. Si se comprueba que hubo error humano, es posible que entre ellos se halle el que lo cometió. Pero no habría justicia si no alcanzara a los responsables de no haber tomado anteriormente las decisiones para que no hubiera robo de cables, o que no se haya invertido en un sistema automatizado que no haga depender la vida de miles de pasajeros de la atención de uno o más operarios.

No es aceptable que un servicio esencial y necesario utilizado masivamente presente riesgos que hoy la tecnología puede superar

Estas culpabilidades indirectas tampoco se limitarían a los directivos del ferrocarril o a los funcionarios del área del transporte de los últimos años. Cuando se les reclame por su responsabilidad seguramente argumentarán que, a pesar de sus insistentes pedidos, obtuvieron como respuesta la insuficiencia de fondos para reparar o invertir en más avanzados sistemas de seguridad. Podrán decir que tampoco se les permitió aumentar las tarifas. Siendo estatal la operación de este ferrocarril, quienes deberían haber provisto los fondos se han enfrentado con la carencia presupuestaria. Los directivos o los funcionarios de área podrían aducir que ningún ferrocarril suburbano puede operar con calidad y seguridad cobrando tarifas que no superan la quinta parte de cualquier otro sistema similar en el mundo. Dependiendo por lo tanto de subsidios estatales, echarán culpas sobre el Gobierno y este responderá que su primer objetivo es reducir el déficit fiscal para vencer la inflación. De esta forma, las responsabilidades se ramifican y diluyen.

Alguien tendrá que explicar, sin embargo, por qué la última gestión presidencial kirchnerista dejó Trenes Argentinos con unos 30.100 empleados, un número absolutamente desproporcionado si se lo compara con los aproximadamente 15.000 que se desempeñan en la española Renfe pese a que esta opera en una red ferroviaria que triplica la de nuestro país.

Seguramente la investigación determinará las causas directas del incidente ferroviario de Palermo, pero será un arduo problema para los jueces dictaminar quiénes fueron los culpables y penalizarlos.

Rasgos tan simples como absurdos del reciente siniestro nos convocan a construir un país moderno

No es aceptable que un servicio esencial y necesario utilizado masivamente presente riesgos que hoy la tecnología puede superar. No es una situación digna para un país como el que pretendemos tener. Es el momento de buscar y encontrar la mejor forma de resolver esta falencia.

El hecho ocurrido el viernes debe impulsar la búsqueda e instrumentación de las soluciones y no debe ser utilizado para discursos intencionados como los que hemos escuchado de algunos gremialistas y políticos ideólogos del ferrocarril estatal. La operación privada acota sensiblemente la dilución de responsabilidades y alinea los incentivos o castiga las pérdidas como no ocurre con el manejo estatal. La privatización de los ferrocarriles metropolitanos incorporada a la Ley Bases permitirá ese mejor marco, pero se debe diseñar un esquema económico y regulatorio que haga factible su modernización con alto grado de eficiencia y seguridad. Las tarifas deberán alcanzar las observadas en países comparables. Deberá analizarse la incorporación de explotaciones comerciales que permitan a la empresa operadora absorber plusvalías reduciendo la necesidad de subsidios. Los tiempos de concesión deben ser indefinidos con cláusulas claras de rescisión, evitando el efecto de insuficiencia de inversión en la cercanía de la terminación.

Los rasgos tan simples como absurdos del incidente del ferrocarril San Martín suenan como una campana para convocar a construir un país moderno. La emergencia ferroviaria podrá ser un paliativo, pero se requiere un programa sólido y estructurado. No es momento para perder el tiempo escuchando alegatos de quienes han sido responsables del atraso.

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El Gobierno oficializó la transformación de Télam en una Agencia de Publicidad y Propaganda del Estado

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El Gobierno de Javier Milei oficializó este lunes la transformación de Télam, agencia de noticias estatal cuyo cierre fue anunciado por el Presidente el 1 de marzo en el discurso de apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso, en una Agencia de Publicidad y Propaganda del Estado.

Lo hizo con la publicación del decreto 548/2024 en el Boletín Oficial, documento que lleva la firma del Presidente y del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y cuyo texto había sido adelantado parcialmente el sábado por Manuel Adorni. “Télam tal como la conocimos ha dejado de existir. Fin”, anticipó en vocero presidencial en redes, junto a la imagen de un extracto de la medida.

“Dispónese la transformación de Télam Sociedad del Estado en Sociedad Anónima Unipersonal, bajo la denominación de Agencia de Publicidad del Estado Sociedad Anónima Unipersonal (APE S.A.U.) en la órbita de la Jefatura de Gabinete de Ministros, bajo el régimen de la Ley General de Sociedades N° 19.550, T.O. 1984 y sus modificatorias”, expresó el artículo 1° de la normativa.

El mismo apartado “instruye a los representantes del Estado Nacional para que en la Asamblea General Extraordinaria de Télam Sociedad del Estado, a realizarse el día 28 de junio de 2024, den cumplimiento a lo establecido precedentemente y arbitren las medidas que correspondan para la transformación de la empresa y aprobación del estatuto de la nueva sociedad”.

El artículo 2°, por su parte, establece que APE S.A.U. operará “como Agencia de Publicidad y Propaganda, entendiendo en la elaboración, producción, comercialización y distribución de material publicitario nacional y/o internacional, tanto dentro del territorio de la República Argentina como en el exterior, en su carácter de Agencia de Publicidad”.

El Gobierno aprobó también el modelo de estatuto social de la flamante Sociedad Anónima Unipersonal y la publicó en un anexo de la resolución. Además, sostuvo a través del artículo 4° del decreto que «el Poder Ejecutivo Nacional ejercerá, a través del vicejefe de Gabinete Ejecutivo de la Jefatura de Gabinete de Ministros, los derechos societarios que le correspondan al Estado Nacional por su participación en el capital accionario de Agencia de Publicidad del Estado Sociedad Anónima Unipersonal (APE S.A.U.)».

En tanto, el artículo 8°, el documento «instruye al señor Interventor de Télam Sociedad del Estado para que adopte los recaudos necesarios para transferir de Télam Sociedad del Estado a medios públicos y/o a terceros, dentro de la órbita que se determine, los servicios periodísticos y de Agencia de Noticias, el personal, los bienes muebles e inmuebles, marcas, registros, patentes y demás bienes inmateriales y todos aquellos bienes que a la fecha de dictado del presente se encontraren afectados al uso de los servicios periodísticos y de Agencia de Noticias, cuya titularidad detentara la referida Télam Sociedad del Estado”.

El anuncio del cierre de Télam de Javier Milei

«Vamos a cerrar la agencia Télam, que ha sido utilizada en las últimas décadas como agencia de propaganda kirchnerista«, dijo el Presidente el viernes 1 de marzo en el Congreso.

Tres días después, la agencia fundada en 1945 dejó de funcionar, se dio de baja su sitio web, las dos sedes porteñas de la agencia amanecieron valladas, y sus empleados fueron «dispensados» de ir a trabajar.

Desde entonces, hubo un Plan de Retiros Voluntarios y además intimaron a todos los empleados de Télam a devolver las notebooks, cámaras fotográficas, filmadoras, drones y otros dispositivos que les fueron asignados para realizar sus tareas periodísticas.

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Así anunció el Presidente el cierre de la Agencia Telam.

La agencia de noticias y publicidad Télam funcionó hasta esa fecha como un mayorista de noticias, que difundía 500 notas (cables) por día a más de 800 medios de comunicación a los que les prestaba servicio, junto con unas 200 fotos diarias de los más diversos acontecimientos.

Además, era la encargada de implementar, controlar y facturar la distribución de la publicidad oficial del Gobierno nacional, hasta que Milei decidió suspender la pauta oficial por un año.

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