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Trucos para revivir al Milei original

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El tránsito por el poder deja huellas. La responsabilidad diluye la rebeldía. La jerarquía conspira contra la espontaneidad y se pega a quien la ejerce como las arrugas que el paso de los años talla en un rostro maduro. El empeño de un líder en funciones por ofrecerse como una persona normal y corriente es el equivalente político a una cirugía estética: la añoranza de un tiempo mítico, cuando todo estaba por ocurrir.

En Javier Milei ese fenómeno se magnifica. Él, que encarnó como ninguno de sus antecesores la “gesta del hombre común”, enfrenta un momento decisivo de su gobierno con la presión autoimpuesta de seguir siendo un outsider ahora que habita en la cúpula del sistema institucional.

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Más metódico de lo que le gusta admitir, el presidente libertario activó el modo electoral con un retorno al personaje que mejor interpretó. Milei es nuevamente el tipo enojado que busca conectar con la frustración ciudadana y que denuncia conspiraciones para hacerlo fracasar e impedir el progreso nacional.

La salida del cepo cambiario lo desató, después de semanas en las que vivió al límite emocional. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) desencadenó un estallido interior, a tiempo con las necesidades de campaña.

Llegó a temer que se le escurriera el logro de la baja de la inflación y la estabilidad cambiaria. La zozobra de marzo y parte de abril pareció convencerlo de que su oferta a los argentinos es incompleta si se limita a los resultados económicos.

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Volvió entonces el Milei que grita y reparte insultos como si estuviera todo el rato en una cancha de fútbol. Se calzó otra vez la campera de cuero para salir a caminar por barrios periféricos. Tuitea compulsivamente, después de un tiempo en que se había contenido. Se presta muy a menudo a notas en medios de comunicación, una costumbre que casi había abandonado a partir del caso $LIBRA.

La frescura y el desparpajo que le brotaba natural en 2021 o 2023 hoy requiere dosis adicionales de ingeniería comunicacional. La fragilidad de sus rivales políticos y el apoyo que le profesan amplios sectores del poder económico debilita el relato del luchador acosado por “la casta”. De esa necesidad surge la renovada batalla contra el periodismo profesional, al que el gobierno libertario enfocó como un adversario a vencer en el umbral de las elecciones porteñas, escala decisiva del calendario de votaciones de 2025.

Milei eligió el eslogan “no odiamos lo suficiente a los periodistas”, sin el menor afán de disimular la intención de manipular emociones fuertes, tan habitual en las campañas políticas.

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Milei, en campaña, para pedir el voto por Adorni

Rara vez un líder apela de manera explícita a la palabra odio, que se dice pronto pero puede despertar demonios difíciles de controlar. Es incluso más extraña en boca de alguien que se define como liberal. “Odio” y “libertad” parecen a simple vista el agua y el aceite del lenguaje político.

Uno de los numerosos tuits de Milei con la expresión «no odiamos lo suficiente a los periodistas»

El Presidente recurre a la denuncia a los periodistas como si estuviera en una cruzada espontánea por la verdad. Pero sigue un libreto escrito y probado en la nueva derecha internacional, cuyo auge coincide con una ola de descontento social. La demonización de las elites, entre las que se incluye a los medios de prensa, está en la página 1 del manual.

Solo en la última semana, desde el sábado 26 de abril al viernes 2 de mayo, Milei usó las redes sociales a tiempo completo para fustigar contra periodistas. Retuiteó un total de 2073 mensajes ajenos, de los cuales 436 incluían acusaciones, insultos o alusiones despectivas a periodistas. Además, de los 51 mensajes que escribió él, 41 encajan en esa descripción. En la mayoría incluyó su invitación a odiar a los periodistas.

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La lógica de las redes sociales admite las afirmaciones sin argumentos, el destrato, la denuncia sin pruebas, la estigmatización y el ciberacoso. El Gobierno no se priva de ninguna de estas prácticas en la carrera por reconectar con el Milei original, aquel David que se nubla cuando se reconoce Goliath.

Dijo de los periodistas a lo largo de los últimos siete días que son “basuras mentirosas”, que “inyectan veneno”, que son “mentirosos patológicos”, “pauteros” y “depravados”. Que ejercen una profesión “inmunda” como “un ejército de mitómanos” y que tienen “déficit de IQ severo”.

Se plegó a una campaña de desprestigio contra Carlos Pagni, a quien acusó de compararlo con Hitler a raíz de un comentario completamente sacado de contexto. Es una operación retórica que Milei conoce muy bien porque se cansó de denunciar que se lo hacían a él: la falacia del hombre de paja. Es decir, cuando se distorsiona o exagera la opinión de una persona y luego se lo ataca por la versión desfigurada del argumento en lugar de refutar el punto original.

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Ante la evidencia de la falsedad, el Presidente acusó a de editar el video y la nota donde el periodista hacía el comentario. Y finalmente amenazó con denunciarlo penalmente, en una advertencia que coquetea con la criminalización de la opinión. En el camino, aplaudió un mensaje del director de Comunicación Digital de la Presidencia, Juan Pablo Carreira, que postulaba: “No odiamos lo suficiente a ”.

A Jorge Fernández Díaz lo atacó en público cinco veces en dos semanas por haber escrito que el Gobierno “tuvo que apurar el nuevo pacto con el Fondo para que este aprobara un blindaje urgente, que parece una derrota vestida de victoria”.

Destrató a Joaquín Morales Solá por considerar que Milei le planteaba una pelea al campo cuando instó públicamente a liquidar cuanto antes las exportaciones.

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A María O’Donnell la trató de “ZURDA PERIODISTA IGNORANTE” (así, en mayúsculas) por entrevistar a un economista que simpatiza con el Gobierno. El bullying contra Paulino Rodrigues incluyó llamarlo “cerdo” por opinar que Milei debió haber llegado antes a Roma para asistir a la capilla ardiente del papa argentino.

Republicó mensajes con el dibujo de una tumba y la inscripción “medios de comunicación tradicionales”, al igual que decenas de denuncias incomprobables de corrupción profesional. Sus propagandistas de redes lo alientan, dicen que en chiste, a meter preso a un periodista.

El ministro de Economía, Luis Caputo, se sumó al coro cuando escribió que el periodismo es “una profesión que tiende a desaparecer”. Curioso que un técnico falle por tanto con los datos: nunca fue tan amplia la audiencia de los medios aquí y en el mundo como en la actual era digital.

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Luis Caputo, José Luis Espert, Javier Milei y Manuel AdorniX Manuel Adorni

En apenas siete días los periodistas aludidos con nombre y apellido en los mensajes que difundió el Presidente fueron 18.

Se quejó de los fotógrafos justo después del episodio que protagonizó su todopoderoso asesor Santiago Caputo en el debate de candidatos porteños, cuando le tapó la cámara a un reportero y después tomó con su celular una imagen de la credencial que llevaba colgada al cuello.

La ofensiva contra la crítica bordea por momentos lo que en Estados Unidos llaman gaslighting, una sutil forma de manipulación emocional que apunta a que el blanco de esa acción se cuestione su propia percepción de la realidad.

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No hay novedad sino estrategia en la búsqueda del Milei espontáneo y auténtico de las campañas desde el llano. Ni siquiera el eslogan es una invención que pueda patentar el Presidente. La expresión “You don’t hate the media enough” (“no odias lo suficiente a los medios”) circula en forma de meme y de hashtag en cuentas de simpatizantes de Donald Trump al menos desde 2022. Se ha hecho tan popular en esos círculos que se venden camisetas con la frase impresa. Se consiguen en Amazon por 26,70 dólares más gastos de envío.

Un aviso en Amazon de la camiseta con la frase contra los medios que copió Milei

La hiperactividad de Milei en las redes y en los medios audiovisuales es medible. A partir del caso $LIBRA, iniciado por el tuit con el que celebró un criptoactivo que causó pérdidas millonarias a quienes invirtieron de buena fe, había bajado notablemente el uso de sus canales de comunicación. Apenas concedió 3 entrevistas en los dos meses que siguieron al fatídico 14 de febrero. Y tuiteó tres veces menos que en el mismo período del año anterior.

El giro se hizo patente con la salida del cepo y el lanzamiento de la campaña de Manuel Adorni, a quien le encomendó derrotar a los Macri en la ciudad de Buenos Aires. Desde el 14 de abril, hizo seis notas en medios audiovisuales y emitió más mensajes en redes que en los dos meses previos sumados. El miércoles 30 de abril tuvo un pico, al enviar 13 mensajes propios y reproducir 533 ajenos.

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Lo que se mantiene firme es la decisión de no someterse a una conferencia de prensa. El León “doma” a todos, pero desde el confort del monólogo o la charla de camaradas.

El segundo eslogan de este período es “libertad o kirchnerismo”. Milei se dispone a arrebatarle al Pro la bandera de la grieta. Adorni aterrizó en la Capital con un mensaje que prescinde de cualquier artilugio municipal.

El argumento obliga a darle al candidato kirchnerista Leandro Santoro una entidad nacional que ya quisiera tener. El miedo al cuco de Cristina Kirchner contrasta con el espectáculo decadente de la interna peronista en Buenos Aires, donde a la expresidenta pena por domesticar a Axel Kicillof, el discípulo que le salió rana. El Gobierno entiende que la representación del antikirchnerismo no puede quedar en manos ajenas: si Adorni supera a la macrista Silvia Lospennato el domingo 18, creen en la Casa Rosada, la utilidad política del Pro quedará definitivamente en entredicho.

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Milei disfrutó al ver las escenas de su vocero y candidato como orador central de la cena de la Fundación Libertad, el lunes pasado. Mauricio Macri, que solía ser el rey en ese ecosistema, lo escuchaba desde la mesa de honor. Ahí mismo le habían sentado a Alberto Benegas Lynch (h.), el intelectual que más admira el Presidente.

Adorni habla en la Fundación Libertad, con Mauricio Macri en primera fila

Santiago Caputo y los funcionarios/tuiteros que lo acompañan en la Casa Rosada festejaban con champagne al cierre del evento, como si hubieran conquistado una colina.

Mauricio Macri y Santiago Caputo, en la cena de la Fundación Libertad

La campaña contra el macrismo les da una mística que unifica. No llega, sin embargo, a disimular las tensiones internas con el sector “tradicional” que encabeza Karina Milei y que tiene como ejecutores a los primos Menem.

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Es notoria la tirria cuando se le pregunta a cualquier referente importante de uno u otro sector por las candidaturas en la provincia de Buenos Aires, donde se votará en septiembre. La negociación pendiente con el Pro es solo una capa del problema. Por debajo arde la discusión entre caputistas y karinistas. “En algo nos parecemos a los radicales”, ironiza un legislador de La Libertad Avanza que trata de no meterse en la línea de fuego.

El regreso del Milei furioso y combativo es un antídoto también contra la proliferación de internas.

Pero no solo eso. Estudios de opinión que llegaron a funcionarios de la Casa Rosada destacan un deterioro de la imagen presidencial entre los jóvenes, que siempre fueron la principal base de sustentación del Gobierno. Algo similar ocurre en los sectores socioeconómicos más deprimidos, a pesar de la baja de los índices de pobreza de la que suele jactarse Milei.

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Se necesita otra vez al líder popular que se planta ante los poderes establecidos. La campera de cuero. La canción de La Renga. La rabia. El hombre sin rango que explotaba, como la mayoría de sus conciudadanos, después de la pandemia y el de fiasco del gobierno albertista-kirchnerista. El que desprecia a los “ñoños republicanos” que se fijan en las formas.

¿Podrá volver el tiempo atrás e interpretar al candidato antipolítica que supo leer el ánimo social y detectar la demanda de estabilidad económica que dominó la era pre-libertaria? Desde arriba es más difícil.

Lo descubrió en su salida a Villa Lugano, donde quiso recrear las caminatas de campaña de los días virginales. Fue un paseo breve, rodeado de custodios y con un despliegue en los techos de las casas que rompía toda ilusión de amateurismo.

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Milei en Villa Lugano, como en los viejos tiempos

Algo parecido ocurre con sus denuncias, diatribas y advertencias a quienes lo incomodan. El poder lo cambia todo. Lo que antes era indisciplina y valentía hoy resuena peligrosamente como un eco autoritario y abusivo.


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POLITICA

A pesar de la insistencia opositora, el Gobierno no quiere enviar más ministros a responder por el caso $LIBRA al Congreso

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El llamado a una nueva sesión en Diputados para interpelar a funcionarios del Gobierno por el criptogate que involucra a Javier Milei y a su hermana y secretaria general, Karina Milei, encuentra en una posición entre la intransigencia y la indiferencia a la Casa Rosada y a las dependencias cuyos jefes fueron convocados nuevamente por la oposición: el ministro de Economía, Luis Caputo, y el de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.

En Balcarce 50 dicen que la sesión no es relevante, y simplemente volverán a argumentar que no tienen relación con el tema. Pero no tomarán medidas para contrarrestar un tema que, creen, está “terminado” a pesar de que las investigaciones en la Justicia local y estadounidenses continúan.

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De antemano, en el Gobierno aseguran que no los preocupa para nada la insistencia opositora. “El tema no le importa a nadie, excepto a los diputados”, dicen cerca de la cúpula libertaria, siempre atentos a la hora de tomar decisiones y accionar a la opinión pública. En la cartera de Economía, más dura, se llamaron a silencio. En Justicia dijeron que cabe la posibilidad de que Cúneo asista. Pero la decisión final dependerá del poder central.

Hace dos semanas, en la primera interpelación los titulares de Economía y el de Justicia, cada uno a su modo, presentaron sendas notas o dieron a conocer comunicaciones off the record sobre los motivos por los que no asistían a la cita. En resumen, dijeron que no tenían relación con el caso de la moneda $Libra que difundió el Presidente en sus redes causando perjuicios económicos a miles de damnificados. Y, al mismo tiempo, aludieron a problemas de “agenda impostergables” y “compromisos urgentes”.

Pero fueron citados nuevamente, también para una interpelación, con los mismos motivos. Esta vez, para el miércoles 14 de mayo. La sesión de la semana pasada había empezado tarde justamente por el faltazo de ambos, que se llevó dos horas de comentarios, durante las cuales el ministro coordinador, Guillermo Francos, que sí había asistido, debió quedarse tras bambalinas, impaciente -aunque finalmente, se quedó-.

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La fecha coincide con la víspera del inicio de la veda campaña de las elecciones de la Ciudad, un motivo adicional -aunque no se usará oficialmente- para la decisión del oficialismo de no dar el brazo a torcer frente al pedido de comparecencia. Creen que la convocatoria es “estrictamente política” y adelantan que no hay forma de que “Toto” y Cúneo cedan.

La decisión era de esperarse: asistir esta vez después del primer faltazo, cuando argumentaron que no tienen relación con los hechos investigados, sería admitir que, en realidad, algo tenían para aportar.

Guillermo Francos, jefe de Gabinete

El argumento oficial será que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ya brindó las debidas explicaciones ante el Poder Legislativo -el día que faltaron Cúneo y Caputo-. Y que eso debería bastar, teniendo en cuenta que él comanda a ambos ministros. “Mandamos al que está por encima de ellos”, dijeron, para enfatizar en la suficiencia de la acción.

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Ese día, el ministro se llevó fuertes elogios de Milei, que siguió de cerca la interpelación a pesar de los intentos por desestimar su peso. “Es la cabra”, dijo, y le agradeció, por X. Días atrás, había dicho que Francos tenía menos poder que Santiago Caputo en el proceso de toma de decisiones nacionales y controles políticos.

Javier Milei y Karina Milei

Cúneo y Caputo faltarían con el aval de la Casa Rosada, que encuentra sospechosos motivos proselitistas para “dañar al Gobierno” en el llamado a interpelación que intentan esquivar y al que, al mismo tiempo, restan importancia. Dicen que ni siquiera tomarán medidas para contrarrestar la jugada. “Esto les importa sólo a los diputados”, insisten, también en alusión a la comisión investigadora que sigue en proceso de conformación y que el oficialismo quiere trabar a toda costa.

Niegan que puedan haber argumentos, como esgrime el kirchnerismo, para denunciarlos judicialmente por incumplir con el mandato constitucional de rendir cuentas -algunos incluso hablan de iniciar un proceso de juicio político a los funcionarios-. Esto último abona las acusaciones que azuza el oficialismo a través de sus voceros oficiales, desde febrero, sobre el intento “destituyente” de la tropa que responde a Cristina Kirchner.

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El Gobierno no quiere ver empañado su primer test electoral en un distrito simbólicamente relevante como es la Ciudad de Buenos Aires con un caso judicial y político del que intenta despegarse desde el día que estalló. Según deslizan, es probable que esa jornada, dentro de una semana y media, los ministros participen en el cierre de campaña que tiene planeado encabezar Javier Milei en una plaza porteña aún no especificada.

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Influyentes y pesos pesados detrás de las listas

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Detrás de los nombres conocidos, casi siempre hay otros. Los candidatos a la Legislatura porteña, especialmente del segundo para abajo, rara vez están en sus lugares exclusivamente por mérito propio. Muchas veces, sus padrinos políticos son los encargados de ubicarlos en lugares que se corresponden con el poder que tienen en el partido. El llamado decisivo llega en las horas turbulentas, cuando se definen los casilleros. Estos candidatos de mitad de lista son menos conocidos que sus sponsors poderosos.

hizo un análisis de las listas con más posibilidades de incorporar legisladores. ¿Cuántos dirigentes que responden a pesos pesados de las fuerzas políticas llegarán a la Legislatura porteña? y, en función de cuántos podrían sumar, de los “empoderados” en cada alianza. Lo lógico sería que sus candidatos tiendan a responder a los intereses y visiones de los mismos una vez ubicados en sus bancas.

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El vocero presidencial, Manuel Adorni, por ahora, dice que renunciará a su puesto ejecutivo en diciembre para asumir como legislador, un cargo que en principio no quería. Luego de que lo convencieran para dar batalla en la ciudad, Adorni puso dos condiciones: ser el principal decisor del tono de la campaña y que no tuviera un papel de portavoz Pilar Ramírez, la principal armadora de La Libertad Avanza en ciudad de Buenos Aires y alfil de Karina Milei. El marido de Pilar Ramírez, Darío Wasserman es quien adquirirá poder en estas elecciones: el segundo y tercero de la lista fueron puestos por Wasserman, vicepresidente del Banco Nación.

Guillermo Francos con Darío WassermanTwitter

Detrás de Adorni viene Soledad Pelayo, una de las directoras del Banco Nación., Wasserman es, además, un desarrollador inmobiliario y uno de los personajes más influyentes en el armado de la campaña. Teniendo en cuenta que Ramírez, su esposa, ya es legisladora, manejará por lo menos tres bancas. La tercera es la de Nicolas Pakgojz, actual titular de la Agencia de Administración de Bienes del Estado y cercano a Wasserman.

La lista de Leandro Santoro es un verdadero collage de espacios políticos. En ella parecen saldarse las diferencias que en provincia de Buenos Aires están resultando letales para el kirchnerismo y el sector de Axel Kiciloff. En la lista de Santoro están presentes dirigentes de ambos sectores. Exactamente lo contrario a lo que pasa entre La Libertad Avanza y el Pro, que van separados en ciudad de Buenos Aires pero parece que irán juntos en la provincia. Santoro logró juntar a casi todos los espacios, con principal excepción del Movimiento Evita, que apoya a la lista de Juan Abal Medina.

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Abajo de Adorni va Claudia Negri, vicedecana de la Facultad de Medicina de la UBA y jefa del departamento técnico del Hospital Ramos Mejía. Tercero, Federico Mochi, actual secretario General de la Juventud Universitaria Peronista porteña y socio de Tomás Rebord, streamer peronista. Cuarta aparece Andrea González, de Patria Grande (Juan Grabois). Quinto, Juan Pablo Modarelli, de La Cámpora.

Juan Grabois en Comdoro PyEnrique Garcia Medina

En sexto lugar aparece Noemí Geminiani, del sindicato de encargados de edificio que lidera Víctor Santa María. Séptimo, Alejandro “Pitu” Salvatierra, del kirchnerismo. Octava y noveno están Barbara Rossen y Francisco Caporiccio. La primera es hija de la histórica dirigente peronista Alicia Pierini y el segundo, cercano a Sergio Massa. En el undécimo lugar aparece Juan Manuel Olmos, el poderoso operador del PJ que fue nexo entre Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner en el último gobierno. Así, la lista es un verdadero rompecabezas repartido entre diferentes sectores del peronismo.

El operador Juan Manuel OlmosHernán Zenteno

La lista de Pro es casi toda macrista. Silvia Lospennato, Hernán Lombardi, Laura Alonso y Darío Nieto, los primeros cuatro, responden todos directamente a Mauricio Macri. Lo curioso es que Jorge Macri, el jefe de gobierno del distrito, prácticamente no colocó a nadie entre los candidatos con mayores posibilidades de llegar a la Legislatura porteña.

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En el quinto lugar llega la primera “concesión”. En este caso para el sector de Cristian Ritondo, un dirigente que el expresidente ha presentado como su principal “interlocutor” con el gobierno libertario para negociar provincia de Buenos Aires, pero sobre quien pesan sospechas de su posible salto a La Libertad Avanza. Ritondo, que negocia con el oficialismo ir juntos en la provincia de Buenos Aires, puso a Rocío Figueroa, una joven militante de su espacio en ese lugar de la lista.

Cristian Ritondo y Santiago Caputo, en la cena de la Fundación Libertad

Le siguen Waldo Wolff, que se acomodó por su cuenta, y Victoria Morales Gorleri, que responde a sectores eclesiásticos. En los siguientes lugares aparecen Lautaro García Batallán y Lucía Braccia, del círculo del operador Daniel Angelici, un histórico con influencia en los tribunales.

Entre la implosión de alianzas y la ausencia de primarias, la listas en ciudad de Buenos Aires se fragmentaron: llegan a 17. Algunos dirigentes que en otra situación hubiesen ido en el medio, esta vez aparecen como cabeza de listas. Los legisladores que podrían entrar por las nóminas de Volvamos Buenos Aires (Horacio Rodríguez Larreta) o la Coalición Cívica (Paula Oliveto) son dirigentes propios. Por debajo del ex jefe de gobierno porteño se encuentran Guadalupe Tagliaferri y Emmanuel Ferrario, ambos del círculo cercano de Rodríguez Larreta. Luego de Oliveto vienen Fernando Sánchez y María Pace Wells, también del partido de Elisa Carrió.

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Algo similar sucede en la lista de Evolución (UCR), aunque dentro del partido aparecen sectores internos. La lista responde netamente a Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, con el visto bueno de Daniel Angelici, que también tiene a sus propios candidatos. Así, Angelici puso en la canasta de Pro y de Evolución al mismo tiempo. Lula Levy, la primera candidata, viene de las entrañas de la militancia universitaria que responde a este sector de la UCR, enemistado a tal punto con otras tribus radicales que hasta Lousteau, que lidera el partido, se fue del grupo de WhatsApp de senadores de su bloque.

Yacobitti en la presentación de la lista de candidatura de Lula Levy Pilar Camacho

Ramiro Marra, echado de los libertarios, va con el sello de la Ucedé, partido conocido por su influencia en los 90, que en las últimas elecciones jugó dentro de Juntos por el Cambio y tuvo un intento de ingreso a La Libertad Avanza en 2023. Andrés Passamonti, el líder de la Ucedé, lo acompañó a Marra en varios eventos. Alejandro Kim, que es una tercera vía de peronismo porteño, utilizará el sello de Guillermo Moreno: Principios y Valores.


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Las redes muestran una luz de esperanza sobre la economía

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La recuperación que el gobierno de Javier Milei promete desde el minuto uno empieza a encontrar algunos puntos de apoyo en la conversación pública, sobre todo en redes sociales. Sin embargo, el entusiasmo muestra contradicciones.

Leé también: La muerte del Papa Francisco y su impacto en las redes del mundo

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Los momentos en los que el ánimo económico subió durante 2024 se deshicieron en pocas semanas, en una economía que todavía no logra arrancar de manera sostenida. A pesar de esto, la charla digital sobre el ritmo económico deja ver un poco más de optimismo, especialmente cuando se habla de recuperación productiva. Esa misma que se desplomó después del mazazo al consumo que implicó el ajuste fuerte con el que Milei arrancó su mandato en diciembre de 2023.

Un guiño, aunque chiquito, al final del túnel

Durante todo 2023 y los primeros meses de 2024, las percepciones sobre la economía venían en caída libre en redes sociales. El humor se tornó amargo, con pocas señales de esperanza. Recién a partir de junio del año pasado asomó la expectativa de una recuperación, especialmente vinculada al poder adquisitivo y al trabajo. Esa expectativa no creció de forma lineal ni mucho menos, pero se sostuvo, con idas y vueltas, hasta fin de año.

Ya en marzo y abril de 2025, la charla en redes mostró una mejora leve. Eso sí: todavía se ubicó bastante por debajo de los mejores picos de sentimiento de los últimos dos años.

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En paralelo, las publicaciones de medios periodísticos también vivieron una caída del ánimo, sobre todo durante noviembre de 2024. Recién ahora, en el arranque de 2025, se estabilizan un poco, aunque siguen pesando las valoraciones negativas.

¿Dónde está el “mejor humor” económico?

Entre las categorías económicas que generan más conversación en redes sociales, las que mejor sentimiento mostraron (aunque con promedio negativo) fueron el crédito y el trabajo. La deuda, en cambio, se convirtió en el tema con peor percepción dentro del debate digital.

En los medios de comunicación, pasó algo parecido, aunque con una diferencia clave: tanto crédito como trabajo lograron generar menciones con balance positivo.

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Lo que empujó la mejora en redes sociales fue, entre otras cosas, una narrativa un poco más esperanzada en torno a la salida del cepo cambiario, la baja en la conversación sobre deuda y un crecimiento fuerte del interés por todo lo vinculado al mundo laboral.

La producción, un rubro que levanta cabeza

Mientras la economía en general sigue generando dudas, la charla sobre la producción nacional se perfila con una imagen bastante más robusta.

En redes sociales, la narrativa sobre la actividad productiva local mejora claramente entre marzo y abril. La percepción de los usuarios argentinos sube, aunque no llega a recuperar todo lo perdido entre fines de 2024 y principios de 2025. En los medios, también se ve una mejora parecida, aunque con menos intensidad en la narrativa.

El humor en redes y medios sobre la producción vuelve a ubicarse en valores más cercanos a los promedios prepandemia, lo cual, en el contexto actual, no es menor.

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Tecnología, al frente; campo e industria, con el pulso bajo

Durante abril, el rubro tecnológico se posicionó como el que mejor percepción generó en redes. Campo y servicios mantuvieron valores negativos, pero zafaron con una caída más leve, mejores que industria, energía y finanzas, que quedaron más abajo en el ranking del sentimiento digital.

En los medios tradicionales, abril también dejó un saldo positivo en todos los sectores productivos. De nuevo, tecnología lideró el podio.

¿De qué se habla cuando se habla de economía?

En redes sociales, el debate económico tiene un actor omnipresente: el gobierno nacional y su presidente, Javier Milei.

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Durante las últimas semanas, el tópico más repetido fue la relación con el Fondo Monetario Internacional y el acuerdo que el gobierno logró cerrar.

El término que más tracciona en la narrativa es “inflación”. Se lo asocia de manera casi automática con un sentimiento negativo. Esa palabra se transforma en el núcleo duro del discurso, apenas matizada por algunas menciones más positivas como “crecimiento”, “acuerdo” o “trabajo”.

Leé también: Las redes aflojan tensiones y mejora la charla de los argentinos

Lo político sigue copando la parada: más del 21% de la conversación económica en redes gira en torno a lo político. Le siguen lo económico y lo financiero, casi empatados, con poco más del 18%. La gestión aparece en cuarto lugar, con el 16% de las menciones.

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