POLITICA
Un massista es el presidente de Trenes Argentinos, el área que quedó bajo sospecha por el choque de trenes
Un dirigente massista es el presidente de Trenes Argentinos, la empresa estatal que administra los ferrocarriles interurbanos y que quedó bajo sospecha tras el accidente de dos formaciones de la línea San Martín. Luis Adrián Luque, ex concejal del Frente Renovador y dirigente del espacio que creó Sergio Massa, sigue en un área clave del gobierno de Javier Milei pese al cambio de Gobierno.
Luque llegó a la gestión pública nacional durante la presidencia de Alberto Fernández con el apoyo de Massa. El ex ministro de Economía, como parte del acuerdo dentro del Frente de Todos, se había quedado con el manejo del ministerio de Transporte. Primero lo controló el fallecido Mario Meoni, luego Alexis Guerrera y más tarde Diego Giuliano. Los tres respondían a Massa.
Luque fue gerente de Asuntos Legales en Trenes Argentinos durante los cuatro años de gestión del Frente de Todos cuando el massista Martín Marinucci estaba a cargo de esa área. Y tras el cambio de gobierno logró sobrevivir en el sector y se quedó con el manejo de los ferrocarriles. Su cargo fue oficializado en febrero de este año. Según fuentes oficiales, fue el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien lo respaldó y avaló su continuidad, aunque en los papeles depende del secretario de Transporte, Franco Mogetta. En el organigrama del Gobierno Transporte es parte del Ministerio de Economía de Luis «Toto» Caputo.
Por ahora, pese a las versiones sobre la posible salida de Luque, en el oficialismo aseguran que seguirá en el cargo.
La continuidad de Luque en Trenes Argentinos despierta todo tipo de suspicacias y alimenta las versiones de un presunto pacto entre Massa y Milei. El de transporte, en los hechos, no es el único sector en el que dirigentes que responden a Massa siguen en su cargos a pesar del cambio de gestión. Una de las áreas donde hubo continuidad de funcionarios vinculados al massismo es la Aduana, que era comandada por Guillermo Michel durante la gestión del ex ministro de Economía.
Tras la renuncia de Michel, asumió Rosana Lodovico. Era su segunda y una mujer de su confianza. La nueva titular de la Aduana acaba de ser denunciada en la Justicia luego de que el diario La Nación revelara que recibió un préstamo de US$ 250.000 para comprar una casa de una empresa que fue investigada por contrabando.
Luque, que ahora quedó en la mira por la situación de los ferrocarriles, tiene un vínculo cercano a Massa al que conoce desde hace varios años. Fue candidato a concejal por San Miguel en 2017 por el Frente Renovador y logró una banca en el distrito. En esa elección, Massa pelaba por un lugar en el senado nacional y competía contra Cristina Kirchner y Esteban Bullrich, del PRO. El tigrense se presentó a esas elecciones, que perdió, con una alianza que se llamaba 1País y lo acompañaba Margarita Stolbizer.
Según fuentes vinculadas al sector ferroviario, Luque también tiene buenos vínculos con un empresario que fue candidato a intendente del Frente Renovador por José C. Paz en 2015. Se llama Fabián Carballo y maneja varias ferias populares al estilo La Salada en ese municipio. Además, tiene la concesión de muchos negocios en los andenes de los trenes, justo el área de Luque que antes manejaba otro massista, Marinucci. Carballo tene una buena relación con Massa y hasta hay fotos juntos en las redes sociales del empresario.
Desde que quedó al frente de Trenes Argentinos, ya en la gestión de Milei, Luque avaló los recortes en el área y los despidos de personal. No tuvo inconvenientes en respaldar esa nueva política aunque significaba un giro de 180 grados con el estilo de la gestión anterior.
Bajo su órbita están las líneas interurbanas de trenes como el Sarmiento, Roca, Mitre, Belgrano y el San Martín, que fue el que quedó involucrado en el choque.
También maneja el Tren de la Costa y los de larga distancia con destinos a Mar del Plata, Pinamar, Córdoba, Tucumán y Rosario, entre otros. Además, administra los trenes regionales que conectan diferentes provincias e incluso el tramo internacional que va desde Posadas, Misiones, hasta Encarnación en Paraguay.
Su rol como gestor de Trenes Argentinos ahora quedó bajo sospecha tras el accidente del San Martín. Algunas de las hipótesis que se manejan apuntan a que el sistema de comunicación entre trenes -que es automático- no funcionaba por el robo de cables. Según fuentes del sector era una información que Luque conocía. El posible robo, no solo fue advertido por Omar Maturano, el sindicalista ferroviario que maneja el gremio La Fraternidad. Franco Mogetta, el secretario de Transporte y jefe de Luque en los papeles, no descartó que la falta de cables pueda ser uno de los motivos que afectaron las señales.
POLITICA
La leyenda del Baychimo, el barco fantasma que desapareció tras cuatro décadas de flotar a la deriva
A lo largo de la historia, ocurrieron varios hechos misteriosos que hasta el día de hoy no tienen una respuesta lógica, a pesar de los avances de la tecnología. Estas insólitas historias suelen convertirse en leyendas que trascienden generaciones, las cuales no dejan de asombrarse con los diferentes relatos. Entre ellas existe una que se destaca por sus inexplicables características: la historia del SS Baychimo.
Este barco fantasma data de 1914, año en el que fue bautizado Ångermanelfven. Su construcción, a cargo de una empresa sueca, fue encargada por una compañía alemana con sede en Hamburgo. Al principio, se utilizó para trasladar mercadería entre ambos países, pero esto cambio radicalmente con el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Cuando el conflicto bélico llegó a su fin, el barco quedó en manos del gobierno británico, ya que fue usado como parte de pago por los daños ocasionados durante la guerra de Alemania. En este momento, se vendió a la empresa Bahía de Hudson, la responsable en cambiarle el nombre al que se conoce hasta el día de hoy. Ellos lo volvieron a su función de barco mercante y lo pusieron a cargo de la ruta entre Escocia y Canadá, a través del Atlántico Norte.
En 1923, cuando empezó a navegar por el Ártico Occidental, añadió a su lista de tareas el transporte de pasajeros. Como el Baychimo no estaba autorizado para esta función, hacían pasar a todas las personas como parte de la tripulación. Durante varios años, funcionó con normalidad y solo presentó unos pocos inconvenientes que no fueron para nada grave.
La tragedia que cambió el destino del Baychimo
El 1 de octubre de 1931, ocurrió la tragedia que dio inicio a la leyenda del SS Baychimo. Cuando el barco estaba recorriendo su ruta habitual, fue sorprendido por una repentina y fuerte corriente de viento frío que lo dejó atrapado en el hielo, cerca de Alaska. Para sobrevivir, toda la tripulación bajó del barco y viajó un kilómetro hasta el puerto de Barrow.
Como en aquella época era muy difícil liberar la embarcación del hielo, lo único que pudieron hacer sus dueños fue enviar a un grupo de marineros a quitárselo los dos días siguientes al accidente. Sin embargo, cuando volvieron al tercer día, el barco había desaparecido y, pese a su gran tamaño, no había rastros de él. Unos días después, el 8 de octubre de ese año, lograron encontrarlo, pero varios kilómetros más lejos de donde estaba originalmente.
Para no perderlo de vista de nuevo, dejaron a un equipo de mantenimiento en unas cabañas cerca, quienes lo visitaban y lo acondicionaban a diario. Pero el 24 de noviembre, tras una fuerte tormenta, se vieron imposibilitados de ir hasta él. Cuando el temporal pasó y salieron al exterior, el Baychimo había desaparecido otra vez. Días más tarde, lo encontraron inexplicablemente a 70 kilómetros de distancia.
Entonces, el capitán decidió mandar a la tripulación a recuperar los objetos y las cargas más valiosas y lo dejaron abandonado. Por la cantidad de hielo que lo rodeaba, todos asumieron que simplemente se hundiría al descongelarse. A pesar de las predicciones, esto no sucedió: el barco quedó libre al poco tiempo y navegó a la deriva durante cuatro décadas.
La desaparición del Baychimo
En 1932, un hombre llamado Leslie Melvin lo visitó y tomó algunas de las pieles que habían quedado a bordo. En 1933, un grupo de esquimales lo abordó y lo usó como refugio para protegerse del frío. A partir de ahí, el barco apareció en varias ocasiones y fue visto por distintas personas y navíos que pasaban por el lugar.
En 1939, fue abordado por el capitán Hugh Polson, quien quiso remolcarlo hasta el puerto más cercano, pero tuvo que abandonarlo porque estaba en riesgo a su propio barco. Ese mismo año fue avistado tres veces más, pero sin que pudieran abordarlo.
Luego, por dos décadas no apareció y lo dieron por hundido. Sin embargo, en 1962, un grupo de personas reportó que lo vieron cerca de la costa en el mar de Beaufort. En 1969, fue visto por última vez desde el rompehielos Manhattan, cuando transitaba el Paso del Noroeste.
Tras cuatro años flotando a la deriva en verano y congelado en invierno, nadie volvió a ver al Baychimo. En el 2006, el gobierno de Alaska empezó a buscar el navío en el fondo del mar, pero tras años de hacerlo sin éxito se dio por finalizado el proyecto.
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