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Un presidente “mentiroso”, “cobarde” y “maltratador”: el retrato de la vocera de Alberto Fernández

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La exvocera de Alberto Fernández habla de un presidente “cobarde, maltratador y mentiroso”, que tiene un comportamiento compulsivo con las mujeres, es “violento” con su pareja y fue llevado al poder por un expresidente que a la vez lo desprecia y no lo deja gobernar. Pero dice que no es Alberto Fernández, sino Salvador Gómez. No es “el hijo de un juez”, sino de un senador y ha sido jefe de Gabinete, pero no de Néstor y Cristina Kirchner, sino de Pedro Sacristán. Eso sí: es profesor de la Facultad de Derecho y no tiene casa propia. Un amigo le presta desde hace años un departamento en Puerto Madero.

Escudada en un relato de ficción, la exvocera Gabriela Cerruti traza el perfil de un presidente que se parece demasiado al que ella conoció de cerca y que, a pesar de la deliberada intención de desacomodar algunas piezas de la historia y distorsionar ciertas biografías, se lee como un relato crudo de un gobierno ineficaz y corrupto, plagado de bajezas, aprietes, negociados, abusos e internas despiadadas.

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Cerruti acaba de presentar en la Feria del Libro su primera novela, titulada El veneno del poder (editorial Sudamericana). Había pasado justamente inadvertida desde su lanzamiento, hace varias semanas: no hace falta ser crítico literario para darse cuenta de que es una obra menor, escrita en prosa vulgar, con giros previsibles y un ritmo narrativo un tanto desarticulado y errático. Pero el libro merece alguna atención, no por sus cualidades literarias, sino por eventuales confirmaciones que podrían asomar bajo el disfraz de la imaginación novelesca. Aun con maniobras distractivas y desvíos descabellados, es una trama que nos resulta demasiado familiar y cercana.

Las coincidencias entre el presidente Fernández y el presidente Gómez son tantas, y tan evidentes que obligan a formular una pregunta: ¿se esconde debajo de la novela la confesión de una vocera “arrepentida”?; ¿es la forma que encontró la exfuncionaria de bajarse de un barco hundido definitivamente tras las denuncias de corrupción y de violencia de género? La ficción, en este caso, más que un ejercicio creativo podría verse como un refugio para la cobardía: ¿se dice bajo la apariencia de una trama imaginaria lo que no se anima a decir “a cara descubierta”?

Alberto Fernández junto a Cerruti, Massa, Cafiero y otros funcionarios en un viaje a Bali. En el libro de Cerruti aparece una escena idéntica a la que se produjo durante ese periplo Presidencia

Retratado en este plano de ambigüedad, donde se cuenta, pero con una máscara, y se insinúa, pero sin hacerse cargo de una denuncia, el libro también expone a Cerruti a interrogantes éticos, aunque eso remita, para el kirchnerismo, a un territorio difuso. ¿No viola un pacto tácito de confidencialidad al describir, aun detrás de un antifaz, intimidades a las que tuvo acceso por la función que desempeñaba? Es un género polémico. Algunos escritores lo han transitado sin demasiados escrúpulos, pero con más talento y originalidad. En un plano más espinoso, ¿no se apela a la ficción para relatar hechos que hubiera estado obligada a denunciar en su momento?

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Cerruti describe muchas circunstancias que, con nombres y detalles cambiados, son prácticamente un calco de las que reflejaron las crónicas periodísticas en el gobierno de Fernández: hay reuniones, viajes, internaciones y crisis que enfrenta Gómez en la novela y que vivió Fernández durante su mandato. “La pandemia fue su mejor momento. Tenía ochenta por ciento de popularidad, creía que era Churchill”, se burla en la página 73. Unos párrafos antes lo describe como un fabulador y un mentiroso compulsivo, con una vida personal desordenada, y torturado psicológicamente por la relación de sometimiento que tiene con un expresidente que lo puso en el lugar en el que está.

Las similitudes son demasiadas. Y si esos hechos supuestamente novelados son un espejo de la realidad, ¿por qué no lo serían otros? Cerruti cuenta, durante “el gobierno de Gómez”, aprietes a jueces, negocios oscuros y “arreglos” con periodistas: ¿es imaginación o recuerdo?

Habla de una primera dama con problemas de alcoholismo y depresión en el marco de una relación patológica con el presidente. Se llama Samantha y muere envenenada: una licencia supuestamente literaria para retratar un final traumático y desolador. Antes de matarla, en la página 116, le hace decir en referencia a su pareja: “No lo aguanto más. A veces lo quiero matar; a veces me quiero morir. Se volvió un monstruo, alguien muy horrible. Siempre fue pajero, y agrandado y mentiroso. Pero era dulce, me cuidaba”. También reproduce un diálogo entre ella y el presidente: “Salvador, te estoy hablando bien. No podés insultarme y maltratarme todos los días, todo el tiempo”.

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Fabiola Yañez al salir del consulado argentino en Madrid, donde declaró contra Alberto Fernández por violencia de géneroFacundo Pechervsky

El relato parece, por momentos, escrito por una testigo que no se hace cargo, sin embargo, de haber estado ahí: toma distancia, incluso, del dogma kirchnerista y no está escrito en “lenguaje inclusivo”, aunque es el que la vocera utilizaba desde el atril oficial. ¿No había convicción en aquella jerga militante del “todos y todas”?

Hay una figura que, curiosamente, no existe en la novela: el presidente Gómez no tiene vocera ni tampoco portavoz, como a Cerruti le gustaba llamarse a sí misma. Se corre de una escena que ahora parece incomodarla, como si aparecer en la trama hubiera implicado una suerte de autoincriminación.

¿Hasta dónde sabía Cerruti lo que pasaba en el infierno de Olivos? “Se fueron consumiendo mutuamente en un círculo de violencia y humillación”, cuenta sobre la pareja presidencial en la página 152.

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La autora apela a una especie de “licuadora” para mezclar la realidad y hacerla aparecer como ficción. El personaje que encarnaría a Javier Milei (Jaime Malson) surge de fusionar características e historias personales del propio Milei y de Mauricio Macri: en lugar de perros tiene gatos a los que adora como si fueran sus hijos. Fue arquero de un club de fútbol, pero también un playboy millonario que sufrió un secuestro extorsivo en los años noventa. La forma de enmascarar las cosas es un tanto obvia y rudimentaria. Eso hace que los personajes ficticios remitan a la realidad de un modo bastante lineal, aun cuando propone un cóctel de biografías entrecruzadas: Sacristán es Cristina, pero también es Néstor.

Hay un periodista (Leopoldo Valaguer) que juega su propio partido dentro del oficialismo: “Tiene hace muchos años un enfrentamiento público con el Cardenal por informaciones que esparció, pero que nunca pudo comprobar”. ¿Será una alusión a las falsas denuncias de Horacio Verbitsky contra Jorge Bergoglio? Siguen las referencias a ese mismo periodista “imaginario”: “Sus amigos dicen que fue un jefe guerrillero y sus enemigos, un colaboracionista con la dictadura militar. Lleva y trae entre Gómez y Sacristán (¿entre Alberto y Cristina?), como lo hizo entre el gobierno y la oposición más ferviente en los setenta, o entre los sindicatos y los intelectuales en los ochenta”. Después da más detalles: “Escribió algunos buenos libros y otros olvidables y una columna de opinión todos los domingos que en algunas épocas tuvo más impacto que en otras en los círculos de poder”. No es difícil imaginar a quién se refiere: “Tiene la imagen de sí mismo más generosa de todos los tiempos”. Lo más sabroso podría estar en esta línea: “Nunca habla de dinero, ni para él ni para sus medios. Para eso hay otros personajes menores”. ¿Había plata negra para los amigos? Como en el resto del libro, Cerruti parece saber de qué está hablando. También cuando lo presenta al periodista Valaguer como un influyente que ponía y sacaba funcionarios. Cuenta que al presidente le “vendieron” la idea de crear el Ministerio de la Mujer: “El problema vino cuando Gómez nombró en ese lugar a una abogada desconocida para el movimiento de mujeres: la propuso Valaguer porque era su amante”. ¿También hay mensajes e insinuaciones cifradas?

No cuenta nada que no se supiera o que no se sospechara. Pero lo cuenta alguien que estuvo ahí. Hace el retrato de un presidente pusilánime y entregado a cierto desenfreno adolescente, capaz de maltratar a otros, pero a la vez torturado por un sentimiento de inferioridad frente a alguien que lo llevó a la presidencia: “¿Por qué me importa tanto lo que piensa? Estoy a los abrazos con todos los presidentes del mundo, tengo las mujeres que se me antoja, gané con el setenta por ciento de los votos. Pero estoy esperando qué va a decir de mí. Obsesionado buscando que me elija, que me mire. Eso, solamente eso. Que Sacristán por fin, de una puta vez, me quiera”, dice el presidente Gómez en la página 214. “Gómez habla de Sacristán con el despecho del amor no correspondido”. Más adelante, en la página 285, lo cuenta la propia autora: “Sacristán lo detesta, lo desprecia profundamente. Al mirar a Salvador Gómez ve la confirmación de su mayor error: su incapacidad para dejar legado, para construir herederos”.

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Cristina Kirchner y Alberto FernándezAlfredo Sábat

El libro desciende todo el tiempo a la melodía del folletín para describir uno de los costados más penosos del presidente: lo muestra inmaduro, irresponsable, adolescente, mientras chatea con mujeres a las que casi no conoce y a las que les pide fotos desnudas y las invita a Olivos: “¿Te gusto?”; “¿me querés?”, imagina (¿o reproduce?) Cerruti uno de esos chats.

“Gómez: un tibio, según sus enemigos; un moderado, de acuerdo con la visión de sus aliados; un conciliador, para los poderosos. Seguía siendo, sin embargo, el mismo mentiroso, mujeriego y desordenado hasta la estafa puertas adentro de su dormitorio”, lo describe en la primera parte del libro. Luego nos cuenta estos detalles: “La Agencia de Inteligencia sabe perfectamente cuáles son los puntos débiles de Gómez, y tiene registro pormenorizado de sus chats telefónicos, sus escapadas a la hora de la siesta y el desfile de personajes pintorescos por el despacho presidencial. Sabe perfectamente que allí graba videos, toca la guitarra, baila tangos, juega con los perros y posa disfrazado imitando a los próceres que lo miran desde los cuadros”. Parece agregarle detalles a aquel video de Alberto Fernández desde el sillón de Rivadavia: “Decime algo lindo”.

Un video grabado por el presidente Fernández en el despacho presidencialCaptura

No es en esos penosos pormenores donde Cerruti aporta algo que pueda resultarnos novedoso, pero tal vez sí cuando habla de la relación entre Gómez y el dinero. Hay que prestarle atención a un personaje central de la novela a la que también es fácil asociar con la pura y triste realidad. En el libro se llama Diana: fue pareja del presidente durante muchos años y se convirtió en una de las principales funcionarias de su gobierno. Es, a diferencia de Samantha, una mujer intelectualmente formada y con una trayectoria política propia. En la página 234, Cerruti describe así los sentimientos de Diana: “No puede ni sonreír. Está demudada, aunque disimula con compostura. Al final, no conocía nada a Salvador Gómez. Podía imaginarse que tuviera una enorme gama de problemas con mujeres, pero jamás hubiera pensado que él también manejaba dinero en valijas. El hombre decente, el hijo del senador… Aceptaba favores, eso sí. Pero uno nunca conoce del todo a las personas”.

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Cerruti niega que Salvador Gómez tenga algo que ver con Alberto Fernández. Recurre a la muletilla de siempre: “Cualquier semejanza con seres conocidos será, sencillamente, porque en estos tiempos la realidad se parece demasiado a la ficción”. Dice que ella ha visto a otros presidentes que tenían comportamientos abusivos con mujeres. Se ha ubicado incluso como víctima de hombres que ya no pueden defenderse. Es evidente, sin embargo, que hasta el propio Alberto Fernández, a punto de enfrentar un juicio oral por violencia de género contra Fabiola Yañez, vería mucho de sí mismo en el retrato de Salvador Gómez. Si piensa en su exvocera, que levantaba el dedo desde el atril como una albertista fanática, quizá murmuraría lo mismo que dice Diana en la novela: “Uno nunca conoce del todo a las personas”. El kirchnerismo chapotea en el barro de las traiciones.

El libro quedará, probablemente, arrinconado en la mesa de saldos de la pseudoliteratura oportunista. Cualquiera que lo ojee recordará aquellos tiempos en los que la autora defendía lo indefendible y el país se avergonzaba de aquel presidente olvidado: ¿Gómez? ¿Fernández? La ficción, las máscaras y la impostura fueron las marcas de esa época.


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Patricia Bullrich reveló algunos aspectos del proyecto de reforma laboral

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Antes de asumir como senadora el próximo 10 de diciembre, Patricia Bullrich dio detalles sobre cómo será el proyecto de reforma laboral que presentará el Gobierno. La hasta ahora ministra de Seguridad aseguró que el borrador incluye una ley que “moderniza y genera certezas para trabajadores y empresarios”.

“Es una ley ecuánime, moderada, que no se va a viejos proyectos que son de flexibilización laboral. Se logró algo importante y estamos realmente contentos”, dijo este domingo en diálogo con El Observador.

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Y añadió: “El mercado laboral hace muchos años que está con problemas de falta de certezas para ambos. También da moratoria para aquellos que están en la informalidad y genera institutos nuevos, como el Instituto de Fondo Laboral que permite tener contingencias que puedan surgir en juicios laborales y despidos”.

Bullrich en la jura de los diputados nacionales.Soledad Aznarez

Entre los principales puntos del borrador del proyecto que pudo conocer , también surgen como puntos centrales la flexibilización de las “condiciones y modalidades de trabajo”; la posibilidad de acordar contratos a tiempo parcial; pactar salarios en pesos u otra moneda extranjera, pero también a cambio de alimentos y especias, como también fijarlos por productividad. Además, en la iniciativa figura la creación de un banco de horas y la implementación de un fondo de cese laboral en reemplazo de la indemnización, pero sólo en los casos que se acuerde mediante convenio entre las partes.

Este viernes, el presidente Javier Milei firmó el decreto de convocatoria a sesiones extraordinarias en el Congreso de la Nación que se extenderá entre el 10 y el 31 de diciembre. En ese período, el Gobierno buscará tratar reformas centrales entre las que se incluyen la reforma laboral y tributaria, el Presupuesto 2026 y la actualización del Código Penal.

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Respecto a cuándo podrían aprobarse los cambios en el régimen laboral, Bullrich consideró que se espera tener al menos media sanción para dentro de un año. “Es una ley bastante clara: habla de temas que todos conocemos y hace años que se discuten. Nuestra intención es, ni bien tengamos los votos y aclaremos las dudas de los senadores: adelante, no hay mucho que esperar“, sentenció.

“Estamos estableciendo un diálogo fuerte con el radicalismo, con el Pro, con una serie de grupos de senadores que pertenecen a provincias independientes y que no están con el bloque kirchnerista”, adelantó al respecto y cuestionó: “Con eso estamos para reunir un grupo que no nos diga a todo que no. El kirchnerismo te dice que no sin leer los proyectos, no hay posibilidad de diálogo”.

Senado una sesión pública especial, en la que se llevará a cabo la jura de 23 de los 24 senadores electos en los comicios del 26 de octubre, aunque asumiran sus bancas el 10 de DiciembrePilar Camacho

En otro tramo de la entrevista de este domingo, la exministra de Seguridad se refirió al cruce que tuvo con la vicepresidenta Victoria Villarruel durante la sesión de jura de los nuevos senadores la semana pasada. Durante la ceremonia, la presidenta de la Cámara alta no le dio la palabra a Bullrich, quien quería quejarse porque una senadora kirchnerista había entrado al recinto con nueve acompañantes mientras que a los oficialistas se los había limitado a tan solo tres invitados.

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Bullrich explicó cómo se dio la situación: “Más que tensión fue poner en orden de entrada y las pautas para todos. Los kirchneristas entraron con 20 personas y a nosotros nos dijeron tres y nada más. Entonces fui y me quejé para decir que empecemos bien: reglas iguales para todos». “Mi objetivo no es pelearme con Villarruel, mi objetivo es sacar leyes. No voy con marketing político, voy con un objetivo de efectividad concreta“, afirmó.

Para cerrar, hizo un balance de sus casi dos años al frente del Ministerio de Seguridad y aseguró que los resultados fueron “positivos”. “Todos los números mejoraron: la cifra de homicidios, hay menos robos, la lucha contra el crimen organizado, mejoró Rosario… Todos los problemas que parecían imposibles los mejoramos, lo veo en la sociedad. La gente me decía que quería que me quedara en Seguridad», concluyó.


proyecto de reforma laboral,convocatoria a sesiones extraordinarias,Patricia Bullrich,Javier Milei,Actualidad política,Conforme a,,»Un honor». Sorpresiva participación del Chiqui Tapia en un homenaje a Charlie Kirk en Mar-a-Lago,,“Patota municipal”. LLA apuntó contra Mario Ishii por el “ataque” a militantes en José C. Paz y le exigió a Kicillof que se pronuncie,,“Tour de la Defensa”. Petri defendió la adquisición de los F-16 y les contestó a quienes dicen que el Gobierno compró “chatarra”,Patricia Bullrich,,El caso de la heladera. Sorprende el Gobierno con un límite al gran fantasma de los empresarios argentinos,,»Cambio de doctrina». Código Penal: un exministro de Justicia afirmó que el aumento de penas que propone el Gobierno “es un tema secundario”,,“Son remedios para la ineficacia”. Código Penal: qué dijo un exministro de Justicia sobre la imprescriptibilidad de los casos de corrupción

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Tras la designación del nuevo jefe de la SIDE, el Gobierno renovó la política de Inteligencia Nacional

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Después de que el Gobierno modificara la cúpula de la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), este viernes se aprobó una nueva Política de Inteligencia Nacional. Según explicaron las autoridades, los lineamientos fueron pensados para posicionar al país en el plano internacional, proteger a la soberanía y los recursos estratégicos.

Por medio de la publicación del Decreto 864/2025 en el Boletín Oficial, quedó plasmada otra de las medidas impulsadas para reestructurar al organismo de inteligencia. “Apruébase la ‘Política de Inteligencia Nacional’ que como ANEXO I (IF-2025-134204819-APN-SIDE) forma parte integrante del presente decreto”, indicaron.

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En línea con esto, las autoridades remarcaron que, a partir de ahora, la SIDE está habilitada a dictar una “Estrategia de Inteligencia Nacional”. Esta deberá enmarcarse dentro de las bases sentadas por la nueva Política de Inteligencia Nacional.

La oficialización del lineamiento había sido anticipada por el organismo de inteligencia que, por medio de un comunicado publicado en redes sociales, destacó que “por primera vez en dos décadas” se realizaba una actualización en esa materia.

El año pasado, el Gobierno había modificado la organización de la agencia de inteligencia

“Estas disposiciones orientarán los esfuerzos del Sistema de Inteligencia Nacional, bajo la dirección de la SIDE, con el propósito de consolidar un Estado moderno, seguro, soberano y fundado en los valores de la libertad”, destacaron desde la Secretaría de Inteligencia de Estado.

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Entre los objetivos estratégicos que guiarán al Sistema de Inteligencia Nacional (SIN) subrayaron que la intención será posicionar a la Argentina en el plano internacional y preservar tanto la soberanía como la autonomía estratégica del país.

En la normativa, enfatizaron que se buscará identificar a los actores e intereses que sean afines que contribuyan a la expansión del país internacionalmente, a la vez que se detectarán los factores foráneos que atenten contra “el fortalecimiento económico, el desarrollo científico tecnológico y la autonomía en la toma de decisiones”.

Este punto se relaciona directamente con la protección de la soberanía nacional, por lo que indicaron que se realizará un “monitoreo de la desinformación disruptiva, que puedan erosionar la cohesión institucional y la legitimidad del Estado Nacional”.

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Además, la nueva política enfatiza la protección de los recursos estratégicos y de las infraestructuras esenciales, así como la anticipación y el combate de amenazas en el ciberespacio que sean de interés nacional. Por esto, se aplicará mayor protección a la información que pudiera ser estratégica a la hora de evolucionar el sector económico y de seguridad.

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Los últimos dos ejes consisten en asegurar la vigencia del sistema democrático, republicano y federal y la preservación de los recursos estratégicos. Respecto al cuidado de la democracia, indicaron que se fortalecerá la protección de “los procesos electorales, legislativos y de gobernanza territorial, con foco en operaciones de influencia, financiamiento encubierto y manipulación informativa”.

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De la misma manera, se trabajará en robustecer “la trazabilidad de decisiones críticas y la transparencia operativa, como mecanismos de defensa de opacidad, cooptación o deslegitimación institucional”. Asimismo, se buscará detectar los patrones que provocarían un efecto de “erosión institucional”.

Sobre la preservación de los recursos estratégicos, el Gobierno aseguró que se identificarán posibles riesgos de apropiación, explotación o transferencia no autorizada de los recursos naturales, tecnológicos, informativos y científicos.

Para esto, se pondrán en marcha medidas para articular “capacidades de protección ambiental, energética y tecnológica, que garanticen la sostenibilidad operativa y la soberanía sobre insumos vitales para el desarrollo nacional”.

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Finalmente, la Secretaría de Inteligencia de Estado subrayó que la política también establece como prioridad prevenir y combatir el terrorismo y el crimen organizado en todas sus manifestaciones, así como contrarrestar actividades de inteligencia externas que puedan afectar los intereses nacionales. Estos lineamientos orientarán los esfuerzos de todo el Sistema de Inteligencia Nacional, con el objetivo de fortalecer la seguridad y la autonomía de la Nación.

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A casi un mes del anuncio, la firma del acuerdo con EE.UU. todavía es una incógnita

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WASHINGTON.- En los días posteriores al resonante anuncio del acuerdo marco de comercio e inversiones entre la Argentina y Estados Unidos -que se concretó el 13 de noviembre tras varios meses de negociaciones- se había instalado la expectativa de que fuera firmado por Javier Milei y Donald Trump en el viaje que el Presidente tenía previsto para el viernes pasado a Washington, donde asistiría al sorteo del Mundial 2026.

Esa posibilidad quedó desechada por completo el 27 de noviembre, cuando el Gobierno comunicó que no viajaría a la capital norteamericana para el evento de la FIFA, en plena pulseada con el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia. Y hoy, cuando ya pasaron 25 días del anuncio del acuerdo marco entre la Casa Blanca y la Casa Rosada, aún no hay precisiones sobre cuándo podría rubricarse.

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El presidente Donald Trump recibe a Javier Milei a su llegada a la Casa Blanca, el 14 de octubre de 2025, en Washington. Mark Schiefelbein – AP

Fuentes al tanto de las negociaciones consultadas por señalaron que el proceso corre por “los carriles normales” y son optimistas en que pronto pueda haber “novedades positivas” al respecto, aunque nadie pueda precisar fechas para la fumata blanca.

“Es un tema de proceso y de tiempos, pero no corre riesgos, está todo en camino”, indicaron desde el Gobierno, que durante todo este tiempo han mantenido un marcado hermetismo sobre las negociaciones con Estados Unidos.

Ya antes de que Milei cancelara su visita a Washington los negociadores argentinos consideraban que era “muy difícil” que el acuerdo se firmara el 5 de diciembre, por los plazos acotados para que se concluyeran las revisiones legales y la validación de las traducciones por parte de ambas administraciones.

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“Era una fecha que habíamos pensado tentativamente por el viaje de Milei” para el sorteo del Mundial, señaló una fuente al tanto de las negociaciones con Washington.

Javier Milei saludó al embajador estadounidense, Peter Lamelas, en la presentación de los F-16 en Córdoba.Presidencia

Los días de parate de la administración norteamericana por el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) de la semana pasada también influyeron en la demora del proceso de revisión.

Las fuentes consultadas por señalaron además que, una vez que todo el trabajo técnico esté concluido en Washington y Buenos Aires y quede listo para la firma, el último paso será combinar una fecha en las agendas de Trump y de Milei para que el líder libertario viaje a Washington.

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Nadie se atreve a descartar que Milei pueda volver pronto a esta capital. “No tendría problemas en viajar en cualquier momento. No veo que en él eso sea un problema en absoluto, ha ido a Estados Unidos muchas veces”, expresó una de las fuentes.

“No hay fechas concretas, pero no se descarta nada” respecto a un posible viaje de Milei a Washington, amplió otra de las fuentes consultadas. “No hay preocupación sobre la firma del acuerdo”, añadió.

En caso de que el acuerdo quedara listo para la firma en los próximos días, lo más complejo sería encontrar un hueco en la ajetreada agenda de Trump, en una época del año más apretada por las fiestas de fin de año. Desde el lado argentino reconocen que, respecto a la fecha y los tiempos del presidente norteamericano, “nadie controla eso”.

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El viaje que Milei canceló a Washington hubiera sido su decimoquinta visita al país desde que asumió, en diciembre de 2023. Además, ya tiene pautado otro viaje, en marzo próximo, a Nueva York, para participar de la “Argentina Week”.

Respecto a la decisión del Presidente, que de haber estado en Washington el viernes hubiera tenido una nueva foto con el líder republicano, el director ejecutivo del task force de la Casa Blanca para el Mundial 2026, Andrew Giuliani, dijo a que no los sorprendió la cancelación de Milei, lo atribuyó a la agenda doméstica y destacó que “tiene una excelente relación con Trump”.

Andrew Giuliani, director ejecutivo del task force de la Casa Blanca para el Mundial 2026, en Washington.Guillermo Idiart

Uno de los negociadores argentinos contó que en algún momento “se pensó” que la firma final del acuerdo podía hacerse a nivel de secretarios y ministros, pero desde Washington señalaron que todos los acuerdos que lleva adelante Estados Unidos a nivel global los ha firmado Trump y que, entonces, en función de eso, en el caso de la Argentina también tendría que concretarse en un encuentro entre el líder republicano y Milei, uno se sus principales aliados en América Latina.

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El contenido del acuerdo marco -la letra chica que todo el mundo espera- será confidencial hasta la firma de los presidentes, cuando se hará público. Varios sectores en la Argentina -como el de los laboratorios- ya han dejado saber su ansiedad por conocer los detalles y alcances del acuerdo.

El representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, con el canciller Pablo Quirno. X

“Eso es lo más seguro”, dijo una fuente que está al tanto del acuerdo. Del lado norteamericano, el representante comercial, Jamieson Greer, tuvo un papel central en las negociaciones -sobre todo en la etapa final-. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, había tenido mayor peso en el inicio de las conversaciones, en abril pasado.

Por el lado argentino, tuvieron participación activa, entre otros, el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Luis Kreckler, jefe negociador del acuerdo; el secretario de Coordinación de Producción, Pablo Lavigne; el canciller Pablo Quirno; el secretario de Desregulación, Alejandro Cacace; el embajador argentino en Estados Unidos, Alec Oxenford, y el equipo de su legación diplomática en Washington.

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Una vez que se firme, el acuerdo ya tendría un alcance provisorio, “o sea que se podrían empezar a aplicar algunas cosas”, señaló una fuente al tanto de las negociaciones. La entrada en vigor de algunos artículos o párrafos podría necesitar la aprobación parlamentaria de ambos países, pero los funcionarios evitaron detallar cuáles. Otros aspectos podrían necesitar, por ejemplo, una orden ejecutiva de Trump.

Hay temas que podrían requerir reformas de leyes, otras que necesitarán la ratificación de tratados internacionales que deberían pasar por el Congreso, y otras de corte administrativo que se podrían hacer desde el Poder Ejecutivo.


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