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POLITICA

Uno por uno, cómo votó cada senador el DNU de Milei

La votación en la Cámara Alta terminó con 42 votos en contra y 25 a favor. Hubo 4 abstenciones.

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La intensa jornada de este jueves en el Senado de la Nación en la que se rechazó el DNU de Javier Milei enfrentó no solo a los diferentes bloques sino que en algunos también hubo quiebres internos.

Rechazado por 42 votos en contra y 25 a favor, así votó cada senador:

La Libertad Avanza, todos a favor (6): Ivanna Arrascaeta, Ezequiel Atauche, Vilma Bedia, Bruno Lucero, Juan Carlos Pagotto y Francisco Paoltroni.

Frente Nacional y Popular, todos en contra (17): Guillermo Andrada, Daniel Bensusán, Lucía Corpacci, María Teresa González, Claudia Ledesma de Abdala, Marcelo Lewandowski, María Florencia López, Juan Luis Manzur, José Mayans, Sandra Mendoza, Gerardo Montenegro, José Neder, María Inés Pilatti Vergara, Mariano Recalde, Jesús Rejal, Antonio Rodas y Sergio Uñac.

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Unidad Ciudadana, todos en contra (16): Eduardo “Wado” De Pedro, Juliana Di Tullio, Claudio Doñate, María Eugenia Duré, Anabel Fernández Sagasti, Silvina García Larraburu, Nora del Valle Giménez, María Celeste Giménez Navarro, Alicia Kirchner, Sergio Leavy, Carlos Linares, Cándida López, María Moises, Oscar Parrilli, Fernando Salino y Silvia Sapag.

PRO, todos a favor (6): Carmen Rivero, Alfredo De Angeli, Enrique Goerling Lara, María Victoria Huala, Luis Juez y Guadalupe Tagliaferri.

Unión Cívica Radical (10 a favor, 2 en contra y 1 abstención): Maximiliano Abad (abstención), Pablo Daniel Blanco (en contra), Flavio Fama (a favor), Eduardo Galaretto (a favor), Mariana Juri (a favor), Daniel Kronenberg (a favor), Carolina Losada (a favor), Martín Lousteau (en contra), Stella Maris Olalla de Moreira (a favor), Rodolfo Suárez (a favor), Mercedes Valenzuela (a favor), Eduardo Vischi (a favor) y Víctor Zimmerman (a favor).

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Unidad Federal (2 en contra y 1 abstención): Carlos Espínola y Edgardo Darío Kueider, en contra; y Alejandra Vigo, abstención.

Cambio Federal (2 a favor y 1 en contra): Andrea Cristina (a favor), Juan Carlos Romero (a favor) y Edith Terenzi (en contra).

Frente Renovador de la Concordia Social, abstenciones (2): Carlos Arce y Sonia Rojas Decut.

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Juntos Somos Río Negro, en contra (1): Mónica Silva.

Por la Justicia Social, a favor (1): Beatriz Ávila.

La fuerte denuncia de Bullrich contra Lousteau tras rechazar el DNU: “Le tocaron la caja de las universidades”

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POLITICA

Radiografía del discurso de Javier Milei en el Congreso: las palabras más repetidas, los apuntados y el texto completo

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El presidente de la Nación, Javier Milei, brindó un acalorado discurso para la apertura de sesiones en el Congreso, donde deslizó varias chicanas a la oposición, elogió su primer año de gestión y tuvo un fuerte entrecruce con Facundo Manes.

El discurso, que duró más de una hora, dio algunas señales sobre el rumbo que buscará tomar el gobierno para su segundo año al mando.

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Al analizar las palabras más utilizadas, Milei dijo ‘Argentina‘ en unas 32 ocasiones. La segunda palabra que más utilizó fue ‘Estado‘, con unas 28, mientras que ‘política‘ apareció unas 25 veces. Luego repitió ‘pobreza‘ (18 veces), inflación (16) y libertad (10)

Entre los mencionados directamente, Milei habló de la casta en unas siete ocasiones. Pero los cañones individuales apuntaron únicamente contra dos figuras: el gobernador bonaerense Axel Kicillof y la ex vicepresidenta Cristina Kirchner.

Luego tuvo el polémico cruce con Facundo Manes, a quien fustigó en vivo desde el estrado y mandó a leer la Constitución.

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El discurso completo de Milei

Diputados y Senadores del Congreso de la Nación, gobernadores, ministros de la Corte Suprema de Justicia, embajadores, estimados miembros del Gabinete nacional, y a todos los argentinos que nos están escuchando desde sus hogares. Buenas noches.

Hoy estamos aquí reunidos, como establece la Constitución nacional en su artículo 99, para dar cuenta del estado de la Nación y así dar inicio a un nuevo periodo legislativo. Debo decir que miro hacia atrás, a lo que fue nuestro primer discurso del estado de la Nación, indudablemente podemos afirmar que hoy el país es radicalmente distinto a lo que era hace tan solo un año. Pero antes de hacer un balance acerca de lo que ha sido este primer año de gestión de la nueva administración, quiero hacer una breve reflexión.

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Probablemente, la sociedad argentina sea una de las más familiarizadas con la frustración política de la historia moderna. Para sintetizar esta idea en un número palpable, somos un país en donde la pobreza se multiplicó por 10 entre 1974 y finales de 2023. Para tener una idea, desde la década del 70 hasta acá el mundo bajó la pobreza del 50% al 10%; y nosotros del 5 la llevamos al 50, una verdadera aberración fruto de la casta política.

Eso quiere decir que la única experiencia que tuvieron los argentinos a lo largo de la mayoría de sus vidas fue una senda deterioro de su poder adquisitivo, una larga agonía con pequeños intervalos de crecimiento, rápidamente frustrado por brutos mazazos de realidad. Es natural que después de tantas décadas transitando este espiral de empobrecimiento para una gran mayoría la decadencia se sienta como una fatal e inescapable situación o una dolencia crónica a la que uno amargamente se acostumbra.

Por programas económicos insostenibles y por infinitas promesas incumplidas, cada nueva experiencia política ha traído más frustración que el anterior. Por eso nuevamente, borrando con el codo lo escrito con la mano. Que se quede tranquila que no lo vamos a repetir. Vas a crecer en libertad.

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No es casualidad que escuchemos constantemente «no te ilusiones, es en vano» o «Argentina siempre va a defraudar». Tampoco es casualidad que las últimas elecciones las haya ganado el primer presidente liberal-libertario, un completo outsider del sistema. Es algo que jamás hubiese ocurrido si los políticos tradicionales hubiesen mejorado nuestras vidas. La Argentina durante cien años giró como una calesita en un sendero decreciente, dando vueltas sobre su propio eje, erosionando en cada vuelta su economía, su credibilidad y la calidad de vida de sus ciudadanos.

Y por qué fallaron todos nuestros intentos de salir. La respuesta es simple: porque siempre se partió desde un diagnóstico equivocado. Nadie nunca cuestionó el eje sobre el que giraba la calesita: la mano negra del Estado omnipresente. Todas las falsas dicotomías de nuestra historia, campo o industria, dólar barato o caro, peronismo o antiperonismo, escondieron atrás la misma constante; y la política siempre defendió al Estado con uñas y dientes, viendo la administración pública como un botín a ser conquistado. Eso es el verdadero modelo de la casta.

Entonces, ¿cómo íbamos a tener distintos resultados si en lugar de cambiar la receta estábamos solamente cambiando el cocinero? Nuestra receta es clara y concisa: venimos a romper la calesita, quitarle la manija al sortijero y trazar un horizonte de progreso hacia adelante con cambios profundos que atacan la raíz de nuestros males.

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Para ello, tomamos el toro por las astas, proponiéndonos resolver los problemas de fondo. Por eso, nos encomendamos recuperar la racionalidad económica, achicar el Estado, devolverle la libertad a la sociedad, restablecer el imperio de la ley y borrar los privilegios que la política acumuló a lo largo de los años. De esta manera, pasamos de heredar quince puntos de déficit fiscal consolidado —entre el Tesoro y el Banco Central— a tener durante nuestro primer año superávit financiero, libre de default. Algo que no había ocurrido en los últimos 123 años.

En paralelo a la disciplina fiscal, le aplicamos un torniquete a la emisión monetaria y gracias a estas dos anclas hemos reducido la inflación de una manera sin precedentes, incluso a una velocidad más rápida que la propia convertibilidad, que hasta el día de hoy era el programa de estabilización más exitoso de nuestra historia.

Hoy, nosotros podemos hacer alarde, sin lugar a dudas, de que nuestro programa económico es el más exitoso hasta la fecha. Solo para ejemplificar con números: el índice de inflación mayorista cuando asumimos, que anualizado daba 17.000%, mientras que el mismo índice anualizado para el último registro fue de 19% anual. Y esto lo logramos sin confiscación tipo Plan Bonex, sin controles de precios, sin fijar el tipo de cambio y con recomposición tarifaria. Algo que nunca se hizo en Argentina.

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Gracias a quitarle a la política el poder de regular los precios a su antojo, logramos solucionar problemas de desabastecimiento de sectores claves, como el de los combustibles y pudimos corregir el enorme problema de precios relativos que nos dejaron. Al asumir teníamos cerca de 20 tipos de cambio diferentes, con una brecha entre el oficial y el libre que había llegado a niveles del 200%. Hoy la brecha se encuentra en valores inferiores al 15%.

Pasamos de una economía donde las cuotas habían dejado de existir a una economía donde existen créditos hipotecarios a treinta años. Es decir, pasamos de hablar de hiperinflación a hablar de estabilidad a largo plazo. En el camino eliminamos y redujimos impuestos y aranceles de distinto tipo, el señoreaje, esto es la emisión de dinero para financiar el déficit que se traducía en inflación y que le robaba a los argentinos quince puntos del PBI; el Impuesto País, las retenciones a las exportaciones de manera definitiva para las economías regionales y de manera transitoria para los productos tradicionales que, tarde o temprano, las vamos a terminar de eliminar.

También eliminamos el impuesto a las transferencias inmuebles, actualizamos los montos de Ganancias para autónomos, actualizamos los montos del monotributo, redujimos Bienes Personales, y realizamos el blanqueo de capitales más exitoso de la historia, pese a que los agoreros decían que iba a ser un fracaso.

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Además, redujimos aranceles a una gran cantidad de importaciones, eliminamos impuestos internos para la compra y venta de autos y redujimos derechos de importación para autos eléctricos e híbridos. Como consecuencia de todo esto, la economía en el año 2024 punta a punta en términos interanuales, no solo no cayó, sino que creció entre las puntas alrededor de 5%. Esto ocurrió contra todos los augurios de los agoreros del fracaso, que pronosticaban una caída vertical de la actividad económica de la que no íbamos a recuperar. Esto es interesante porque cualquier otra experiencia con la mitad de ajuste, sí hubiera derivado en caídas entre el 10 y el 15% del PBI.

Entonces, cuando empezamos a hacer el ajuste, dijeron que era imposible; que ni siquiera íbamos a poder lograr un punto de ajuste en el propio 2024. Y en el primer mes de gestión, gracias a ese coloso que tenemos como ministro de Economía, que es Luis ‘Toto’ Caputo, alcanzamos el equilibrio fiscal en el primer mes de gestión.

Después, dijeron que era transitorio, que no lo íbamos a poder sostener, y cuando, con el correr de los meses, veían que el equilibrio fiscal seguía, empezaron que igual no íbamos a poder bajar la inflación, que se iba a estacionar en el treinta, y bajó; que se iba a estacionar en el veinte, y bajó; que se iba a estacionar en el ocho, y bajó; que se iba a estacionalizar en el cuatro, y bajó. Y seguimos haciendo que la inflación baje.

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Entonces, cuando ya era evidente que la inflación había entrado en un sendero decreciente, empezaron con las acusaciones del keynesianismo berreta, diciendo que nos íbamos a hundir, y que la actividad económica se iba a desmoronar, y que iba a explotar la pobreza. Qué malas noticias para ustedes, keynesianos de acá y de todo el mundo, porque no solo eso; la actividad, medida desestacionalizado, diciembre contra diciembre, terminó subiendo 4,8%; sin estacionalidad 5,5%; desde abril que la economía no para de crecer y que ustedes que keynesianos no pueden parar de llorar.

Cuando hablaban de caídas sin final, de la L y de la pipita de Nike suave…, fue en V aunque les duela a los del Frente para la Victoria, no sé cómo se llamen ahora, la Unión por la Plata, no sé.

En definitiva, nuestro programa de ajuste fue expansivo. Fue expansivo porque, tal como dijimos durante la campaña, la gran mayoría del ajuste recayó sobre el sector público y no sobre el sector privado, al que le devolvimos cerca de 15 puntos del PBI al eliminar el déficit fiscal; y además le devolvimos cinco puntos adicionales dado el crecimiento económico entre diciembre 23 y diciembre 24. Fruto de ello es que observamos como la pobreza en la frecuencia mensual medida por la Universidad Torcuato Di Tella, que metodológicamente es similar a la de CEDLAS, de la UCA y el propio ministerio Capital Humano o el INDEC, en una frecuencia semestral bajó del 56% al 33%, que en cantidad de habitantes se traduce en 10 millones de personas que salieron de la línea de la pobreza.

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En definitiva, ajustar a la política no solo no es recesivo, es expansivo. Y elimina la pobreza. ¿Quieren terminar con la pobreza? Terminen con el curro de la política. Esta caída de la pobreza se vio impulsada por la baja de la inflación, el aumento sostenido de los salarios reales y las jubilaciones, y el aumento de la AUH en términos reales y del Plan Alimentar, dado que para nosotros la reconstrucción argentina debe hacerse con todos adentro, en serio, no en discursos.

Porque aunque necesitar de la asistencia social sea una tragedia, es necesario señalar que los que fueron relegados durante décadas son las víctimas del sistema y no los victimarios. Por eso el ajuste cayó y seguirá cayendo sobre la casta y nunca sobre los sectores más vulnerables. Pero ninguno de todos los éxitos en materia económica fueron casualidad, sino consecuencia de que Argentina pasó de ser el peor alumno de la clase a ser el abanderado. De hecho Argentina es hoy uno de los cinco países del mundo que actualmente goza de superávit financiero.

Eso explica también que los vaivenes históricos del prime time televisivo no redunden en cimbronazos económicos para decepción de políticos mezquinos y mandriles. Cuando los fundamentos del programa se mantienen, el ruido de la coyuntura no es otra cosa que eso: solo ruido. Al mismo tiempo, nos propusimos achicar el Estado de manera absoluta. Así fue como cerramos más de 200 áreas del Poder Ejecutivo con funciones duplicadas u obsoletas, y echamos a más de 40.000 empleados públicos, cuyos sueldos cargaban sobre las ya castigadas espaldas del sector privado. Para ver la ridiculez del Estado presente y las aberraciones que hicieron para estafar a los argentinos con el Estado, tomé uno de los tantos ejemplos que tenemos para contar, que es, por ejemplo, el de la agencia de viajes. Entonces, teníamos Dirección de Agencia de Viajes. Además, teníamos Dirección de Control de Agencia de Viajes y, además, teníamos Dirección de Registro de Agencia de Viajes. Un escándalo. Todo armado para estafar a los argentinos de bien en favor de la casta política.

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También eliminamos decenas de fondos fiduciarios que la política usaba discrecionalmente a su antojo. Eliminamos cajas de militancia como el INCAA, el INADI, el ministerio de la Mujer y Télam y volvimos superavitarias empresas emblemáticas de la militancia deficitaria, como Aerolíneas Argentinas, AySA, Intercargo y ENARSA, entre otras, mientras empezamos a dar los primeros pasos para la privatización de todas las empresas públicas, porque entendemos que el Estado no está para reemplazar al empresario.

Además, eliminamos la obra pública —que era uno de los curros más grandes de la política—. Y aquí también quiero dejar en claro una de las grandes falacias y mentiras de la política para con la gente, cuando dicen esa mentira de que la obra pública genera trabajo. Le digo a los argentinos de bien que eso es falso. Es falso porque las obras públicas hay que financiarlas y se financian con impuestos, ya sea de impuestos explícitos o con emisión monetaria que deriva después en el impuesto inflacionario o con deuda, esa inmoralidad que castiga a las generaciones futuras. Por lo tanto, cuando se financia la obra pública, se quita capacidad de demanda en otros sectores y el empleo que se crea con la obra pública es empleo que se destruyó en otras áreas de la economía. Áreas donde sí la gente quería gastar, y no estas cosas de prepo hechas por el Estado que solo benefician a aquellos que la ejecutan y nada a los argentinos de bien. Por lo tanto, espero que por lo menos del debate público después de quedar claro esto, erradiquemos esa mentira de que la obra pública no genera puestos de trabajo, la obra pública genera impuestos.

También eliminamos por completo la publicidad oficial, instrumento del que se valía la casta para operar políticamente y difundir sus mentiras en los medios. Fuimos los únicos en eliminar la pauta oficial; nosotros no necesitamos sobornar a los medios, nosotros tenemos logros, no necesitamos periodistas mentirosos pagados por el erario público.

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Le quitamos potestades ridículas al Estado, que nunca se le debieron haber concedido. Durante nuestro primer año de gestión, entre el DNU 70/23, la Ley Bases y el proceso de desregulación más grande la historia, hemos concentrado alrededor y concretado 1700 reformas estructurales, eliminando regulaciones que cercenaban libertades comerciales y económicas y le ponían palos en la rueda al gran motor productivo de nuestro país, que es el sector privado. Acá también quiero hacer un ejemplo que ese maravilloso y superlativo ministro que tengo, que es el ministro de Desregulación, el doctor Federico Sturzenegger. Es más, dadas las costumbres de una parte de la clase política, hemos decidido hacer el ejemplo en términos de cuánto pesaba el papel. Entonces, por ejemplo, en el caso de las desregulaciones para las frutas, las regulaciones que teníamos pesaban 1600 gramos. Hoy, con el accionar de Federico Sturzenegger, esas regulaciones han caído a 80 gramos. Es decir, cayeron en un 95%. Creo que casi no hace falta que lo diga, pero ese correlato entre lo que pesaban las regulaciones tenía otro correlato en otro tipo de papeles. Digamos, a veces verdes y a veces europeos, porque entran más en el mismo peso.

Gracias a ello, logramos desregular treinta mercados que hoy son más libres. Como por ejemplo, el transporte aerocomercial, que el mes pasado tuvo un récord histórico con más de cuatro millones y medio de pasajeros transportados, superando en demasía el anterior registro que fue en el año 2019. La revolución de los aviones, pero recargada. Quizás, el ejemplo más emblemático de nuestro modelo sea el mercado inmobiliario. Gracias a que eliminamos la ley infame y difunta Ley de Alquileres. Se multiplicaron exponencialmente los alquileres publicados y el costo del alquiler bajó hasta un 30% en términos reales.

En materia de Capital Humano, eliminamos el curro de los gerentes de la pobreza, quitándole el poder de extorsión a un grupo de piqueteros sinvergüenzas que obligaban a los más necesitados a marchar por sus propias causas, bajo amenaza de robarles la asistencia social. Gracias a esto, logramos bajar la cantidad de piquetes en la calle y rutas de más de 8.200 a cero. Sí, escucharon bien: en 2023 tuvimos más de 30 piquetes por día hábil; y ahora hace más de diez meses que no hay un solo piquete en las calles de todo el país.

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En materia de Seguridad Nacional, bajo el liderazgo de la doctora Bullrich, durante 2024 vimos el índice de homicidio más bajo de los últimos 25 años, habiéndolo bajado once puntos en comparación a 2023. Es decir que tuvimos el índice de homicidios más bajo de Sudamérica. En Rosario, una ciudad que estaba completamente atormentada por el narcotráfico, gracias al Plan Bandera encabezado por la ministra vimos el índice de criminalidad más bajo desde 2006, con menos de cien crímenes registrados. En definitiva, gracias ministra Bullrich por devolvernos el orden y la paz y la seguridad a los argentinos de bien para que sea un infierno para los delincuentes. También aprobamos los proyectos de reiterancia y reincidencia, junto a la Ley Antimafias para fortalecer un principio universal que durante tanto tiempo estuvo olvidado en estas tierras: el que las hace, las paga.

En materia judicial, implementamos el sistema acusatorio en doce provincias, la mitad del país, que permitió lograr condenar por narcotráfico en tan solo un mes, cuando antes tardaban más de tres años. A su vez, estamos impulsando el juicio por jurados, una de las reformas que nos debíamos desde la fundación del país para que la vida, la libertad y la propiedad de los argentinos dependan en última instancia de la decisión de sus conciudadanos, y no de un juez, eliminando así el último vestigio de poder monárquico en la Justicia.

En lo que refiere a Defensa, estamos reequipando y jerarquizando nuestras Fuerzas Armadas nuevamente, después de décadas de olvido y de desprecio hacia ellos. Tan solo esta semana llegó el primero de los 24 F16 que compró nuestra administración, la adquisición de armamentos más importante de los últimos cuarenta años.

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En Política Exterior, pasamos de ser un hazmerreír a nivel global, aliado de los países con peor performance en el concierto de las Naciones, como Cuba y Venezuela, a ser un protagonista inesperado. Hoy, producto de nuestra ambiciosa política económica y de nuestras posiciones férreas en política exterior, los ojos del mundo se posan sobre la Argentina después de mucho tiempo; en algunos casos incluso toman nota del trabajo que hemos hecho para aplicarlo en sus propios países, como está haciendo Elon Musk al frente de la cartera de desregulación de los Estados Unidos.

No es menor lo de Elon con la motosierra. La motosierra, hoy, es un símbolo de cambio de época y el inicio de una nueva era dorada para la humanidad, pero esta vez, en vez de ir a contramano del mundo, Argentina está a la vanguardia del mundo.

Creo que haciendo este breve repaso de las miles de cosas que han cambiado en el último año, podemos afirmar de manera inapelable que el estado de la Nación es hoy mucho más prometedor que el que teníamos hace un año. Durante la campaña presidencial invitamos a todos los argentinos a juzgarnos por nuestras ideas. Hoy, habiendo transitado poco más de nuestro primer año, los invitamos a juzgarnos nuevamente, pero esta vez por nuestros resultados.

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Esto es sumamente importante, porque si la resignación argentina es producto de las promesas incumplidas, su redención dependerá de que cumplamos nuestra palabra, y lo vamos a hacer a rajatabla. En un relevamiento realizado por el secretario de Comunicación, nuestro vocero, el gran Manuel Adorni, hemos concluido que nuestro primer año de gestión, es decir 25% del tiempo de nuestro mandato, ya hemos cumplido o estamos cumpliendo más del 75% de nuestras promesas. Algo inédito en la historia argentina.

Es más, quiero hacer una nota al pie de página sobre esta afirmación, porque no es que estamos cumpliendo porque nuestro programa fuera un programa poco ambicioso. Durante toda la campaña tuvimos el acoso y el hostigamiento, que decían que todo lo que proponíamos era imposible. Era súper ambicioso, nadie creía que podíamos lograr lo que estamos logrando. Y en ese sentido, no solo estamos haciendo cosas que prometimos en campaña, sino que además estamos haciendo muchísimas más cosas que las que prometimos en campaña. Y cuando uno hace esta corrección, llevamos cumplido el 97% de las promesas de campaña en solo un año.

Y es por eso que quiero hacer un alto en el discurso, porque en la vida hay que ser agradecido y no hay que ser mezquino, y quiero agradecer a cada uno de mis ministros por la enorme labor que ha hecho cada uno de ellos durante este año. Quiero dar las gracias al doctor Guillermo Francos, a ‘Toto’ Caputo, a Santiago Bausili, a Patricia Bullrich, a Sandra Petovello, a Federico Sturzenegger, a Luis Petri, a Mariano Cúneo Libarona, a Mario Lugones, a Gerardo Werthein, a Manuel Adorni y a Karina Milei por permitirme liderar el mejor gobierno de la historia argentina.

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Así, antes de nosotros, gracias al modelo empobrecedor de la casta, la Argentina estaba rendida. Era un pordiosero pidiendo limosna al que nadie quería darle ni 3 centavos, y cada argentino vivía en la angustia permanente de que el valor de su dinero se le esfumara de la mano. Hoy a todas luces estamos viviendo una nueva realidad, bien distinta a la que vivíamos hace un año. La estabilidad económica que estamos conquistando no significa que hemos llegado a puerto, pero sí que estamos cada día un poco mejor, como ya se viene comprobando con la sostenida recuperación salarial de los últimos nueve meses. Tampoco significa que no vaya a haber volatilidad. La vida no funciona de esa manera; no es un movimiento rectilíneo uniforme, siempre hay altos y bajos, momentos de tensión y momentos de tranquilidad. Así ha ocurrido con el proceso de desinflación y así ocurrirá con el proceso de crecimiento. Pero lo que importa no es una foto, sino la tendencia. Y de la misma informa que la inflación tenderá a cero, el PBI per cápita tenderá a crecer de modo sostenido en el tiempo.

Aquí, quiero mencionar un trabajo de un colega economista que se llama Juan Pablo Nicolini, que es de la Universidad Di Tella y que, además, trabaja en la Reserva Federal, y en un trabajo que hizo sobre política fiscal y crecimiento económico, te muestra que alcanzar el equilibrio en la línea financiera, como lo hace Argentina, implica que Argentina tiene por delante una tasa de crecimiento sostenido del PBI per cápita del 4,5%. Y a eso hay que agregarle algunas cuestiones adicionales, porque el trabajo no hace diferenciación entre lo que es la caída del Riesgo País —que lo recibimos cerca de 3000 puntos básicos y hoy está rondando los 750—, tampoco habla que el equilibrio alcanzado fue hecho en base a reducir impuestos, bajar el gasto público y no como se hacían antes los ajustes aumentando la presión impositiva. Tampoco contempla la enorme cantidad de reformas estructurales que hemos hecho. Solo, solo el DNU 70/23 y la Ley Bases representan una reforma estructural ocho veces más grande que la reforma que hizo Carlos Menem cuando fue el mejor gobierno de la historia, hasta ahora.

Imagínense si además sumamos las 900 regulaciones que Federico Sturzenegger eliminó en el camino, si sumamos el RIGI y si asumimos también que estamos terminando con la distorsión que genera la inflación. Pero Roma no se construyó en un día, y la realidad es que lo hecho hasta ahora es apenas una pequeña muestra de lo que el país necesita para curarse de forma definitiva. Para lograr ese objetivo necesitamos tener un modelo sustentable en el tiempo, un ordenamiento jurídico que proteja el fruto del esfuerzo de cada argentino, y un modelo institucional acorde al país con ambición de grandeza. Por eso necesitamos seguir llevando a cabo innumerable cantidad de reformas de fondo; el único camino para reconstruir la Argentina es el del reformismo permanente. Al año pasado lo bautizamos el Año de la Defensa de la Vida, la Propiedad y la Libertad, porque fue el año en el cual le dijimos basta al modelo de la casta política y dimos los primeros pasos en la dirección del modelo de la libertad. Este año será el Año de la Reconstrucción de la Argentina: ya sentadas las bases, debemos empezar a reconstruir los cimientos de nuestra gran Nación. Pero nada de todo eso será posible si no avanzamos en atacar los problemas estructurales del país.

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Nuestros equipos están trabajando en más de una docena de leyes de fondo. Es decir que ponen los cimientos sobre los que debe construirse este nuevo edificio. Estos proyectos atacan desde cuestiones económicas hasta cuestiones administrativas del Estado: financiera, penales, civiles, cuestiones vinculadas a la seguridad nacional, nuestro sistema de inteligencia, cuestiones vinculadas al comercio, a la propiedad privada y una serie de temas estructurales que hacen del diseño institucional de un país que debe pensar en grande.

Hoy quiero aprovechar para mencionar algunas sobre las estamos trabajando. En función de la predisposición de este Congreso, de la dinámica de la campaña electoral que comienza en breve y de la secuencialidad económica necesaria, estas reformas podrán ser abordadas o bien durante este periodo legislativo, o las abordaremos a partir del 11 de diciembre de este mismo año.

Imagino que esta zona se va a poner un poquito más violeta. Si queremos verdaderamente ser una potencia, la primera asignatura sobre la que debemos avanzar es en desterrar la inflación para siempre. Que ya no dependa de que venga una persona con la convicción de hacer lo correcto sino en convertir en ley una verdad incuestionable de la economía argentina: el déficit fiscal es la madre de todos los males de la historia del país. De las 22 crisis que se registraron desde el inicio del siglo XX, 20 tienen origen fiscal, el cual ha oscilado entre alto y extravagantemente alto. Lo cual a la postre, se ha traducido en endeudamiento con su posterior default, en financiamiento con emisión monetaria que derivó en inflación e hiperinflación, o aumentos de impuestos que ahogaron el crecimiento mientras cercenaban la libertad económica e individual.

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En consecuencia, debemos transformar en obligatorio el equilibrio fiscal para cualquier presupuesto estatal, sea nacional o subnacional, pero no alcanza con el equilibrio fiscal; es necesario acompañarlo con una reducción severa del gasto público para devolverle a la sociedad lo que hoy el estado le confisca vía impuestos.

Por eso, debemos establecer también una meta fiscal para que en el 2027 el gasto público consolidado de Argentina sea de 25 puntos del PBI como máximo, tal como nos comprometimos todos en el Pacto de Mayo, donde tanto el Estado nacional como las provincias y los municipios tendrán que cumplir su parte. Porque cuanto menor sea el tamaño del Estado, habrá mayor libertad económica, mayor crecimiento económico, mayor ingreso per cápita y, por ende, menos pobres en la Argentina. Es decir, el verdadero tradeoff es entre si estamos dispuestos a aceptar más gasto público para tener más pobres. Yo prefiero achicar el Estado y que haya menos pobres en la Argentina.

Es necesario seguir pasando la motosierra profunda por el Estado para remover capas geológicas de gasto injustificado y achicar el Estado en serio. La motosierra no es solo un programa de gobierno, es una política de estado que seguirá durante años y no parará hasta que no encuentre el final del Estado en el largo plazo.

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Hay que revisar área por área del Estado y ninguna es más importante que privatizar las empresas públicas, porque aunque hoy sean superavitarias por primera vez después de quince años, no dejan de ser una carga para el sector privado. Si bien la Ley Bases y el DNU 70/23 incluyeron elementos fundamentales para dar los primeros pasos en reformar el mundo del trabajo, necesitamos profundizar este camino. El régimen laboral que impera desde hace 50 años quedó completamente obsoleto y hoy lo único que hace es proteger con beneficios a las pocas personas que van quedando en el sector formal, mientras expulsa cada año a millones a la informalidad. Este es el principal motivo por el que el empleo privado formal no crece desde hace casi quince años.

En este sentido, solo con un mercado laboral dinámico, que genere empleo formal, podremos aspirar a tener el sistema previsional sustentable que décadas de desmanejo arruinaron. También es imperativo llevar a cabo una reforma impositiva estructural, para así reducir en un 90% la cantidad de impuestos nacionales y pasar a tener únicamente seis impuestos, terminando con el infierno logístico que implica tributar en Argentina.

Sumado a eso, el espíritu de la reforma en la que estamos trabajando es brindarle autonomía fiscal a las provincias en los impuestos que hoy recauda el Estado nacional en su nombre. De este modo, el Estado nacional establecerá un piso mínimo para cada impuesto, sustancialmente inferior al total actual, y luego las provincias podrán elevarlo a su criterio, lo que indudablemente generará una competencia fiscal entre las provincias que dinamizará así sus economías.

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Del mismo modo, necesitamos devolverles a los argentinos la libertad de comerciar con quienes deseen, para que bienes y servicios ingresen al mercado local y así cada uno pueda comprar libremente productos de mejor calidad a mejor precio. Durante décadas, bajo la premisa de proteger un puñado de puestos de trabajo, se le encareció deliberadamente el costo de vida a millones de argentinos. En muchos casos, forzándolos incluso a adquirir bienes de dudosa calidad a precios completamente distorsionados. No es justo que solo quienes pueden pagarse un viaje al exterior puedan comprar lo que deseen a precio internacional. Tiene que ser para todos. Abrir los mercados también le abrirá las puertas del mundo a las empresas argentinas para que puedan salir a vender nuestros productos a 8000 millones de personas, en un contexto internacional donde lo que la Argentina tiene para ofrecer será muy requerido.

También quiero acá terminar con otra falacia, con la que nos han estado mintiendo por casi cien años, y que es el tema de la industria infante, un infante que por lo menos tiene 90 años ya. O, digamos, de proteger la industria X, porque genera puestos de trabajo. Esa también es otra mentira. Porque si en el proceso de apertura de la economía ingresa un producto de mejor calidad o mejor precio y quiebra una empresa, también es cierto que los consumidores ahora tienen más dinero en su bolsillo y los pueden gastar en otros sectores de la economía. Por lo tanto, se reasignará el empleo e irá a sectores donde es más productivo y donde hay mayores salarios y, por ende, hay mayor bienestar para todos. Por lo tanto, basta de la mentira proteccionista, porque en el fondo no es ni más ni menos que un curro entre los políticos y los empresarios prebendarios.

El primer paso en este sendero es la oportunidad histórica que tenemos para entablar un acuerdo comercial con Estados Unidos. Una oportunidad que ya se nos presentó hace veinte años y dejamos pasar, desaprovechando el último gran boom de crecimiento que vio el planeta. Pero para aprovechar esta oportunidad histórica que se nos vuelve a presentar, es necesario estar dispuesto a flexibilizar o, incluso, llegado el caso, a salir del Mercosur, que lo único que logró desde su creación es enriquecer a los grandes industriales brasileros a costa de empobrecer a los argentinos.

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Pero hace falta ir aún más profundo, restableciendo la inviolabilidad de la propiedad privada, para lo cual hace falta descender al subsuelo de las leyes, los códigos Civil y Comercial, y Procesal Civil y Comercial. Urge devolverle la libertad de asociación a todos los argentinos, reduciendo las prerrogativas del Estado y aumentando las de cada ciudadano. Es inadmisible que los individuos no tengan derecho a pactar acuerdos libremente entre sí sin la intromisión de cualquier juez de poca monta, cuyo capricho a menudo está aparejado de ataduras políticas o económicas. Aquí es donde se juega la famosa seguridad jurídica por la cual la política reclama hace años, pero por la que nunca hizo nada. Esto se resuelve con un Código Civil y Comercial claro e impermeable a la interpretación maliciosa de cualquier juzgado. Además el orden público y la vida social en paz deben volver a ser la regla y no la excepción en la Argentina.

Actualmente, tenemos un sistema judicial y un Código Penal repleto de grietas por los que se coló el virus del antipunitivismo, que además de estar moralmente mal, demostró su estrepitoso fracaso. Lo vimos esta semana en la trágica noticia del asesinato de Kim Gómez, una nena de tan solo siete años que fue brutalmente asesinada. Quiero expresar mis condolencias para con su familia y asegurarles que tienen el compromiso de este presidente para luchar incansablemente contra el flagelo de la inseguridad.

Además, aprovecho para decirle al gobernador Kicillof que mientras siga sosteniendo que los delincuentes, los asesinos y los violadores son víctimas del sistema, en línea con el wokismo jurídico de Zaffaroni, no solo no tenemos nada para conversar, sino que además quiero decirle que jamás resolverá el gravísimo problema de inseguridad de la Provincia, ya que ser tolerante con los delincuentes es castigar a las personas de bien. Si quiere resolver el problema tiene dos alternativas: abandonar esa visión abolicionista y castigar a los criminales, o correrse del camino y dejarnos resolver el problema a nosotros. Porque si hay algo que caracteriza este Gobierno Nacional es que no nos tiembla el pulso, y los problemas los arreglamos en serio.

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Durante demasiado tiempo, la política le dijo a los argentinos que no iba a castigar el delito, que los delincuentes eran víctimas de un sistema injusto y que, por lo tanto, no eran responsables de sus acciones. Lo único que lograron fue que para muchos delincuentes delinquir ya no tuviera costos. Lo sufren los bonaerenses todos los días. Pues bien, con los proyectos de reiterancia y reincidencia del Gobierno aprobados por este Congreso, terminaremos finalmente con la puerta giratoria en la Argentina.

Además, la implementación del nuevo Código Procesal Penal en todo el país está demostrando de forma inapelable su capacidad de acelerar los tiempos de un juicio de años a meses, y tenemos la responsabilidad de extender el funcionamiento de este sistema a todas las provincias del país. Pero la eficacia del proceso penal es solo una arista de la cuestión. Necesitamos elevar los costos para quienes delinquen. Por eso necesitamos aprobar la Ley de baja de la edad de imputabilidad para que quienes son lo suficientemente conscientes para cometer crímenes de adultos, paguen las consecuencias de sus actos como adultos.

Pero, lamentablemente, llegará tarde. Porque hoy uno de los asesinos de Kim tiene catorce años y goza de ser inimputable. No se lo puede juzgar. Y el otro criminal cometió delitos siendo menor de dieciséis años, lo cual significa que con nuestra Ley de Imputabilidad no hubiera estado libre en un principio. Necesitamos bajar la edad de imputabilidad, y no solo eso. Necesitamos también agravar todas las penas del Código Penal. Sí, todas las penas del Código Penal. Emprendiendo así la reforma del Código Penal más importante de los últimos cien años, algo que tiene que ocurrir en carácter de urgente. Pero el problema no se limita al crimen ordinario. El narcotráfico y el terrorismo representan un peligro claro y presente para los argentinos. Desde las ciudades tomadas por el narco, hasta la tragedia de la familia Vivas, todos los días nos recuerdan que los argentinos necesitamos instrumentos para luchar contra quienes quieren atentar contra nuestras vidas. No tendremos piedad con el crimen organizado ni con el terrorismo. Para ello la flamante Ley antimafia nos permitirá meternos sin la intermediación de gobiernos locales en las madrigueras del narcotráfico. Además, estamos trabajando en una Ley de seguridad nacional que le provea herramientas al Estado nacional, a nuestro servicio de inteligencia y a nuestras Fuerzas para perseguir a quienes quieren atentar contra la vida de los argentinos.

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Para concluir, no podremos resolver la crisis de delincuencia en nuestro país sin una Justicia independiente, pero efectiva. Y la Justicia no va a funcionar correctamente hasta que la política se decida a dejar de politizar los nombramientos de los jueces, fiscales y defensores públicos. En esa línea, nosotros tenemos la intención de avanzar en el envío de los pliegos de todos los cargos vacantes de la Justicia Federal, incluidos el procurador general, el defensor general, el defensor del pueblo, todos los juzgados federales, todas las fiscalías y todos los defensores públicos que hoy faltan designar, que son alrededor del 40% de los magistrados de la Justicia Federal.

Esto tiene que ser obvio para todos. Es imposible que la Justicia cumpla su deber si funciona al 60% de su capacidad. Esperamos que la política esté a la altura de esta urgencia nacional y no politice la aprobación de los pliegos, a diferencia de lo que ocurrió este año con los candidatos a conformar la Corte Suprema. Si queremos ser un país serio, también debemos llevar a cabo una una reforma migratoria.

Leela, Manes, te va a hacer bien, supuestamente vos entendés cómo funciona el cerebro y parece que no aprendiste nada. Leela bien. Quizás, tu versión es con inteligencia artificial y cambia de libertaria a kirchnerista, como hiciste vos, Manes.

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Manes, te falta mucha teoría política. No podés, no podés confundir…

Victoria Villarruel: Les pido silencio por favor mientras habla el presidente de la Nación. Muchas gracias.

Javier Milei: Te falta mucha lectura Manes.

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Nuestra Nación ha sido generosa con los inmigrantes, pero otra cosa distinta es ser tomado de tontos por nuestros vecinos o ser un centro de beneficiario pagado por el bolsillo de los argentinos. Queremos que aquellos extranjeros que estén de forma transitoria o temporaria en nuestro país tengan que pagar los servicios que utilizan.

También debemos permitir a las universidades cobrarles a quienes no son residentes permanentes; así como es necesario endurecer severamente las condiciones de deportación para los extranjeros que delinquen. Es lo que hace cualquier país que se hace valer. Y si esto necesita algún tipo de justificación, es porque a lo largo del último siglo se ha vuelto costumbre la falta de respeto al pagador de impuestos.

Por otra parte, tenemos que recuperar el imperio de la igualdad ante la ley, terminando con este sistema de cupos de distinto tipo que impone desde a quién emplear hasta a quién votar. Hemos llegado al punto en el que hay cupos hasta para emplear gente en medios de comunicación o para la programación de artistas en un festival. Con la supuesta justificación de proteger a ciertos grupos percibidos como oprimidos, hemos perjudicado injustamente a los demás, vulnerando la igualdad ante la ley que consagra nuestra Constitución.

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Tenemos que recuperar una verdad básica de la democracia liberal, que es que el límite de los derechos de uno son los derechos del prójimo. Estos son unos pocos de los tantos proyectos de reformas de fondo en lo que estamos trabajando, y en los que avanzaremos en la medida que la dinámica política y la secuencialidad económica lo requieran.

Finalmente, pero no por eso menos importante, para hacer realidad estos proyectos y los cambios que el pueblo argentino demanda, estamos avanzando en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para poder terminar de sanear el balance del Banco Central y salir del cepo cambiario definitivamente durante este año.

Llevamos décadas con la mochila del déficit fiscal y endeudamiento, que se agravó porque durante toda la historia argentina, en lugar de enfrentar el problema fiscal, los distintos gobiernos eligieron endeudarse; ya sea con el mercado, con organismos multilaterales de crédito o con el propio Banco Central a cambio de emisión de dinero. Por eso hoy, gracias a la solvencia de nuestro programa económico, estamos en condiciones de emprender este nuevo acuerdo sin aumentar nuestra deuda bruta. Para que se entienda la dimensión del problema monetario que arrastramos desde el inicio de nuestra gestión, y para que se entienda también qué estamos buscando con este nuevo acuerdo, es importante describir brevemente el problema.

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El Banco Central, como todo agente de la economía, tiene un balance patrimonial, cuya identidad contable señala que el patrimonio neto del mismo viene dado por la diferencia entre sus activos y pasivos. En cuanto a los activos del Banco Central, los mismos se componen de reservas internacionales y títulos públicos emitidos por el Gobierno nacional. En cuanto al pasivo, en el mismo se encuentra la base monetaria, esto es el dinero emitido que está en manos de los ciudadanos y los bancos en formato de encaje, y la deuda remunerada porque antes se llamaba LEBACS, luego el Leliqs, después Pases. En este sentido, cuando suben los pasivos del Banco Central, ya sea por emisión de pesos contra títulos públicos que no tienen mercado, es decir, emisión espuria o por el devengamiento de intereses de los pases, el patrimonio del Banco Central se deteriora. De este modo, en la medida que el patrimonio neto se hace cada vez más negativo, se necesita mayor nivel de precios para licuar las deudas del Banco Central, tal que se ajuste al tamaño real de los activos del mismo. En este sentido, en la medida que el Tesoro se financia colocando títulos sin valor en el Banco Central, el nivel de precios de largo plazo es más alto, y con ello mayor la tasa de inflación en el presente.

Desde esta perspectiva, entonces, es muy simple explicar por qué desde la salida de la Convertibilidad el precio del dólar se multiplicó por 1200 veces. En primer lugar, por la estafa descomunal de la pesificación asimétrica, lo cual implicó que la política se robó 14.000 millones de dólares que respaldaban la base en el 2001; y que a dinero de hoy, ajustado por la inflación americana, son 30.000 millones de dólares. Es decir, con la pesificación asimétrica, ese chiste tan impulsado alegremente y bancado por Clarín, que después bueno, tuvo su Ley de Medios para que no quiebre, ahí le robaron a los argentinos 30.000 millones de dólares.

La segunda estafa fue el Fondo del Bicentenario, cuando por el capricho electoral de Cristina Fernández de Kirchner se extrajeron del Banco Central 10 mil millones de dólares, que a dinero de hoy serían 15.000 millones de dólares. O sea, ahí le robaron al Banco Central 15.000 millones de dólares, que en el fondo se lo robaron a todos los argentinos vía impuesto inflacionario. Sin embargo, el saqueo de los políticos por medio del Banco Central no se acaba con esas dos estafas monumentales, sino que a eso hay que sumar los 25.000 millones de dólar futuro en el 2015 y los 40.000 millones de las SIRAs en el 2023. Esto significa que en los últimos 25 años, la política vía al Banco Central le robó a los argentinos 110.000 millones de dólares. Vengan ahora a hablar de estafa piramidal. Dale.

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Por lo tanto, ante semejante destrucción del activo del Banco Central, no debería sorprender el desastre inflacionario que hemos vivido en los últimos veinte años. Y dado que el dólar es un precio más de la economía, es casi natural que se haya multiplicado por 1200 veces como dije antes. En función de ello, nosotros hemos cortado con el déficit fiscal y el cuasifiscal por lo que el BCRA ya no volvió a estafar a los argentinos con emisión de dinero, ni para el Tesoro ni para los intereses de los pasivos remunerados. Ya que de hecho la base monetaria amplia permanece constante desde mediados del año pasado. Así como lo escuchan: la base monetaria amplia no crece desde mediados del año pasado. Tampoco se buscó la solución mediante la toma de deuda en el mercado, ya que la deuda consolidada de la Nación bajó en 30.000 millones de dólares. Nosotros no proclamamos el desendeudamiento en palabra, lo hacemos en los hechos.

Por lo tanto, el presente acuerdo con el FMI lo que busca es restaurar el activo del Banco Central, y con eso su patrimonio, para que de este modo la inflación sea solo un mal recuerdo del pasado. Así, el dinero que ingrese del FMI, el Tesoro lo utilizará para cancelar parte de su deuda con el Banco Central. Al mismo tiempo, se podría objetar que si bien la deuda bruta permanece constante, hay un cambio en el acreedor. Sin embargo, este argumento implicaría aceptar que la política está dispuesta a seguir estafando a los argentinos con la inflación. Esto es, alguien podría señalar que estamos cambiando impuestos explícitos por un impuesto implícito no legislado. Sin embargo, lo interesante aquí es que nosotros vamos a honrar nuestros compromisos; y los fondos para enfrentar esta deuda surgirán de un mayor ajuste fiscal vía reducción del gasto público, de modo tal que la operación resultante sea una transferencia de riqueza desde el Estado a todos los argentinos de bien, y en especial a los segmentos más vulnerables de la población, ya que ellos son los más castigados por el impuesto inflacionario.

A su vez, dada la importancia estratégica que tiene este acuerdo para la Argentina, quiero anunciarles que en los próximos días le pediré al Congreso que apoye al Gobierno en este nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Este nuevo acuerdo nos brindará las herramientas para sanar el camino hacia un esquema cambiario más libre y eficiente para todos nuestros ciudadanos y para poder atraer mayores inversiones que se traduzcan en menor inflación, mayor crecimiento y nivel de empleo, con las consecuencias… mejores salarios que implican menor cantidad de pobres e indigentes. Quiero ser claro con una cosa: nosotros vamos a resolver el problema que todos los gobiernos anteriores causaron con el déficit fiscal y su financiamiento. En consecuencia, esperamos que este Congreso adopte la misma postura que tuvieron con todos los demás, que es acompañar desde sus bancas, apoyando al Gobierno en este nuevo acuerdo.

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En definitiva, como verán, si bien hemos colocado los cimientos del cambio, aún tenemos que poner ladrillo sobre ladrillo para reconstruir este edificio abatido que es nuestra Nación. Y dados los vientos de cambio que soplan, estamos ante una oportunidad histórica. Muchos la han calificado, tal vez, como nuestra última oportunidad. Como expuse aquí mismo hace exactamente un año, cuando los invité a firmar el Pacto de Mayo: mi preferencia sería que abordemos esta oportunidad histórica de reconstrucción en unidad, con todos los sectores de la política y la sociedad empujando en la misma dirección. Todavía sueño con que este cambio de rumbo puede ser la oportunidad para comenzar un ciclo de unidad nacional que nos exceda como generación, como ocurrió en la primer parte del siglo XIX, y que dentro de cien años, cuando escriban de esta época, puedan referirse a nosotros como la generación del 20, que cambió a la Argentina.

A nosotros no nos motiva el poder. Somos el primer caso en la democracia moderna que entra al año electoral sin hacer política económica teñida por el ciclo político. Porque no tenemos una ambición de poder. Lo único que tenemos es una ambición reformista y queremos darle la oportunidad a este Congreso para acompañarnos en el ambicioso proceso que hemos emprendido. Así podrían, quizás, recomponer su relación con la sociedad que hoy parece irremediablemente rota. Espero que tomen esta invitación por lo que es: una chance para participar de la tabula rasa que siempre hemos predicado y creemos necesaria para la reconstrucción nacional. Pero si fueran a declinarla, francamente, no nos sorprendería. Este Congreso ya demostró, una y otra vez, que entre ustedes y los argentinos algunos no tienen problema de elegirse siempre a ustedes. En especial los que no vinieron. Esto es: algunos han hecho del Congreso un instrumento para defender las conquistas del Estado sobre el individuo, en vez de un instrumento para realizar los cambios profundos que el país necesita. Y ni que hablar de aquel sector de la política que está tan rancio al cambio y enemistado con la razón que ni siquiera se digna a bajar al recinto para escuchar una apertura de sesiones legislativas.

Pero si dudan aún acerca de nuestra vocación de cambio, recuerden lo que pasó el último año. Para todas y cada una de las reformas puestas en práctica, nos dijeron que era imposible. Pero pronto aprendieron, a regañadientes, que lo que nosotros nos proponemos lo cumplimos. No importa cuán empinado sea el camino y cuántos obstáculos haya en el medio, porque para nosotros la política es el desafío de hacer posible lo que los políticos siempre dijeron que era imposible. Repito: para nosotros la política es el desafío de hacer posible lo que los políticos siempre dijeron que era imposible. Sino miren lo que hicimos con el equilibrio fiscal.

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Por eso, si este Congreso eligiera no acompañar de forma mayoritaria al Gobierno nacional en esta propuesta que les extiendo, sepan que eso no detendrá el proceso de cambio que el pueblo argentino nos encomendó. Lo vamos a hacer solos, lo vamos a hacer a nuestra manera, pero tarde o temprano lo vamos a hacer, librando la batalla que haya que librar en todos los frentes para lograrlo. Pelearemos en el Congreso de la Nación, pelearemos en las provincias y en los municipios, en la legislatura y consejos deliberantes, daremos la batalla de visitante en los medios analógicos y lo haremos de local en las redes sociales, lo haremos en la calle si así lo demanda la historia. Y nunca, pero nunca nos rendiremos. Jamás nos vamos a rendir. Y aunque les cuesta entenderlo y se resistan, vamos a hacer a la Argentina grande nuevamente.

Si aceptan mi propuesta, veré que están dispuestos a involucrarse en lo que el país necesita. Caso contrario, habrán demostrado que el único camino para cambiar el país es cambiar este Congreso. Por todo lo expuesto, queda claro que estamos ante una disyuntiva: queremos seguir aplicando las mismas recetas fallidas que nos llevaron al borde del precipicio o queremos salir adelante. Solo hay una forma de hacerlo, hacer de una vez por todas lo que corresponde. Yo me niego a creer que lo mejor de este país ya pasó; al contrario, estoy convencido de que lo mejor está por venir. Ahora la elección está en sus manos y los ojos del pueblo argentino están sobre todos ustedes.

De esta manera, quedan inauguradas las centésimas cuadragésimas terceras sesiones ordinarias de nuestro Congreso de la Nación. Finalmente…

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Victoria Villarruel: Habiéndose cumplido el objetivo de esta solemne Asamblea, queda levantada la misma.

Javier Milei: No terminé. Digo, no te apures. En definitiva, que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del Cielo nos acompañen y ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo!

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POLITICA

Amazon vende una tiny house tipo “granny flat” por US$8889 que se instala fácil y tiene terraza

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Las mini casas, adaptables a diversas necesidades, ganan cada vez más popularidad en Estados Unidos. En este contexto, Amazon ofrece un modelo tipo granny flat a un sorprendente precio de US$ 8889, una gran oportunidad para quienes estén decididos a comprarla. Además, incluye una terraza y es totalmente personalizable, lo que permite diseñar el espacio según cada necesidad y crear un ambiente a medida.

La propuesta de Amazon

Las posibilidades de uso de esta casa son variadas: puede funcionar como una vivienda para huéspedes en el patio trasero o un refugio personal, todo a elección del comprador, según The Sun.

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Así es el diseño de la casa

En la publicación oficial, Amazon detalló que la casa tiene un diseño abierto con abundante luz natural, que ingresa a través de grandes ventanas y una pared de vidrio. Aun así, el interior se puede personalizar según las preferencias de cada comprador, con la posibilidad de agregar terrazas, techos y muros cortina de vidrio para garantizar una iluminación óptima.

En cuanto a la construcción, está hecha con materiales resistentes para soportar las inclemencias del tiempo y brindar mayor seguridad. Sin embargo, al igual que el interior, el exterior también se puede personalizar con distintos elementos decorativos, como revestimientos, toldos y detalles paisajísticos.

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Amazon también destacó la gran flexibilidad de la casa, que, en comparación con los edificios de hormigón tradicionales, es “fácil de instalar, ahorra mano de obra y tiempo, tiene una apariencia elegante y simple y un diseño flexible”.

Más allá de su uso como vivienda, también puede adaptarse como estudio de arte, galería, restaurante, bed & breakfast, hotel, tienda minorista, salón de eventos, oficina y muchas otras opciones.

Amazon recomienda varios usos distintos (Imagen de Amazon)

La popularidad de las casas pequeñas

De acuerdo a The Sun, las casas pequeñas ganaron cada vez más protagonismo en los últimos años, especialmente entre los millennials, quienes buscan un estilo de vida más tranquilo.

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De hecho, varias ciudades y localidades de Estados Unidos están apostando por este tipo de viviendas y modificando sus leyes de zonificación. Tal es el caso de California, donde el gobernador Gavin Newsom prometió proporcionar 1.200 casas pequeñas como alojamiento temporal en Los Ángeles, San Diego, San José y Sacramento.

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POLITICA

Detuvieron al líder de una banda de motochorros: vive en un barrio privado

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La Policía detuvo a un joven de 23 años conocido por ser el líder de una banda de ladrones. Su nombre es Matías Agustín Carrizo y vive en un barrio privado al oeste del Conurbano al igual que sus cómplices. La razón de la detención es por el homicidio de un joven en la localidad de Francisco Álvarez, quien persiguieron hasta que chocó con una columna para evitar que le robaran la moto.

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La víctima se llamaba Juan Marcelo Sanabria, de 25 años, quien murió el 1 de febrero cerca de las 5:50 AM. Antes de ser perseguido por la banda, manejaba su moto Siam 110 CC., sobre la Ruta Nacional 7, en el barrio Santa Marta, de Francisco Álvarez.

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Sanabria era perseguido por dos motochorros. El joven intentó escapar a gran velocidad. Las cámaras de seguridad captaron los momentos que manejó para poder salvarse del asalto: “¡Ayuda! ¡Ayuda!” gritaba el individuo. Su pedido desesperado también quedó registrado por las cámaras. Luego de varios metros, los ladrones lo alcanzaron, le tocaron la moto y lo desestabilizaron para tirarlo al piso y sacarle la moto. La víctima perdió el control de la moto y chocó contra un poste de luz: el impacto fue fatal. La moto quedó tirada a los pocos metros del cuerpo.

La victima, Juan Marcelo Sanabria.

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La investigación

Durante la investigación, la Fiscalía Nro 4 de Moreno tomó intervención en el caso y solicitó a los detectives de la Delegación Departamental de Investigaciones de Moreno-General Rodríguez que lleven adelante el análisis de las cámaras de seguridad para identificar a los autores del crimen.

En ese marco, y en paralelo, se analizaron más de 90 comunicaciones en las cuales se estableció la identidad de los autores del hecho y de un tercer sospechoso que les cedió la moto para salir a robar.

Uno de los autores fue identificado como Matías Agustín Carrizo, de 23 años. Los otros dos son menores de edad, tienen 17 años. Las tres personas implicadas tienen buen pasar económico y residen en barrios privados de la zona oeste con sus familias. Ya teniendo esa información, las fiscalías Nro. 4 y 6 de Menores solicitaron varios allanamientos cuyas órdenes fueron otorgadas por los juzgados de Garantías Nro. 1 y de Menores de Moreno.

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Matías Agustín Carrizo, ya detenido.

Las detenciones

Las detenciones fueron realizadas por el Personal de la DDI en los barrios privados de las localidades de Moreno y las Heras. Carrizo fue hallado en una casa donde estaba oculto desde la fecha del homicidio. También se secuestraron prendas de vestir similares a las utilizadas en el crimen, y se resguardaron teléfonos celulares para peritar.

Todavía se trabaja para dar con el paradero de los dos sospechosos restantes. Uno de ellos estaba en la moto mientras que el otro fue quien se las cedió para robar.

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