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SOCIEDAD

Boca se ilusiona: el antecedente favorable y reciente del árbitro de la revancha ante Palmeiras

La serie entre Boca y Palmeiras se define en Brasil. (Foto: AP)Andrés Matonte fue el árbitro de la vuelta de los cuartos de final entre Boca y Racing. (Foto: EFE)

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Este jueves se jugó la ida de las semifinales de la Copa Libertadores entre Boca y Palmeiras en la Bombonera y la tensión sigue en el aire. Luego del empate 0-0 en la Argentina, quedó todo abierto para que se resuelva la serie en Brasil. Por eso, este viernes ya se definió un punto clave: desde Conmebol dieron a conocer los árbitros para este partido definitorio.

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El árbitro será Andrés Matonte. El referí uruguayo fue elegido en varias oportunidades para los partidos del Xeneize en esta edición de la Copa Libertadores. ¿El último antecedente? La vuelta de los cuartos de final ante Racing en el Cilindro de Avellaneda.

Andrés Matonte fue el árbitro de la vuelta de los cuartos de final entre Boca y Racing. (Foto: EFE)
Andrés Matonte fue el árbitro de la vuelta de los cuartos de final entre Boca y Racing. (Foto: EFE)

Cómo le fue a Boca con Andrés Matonte

Andrés Matonte ya es conocido por lo hinchas de Boca. Este será el sexto partido que dirigirá a Boca. El saldo para el Xeneize es neutral: dos victorias (ante Deportivo Pereira y Monagas este año en la Bombonera), un empate (ante Racing donde el Xeneize se impuso por penales y pasó de ronda) y dos derrotas.

Cómo le fue a Palmeiras con Andrés Matonte

Por el lado de Palmeiras, Matonte también es conocido. Si bien no suma tantos partidos como con Boca, la elección del uruguayo despierta buenas sensaciones en los hinchas brasileño. El historial marca dos encuentros dirigidos y dos triunfos del Verdao. Además, no le hicieron goles. Será el primer en el Allianz Parque.

Los árbitros para la vuelta de Boca-Palmeiras

Árbitro principal: Andrés Matonte

Asistente 1: Nicolás Tarán

Asistente 2: Martín Soppi

4to árbitro: Christian Ferreyra

VAR: Leodán González

AVAR: Antonio García

AVAR 2: Richard Trinidad

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Trabajar en el cielo: Matías Guerra tiene 43 años, es torrista y su lugar en el mundo está en una antena

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Matías Guerra es torrista y trabaja a 70 metros. Así de altas son las antenas telefónicas, de radio o internet que suele frecuentar. Yo, en cambio, laburo a nivel del mar y los informes televisivos que hago -miren que casualidad-, se transmiten por esas antenas. Hasta acá todo parece muy alineado, pero en el momento en que se cruzan nuestros destinos porque yo tengo que entrevistarlo para una nota, surge una interferencia: mi vértigo.

Sólo pensar que Matías se sube hasta allá arriba me intranquiliza.Y mucho más si, como ocurrió, intento hacer la nota colgado desde una torre. Lamentablemente esta es una de esas limitaciones que no se pueden vencer a fuerza de voluntad. Ni siquiera sé por qué razón me dan pánico las alturas. Además, tengo muchas otras cosas más urgentes que reparar de mi aparato psíquico antes que ocuparme de la acrofobia. Después de todo, una nota a un antenista se hace muy de vez en cuando, así que esta nota para Telenoche la hice a lo Morales Solá: “Desde el llano”.

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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías es todo lo contrario a mí. Él disfruta de estar en las alturas. Él era uno de esos chicos que se suben a todo para la pavura de sus padres. Era de esos nenes que se trepan a los árboles y se quedan ahí: para contemplar todo “desde lo más alto”, me contó el propio Matías. Ahora tiene 43 años y desde hace 15 trabaja donde siempre soñó trabajar: en el cielo. En todo ese tiempo apenas tuvo un accidente. Hago esta referencia porque se trata de una actividad muy riesgosa. Pero Matías es metódico, minucioso y prudente, y eso lo mantuvo siempre a salvo.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Allá arriba hay más viento y hace más frío. En verano si abajo hay una apacible temperatura de 23 grados, en la punta de la antena se pueden registrar menos de 10 grados. Si a eso le sumás el viento, la sensación térmica baja drásticamente. El viento es un temido enemigo del antenista: las torres son cada vez más finitas y se construyen con materiales cada vez más berretas, así que si soplan fuertes vientos, lo mejor es quedarse abajo. Y si llueve, ni les cuento, porque para ahorrar hay antenas que ni siquiera tienen pararrayos. Matías sabe todo esto mejor que nadie y los días de viento o tormentosos prefiere quedarse abajo reparando cosas o proyectando sus próximos trabajos.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías sube a las torres con todo lo que necesita para un día de trabajo. El ascenso es tracción a manos y no es todo lo sencillo que uno imagina viéndolo desde abajo. Así que Matías no contempla la opción de bajar si se olvida una llave pico de loro, eso lo tiene claro. Todo lo lleva arriba con él: las llaves francesas, las cintas, la vulcanizadora, las llaves fijas y todo lo que necesita va con él en un enorme bolso-yunque que pesa más de 15 kilos.

Para ir subiendo Matías confía en un dispositivo conocido entre los afectos a las alturas como “salvamonos”. Se trata de un arnés con un gancho en la espalda y dos más en cada mano para ir siempre pegado a la torre a medida que se avanza. El problema es cuando hay tramos en donde no se puede enganchar el artefacto. Bueno, para eso también hay solución. Matías lleva un “salvacaídas” para esos casos, de manera que si se cae -Dios no lo permita-, quedaría colgado algunos metros abajo. Pero Matías nunca necesitó nada de eso, él en las alturas está cómodo, felíz y seguro. Su lugar en el mundo está en el cielo.



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