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SOCIEDAD

Cómo funcionan las escuelas de cocina en las cárceles y por qué ayudan a bajar la reincidencia

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Con las cárceles del país superpobladas mucho se habla de los presos, pero muy poco de los que recuperan su libertad. Cada año salen de las cárceles al menos 20.000 personas. Y ahí aparece el problema de la reincidencia y de la falta de herramientas con las que cuentan los presos para para insertarse en el mundo laboral una vez que quedan libres.

Hasta diciembre de 2023 había en la Argentina 106.559 detenidos. Casi el mismo número que quienes recuperaron su libertad en los últimos cinco años. Una verdadera bola de nieve que solo se puede contener con más unidades penitenciarias o con acciones que puedan darle a la población de las cárceles herramientas básicas para que no vuelvan a estar en situación de encierro.

Con ese objetivo surgieron en 2017 las Escuelas de Gastronomía CREER, desarrolladas por la empresa Cook Master en 13 unidades penitenciarias de la provincia de Buenos Aires. Desde su lanzamiento hace seis años, el programa logró que 4.475 internos obtuvieran títulos profesionales y que 195 fueran incluidas en el mercado laboral dentro del Programa CREER. De ellas, 56 ingresaron en Cook Master, donde actualmente se desempeñan dentro del equipo que alimenta a más de 100.000 personas por día.

Las capacitaciones gastronómicas dentro y fueran de las cárceles ayudaron a bajar la reincidencia de los presos liberados.

Dentro las 195 personas liberadas que están trabajando solo se registró un 3% de reincidencia. Además, el número es significativamente menor si se tiene en cuenta que, de los 3.690 alumnos -dentro y fuera de la cárcel- que se encuentran en el marco del programa, solo el 0,001% son reincidentes.

Uno de los egresados en las escuelas de cocina es César Benítez. Padre de dos hijos, tiene 31 años y trabaja en Cook Master desde hace 4 años. Luego de pasar por diferentes penales bonaerenses, llegó a la unidad 47 de San Martín, donde terminó de cumplir la pena de siete años de prisión. Ahí conoció la escuela, se capacitó y, después de pasar por distintos cursos, entró a trabajar en la compañía.

A Benítez la cocina le cambió la vida. En 2020, dos años después de cumplir su condena, empezó a trabajar como bachero, peló papas, y fue tomando poco a poco mayores responsabilidades. Entonces decidió formarse, hizo un curso para manipular alimentos y empezó a trabajar.

Actualmente se encarga de la recepción y distribución de la mercadería que llega a los complejos penitenciarios de San Martín, donde están las unidades 46, 47 y 48, mientras quiere seguir capacitándose para buscar un nuevo desafío dentro de la empresa.

 Desde su lanzamiento hace seis años, el programa logró que 4.475 internos obtuvieran títulos profesionales. Desde su lanzamiento hace seis años, el programa logró que 4.475 internos obtuvieran títulos profesionales.

“Para que las personas privadas de su libertad puedan recuperar su vida, reinsertarse en la sociedad y lograr una verdadera inclusión hay que generar las herramientas en el estadío previo, sembrando compromiso y responsabilidad hacia un oficio como puede ser, en nuestro caso, el de la gastronomía. Aprender a cocinar no sólo cambia la perspectiva de futuro de las personas, sino que les permite salir de la cárcel con un nuevo proyecto de vida”, explicó Nicolás Lusardi, CEO de Cook Master.

A su vez, Samanta Sacaba, directora de las Escuelas de Gastronomía CREER, aseguró que “para el Ciclo Lectivo de 2024 ya tenemos 1.300 alumnos inscriptos en la Escuela de Gastronomía CREER dentro del Servicio Penitenciario Bonaerense; algo que habla del éxito de este sistema que hemos desarrollado”.

Las escuelas de gastronomía CREER ofrecen las carreras de Panadero profesional (8 meses), Pastelería Internacional (10 meses) y Cocinero profesional (2 años). Cuentan con títulos oficiales y 17 centros de formación, equipados con cocinas profesionales en diferentes localidades. Se trata de una propuesta de educación integral y de calidad, siendo la escuela de gastronomía más grande del país.

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Sigue la ola polar en Argentina: ahora se congelaron las piletas

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La ola polar en gran parte de Argentina no solo continúa, sino que también avanza. Hace dos semanas, el frío extremo fue noticia en Tierra del Fuego, y más específicamente en Río Grande, donde el mismo agua del mar se congeló. Ahora, las bajas temperaturas causaron un llamativo fenómeno en distintos puntos de la región pampeana, donde se congelaron piletas.

Fue después de aquellos disparatados episodios en la Patagonia, donde las olas del mar se iban espesando y avanzaban cansinas hasta la orilla, formando varias capas de hielo con cada oleaje. Toda la región también fue azotada por la nieve: caminos anegados, estancias y casas incomunicadas, varios desaparecidos y algunos fallecidos en Santa Cruz y Chubut. Más al norte, se congelaron las piletas.

Durante este fin de semana, en tanto, la nieve trepó por otras latitudes, hasta acercarse a cabeceras como Mar del Plata. Allí, se dio un fenómeno climático bastante cercano a la nieve, el graupel: un tipo de precipitación que se forma cuando las gotas de agua sobreenfriadas en la atmósfera se adhieren a los copos de nieve. En otros lugares, aunque no nevó, el frío fue extremo. Por ejemplo, en Trelew, Olavarría y en Toay, La Pampa, las piletas amanecieron congeladas, lo que se volvió viral.

En aquella ciudad chubutense la temperatura durante la mañana del domingo alcanzó los -4.8°C. Una usuaria de X publicó un video para mostrar su pileta totalmente congelada, con un hielo prístino, casi transparente. «Si hace frío, que no se note. La pileta está congelada», comenta el video. A su alrededor, un pequeño gato bordea la pileta, atraído por el ruido del hielo rompiéndose.

Video

Por la ola polar, en Olavarría, Trelew y La Pampa se congelaron hasta las piletas.

Más al norte, en centro la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Olavarría, no nevó ni hubo graupel, pero sí se congeló otra pileta. «Parece que hizo frío anoche. Qué lindo que está el agua», ironizó otro usuario de X al publicar su video el domingo por la tarde. Con afán ilustrativo, arrojó un balde amarillo sobre la superficie del agua congelada y lo deslizó hacia el otro extremo: todo era hielo. En esa ciudad, la temperatura mínima registrada durante esas horas fue de -4.5°C.

Y en el centro de la provincia de La Pampa, en la ciudad de Toay, otra pileta se congeló por el frío extremo. En la cabecera aledaña a Santa Rosa, la temperatura descendió hasta los -5.4°C, lo que la convirtió en la sexta ciudad más fría del país durante el fin de semana. Allí, otro usuario reportó que su pileta se congeló y decidió situar una silla de metal en la superficie del hielo.

La ola polar afecta por estas horas a vastas áreas del país. Las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis tienen advertencias amarillas y naranjas en materia climática. En el sur de Santa Fe, Entre Ríos, así como Corrientes, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan, Mendoza, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut hay alerta amarilla.

Las zonas más comprometidas están en la Patagonia: en Santa Cruz, la zona oeste de la provincia enfrenta una alerta roja por el frío, mientras que el resto del territorio está bajo alerta amarilla. Tierra del fuego, bajo el mismo estatus, decidió alargar sus vacaciones de invierno para evitar complicaciones en las comunicaciones y accesos, además de por sugerencia del sector sanitario.

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