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Crecen las consultas por la caída del pelo en hombres y un recurso para frenarla

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La caída del pelo sigue siendo un tema importante entre los hombres. De hecho, las consultas y el inicio de tratamientos están aumentando, según confirman a Clarín desde varios centros dedicados al cuidado capilar. Cuáles son las terapias más elegidas y qué ocurre con los jóvenes.

“Las consultas capilares aumentaron un 30% este último año”, sostiene Bruno Szyferman, médico cirujano, presidente fundador de la Asociación Argentina de Recuperación Capilar (AARC) y director de Capilea Mundial. Además, crece el recurso de los tratamientos preventivos.

Szyferman señala que una de las secuelas del Covid tuvo que ver con la pérdida de pelo y que hay pacientes que se acercan a hacerse tratamientos no quirúrgicos por este tema. “El estrés que se está viviendo es otra de las causas del aumento en la pérdida de cabello y, en consecuencia, de las consultas en nuestros centros”, advierte.

Destaca, además, que la técnica de implante capilar mejoró y se promocionó mucho a nivel internacional.

Desde Hair Recovery coinciden en relación al incremento. “El interés por los tratamientos capilares está en franco aumento: si comparamos el primer semestre de 2022 con el de este año, las consultas han aumentado un 21%”, asegura a este diario Nicolás Lusicic, presidente y fundador de Hair Recovery y director del capítulo de cirugía de calvicie de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SACPER).

Los tratamientos preventivos con mesoterapia buscan recuperar el cabello debilitado.Los tratamientos preventivos con mesoterapia buscan recuperar el cabello debilitado.

Si bien el cuidado de la imagen está entre las prioridades de todas las edades, “un fenómeno que se está dando con mayor frecuencia es que recibimos un público cada vez más joven, de entre los 18 y los 30 años (12,9%), que busca prevenir más que curar”. Sin embargo, el mayor porcentaje de nuestros pacientes está entre los 31 y los 45 años (37,4%) y entre los 46 y los 60 (44,4%)”, aporta Lusicic.

“Los principales motivos de consulta son estéticos (67%) y, en segundo lugar, vinculados a la salud (25%)”, detalla.

En Medical Hair se refieren a un crecimiento de primeras consultas de un 13%, si comparan 2022 con 2023; del 11% en tratamientos médicos preventivos y del 12% en implantes capilares.

“Más del 40% de nuestros pacientes varones tienen menos de 35 años, con una intención de resolver su calvicie sin llegar a la instancia del implante capilar. Muchos de ellos, sin embargo, al momento de la consulta ya se encuentran en un grado de alopecia que requerirá cobertura mediante un implante capilar”, explica Nestor Spagnuolo, director médico de Medical Hair.

Y agrega: “En los pacientes de mayor edad, muchos ya se han realizado un implante capilar pero continúan con un tratamiento para cuidar el resto del cabello no implantado”.

Según Laura Mijelshon, médica especialista en Dermatología Estética, “las consultas sobre alopecia masculina aumentaron en un 50% en los últimos dos años”.

Mijelshon comenta que se incrementaron las consultas de los jóvenes que buscan prevenir la alopecia androgenética hereditaria ya que van notando más entradas o afinamiento del pelo.

Para la especialista, que es directora médica de Piel y Estética, donde realizan este tipo de tratamientos, los pacientes llegan por recomendación o por redes sociales.

Dice que el aumento fue gradual y ahora la mitad de las consultas masculinas de jóvenes son por este tema. “Y, en general, si tienen algún signo de alopecia consultan también, aunque vengan por otros motivos”, sostiene.

Tratamientos más frecuentes

Uno de los tratamientos que más se realiza es la mesoterapia en la zona donde la persona está perdiendo pelo. Se trata de “inyecciones intradérmicas de medicación (que no generan dolor en el paciente), de forma mensual o quincenal. La mesoterapia está acompañada por otra medicación, que puede ser oral y/o tópica, para asegurar los mejores resultados”, precisan desde Medical Hair.

El valor del tratamiento ronda los $35.000 mensuales y, a partir del tercer o cuarto mes, comienzan a verse resultados”, asegura la misma fuente.

El 40% de los pacientes que pasan por Hair Recovery solicitan tratamientos preventivos, que se aplican mediante mesoterapia, “una vía no invasiva que permite administrar pequeñas dosis de nutrientes y medicamentos de manera local en el cuero cabelludo”, dice Lusicic.

Estas terapias están dirigidas a “tratar cabellos de menor calidad, que se estén afinando o cayendo y su objetivo es detener la caída capilar y nutrir el pelo desde su raíz”.

“Por el otro, nuestro tratamiento más demandado (60%) es el microtrasplante capilar pelo por pelo. Este tratamiento aumentó significativamente en 2023, en un 30% en lo que va del año. En cuanto a su costo, varía en gran medida según la cantidad de unidades foliculares a ser trasplantadas”, comparte Lusicic.

Varios especialistas coinciden en que también reciben consultas y pedido de tratamiento por trasplante de barba.



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Trabajar en el cielo: Matías Guerra tiene 43 años, es torrista y su lugar en el mundo está en una antena

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Matías Guerra es torrista y trabaja a 70 metros. Así de altas son las antenas telefónicas, de radio o internet que suele frecuentar. Yo, en cambio, laburo a nivel del mar y los informes televisivos que hago -miren que casualidad-, se transmiten por esas antenas. Hasta acá todo parece muy alineado, pero en el momento en que se cruzan nuestros destinos porque yo tengo que entrevistarlo para una nota, surge una interferencia: mi vértigo.

Sólo pensar que Matías se sube hasta allá arriba me intranquiliza.Y mucho más si, como ocurrió, intento hacer la nota colgado desde una torre. Lamentablemente esta es una de esas limitaciones que no se pueden vencer a fuerza de voluntad. Ni siquiera sé por qué razón me dan pánico las alturas. Además, tengo muchas otras cosas más urgentes que reparar de mi aparato psíquico antes que ocuparme de la acrofobia. Después de todo, una nota a un antenista se hace muy de vez en cuando, así que esta nota para Telenoche la hice a lo Morales Solá: “Desde el llano”.

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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías es todo lo contrario a mí. Él disfruta de estar en las alturas. Él era uno de esos chicos que se suben a todo para la pavura de sus padres. Era de esos nenes que se trepan a los árboles y se quedan ahí: para contemplar todo “desde lo más alto”, me contó el propio Matías. Ahora tiene 43 años y desde hace 15 trabaja donde siempre soñó trabajar: en el cielo. En todo ese tiempo apenas tuvo un accidente. Hago esta referencia porque se trata de una actividad muy riesgosa. Pero Matías es metódico, minucioso y prudente, y eso lo mantuvo siempre a salvo.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Allá arriba hay más viento y hace más frío. En verano si abajo hay una apacible temperatura de 23 grados, en la punta de la antena se pueden registrar menos de 10 grados. Si a eso le sumás el viento, la sensación térmica baja drásticamente. El viento es un temido enemigo del antenista: las torres son cada vez más finitas y se construyen con materiales cada vez más berretas, así que si soplan fuertes vientos, lo mejor es quedarse abajo. Y si llueve, ni les cuento, porque para ahorrar hay antenas que ni siquiera tienen pararrayos. Matías sabe todo esto mejor que nadie y los días de viento o tormentosos prefiere quedarse abajo reparando cosas o proyectando sus próximos trabajos.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías sube a las torres con todo lo que necesita para un día de trabajo. El ascenso es tracción a manos y no es todo lo sencillo que uno imagina viéndolo desde abajo. Así que Matías no contempla la opción de bajar si se olvida una llave pico de loro, eso lo tiene claro. Todo lo lleva arriba con él: las llaves francesas, las cintas, la vulcanizadora, las llaves fijas y todo lo que necesita va con él en un enorme bolso-yunque que pesa más de 15 kilos.

Para ir subiendo Matías confía en un dispositivo conocido entre los afectos a las alturas como “salvamonos”. Se trata de un arnés con un gancho en la espalda y dos más en cada mano para ir siempre pegado a la torre a medida que se avanza. El problema es cuando hay tramos en donde no se puede enganchar el artefacto. Bueno, para eso también hay solución. Matías lleva un “salvacaídas” para esos casos, de manera que si se cae -Dios no lo permita-, quedaría colgado algunos metros abajo. Pero Matías nunca necesitó nada de eso, él en las alturas está cómodo, felíz y seguro. Su lugar en el mundo está en el cielo.



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