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Cuál es la fruta tropical que tiene más vitamina C que la naranja

Cuál es la fruta tropical que tiene más vitamina C que la naranja.La naranja puede consumirse en mermeladas. (Foto: Adobe Stock)

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La acerola o la cereza de las Antillas, es un fruto parecido a la cereza, aunque un poco más pequeño. Tiene 20 más vitamina C que una naranja y son muy saludables si se las incorpora a la dieta diaria.

El aspecto de esta pequeña fruta es muy similar al de un tomate o una manzana y suele tener un color rojo brillante que la caracteriza. Su tamaño va desde los 2 a los 4 centímetros y el peso va desde los 2 hasta los 15 gramos, como máximo.

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Cuando el fruto está maduro, el contenido de vitamina C es mayor, aunque las acerolas se pueden congelar y así preservar su alto porcentaje de vitamina.

En cuento al sabor de este alimento saludable suele ser bastante ácido y agrio, como la mayoría de los cítricos que consumimos habitualmente.

La naranja puede consumirse en mermeladas. (Foto: Adobe Stock)
La naranja puede consumirse en mermeladas. (Foto: Adobe Stock)

Propiedades y beneficios de la acerola

Su alto contenido de vitamina C lo hace un nutriente esencial para la dieta. Entre sus beneficios encontramos :

  • Reduce la fatiga.
  • Contribuye al normal funcionamiento del sistema inmune.
  • Interviene en la formación del colágeno, componente estructural del hueso, la piel y los vasos sanguíneos .
  • Intervienen en la síntesis de productos químicos del cerebro implicadas en la regulación del humor.
  • Dispone de un poder antihistamínico muy importante que alivia los síntomas de gripes y resfriados, además de reforzar el sistema inmunológico cuando tiene que luchar contra virus y bacterias, gracias a sus compuestos fenólicos.

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Además, se la puede considerar como un producto anti-envejecimiento, ya que los antioxidantes que contiene eliminan los radicales libres y retrasa los síntomas de envejecimiento en todo el organismo y especialmente en la piel.

Precisamente la piel es uno de los tejidos que más beneficio obtiene de las acerolas, ya que ayuda a sintetizar el colágeno y actúa como protector solar biológico. Este efecto también favorece la protección de los huesos en el caso de padecer artrosis y también la cicatrización de las heridas.

Otro beneficio importante que proporciona la acerola es a nivel cardiovascular, ya que ayuda a proteger los vasos sanguíneos, impide su oxidación y mantiene su elasticidad. Se recomienda su consumo a personas con el colesterol alto y que padecen hipertensión.

Por su alto poder antioxidante, la acerola ayuda a ralentizar el avance de enfermedades degenerativas neuronales como puede ser el alzhéimer.

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Trabajar en el cielo: Matías Guerra tiene 43 años, es torrista y su lugar en el mundo está en una antena

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Matías Guerra es torrista y trabaja a 70 metros. Así de altas son las antenas telefónicas, de radio o internet que suele frecuentar. Yo, en cambio, laburo a nivel del mar y los informes televisivos que hago -miren que casualidad-, se transmiten por esas antenas. Hasta acá todo parece muy alineado, pero en el momento en que se cruzan nuestros destinos porque yo tengo que entrevistarlo para una nota, surge una interferencia: mi vértigo.

Sólo pensar que Matías se sube hasta allá arriba me intranquiliza.Y mucho más si, como ocurrió, intento hacer la nota colgado desde una torre. Lamentablemente esta es una de esas limitaciones que no se pueden vencer a fuerza de voluntad. Ni siquiera sé por qué razón me dan pánico las alturas. Además, tengo muchas otras cosas más urgentes que reparar de mi aparato psíquico antes que ocuparme de la acrofobia. Después de todo, una nota a un antenista se hace muy de vez en cuando, así que esta nota para Telenoche la hice a lo Morales Solá: “Desde el llano”.

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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías es todo lo contrario a mí. Él disfruta de estar en las alturas. Él era uno de esos chicos que se suben a todo para la pavura de sus padres. Era de esos nenes que se trepan a los árboles y se quedan ahí: para contemplar todo “desde lo más alto”, me contó el propio Matías. Ahora tiene 43 años y desde hace 15 trabaja donde siempre soñó trabajar: en el cielo. En todo ese tiempo apenas tuvo un accidente. Hago esta referencia porque se trata de una actividad muy riesgosa. Pero Matías es metódico, minucioso y prudente, y eso lo mantuvo siempre a salvo.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Allá arriba hay más viento y hace más frío. En verano si abajo hay una apacible temperatura de 23 grados, en la punta de la antena se pueden registrar menos de 10 grados. Si a eso le sumás el viento, la sensación térmica baja drásticamente. El viento es un temido enemigo del antenista: las torres son cada vez más finitas y se construyen con materiales cada vez más berretas, así que si soplan fuertes vientos, lo mejor es quedarse abajo. Y si llueve, ni les cuento, porque para ahorrar hay antenas que ni siquiera tienen pararrayos. Matías sabe todo esto mejor que nadie y los días de viento o tormentosos prefiere quedarse abajo reparando cosas o proyectando sus próximos trabajos.

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).

Matías sube a las torres con todo lo que necesita para un día de trabajo. El ascenso es tracción a manos y no es todo lo sencillo que uno imagina viéndolo desde abajo. Así que Matías no contempla la opción de bajar si se olvida una llave pico de loro, eso lo tiene claro. Todo lo lleva arriba con él: las llaves francesas, las cintas, la vulcanizadora, las llaves fijas y todo lo que necesita va con él en un enorme bolso-yunque que pesa más de 15 kilos.

Para ir subiendo Matías confía en un dispositivo conocido entre los afectos a las alturas como “salvamonos”. Se trata de un arnés con un gancho en la espalda y dos más en cada mano para ir siempre pegado a la torre a medida que se avanza. El problema es cuando hay tramos en donde no se puede enganchar el artefacto. Bueno, para eso también hay solución. Matías lleva un “salvacaídas” para esos casos, de manera que si se cae -Dios no lo permita-, quedaría colgado algunos metros abajo. Pero Matías nunca necesitó nada de eso, él en las alturas está cómodo, felíz y seguro. Su lugar en el mundo está en el cielo.



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