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SOCIEDAD

Descifrando el consumo de agua de la IA: así oculta Amazon cuánto bebe su nube en España

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El aspecto exterior de cualquiera de los tres centros de datos que Amazon Web Services (AWS) opera en España desde 2022 es el propio de una base militar. Una primera valla de varios metros de altura con postes y cámaras de vigilancia protege cada una de estos complejos. Una segunda, ya dentro del recinto, confirma la sensación de seguridad extrema que rodea a estos edificios repletos de servidores.

Hace ahora dos años que Amazon, a través de su filial de servicios de computación AWS, abrió en España su primer clúster (agrupación de empresas) regional en el sur de Europa. En total, tres centros de datos separados por menos de 80 kilómetros en las provincias de Zaragoza y Huesca. En mayo pasado la empresa anunció sus planes para ampliar los tres complejos y añadir otros dos a su red, mediante un megaproyecto que la tecnológica estadounidense considera clave para su negocio global.

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Pero la carrera por entrenar, alojar y ejecutar modelos de inteligencia artificial (IA) cada vez más grandes tiene un precio. Las enormes infraestructuras que los gigantes de internet se están apresurando a construir requieren unas cantidades de recursos inéditas. Entre ellos sobresale la energía, pero en contextos climáticos como el español también preocupa el uso intensivo de agua. Unos impactos medioambientales en torno a los que cada vez más voces están emitiendo señales de alarma.

Sin embargo, poner cifras a ese impacto es una tarea ardua. Las grandes tecnológicas no informan sobre cuánta energía y cuánta agua usan en sus diferentes centros de datos repartidos por el planeta. Tampoco lo hace AWS para sus complejos en los municipios aragoneses de El Burgo de Ebro, Villanueva de Gállego y Huesca.

Con el ánimo de ofrecer una foto realista de cuál es hoy la huella medioambiental de este sector en plena expansión, durante varios meses EL PAÍS ha solicitado a diferentes administraciones datos sobre la sostenibilidad de los centros de AWS en Aragón en su primer año de vida. Las respuestas obtenidas y las fuentes consultadas en esta investigación reflejan la opacidad que rodea a una industria millonaria y sedienta de recursos. Pero también la falta de mecanismos por parte de las autoridades para fiscalizar al sector privado.

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Agua de abastecimiento público

Por su aspecto exterior parece que los centros de datos de Amazon en Aragón quisieran pasar desapercibidos. Aunque el tamaño de sus edificios los delata fácilmente, ninguno cuenta con grandes carteles con el nombre o el logo en forma de sonrisa que identifica a la empresa.

Ubicados en polígonos industriales con amplias parcelas vacías, los centros de El Burgo, Villanueva y Huesca cuentan con una estructura parecida hecha por grandes naves. Junto a estos edificios, que alojan a los servidores, están adosados varios tanques plateados. Dentro de ellos se almacena el agua, un elemento crítico para su buen funcionamiento.

Demasiado calor en las tripas de un centro de datos puede provocar el sobrecalentamiento de los ordenadores y un fallo en los equipos. Para evitarlo, AWS utiliza ventiladores que captan el aire del exterior y lo impulsan hacia el interior del complejo. En climas como el de Aragón el problema está en las altas temperaturas de los meses de verano, cada vez más sofocantes.

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Exterior del centro de datos de Amazon Web Services (AWS) en Huesca. Pablo Jiménez Arandia

Según la documentación de la empresa, cuando en el exterior se superan los 29.4 grados se hace imprescindible activar el sistema de enfriamiento por evaporación de agua. Es entonces cuando por las tuberías de estos centros corren litros de agua tratada que llegan hasta los ventiladores responsables de la climatización. Desde su encendido en noviembre de 2022, los tres complejos están conectados a la red de abastecimiento municipal de agua potable.

A través de la ley de transparencia EL PAÍS ha solicitado a los tres municipios datos sobre la evolución reciente en el consumo de agua industrial. Únicamente el consistorio de Huesca ha ofrecido cifras. Desde el inicio de operaciones del centro de AWS, el consumo hídrico para uso industrial en la capital oscense ha aumentado anualmente en 62 millones de litros (62.000 metros cúbicos), según los datos obtenidos por este diario.

Una cifra superior a las estimaciones que la empresa publicó en los informes previos a su construcción, que pronosticaban un uso de 36 millones de litros anuales. El padrón municipal que recoge el volumen de agua para uso industrial no discrimina entre los clientes conectados a la red. Pero las fuentes locales consultadas confirman que en el periodo analizado (2021 a 2023, último año con datos) AWS fue la única industria intensiva en uso de agua que se instaló aquí.

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“Un clavo más en el ataúd”

¿Son estas cifras elevadas para un territorio como Aragón? Ricardo Aliod es investigador en la Fundación Nueva Cultura del Agua. Cuando se le enseñan los datos, este experto los pone en contexto frente a otras industrias muy presentes en estas tierras, como la porcina, muy demandantes de agua. O frente a cultivos agrícolas muy comunes aquí como la alfalfa y el maíz.

“Este aumento supone un uso elevado respecto a los usos urbanos. (…) Pero las cifras palidecen frente al regadío”, asegura. A continuación deja claro que cualquier uso nuevo es un problema en un territorio en situación de alto estrés hídrico, según los criterios de la UE. “Estamos consumiendo más agua de la que disponemos. Así que cualquier uso de consumo nuevo es un clavo sobre el ataúd. Es una nueva presión”, advierte.

Con todo, estos datos son solo una pequeña aproximación a cuál puede ser a día de hoy la huella hídrica real de estos centros. Las cifras obtenidas sólo corresponden al agua usada para refrigeración, pero no contemplan por ejemplo cuánta agua se utiliza para la producción de energía que precisan.

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Otro punto clave ayuda a entender la dificultad para conseguir información de primera mano en torno a estas infraestructuras. Desde su aterrizaje en Aragón, AWS ha exigido a las diferentes administraciones con las que trabaja la firma de estrictos acuerdos de confidencialidad, según reconocen varios cargos públicos de la región. La firma de estos documentos es una práctica muy extendida entre las tecnológicas estadounidenses, que en ocasiones incluso impide conocer la verdadera identidad de la empresa detrás de los proyectos.

Una regulación europea en curso

EL PAÍS también ha llamado a la puerta de otras administraciones en busca de respuestas. El pasado año la Comisión Europea aprobó, como parte de su directiva de eficiencia energética, un reglamento específico sobre estas infraestructuras. La norma insta a las empresas del sector a aumentar su transparencia y pide a los Estados miembros que recopilen, directamente de los operadores, datos sobre sostenibilidad. Como su consumo total de agua o el porcentaje de fuentes renovables sobre el total de energía usada.

Sin embargo, ante una solicitud dirigida al Gobierno español para acceder a estos datos sobre las instalaciones de AWS, desde el Ejecutivo aseguran no contar con esta información. Y remiten la petición a las autoridades comunitarias. A su vez, desde el dirección general de Energía de la Comisión esgrimen el carácter confidencial de estos datos y los “intereses comerciales” en juego para no hacerlos públicos.

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Este departamento trabaja hoy en la creación de una base de datos europea con la información aportada por las compañías. Grupos ecologistas han criticado que en la práctica las empresas no están hoy obligadas a ofrecer esta información, señala Fieke Jensen, investigadora de la Universidad de Amsterdam. Y que además es responsabilidad de cada Estado el nivel de transparencia que se aplica a un sector en pleno crecimiento y sobre cuyo impacto la propia Comisión ha mostrado su preocupación.

Así, estados como Países Bajos cuentan ya hoy con una plataforma pública que permite acceder a los datos aportados voluntariamente por las empresas. España carece a día de hoy de una plataforma de este tipo. Fuentes del ministerio de Transición Ecológica, a preguntas de EL PAÍS, no aclaran si está entre los planes del Ejecutivo crear un portal similar.

Exterior del centro de datos de Amazon Web Services (AWS) en Villanueva.
Exterior del centro de datos de Amazon Web Services (AWS) en Villanueva.Pablo Jiménez Arandia

Jensen añade un punto más para explicar las limitaciones de esta normativa. Cuando esté disponible la base de datos europea publicará datos agregados a nivel país, pero no el detalle sobre el consumo de recursos en una región concreta. Lo cual impedirá usar esta información “para crear y discutir sobre políticas locales o nacionales”, opina. “Si se publicara por ejemplo cuánta energía consumen todos los centros que hay en Ámsterdam, se podría abrir un debate público sobre el tema”.

Garantías ante un escenario límite

A apenas 20 minutos del centro de Zaragoza está el polígono de El Espartal (El Burgo). Aquí se ubica uno de los centros de Amazon en Aragón. Un trajín constante de obreros y maquinaria se mueve hoy alrededor del recinto. Detrás de las dos naves ya activas se está levantando un nuevo edificio con varios tanques anexos de gran tamaño.

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En julio pasado AWS pidió al Gobierno autonómico permiso para “modificar la estrategia para la gestión del agua” en sus instalaciones. Estos cambios suponen ampliar la capacidad de los tanques de agua. Desde estas torres, que en El Burgo se han trasladado a una nueva ubicación, viaja hasta las unidades de refrigeración de aire en los meses más calurosos.

Para justificar estos cambios AWS reconoce que “el cambio climático provocará unas condiciones medioambientales cada vez más variables y extremas” en este territorio. Y que por tanto se hace imprescindible “reducir la dependencia” del suministro público ante contextos de escasez.

Una de las preguntas que sobrevuelan el megaproyecto de Amazon es qué ocurrirá en periodos de falta persistente de lluvias. “En tiempos de sequía, ¿a quién, de quién y de dónde se van a detraer los caudales necesarios para alimentar estas instalaciones?”, preguntó en junio pasado el diputado autonómico de Izquierda Unida Álvaro Sanz a la consejera de Economía.

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Varios meses después Sanz asegura a EL PAÍS que todavía no ha obtenido una respuesta del Ejecutivo y critica la falta de “estimaciones serias de caudal y de las necesidad de abastecimiento de estos centros”. Tampoco, añade, de los acuerdos firmados con la empresa para garantizar los suministros en todo momento. “No se está haciendo ningún análisis serio de las necesidades de recursos ambientales que esto supone”, advierte.

Ante el evento de una hipotética sequía prolongada, fuentes del Gobierno aragonés, responsable de los permisos medioambientales del proyecto, descargan la responsabilidad de marcar las restricciones pertinentes sobre los ayuntamientos. Por su parte, desde el consistorio de Huesca —único municipio que ha respondido a las preguntas de EL PAÍS— mantienen que el suministro de agua está “asegurado” gracias a las mejoras hechas en los últimos años en la red.

Los representantes de AWS en España no han respondido a la pregunta de si los centros adaptarán su funcionamiento o tomarán alguna medida excepcional ante un escenario de este tipo. Tampoco han ofrecido datos relacionados con la sostenibilidad de sus complejos desde el inicio de operaciones.

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Aurora Gómez es la impulsora de Tu Nube Seca Mi Río, un grupo activista que nació como respuesta al centro que la multinacional Meta planea construir en Castilla-la Mancha. Junto a varias entidades ecologistas más este colectivo presentó en enero una lista de alegaciones a la expansión del clúster aragonés de Amazon. Criticando, entre otros puntos, las elevadas necesidades de recursos expresadas por la compañía, pero también las dificultades para acceder a datos independientes sobre sus usos.

“Nos están negando el acceso a la información”, apunta Gómez. Para esta activista existe una “intencionalidad clara” en el cerrojo informativo que aplican las grandes empresas del sector, el cual dificulta la implicación de la sociedad civil en el debate. “Si no hay una ciudadanía informada no se puede actuar”, sentencia.

La investigación en la que se basa este reportaje se hizo con el apoyo de JournalismFund Europe y el Centro Pulitzer.

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El Stardew Valley español que tiene online – Nintenderos

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Este es un juego desarrollado por Isolated Games, un pequeño estudio indie español ubicado en Barcelona. En este juego tendrás que mantener a flote tu taberna en un mundo de fantasía, para ello tendrás que mejorar la reputación de tu taberna agradando a tus clientes con platos únicos y especiales que solo se puedan encontrar en tu taberna, para ello tendrás que viajar por el reino recolectando especias e ingredientes que hagan de tus platos los mejores del reino. Aparte de ello podrás mejorar el aspecto de tu taberna e incluso echar a los clientes que estén molestando al resto.

Este juego se llama Travellers Rest, está en fase beta y los jugadores que tengan la versión 0.7 de dicho juego podrán jugar online junto 3 jugadores más para convertirse en los mejores taberneros del reino, en el modo online todos los jugadores podrán adornar sus habitaciones. Este juego bastante similar a Stardew Valley cuenta con más de 11 mil reseñas de usuarios «Muy positivas» en Steam.

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Travellers Rest es un juego que aún no está acabado pero a pesar de ello tiene un potencial increíble para convertirse en el sucesor de Stardew Valley o ser incluso mejor, aunque aún le faltan cosas por mejorar cómo por ejemplo que tenga más horas de jugabilidad, porque según la experiencia usuarios, pasadas una decenas de horas el juego se vuelve repetitivo.

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Viaje a la región patagónica que deslumbró a Charles Darwin por los paisajes y la fauna

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  • 8 minutos de lectura

Hacer este viaje es como abrir una de las páginas de El origen de las especies de Charles Darwin. Es volver sobre los principios de la teoría de la evolución, trasladarse a un ecosistema prístino donde lo salvaje y virgen se torna cotidiano.

Llegar a Puerto Deseado no es tarea fácil. Se debe tener paciencia, amor por la ruta y sobre todo tiempo. El viaje de tres horas desde Comodoro Rivadavia se inicia por la costa del mar Argentino para continuar en la estepa. La ruta nacional 3 y la poco explorada 281 hacen el camino. Sobre el final y a la distancia se aprecia la belleza de la ciudad pesquera enclavada entre el mar y la ría Deseado. El suelo que acompaña la ruta denota la actividad volcánica del lugar.

La ciudad posee una rica historia. “En 1520, el imperio español, bajo la expedición de Magallanes-El Cano ingresó en la ría a causa de un fuerte temporal, de aquí el primer apodo de Bahía de los Trabajos Forzosos, por los muchos que le dieron los malos tiempos que tuvo que soportar”, cuenta Roxana Goronas, habitante y guía de Puerto Deseado, durante una caminata.

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En una visita al Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino se ven las dos especies que la habitan: Magallanes y penacho amarilloGonzalo Gaviña @gavito.travelling

Siguiendo las pistas de aquellos exploradores se ingresa al Museo Municipal Mario Brososki. Es el único museo de arqueología y conservación subacuática en el país, dedicado a cuidar y exhibir las piezas y objetos que se rescataron de la corbeta Swift, hundida en la ría Deseado en 1770. En la sala principal, rodeado de objetos históricos, la guía aclara: “El 17 de diciembre de 1586, el corsario inglés Thomas Cavendish entró al estuario con sus barcos entre ellos el Desiré. Llamó al puerto Port Desiré. De aquí desprende el actual nombre”.

Uno de los paseos destacados es al Parque Interjurisdiccional Isla Pingüino. Se navega las aguas del mar Argentino y se recorrer a pie la isla. En los 20 km de navegación se avistan toninas overas, delfines australes y un sin fin de aves, donde se destacan el petrel gigante y el albatro. Caminando sobre las rocas se inicia un minitrekking hasta el faro de la isla. En la primera etapa se descubre a los pingüinos de Magallanes que descasan junto a sus pingüineras. A lo lejos y sobre la costa una colonia de 300 lobos marinos disfruta del sol y las olas.

Los pichones de los pingüinos de penacho amarillo nacen entre diciembre y febreroGonzalo Gaviña @gavito.travelling

Junto al faro la guía señala con su mano una serie de ruinas antiguas. Por un lado, las calderas que se utilizaban para extraer el aceite para las luminarias en Europa, por otro la estructura para la explotación del guano de cormorán y los rústicos reservorios de agua. Tras la explicación se inicia la segunda etapa de la excursión. Un leve descenso a pie sobre las rocas lleva a la gran colina de pingüinos de penacho amarillo, muy diferentes a los de Magallanes.

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“Esta especie es graciosa, amistosa y practica para avistar. Los pequeños se dejan fotografiar a corta distancia”, explica la guía. También cuenta sobre sus costumbres: que ponen dos huevos, uno más grande que el otro. Que es común que al más chico lo abandonen, que los pichones nacen en diciembre y febrero y que aprenden a nadar solos, sin ayuda de los padres.

Después de un rato hay tiempo para verlos salir del mar e incluso bañarse en los piletones de las rocas. Así discurre la visita a la isla de los pingüinos. Ya embarcados y listo para partir sorprende un grupo de 300 lobitos de dos pieles que despliega un show sobre el agua. El publico festeja el momento entre sonrisas y flashes.

El gran cañón: la ría, desde los panorámicos Miradores de DarwinSantiago Greene

Otra de las excursiones imperdibles es navegar la ría Deseado. El grupo intercultural, protagonizado por alemanes, franceses, ingleses y argentinos abre sus oídos ante la presentación de Javier, el capitán.

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Durante el paseo y gracias a la quietud del agua, se observa una basta cantidad de aves, entre ellas cormoranes, albatros, pato crestón, paloma antártica, ostero y varias especies de gaviotas y macas. La navegación se desarrolla en la ría y en algunos pequeños cañadones inundados para observar la flora y fauna en detalle. En el final se desciende a una pequeña isla para observar a las pingüineras de Magallanes. La vista es un éxito y si algo falta era la puesta del sol sobre la ría.

Puerto DeseadoGonzalo Gaviña @gavito.travelling

Por la estepa

Los primeros rayos del sol ingresan por la ventana marcando el inicio de un nuevo día. Tras el ritual del desayuno y con la camioneta cargada se inicia el periplo de 110 km hasta el lodge del “Campamento Darwin”. El paisaje del camino es la estepa y algunas ondulaciones pronunciadas del terreno cercanas al cruce de la ría. Por la ventana se observan guanacos, choiques y con suerte algún puma. Tras dos horas de ripio se llega a la Estancia Cerro del Paso, ubicada sobre la margen sur de la ría Deseado y a 40 km de su desembocadura.

La estepa y algunas ondulaciones pronunciadas del terreno cercanas al cruce de la ría le dan vida al paisajeGonzalo Gaviña @gavito.travelling

Los anfitriones y administradores del lugar son Facundo, Federico y Benjamín. Lo primero que se hace es recorrer el casco, junto a las palabras de Facundo: “La estancia era un punto importante en el transporte de mercadería en Patagonia. Los carros cargados de lana y productos agropecuarios llegaban al Boliches Ramos Generales, donde esperaban a las chatas navieras que hacían transbordo de la mercadería hacia los buques de altamar en Puerto Deseado”. Cada ambiente cuenta una historia, cada uno tiene una decoración especial dando vida a un viaje de época. El living tiene su particularidad, los objetos arqueológicos y una basta colección de libros sobre el naturalista Charles Darwin llaman poderosamente la atención. La visita continúa en el antiguo taller de esquila, que ahora funciona como centro de visitantes. Allí el anfitrión vuelve abrir las viejas hojas de la estancia: “Perteneció a José Font, alias Facón Grande líder del levantamiento obrero Patagónico conocido como la Patagonia Trágica”.

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El atardecer se vive sobre los acantilados que encierran el cañadón por el que caracolea la ría Deseado. El paisaje es imponente. La formación de altas paredes macizas se eleva con fuerza sobre los márgenes mientras el lecho arenoso y al descubierto crean una sensación lunar. Mientras el sol se escapa en el horizonte y ante la piedra de Darwin, Federico toma la palabra: “El 23 de diciembre de 1833 Charles Darwin navegó el curso de este río extraño, que nace en el mar, corre tierra adentro según las mareas, y más tarde vuelve para atrás, desembocando en el mar por donde llegó. Fascinado por la fauna que iba encontrando a su paso, Darwin recorrió la ría en un bote a remo y vela para acampar en un cañadón. Durante el recorrido, que continuó a pie por las márgenes de la ría, iba registrando todo lo que observaba, mientras su dibujante Martens copiaba en papel los paisajes con islas y salientes rocosas ahora llamadas Miradores Darwin.”

Una cueva particular con pinturas rupestres que dejaron los antiguos pobladores hace más de 4500 añosGonzalo Gaviña @gavito.travelling

Ya de noche y ante la mirada de algunas estrellas, la camioneta se abre por la estepa virgen. A minutos del cañadón, sobre una pared rocosa y en altura, se halla una cueva particular. En ella se pueden apreciar pinturas rupestres que dejaron los antiguos pobladores aborígenes. Las manos sobre la pared datan de entre 7000 y 4500 años. Junto a la luz de la vela y en silencio se contempla esta obra de arte. De regreso en la estancia espera Nahuel, el chef, para coronar el día con una cena a base de langostinos y un pure de papas especial.

El último día se repite la visita al cañadón y a la piedra de Darwin. Imitando al naturalista se arma una tienda de campaña para luego llevar adelante un cordero patagónica a la cruz. En la ventana hasta el almuerzo se navega en kayak la ría, se realiza una caminata por el lecho del viejo riot y también se reviven algunas anécdotas del mismo Charles Darwin con libro en mano. El lugar inspira ciencia, misterio y lindos recuerdos de aquel hombre que fue por algo más, que fue por su teoría, la gran teoría de la evolución que marcaría un antes y un después en la ciencia y la sociedad mundial. Al mediodía se disfruta del rico almuerzo y de las charlas que nacen sobre la mesa. Por la tarde se recorre el cañadón en bicicleta deteniéndose en los miradores.

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Después de una larga jornada esteparia culmina la visita al campamento Darwin. Las caras lo dicen todo como también los corazones, colmados por la historia, la magnitud y la presencia de la más rica Patagonia.

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He pasado un mes aprendiendo japonés de la forma más entretenida que he encontrado: con un cozy de fotografía para Steam y Switch

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Mi familia y yo llevamos desde hace tiempo intentando planear un viaje a Japón, y como la cosa parece estar alargándose más de la cuenta -porque meter a tres críos en un avión no sale precisamente barato, y menos si es para llevártelos hasta la otra punta del mundo-, hace unos meses decidí aprovechar ese tiempo para intentar aprender japonés a nivel básico.

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Lo que a todas luces es una inversión de tiempo y esfuerzo que no podría permitirme si tuviese que aprender la lengua con la intención de leerla, escribirla, o aprender sobre gramática, debía rebajarse con la suficiente agua para poder pasar el trago.

Lo que decidí fue buscar una forma de acercarme al idioma para conocer palabras y expresiones clave que pudieran servirme durante el viaje a Japón. Hacía falta hacerlo de la forma más entretenida y fácil posible, así que después de probar varias opciones, pensé que podía ser interesante compartirlo por aquí para quienes en algún momento os enfrentéis a un desafío similar.

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Un juego cozy para aprender Japonés

Disponible en Steam y Switch desde inicios de 2024, la idea detrás de Shashingo: Learn Japanese with Photography, es la de ofrecer un juego lo más amable posible para que seas tú el que decidas hasta qué punto quieres profundizar, tanto en las opciones que ofrece a nivel jugable como en el propio idioma.

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Representando una urbe japonesa cargada de elementos, el juego te entrega una cámara con la que deberás ir haciendo fotos a todo lo que te cruces para que, al realizarlas, la instantánea se convierta en una forma de descubrir cómo se dice esa palabra en japonés, cómo se escribe, y qué elementos o frases relacionadas puedes aprender de ella.


Shashingo

Es una idea tan bien pensada como ejecutada, porque persigue que vayas fotografiando y aprendiendo todas las palabras que, en un caso como en el mío, en un viaje de turismo a Japón, tarde o temprano te vas a enfrentar a ellas. Hay maletas, hoteles, restaurantes, baños públicos, y toda clase de ideas que podrás ir desarrollando mientras te lo tomas con toda la calma del mundo. Por el camino, aprovechas tus avances para desbloquear objetos especiales con los que darle algo más de vida a tus fotos en forma de marcos, pegatinas o filtros.

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Lejos de limitarse a escuchar esas palabras aisladas cada vez que realizas una fotografía, también cuenta con un librillo en el que poder estudiar, tanto de forma escrita como auditiva, conceptos más básicos como los días de la semana, los números o frases que pueden salvarte de un apuro en cualquier momento.

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Para iniciarte, perfecto

Bajo una propuesta destinada a que puedas hacerte entender mejor cuando visites el país nipón, pese a que la utilidad de la idea es innegable, y que resulta tan entretenido y simpático como puede parecer desde la barrera, no es menos cierto que, como experiencia completa, como algo que se preste por completo a ser recomendado, en Shashingo: Learn Japanese with Photography hay una evidente falta de ambición que le hace un flaco favor.

Cuando empiezas a recorrer la ciudad y descubres que, pese a los muchos objetos esperando a ser fotografiados, en realidad la estructura de su escenario ocupa poco más de una manzana, resulta bastante desanimador que el juego no tenga una sorpresa adicional guardada bajo el brazo a la hora de invitarte a recorrer otros lugares.

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Es uno de esos casos en los que estaría feo pedirle al juego algo que realmente no es, porque al fin y al cabo cumple con lo prometido y resulta tan útil como puede llegar a ser enfrentarte al desafío de aprender japonés con un juego de hacer fotos. El típico ejemplo de pedir peras al olmo que, más allá de la frustración, no lleva a ningún lado.

Pero eso no quita que, desvelado todo su potencial, y cómo podría haber invertido en él un puñado más de horas descubriendo nuevos objetos y palabras japonesas, incluso con algo tan aparentemente limitado como el hecho de poder entrar en tiendas y restaurantes, cuando terminas de explotar todo lo que tiene a su disposición termina sabiendo a poco. Si buscas una forma simpática de acercarte tímidamente a algunas palabras y expresiones japonesas, esta es una opción de lo más entretenida. Pero si buscas algo más sesudo y profesional, o una experiencia más grande y profunda, tal vez lo más recomendable es que sigas buscando.

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