Connect with us

SOCIEDAD

Descubren un efecto inesperado de la pandemia de Covid en el cerebro de las adolescentes

Published

on


Un estudio sobre el desarrollo cerebral de los adolescentes que analizó a niños antes y después de los confinamientos por la pandemia de coronavirus en Estados Unidos descubrió que el cerebro de las niñas había envejecido mucho más rápido de lo esperado, algo que los investigadores atribuyeron al aislamiento social.

El estudio de la Universidad de Washington, publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences, midió el adelgazamiento cortical, proceso que comienza en la infancia tardía o la adolescencia temprana, cuando el cerebro empieza a podar las sinapsis redundantes y a encoger su capa externa.

El adelgazamiento de la corteza no es necesariamente malo; algunos científicos lo atribuyen a que el cerebro se reconfigura a medida que madura, aumentando su eficiencia. Pero se sabe que el proceso se acelera en situaciones de estrés, y el adelgazamiento acelerado está relacionado con la depresión y la ansiedad.

Los escaneos tomados en 2021, después de que empezaran a levantarse los confinamientos, mostraron que tanto los chicos como las chicas habían experimentado un rápido adelgazamiento cortical durante ese periodo. Pero el efecto era mucho más notable en las niñas, cuyo adelgazamiento se había producido en promedio 4,2 años antes de lo esperado; el adelgazamiento en el cerebro de los varones se había producido 1,4 años antes de lo esperado.

“Es una diferencia sorprendente”, dijo Patricia Kuhl, directora del Instituto de Aprendizaje y Ciencias Cerebrales de la Universidad de Washington y una de las autoras del estudio. Los resultados, añadió, indicaban que “una niña que vino a los 11 años y volvió al laboratorio a los 14, tiene ahora un cerebro que parece el de una persona de 18 años”.

Los investigadores explicaron por qué creen que la cuarentena por el Covid impactó más en las mujeres que en los varones. Foto: Xinhua

Kuhl atribuyó el cambio a la “privación social causada por la pandemia”, que, según planteó, había afectado más a las adolescentes porque dependen más de la interacción social -en particular, de hablar de los problemas con las amigas- como forma de liberar estrés.

Advertisement

La diferencia entre los sexos “es tan clara como entre la noche y el día”, señaló Kuhl. “En las chicas, los efectos estaban por todo el cerebro: todos los lóbulos, ambos hemisferios”.

Ha habido abundantes pruebas de un deterioro del bienestar de los adolescentes durante la pandemia, pero el estudio aporta algo nuevo a este debate: pruebas físicas.

Los investigadores describieron el hallazgo como sorprendente, pero advirtieron que no se debía suponer que el adelgazamiento cortical acelerado es una señal de daño.

El adelgazamiento “no es necesariamente indicativo de un problema” y puede ser “un signo de cambio madurativo”, explicó Ronald Dahl, director del Instituto de Desarrollo Humano de la Universidad de California en Berkeley, que no participó en el estudio. “El adelgazamiento acelerado se está interpretando como problemático y podría serlo, pero es una conclusión apresurada”.

Cómo hicieron la investigación

Los investigadores comenzaron con una cohorte de 160 niños y adolescentes, con el objetivo de caracterizar los cambios típicos durante la adolescencia. Hicieron las primeras mediciones en 2018, cuando los sujetos tenían edades comprendidas entre los 9 y los 17 años. Pero los confinamientos por la pandemia les impidieron recopilar una segunda ola de datos en 2020.

En 2021, todos los sujetos estaban saliendo de un período de estrés prolongado, creando lo que Neva Corrigan, científica investigadora y autora principal del estudio, describió como “un experimento natural”. Alrededor de 130 de los sujetos volvieron para una segunda ronda de exámenes. El equipo comparó los resultados pospandémicos con un modelo que predecía el desarrollo cerebral típico en la adolescencia.

Advertisement

Aunque varios estudios cerebrales anteriores habían descubierto que el estrés de la pandemia aceleraba el adelgazamiento cortical, ninguno había comparado los cambios en chicos y chicas.

“Nos sorprendió la importancia de los efectos que encontramos”, dijo Corrigan. “Los resultados no eran sutiles. No se trataba de pequeños cambios que apenas existían. Fue un cambio drástico después del Covid”.

El adelgazamiento cortical acelerado se produjo en todo el cerebro de las niñas, en 30 regiones diferentes, pero fue más pronunciado en el giro fusiforme bilateral, que ayuda a reconocer caras y expresiones faciales; la ínsula izquierda, que ayuda a procesar las emociones; y la circunvolución temporal superior, que es fundamental para la comprensión del lenguaje. En cambio, el adelgazamiento cortical acelerado sólo se observó en dos regiones del cerebro de los varones, ambas relacionadas con el procesamiento visual.

Los investigadores dijeron que no estaba claro si los cambios eran permanentes o si, con el restablecimiento de las interacciones sociales normales, el desarrollo cerebral de los adolescentes volvería a un ritmo típico.

“Digamos que toda la vida de esa chica que vuelve a los 14 años”, dijo Kuhl, “mejora a medida que la pandemia retrocede, su vida social se restablece y ella vuelve a estar con sus amigos. No se ha eliminado todo el estrés, pero al menos tiene esa válvula de escape”.

Bradley Peterson, psiquiatra pediátrico e investigador del cerebro en el Hospital Infantil de Los Ángeles, que no participó en el estudio, señaló varias limitaciones. Los datos cerebrales anteriores y posteriores a la pandemia procedían de distintos subconjuntos de la cohorte, por lo que los resultados no reflejan cambios en el grosor cortical de determinados sujetos, sino mediciones de un único punto en el tiempo.

“Los autores se refieren errónea y repetidamente a esta correlación como una ‘medida prepandémica de cambio’, algo que no es”, apuntó.

Advertisement

Además, dijo, los autores “no ofrecen ninguna prueba” de que los cambios puedan atribuirse al aislamiento social del encierro, en lugar de a “cualquier otra de las numerosas experiencias” que se produjeron durante ese período, entre ellas un aumento del tiempo frente a la pantalla, un mayor uso de las redes sociales, menos actividad física, menos tiempo en el aula y más estrés familiar.

Y, al igual que Dahl, advirtió del peligro de considerar los cambios como patológicos. En jóvenes por lo demás sanos, se cree que el adelgazamiento de la corteza “constituye la remodelación adaptativa del cerebro según las necesidades de la experiencia”.

Una aceleración de ese proceso durante el confinamiento, si es que se produjo, “en realidad podría constituir una respuesta adaptativa de la naturaleza en el cerebro que confiriera una mayor resiliencia emocional, cognitiva y social”, dijo.

The New York Times. Especial

Traducción: Elisa Carnelli

Advertisement

SOCIEDAD

La necesidad voraz y ansiosa de acumular libros que probablemente no se lleguen a leer en el transcurso de una vida

Published

on



Daniel Barenboim solía recordar el asombro que le causaba, cuando era niño, entrar en una casa (de algún vecino, de algún compañero de escuela o amigo del barrio) y constatar que allí no había piano. Consagrado al teclado desde pequeño, habituado a que la música fuera el alma y el centro de cualquier reunión familiar o celebración hogareña, la presencia de un piano le parecía algo corriente, lo que le llamaba la atención era su ausencia.

Una extrañeza parecida, mezcla de desasosiego y perplejidad, invade al lector ferviente cada vez que entra en una casa donde no hay biblioteca. El ojo busca ansioso, casi por instinto, no ya la sala elegante o la boiserie suntuosa, pero sí los viejos estantes estoicos y chuecos por el peso, las pilas desgreñadas que obturan rincones y estrechan pasillos, la señal tranquilizadora, en definitiva, que rápidamente establece un territorio común, la lengua franca que allana un umbral de entendimiento, más allá de cualquier diferencia. Dos que leen. No importa qué (tomar examen sobre gustos y preferencias en esta materia es de inquisidores, no de lectores gozosos). Sin embargo, como los pianos de la infancia de Barenboim, los libros en las casas van camino de ser una rareza.

Librería de viejoShutterstock

Sobre la cofradía de los que resisten, atrincherados en una pasión que fácilmente se tuerce en manía, el ensayista Antonio Castronuovo ha escrito su Diccionario del bibliómano. Nótese que evita la palabra bibliófilo, y eso marca un rumbo, porque se trata de una reflexión (llena de humor y autoironía que el iniciado, cómplice, hará propia) sobre ese punto sin retorno en que la predilección se vuelve adicción y el placer, “vicio”.

Todo empieza con la gula, nos dice el autor (más tarde se referirá a la “bibliofagia”). Llega el primer libro “después entran diez, treinta, y luego de los cien ya no nos detenemos más. Voraces y ansiosos, se cumple lo irreparable: se acumulan muchos, demasiados al fin. Y no es posible hacerlo de otro modo”. La casa entonces, el hábitat del pobre bicho lector, ya consumido por la carcoma del libro, empieza a organizarse en torno a los volúmenes. Se discute con la pareja (si ha tocado la mala suerte de que sea una persona sensata de esas que no comprenden el dulce mal del bibliómano), se desalojan otros objetos, se ocupan paredes, se planean incluso mudanzas al ritmo frenético de la avalancha de papel. Porque no hay que perderse una sola página, recomienda Castronuovo; incluso “hay que comprar los libros que a la noche no necesariamente se tiene ganas de leer, sino solo de hojear”. Y, glosando al crítico Giuseppe Pontiggia, nos alienta a dejarnos ir, locos de contento, y a ceder a la compulsión: “Es algo trivial hacerse los moderados con los libros […] Nunca dudar en la compra […] Y sobre todo, cuando el precio es alto, vale pensar en el término mágico ‘inversión’, ‘excusa de todos los negocios irreales’”.

«La biblioteca privada es, en efecto, un instrumento de investigación, por lo cual los libros acumulados valen más que aquellos leídos»

En ese frenesí, Castronuovo defiende un concepto difícil de captar para el foráneo: la antibiblioteca, el vasto cúmulo de libros que abarrota repisas y que probablemente no lleguemos a leer en el transcurso de una vida: “quien posee millares de libros ha leído a lo sumo un décimo, incluso si los ha hojeado distraídamente a todos. La biblioteca privada es, en efecto, un instrumento de investigación, por lo cual los libros acumulados valen más que aquellos leídos: es fácil convenir sobre el hecho de que una biblioteca sirve si contiene la masa de aquello que no sabemos, que es bien mayor de aquello que en cambio sabemos. Y dado que con el paso de los años aumentan los conocimientos, crece también el número de libros para leer, que se acumulan cada vez más sobre los estantes. […] Se deduce que la recurrente pregunta: ‘¿los leyó todos?’ no solo carece de fundamento, sino que además es tonta en su esencia.”

Advertisement

Hay, con todo, un efecto secundario benéfico de esta pasión insana. Es sabido que cuanto más cultive uno sus entusiasmos, menos condicionado por ciertos límites de la biología se verá. La cultura emancipa de algunas fatalidades de la naturaleza. La pasión por el conocimiento, por el deporte, por las ideas o por el arte rompe, por ejemplo, las barreras de la edad, de la geografía. Un tablero de ajedrez, una disciplina científica, la obra de un compositor, el talento de un creador, acercan lo que el azar del tiempo y el espacio ha puesto distante. Sin esas aficiones quedamos atados al terruño exiguo de un momento y un lugar, al capricho del corte generacional y lo que las modas (por lo general lamentables cuando se las mira en perspectiva) hayan hecho con eso -y si sólo somos eso- con nosotros. En el cultivo de esas aficiones que nos salvan de la más plana existencia, por dispares que sean o alejadas de la literatura que estén, siempre, en algún recodo del camino, nos esperará un libro.

Conforme a los criterios de
Continue Reading

LO MAS LEIDO

Tendencias

Copyright © 2024 - NDM Noticias del Momento - #Noticias #Chimentos #Politica #Fútbol #Economia #Sociedad