El exfutbolista inglés Wayne Rooney reveló el calvario que vivió por una adicción: “Bebía hasta desmayarme”
El exfutbolista inglés Wayne Rooney reveló el calvario que vivió por una adicción: “Bebía hasta desmayarme” (Foto: AFP).Ya retirado del fútbol, Rooney es entrenador del Birmingham City. (Foto: Reuters).
Wayne Rooney fue uno de los jugadores más destacados de Inglaterra en las últimas décadas. No solo construyó una carrera fantástica en el Manchester United, entre otros equipos, sino que durante años fue una pieza clave en la selección de su país. Ya retirado del fútbol, ahora es entrenador del Birmingham City.
Rooney, que con 38 años afronta su tercera experiencia como entrenador, dio una entrevista (en el podcast Seven, de la BBC, conducido porRob Burrow) en la que reveló el calvario que vivió a causa de una adicción al alcohol cuando recién comenzaba con su carrera como futbolista.
“Mi liberación fue el alcohol, bebía casi hasta desmayarme”
“Mi liberación fue el alcohol cuando tenía poco más de 20 años. Bebía casi hasta desmayarme”, aseguró Rooney, a corazón abierto. “No quería estar rodeado de gente porque a veces te sientes avergonzado. Sientes que has decepcionado a la gente y, al final, no sabía de qué otra manera lidiar con eso”, agregó.
“Cuando no recibes la ayuda y la orientación de los demás, puedes estar realmente en un lugar bajo, y yo estuve así durante algunos años. Afortunadamente, ahora no tengo miedo de ir y hablar con la gente sobre estos problemas”, cerró el exdelantero inglés.
Sentada en su pupitre del aula del primer piso del colegio CEMS 454, de Lomas de Zamora, Arcángela Sberna llegó temprano al turno nocturno. Está en las últimas semanas del año, quizás el más importante de los últimos treinta. Intenta estar tranquila, pero desborda de emoción y la felicidad se le dibuja en su cálido rostro. «Estoy por cumplir un sueño que tengo desde hace más de 60 años. Terminar la escuela secundaria no sólo era una necesidad personal, sino un desafío a vencer por todo lo que significa para una persona grande tomar la decisión», le confiesa a Clarín la coqueta mujer de 75 años.
Es la mayor de su división y la más grande del colegio, algo que al principio, desliza, la incomodaba. «Viste, la mirada del otro, el qué dirán, yo no tenía referencias de cómo era un aula en este siglo, ya que yo hice la primaria en la década del 50. Debo decir que en estos tres años, no pasé por ninguna situación incómoda, de falta de respeto o desagradable. A lo sumo me dicen la traga, la nerd o la chupamedias, porque soy la que siempre estudia y hace todos los deberes», sonríe Arcángela, que buena parte de su vida trabajó como peluquera, oficio que cada tanto despunta con su entorno.
Orgullosa, muestra su boletín Angie, como le dice todo el mundo: Matemática 10, Química 10, Economía 10, Práctica Impositiva 10, Inglés 10, Lengua y Literatura 9. «Tengo que mejorar en Informática, ando medio floja, me pusieron un 8», dice con la necesidad de dar una explicación. «Como verás, soy exigente y perfeccionista y está bien que lo sea, yo tengo tiempo y lo invierto en el estudio. Es tan importante aprender… En estos años la escuela me hizo alguien más útil y con más conocimiento».
Habla de sus profesores y del director Marcelo con mucha consideración y calidez. «Yo al principio me ponía muy nerviosa… Todo lo que estudiaba y me preparaba en casa, después, en las pruebas o en los orales me temblaba la voz, el cuerpo y no podía responder. Pero en estos tres años me ayudaron mucho y ahora les estoy preparando a cada uno, una carta manuscrita y personalizada, agradeciéndoles su calidez y don de gente. Los voy a extrañar mucho».
Se le pide que lea algún párrafo de alguna dedicatoria y, algo tímida, se larga y en voz alta y clara dice: «Me han demostrado -a los docentes- que nunca es tarde para aprender y que siempre hay lugar creer y soñar. Gracias por su paciencia, dedicación y por abrirme las puertas al conocimiento y al crecimiento. Este logro no sería posible sin el esfuerzo que ustedes han puesto en cada clase y en cada palabra de aliento».
Interrumpe la lectura y comenta seria: «¿Sabés qué dio el colegio? Conocimiento, soltura, iniciativa, es como que se me abrió la curiosidad a un montón de cosas del mundo de hoy, del que no tenía idea, ¿entendés? Fui muy feliz buscando datos e información, estudiando y preguntando cuando aparecían dudas. No me quedé quieta nunca y los profesores lo supieron desde el vamos».
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Comparte que a veces tiene sensaciones encontradas porque su entrega y entusiasmo se destiñen cuando los compara con el de sus compañeros. A veces se no sabe cómo hacer para estimular a otros alumnos, más jóvenes, que llegan a clase desde sus trabajos agotados y les cuesta concentrarse. Con mucho respeto, alguna vez se les acercó e intentó estimularlos con el mayor de los cariños. «Chicos, la vida es mejor cuando se sabe más, porque si sabemos más, nos engañan menos. No tengan dudas. Se los dice alguien que puede ser la abuela de ustedes».
A pocas semanas semanas de terminar el bachillerato, Angie tiene la adrenalina a flor de piel, «como si fuera una adolescente otra vez». En unos días, junto a otras compañeras se subirá a un micro que la dejará en Villa Carlos Paz. «El viaje de egresados será una realidad, qué afortunada soy y qué suerte tuve de poder decidir volver a estudiar, algo que, de no hacerlo, no me lo hubiera perdonado. Y encima esta frutilla del postre que será irme de farra con mis amigas de clase», describe.
El viernes 15 partirán hacia Villa Carlos Paz, donde se quedarán cinco días. «Hace seis meses que estoy pagando el viaje y bueno, ya me lo anticiparon, habrá noches de boliche. ¿Qué te puedo decir? Iré alguna noche y bailaré hasta donde me dé el cuerpo, pero quiero ser prudente. Hace más de 50 años que no voy a una de estas discos, ya ni me acuerdo cómo eran -carcajadas-. ¿Alcohol? Una copita de vino, ponele… Pero mantendré mi decoro -sonríe-, soy una mujer grande que tiene que cuidarse, además quiero estar bien para las excursiones. Me tiene ilusionada conocer Villa General Belgrano».
Se acercan Alejandra y Lorena, dos amigas de curso y con quienes compartirá la habitación del hotel. «Nos dijeron que nos van a poner juntas en un hospedaje más tranquilo, no quieren juntarnos con los más jóvenes que van de otros colegios y con otras intenciones típicas de la edad. ¿Si se me acerca algún señor? No, querido, no, yo ya estoy cerrada al amor, mejor que no se acerque», responde Angie. Mientras, Alejandra y Lorena la abrazan: «La vamos a cuidar pero habrá noche de boliche, ponele la firma. Y lo que pase en Córdoba… quedará en Córdoba», ironizan entre risas.
Separada hace varios años, Angie tiene tres hijos, Mariana, Cristian y Guillermo, que vive en España. «Desde el primer día de clases, en 2022, tengo el apoyo de ellos, que me llevan y me van a buscar de noche. Los hijos están muy contentos con la decisión que tomé. ¿Mi ex? No tengo idea si sabe o no, él prefirió no estudiar y se reía de mí, de mis sueños, de mis ganas de querer salir adelante».
Aparecen en la memoria de Angie sus padres José y Nazarena. «Papá era muy patriarcal, de otra época y se hacía lo que él decía y nadie chistaba. Para él la mujer tenía que estar en su casa, en la cocina, atendiendo a su marido y luego a sus hijos. No quería que yo hiciera la secundaria, algo que intenté hacerle modificar pero no hubo caso. En esa época, era impensado rebelarse… Y mi mamá, Nazarena, si bien me comprendía, apoyaba a mi papá siempre, nunca intentó contradecirlo».
Asegura que no le guardó rencor, al contrario. «Lo terminé entendiendo a papá, pero no compartía su parecer. Hoy, si lo tuviera al lado, le diría: ‘Viejo, viste que pude, viste que llegué, que pude’. Yo era una chica de avanzada, por eso aún hoy reniego de no haberme rebelado, ¿por qué no lo hice con más fuerza? -se pregunta en voz alta-. La físico química francesa Marie Curie decía que la mujer, perfectamente, puede ser esposa, ser madre y ser profesional. Ella sí que era de avanzada».
Dice que no quiere pararse en un púlpito y bajar línea, pero con humildad se atreve a decirles a mujeres de su edad, o más jóvenes: «Sepan que un día los hijos vuelan, el marido se va y vos desperdiciaste tu vida. Sólo les digo estudien lo que sea, pero que estudien. Yo no soy la misma que empezaba el colegio en 2022, hay una enorme diferencia entre aquella Angie vacilante y con miedo a no poder, y ésta que ves, que va para adelante y con toda la confianza y la felicidad».
Habla de futuro, piensa dedicarle el 2025 a estudiar inglés, «otra asignatura pendiente», y dice que «de alguna manera empieza otra etapa en mi vida, pero ésta de ahora es la mujer que quiero ser hasta el último minuto de mi vida». Cuenta que se cuida, que se siente bien de salud, que no se descuida ni se abandona y «cuando me toque, quiero que me agarre en movimiento. Quiero morirme de pie, haciendo cosas. Que la muerte me encuentre viva. Sólo le pido a Dios que me dé más vida… mi mamá llegó bien a los 97″.