SOCIEDAD
El ministro de Kicillof que prevé un «desquicio» que ya ocurrió y el dato clave del dengue en su provincia
En las últimas horas sorprendieron las declaraciones de Nicolás Kreplak, ministro de Salud de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. El sucesor de Daniel Gollán en el cargo dijo, entre otras cosas, que será “una temporada de mucha gravedad” y lo atribuyó al hecho de que el Gobierno nacional no haya hecho una campaña de erradicación del dengue en el norte del país durante el invierno, porque en esa zona endémica los casos continúan todo el año.
“Será desquiciante para la gente”, pronosticó Kreplak, sin ánimos de cautela. Claro que el dengue endémico no es algo nuevo en el país. Esta última temporada batió todos los récords, pero la política hoy reclamada al Gobierno libertario tampoco parece haber sido un éxito para el Gobierno kirchnerista, que antes de dejar el poder en diciembre pudo haber hecho lo que Kreplak reclama ahora para que el último saldo del dengue no hubiese llegado a 587.297 casos (contra 129.907 de la temporada anterior) y 419 muertes (contra 65) en todo el país.
La lógica indica que la próxima temporada, de presentarse las condiciones húmedas propicias para la proliferación del Aedes aegypti, no sólo es probable que los casos sigan en aumento, sino también los casos graves, dado que la base de gente susceptible de una segunda infección será mayor después de la última temporada récord.
A Kreplak le preocupa que el dengue no haya sido erradicado en el Norte. Se sabe que la autonomía de vuelo del mosquito que transmite el dengue no supera los pocos metros. Obviamente, los contagios vendrán producto de las migraciones internas. Pero el mosquito infectado que picará a la gente en el Conurbano será incubado en los cacharros locales, sobre los que el gobierno bonaerense debe preocuparse por erradicar antes de que las temperaturas más elevadas permitan que las larvas “dormidas” durante el invierno -a veces ya infectadas- se desarrollen y salgan a picar.
En la última temporada, en la provincia de Buenos Aires se contabilizaron 107.383 casos, todos o casi todos contagiados por mosquitos bonaerenses. De ese total, 101 enfermos murieron (9,4 por ciento). Es curiosa la diferencia de letalidad con Córdoba, que sumó 127.574 casos y 54 muertes (4,2 por ciento). La brecha se repite con Santa Fe, que tuvo 61.631 casos y 41 muertes (6,7 por ciento). En suma, o el subregistro de casos es muy alto en Buenos Aires, o la letalidad es efectivamente más grave.
Como se recordará, cuando el dengue estallaba en abril en el Conurbano, concentrado especialmente en algunos municipios claramente identificables, el ministro de Kicillof estrenaba su película sobre la pandemia, “Pandemia: gestionar lo desconocido”, para contar todo lo que había hecho esa administración contra el Covid cuando el foco epidemiológico que realmente quemaba ya era otro.
Prueba de fuego para Milei
La que viene será posiblemente una prueba de fuego en la lucha contra el dengue para el Gobierno libertario, que luego de las dilaciones del primer semestre del año, con argumentos poco convincentes, finalmente decidió comprar vacunas para inmunizar a poblaciones del norte del país, dosis que se sumarán a las que también compraron las provincias.
Además se observa que, sobre la marcha de la gestión, la utopía del mercado como moderador de las necesidades de la gente ha ido menguando, para pasar a una etapa en la que, muy sobre el pesar ideológico del presidente Javier Milei, a veces harán falta intervenciones activas del Gobierno nacional, sobre todo cuando se trata de un problema sanitario que no conoce fronteras.
De manera que no sólo la vacuna ha pasado finalmente a ser, en parte, potestad de la Nación con su -por ahora algo modesto- aporte, sino también, por ejemplo, con la posibilidad de lograr que el próximo verano se garantice algo tan básico como el repelente en las góndolas.
Tan evidente fue el déficit pasado que ahora el Ministerio de Salud utilizó el tema para comunicar, hace unos días, lo obvio: que se están reuniendo con los fabricantes de repelente para que el próximo verano, si los planetas por fin se alinean, no haya que estar preguntando si el problema es el faltante de la materia prima o las trabas a las importaciones -lo que a nadie le importa-, y el aerosol o la crema protectora pueda depositarse sobre la piel de los argentinos.
El Gobierno seguirá tratando de llevar todo el agua que pueda para su molino, como cuando para defenderse de las críticas de Kreplak, el ministro Mario Russo volvió sobre el argumento de la “responsabilidad primaria de las provincias”, aunque inmediatamente aseguró -en la red social X- que desde mayo están trabajando en una estrategia integral con las distintas regiones del país.
Esa última declaración puede abrir dos posibilidades: o la provincia de Kicillof no fue notificada en tiempo y forma del mencionado plan de acción, o una vez más las eventuales mezquindades de la política partidaria se han propuesto contaminar las mieles del bien común.
SOCIEDAD
Mark Zuckerberg anunció 3.600 despidos en Meta alegando bajo rendimiento. Los programadores aseguran que lo ha hecho por otra razón
Hay una notable diferencia entre ser despedido por recortes de personal y salir de la empresa bajo la etiqueta de tener bajo rendimiento. Tras anunciar Mark Zuckerberg que se desharía del 5% de la plantilla por esa razón, alrededor de 3.600 puestos, los programadores despedidos aseguran que Meta se ha convertido en «la compañía de tecnología más cruel» de Silicon Valley.
Asomándose a redes sociales y medios como Fortune para dar su versión de la historia, los programadores despedidos por Zuckerberg aseguran que no estaban al corriente de haber trabajado por debajo de las expectativas de la compañía: «La parte más dura es tener a Meta anunciando que están despidiendo a trabajadores con bajo rendimiento, así que ahora es como si tuviésemos la letra escarlata en la espalda. La gente necesita saber que no estábamos rindiendo por debajo de lo esperado».
Mark Zuckerberg según sus antiguos programadores
La sensación general que comparten los comentarios parece limitarse a una estrategia de Meta para deshacerse de la dinámica de trabajo que se había apoderado de este tipo de empresas tecnológicas desde los últimos años: «Los ejecutivos estaban aterrorizados por el poder que tenían los trabajadores en ese momento y vieron que las ofertas y los salarios de esa época eran insostenibles. La mejor manera de detener eso es volver a meter miedo a los trabajadores».
Quienes trabajaban como programadores a las órdenes de Mark Zuckerberg y ahora se ven en la calle apuntan que buena parte de los despidos están relacionados con permisos y bajas por temas de salud o paternidad. Aunque es difícil saber hasta qué punto ellos o la compañía tienen la razón, algunos apuntan que estaban lejos de ser trabajadores que no estaban rindiendo lo suficiente: «Superé las expectativas constantemente durante varios años, pero tuve un bebé en 2024 y fui despedido».
El propio Zuckerberg reconoció abiertamente que la intención de Meta de cara a 2025 pasaba por deshacerse de buena parte de sus programadores para aprovechar las bondades de la IA con la intención de que sea la herramienta la que se encargue de escribir código. Los comentarios de los trabajadores hacen que ese giro resulte cada vez más evidente: «Parece que está más relacionado con el dinero que con el rendimiento. Ten cuidado si te unes a esta compañía. A Zuck no le preocupan sus empleados, sólo la compañía».
El freno a las políticas de teletrabajo y opciones híbridas, sumado a los cambios dentro de la cultura de empresa abandonando las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión, se ha convertido en la excusa perfecta para recortar puestos según estos antiguos empleados de la compañía: «Meta es ahora la compañía de tecnología más cruel que puedes encontrar», apuntando que su único objetivo ahora parece ser contratar a gente joven sin familia detrás «que no tengan nada en lo que enfocarse más allá de hacer dinero».
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