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El nivel de colesterol de las personas en cama aumenta o disminuye según la edad del paciente

Se trata de una nueva investigación de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular, pionero en este campo de estudio

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Paciente en un hospital (Shutterstock)
Paciente en un hospital (Shutterstock)

El colesterol es esa sustancia parecida a la grasa que, si se encuentra en exceso, puede acumularse en las paredes de las arterias e impedir la correcta circulación de la sangre. Así, una de las principales causas del exceso de colesterol es la inactividad física. Sin embargo, ¿actúa el sedentarismo y el colesterol de la misma manera independientemente de la edad que se tenga

Un nuevo estudio de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular ha examinados los ésteres de colesterol (moléculas de colesterol unidas a ácidos grasos que lo almacenan y transportan por todo el cuerpo) para concluir que los períodos de inactividad prolongada pueden afectar de manera diferente según su edad. La investigación ha sido dirigida por el doctor Trevor Romsdahl, científico investigador de la Rama Médica de la Universidad de Texas en Galveston (Estados Unidos).

A medida que las personas envejecen, aumenta el riesgo de ser hospitalizadas o postradas en cama. Estos largos períodos de inactividad conllevan una serie de efectos negativos para la salud, como la reducción de la función de la insulina y la pérdida de masa muscular, masa ósea y fuerza. Los científicos están trabajando para comprender mejor la biología involucrada en estos cambios para poder desarrollar terapias que reduzcan las consecuencias negativas de la inactividad física.

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Según Romsdahl, en este trabajo se midieron los ésteres de colesterol del plasma sanguíneo recolectados durante estudios de reposo en cama centrados en adultos de mediana edad y mayores. “Hasta donde sabemos, ningún estudio ha medido las especies moleculares específicas de ésteres de colesterilo durante un estudio de reposo en cama. La mayoría del resto de trabajos se han centrado en medir las concentraciones de colesterol de lipoproteínas de baja y alta densidad”.

“Hay muy poca información sobre la importancia biológica de los ésteres de colesterilo con diferentes ácidos grasos, que difieren en términos de longitud de cadena y grados de insaturación”, dijo Romsdahl. “Además, gran parte de las investigaciones que examinan los cambios en el colesterol y el reposo en cama se han realizado en adultos más jóvenes”.

Para el nuevo estudio, el equipo de Romsdahl se asoció con Emily J. Arentson-Lantz, profesora asistente de la Rama Médica de la Universidad de Texas, para analizar muestras de plasma que adquirió en estudios de reposo en cama centrados en adultos de mediana edad y mayores. Para medir especies moleculares específicas de ésteres de colesterilo, el equipo desarrolló un método de análisis sensible basado en cromatografía líquida y espectrometría de masas en tándem. Implicaba el uso de una columna de cromatografía líquida C30 altamente hidrófoba para separar diferentes especies de ésteres de colesterilo en función del ácido graso que contenían.

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El análisis mostró que durante el reposo en cama varios ésteres de colesterol tendían a aumentar en los sujetos de mediana edad pero a disminuir en los adultos mayores. Sin embargo, los investigadores observaron cambios similares en adultos de mediana edad y mayores cuando se compararon los niveles posteriores a la recuperación con los niveles previos al reposo en cama.

“Se necesita más investigación para comprender mejor la importancia biológica de estos resultados y qué efecto pueden tener en la salud”, afirma Romsdahl. “Sin embargo, es posible que alterar o complementar las comidas con ciertos ácidos grasos en comparación con otros pueda cambiar sutilmente las especies de ésteres de colesterol a un perfil más saludable”.

* Información elaborada por Europa Press

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Los inesperados efectos del Covid en el intestino: cuáles son los síntomas y qué hacer

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La comida solía ser una fuente diaria de alegría para Sarah Carter de San Mateo, California. Se definía como amante del mundo vegetal y le encantaba ir a los mercados de agricultores, cuidar su huerto, cocinar platos elaborados y explorar los restaurantes de la Zona de la Bahía de San Francisco. Eso cambió en octubre de 2023, cuando Carter, de 36 años, tuvo COVID-19 por primera vez.

Su principal síntoma, la diarrea, se volvió tan agudo que tuvo que pedir una ambulancia para que la llevara a una guardia. Su presión arterial y su frecuencia cardiaca se habían disparado debido a una deshidratación grave y necesitó líquidos intravenosos para contrarrestarla. La enviaron a casa y tuvo que soportar tres días más de diarrea antes de volver a sentirse bien.

Pero en abril de 2024 sintió como si “hubiera heredado un nuevo sistema gastrointestinal de la noche a la mañana”. Casi todo lo que comía, incluso alimentos insulsos como el puré de manzana y las tostadas, le provocaba diarrea. También sufría hinchazón y dolores tan intensos que a veces tenía la sensación de que le corría ácido por el intestino.

En mayo, un gastroenterólogo le diagnosticó síndrome de intestino irritable postinfeccioso. Se trata de un trastorno común que provoca síntomas de SII – dolor abdominal junto con diarrea, estreñimiento o ambos – tras una intoxicación alimentaria u otras enfermedades gastrointestinales. Su médico le dijo que lo más probable era que la causa fuera la infección por coronavirus de seis meses antes.

Los gastroenterólogos sostienen que, desde el inicio de la pandemia en 2020, han observado un aumento del síndrome de intestino irritable y otras afecciones intestinales dolorosas y a menudo desconcertantes como la de Carter, y que muchas parecen haber sido causadas por infecciones anteriores por coronavirus. No disponemos de buenas estimaciones sobre el porcentaje de personas con Covid-19 que padecen síntomas gastrointestinales persistentes, pero algunos estudios limitados y pequeños indicarían que esa proporción podría estar entre el 16% y el 40%.

Hay diversas posibilidades para tratar los síntomas, pero lo primero es consultar a un especialista.

¿Qué problemas intestinales puede causar el Covid?

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Síntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos y diarrea son frecuentes durante las fases iniciales de una infección por coronavirus, según el Dr. William D. Chey, gastroenterólogo de Michigan Medicine. Pero en algunas personas, estos y otros síntomas, como reflujo, estreñimiento, dolor e hinchazón, pueden persistir durante meses o incluso años.

Como en el caso de Carter, algunos síntomas intestinales también pueden desaparecer y reaparecer meses después, según Chey. Y las personas que tenían problemas intestinales crónicos antes de contagiarse Covid-19 pueden notar que los problemas han empeorado.

Para algunas personas, los síntomas gastrointestinales son el único motivo de queja después de tener Covid-19. Pero para otras, pueden ser parte de una serie de síntomas del Covid largo, como la fatiga y la niebla cerebral, dijo la Dra. Louise King, médica de la Clínica de Recuperación del Covid de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte.

Las investigaciones indican que, si una persona ha tenido síntomas gastrointestinales durante una infección por Covid, corre mayor riesgo de sufrir problemas intestinales meses después. Y los problemas intestinales crónicos después del Covid parecen afectar más a las mujeres que a los hombres.

Más allá del dolor y la incomodidad de estos síntomas, su imprevisibilidad puede hacer que las personas duden en salir a comer afuera o incluso en salir de casa, lo que lleva al aislamiento, dijo King.

Imagen de microscopio electrónico del SARS-CoV-2, causante del Covid-19, emergiendo de la superficie de las células. Foto: EFEImagen de microscopio electrónico del SARS-CoV-2, causante del Covid-19, emergiendo de la superficie de las células. Foto: EFE

¿Cómo puede el Covid provocar estos problemas?

El coronavirus infecta las células del organismo al adherirse a determinadas proteínas de su superficie. Esas proteínas están presentes en las células de muchos tejidos, incluidos los de los pulmones, el corazón, el cerebro y el tracto gastrointestinal, por lo que no es de sorprender que el virus cause síntomas digestivos, dijo Chey.

Los médicos también saben desde hace tiempo que otras infecciones gastrointestinales, como las causadas por norovirus, giardia y salmonela, pueden provocar SII, así como dispepsia funcional, un tipo de indigestión crónica que causa frecuentes sensaciones de plenitud y dolor o ardor de estómago. Según el Dr. B. Joseph Elmunzer, gastroenterólogo de la Universidad Médica de Carolina del Sur, es lógico que el Covid pueda causar los mismos problemas.

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Una teoría sobre cómo el Covid podría causar estos síntomas es que puede aumentar la inflamación en el tracto gastrointestinal. Según King, el Covid también puede alterar el microbioma intestinal, reduciendo la cantidad de microbios “buenos” que controlan la inflamación y aumentando la cantidad de microbios “malos” que la provocan.

Con el tiempo, la inflamación puede dañar el revestimiento del intestino, haciéndolo más permeable, dijo Chey. Esa permeabilidad puede permitir que moléculas de alimentos salgan del intestino, haciendo que las células inmunitarias generen una respuesta alérgica a ellos.

Según el Braden Kuo, neurogastroenterólogo del Hospital General de Massachusetts, la inflamación inducida por Covid también puede dañar los nervios que controlan las contracciones y las señales de dolor en el intestino. Esto puede hacer que los nervios envíen señales de dolor al cerebro incluso cuando la digestión funciona con normalidad.

La ansiedad y la depresión también suelen empeorar los síntomas intestinales. En un estudio publicado en mayo, Elmunzer y sus colegas encuestaron a personas hospitalizadas por Covid-19 a principios de la pandemia. En comparación con los que no sufrieron trastorno de estrés postraumático relacionado con su enfermedad, los que sí lo padecieron eran más propensos a desarrollar una afección como SII o dispepsia funcional entre 12 y 18 meses después de su hospitalización.

¿Qué tratamientos existen?

Los médicos no saben cuánto tiempo pueden durar los síntomas intestinales relacionados con el Covid. Pero en el caso de las personas que padecen SII tras otro tipo de infecciones gastrointestinales, Chey sostiene que aproximadamente dos tercios se recuperan en un plazo de tres a cinco años. Según la experiencia de King con sus pacientes de Covid largo, la mayoría se siente significativamente mejor al año de la infección.

Si sus síntomas afectan su vida diaria, dijo Chey, vale la pena que consulte a un médico clínico. Si eso no ayuda, conviene pensar en una consulta a un gastroenterólogo. Es especialmente importante que vea a un médico si tiene sangre en las heces o pérdida de peso involuntaria o si tiene antecedentes familiares de cáncer colorrectal, celiaquía o enfermedad inflamatoria intestinal, para poder descartar éstas y otras afecciones.

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Según Chey, hay muchas formas de tratar el SII. Seguir una dieta baja en carbohidratos fermentables, idealmente con la guía de un nutricionista, suele ayudar; también se puede probar una dieta de estilo mediterráneo. Un psicólogo especializado en salud intestinal puede ayudarlo a aprender técnicas para controlar los síntomas.

Hay medicamentos y suplementos de venta libre que pueden tratar los síntomas, según Chey. Entre ellos están la loperamida para la diarrea, el polietilenglicol o un suplemento de óxido de magnesio para el estreñimiento y el aceite de menta con revestimiento entérico para la hinchazón y el dolor abdominal. También existen medicamentos recetados para el SII que pueden tratar la diarrea (rifaximina, eluxadolina) y el estreñimiento (linaclotida, plecanatida, tenapanor).

Para Carter han sido ocho largos meses, pero con la ayuda de un gastroenterólogo, un nutricionista y un psicólogo, está mejorando poco a poco. Todavía no puede comer muchas de sus verduras favoritas, pero lentamente va ampliando su lista de alimentos seguros. Es como “aprender a comer de nuevo”, dijo.

Está decidida a mantener una relación positiva con la comida y su cuerpo, aunque a veces sintiera que éste la traicionaba. “Puedo odiar el SII”, se dice. Y “puedo odiar al Covid, pero no puedo odiar mi cuerpo”.

Traducción: Elisa Carnelli

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