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Escapadas: el increíble atractivo del hotel de lujo que va desapareciendo poco a poco en una legendaria laguna

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Para los amantes de las escapadas hay un destino que sale de lo común y no suele estar “en el radar” de los turistas de fin de semana. Se trata del increíble atractivo que presenta un hotel de lujo con mucha historia que va desapareciendo poco a poco en las aguas de una legendaria laguna.

Se trata del Hotel Balneario Melincué, que fue inaugurado en una isla de la localidad homónima en 1938 por dos empresarios que quisieron aprovechar el auge de los baños termales en las aguas de la laguna santafesina, que tiene propiedades curativas.

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Un dato importante es que Melincué, ubicada en el sur santafesino, se encuentra a 337 kilómetros del Obelisco, razón por la cual se constituye en un destino ideal para aquellos que quieren salir del ruido y el estrés de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en busca de lindos paisajes, momentos de sosiego y un recorrido lleno de historia.

La ruta ideal es por Autopista Panamericana, ruta nacional 8 hasta Hughes y allí se debe tomar la ruta provincial 98 que lleva hasta Melincué. En la localidad hay hoteles de distintas categorías, restoranes y múltiples actividades para complementar la visita al hotel.

Pensado para seducir a turistas de gran poder adquisitivo, el hotel brindaba comodidades exclusivas, como un lujoso comedor con orquesta, playa con casillas de madera, estación de servicio, usina propia, muebles de orígen italiano, bowling y un emblemático piano de cola. Un flamenco embalsamado era uno de las curiosidades que ofrecía el lugar.

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La primera inundación que afectó al hotel de lujo en Melincué

Tres años después de su pomposa inauguración llegó la primera contingencia: una seria inundación obligó a cerrar las puertas del hotel por más de un cuarto de siglo. Recién en 1967 se produjo la reapertura y vinieron los años de mayor apogeo, que tampoco duraron mucho.

Ocho años después, en 1975, un nuevo embate de las aguas resultó el golpe letal para el hotel de 34 habitaciones con todo el confort, que atraía incluso a turistas extranjeros. Ese coloso de cemento quedó sepultado bajo las aguas para tristeza de los lugareños y de sus habituales huéspedes.

Recién en los primeros años de este siglo las aguas comenzaron a bajar, permitiendo descubrir la estructura arrumbada del hotel. Se ven escombros, piedras, restos de mampostería, ladrillos desperdigados, pedazos de historia en carne viva…

Una postal de lo que es hoy el lugar donde supo erigirse un gran hotel de lujo en una isla de la laguna de Melincué. Hasta el cartel que alerta por peligro de derrumbe se cayó. (Foto: paralaaventura.com.ar)

Ahora, en lugar de huéspedes, las ruinas del hotel reciben a miles de curiosos que llegan para conocer su historia. Los guías explican cómo fue que ese lujoso emprendimiento se convirtió en la imagen desoladora que tienen ante sus ojos.

Esther Taconi, que era conserje del Club Náutico, concesionario del balneario, estuvo a cargo de la cocina del hotel hasta que el agua dijo basta. “Esa noche cayeron 320 milímetros y se inundó todo. Teníamos muchos huéspedes y hubo que desalojar de emergencia. Con mi marido juntamos lo que pudimos y nos fuimos para siempre”, recuerda con imperecedera amargura.

“El hotel tenía un hermoso comedor y en la planta baja había capacidad para 400 personas. En el primer y segundo pisos había 17 habitaciones en cada uno. Siempre estaba completo. Venía gente de todo el país a hospedarse”, asegura la mujer.

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Los shows musicales, con orquesta en vivo, llevaron al hotel a figuras de la talla de Rosanna Falasca y Raúl Lavié, por ejemplo. También tuvo a Mirtha Legrand entre sus famosos huéspedes. “Era común que fueran artistas y gente famosa. Tuve la suerte de conocer a muchas personalidades”, afirma Esther, artífice del plato estrella de los domingos al mediodía: ravioles con pollo.

Hace 7 años, las inclemencias meteorológicas volvieron a golpear al hotel. El 17 de junio de 2017, los fuertes vientos hicieron que sucumbiera una de sus grandes paredes, originando un derrumbe que puso en peligro a los turistas y pescadores que se encontraban en las inmediaciones.

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El ángel de Jose: la tragedia en la ruta 226 que enluta a Balcarce y Tandil

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A «Jose» la esperaban su papá, su mamá, sus tres hermanas, sus dos sobrinitos, sus amigos. Tenía que viajar poco más de 100 kilómetros, de Tandil a Balcarce, en su Peugeot 207. Era casi las cuatro de la tarde del viernes y el calor era sofocante. Los chicos estaban en la pileta cuando un mensaje alarmó a la familia.

«SOS por choque detectado. Josefina Tambascio llamó a servicios de emergencia cerca de esta ubicación aproximada después de que el iPhone detectó un choque. Recibiste este mensaje porque Josefina te agregó como contacto de emergencia«, decía el alerta, donde también figuraba la ubicación en el mapa.

Lo cierto es que «Jose» no había llamado a nadie. «Papá, esta es la ubicación, andá a buscarla«, le dijo Luisa, una de sus cuatro «Marías», a Miguel Ángel Tambascio (67), quien manejó hasta el lugar, a 15 kilómetros de Balcarce, pensando que iría a ayudarle a cambiar una cubierta.

Cuando llegó, había bomberos y policías. La escena era terrorífica. El 207 había chocado de frente con una camioneta Renault Alaskan en el kilómetro 74 de la ruta nacional 226, a metros del acceso a la estación experimental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Había pedazos de carrocería por todos lados.

Los dos vehículos, tras el brutal impacto.

Adentro del auto ya no había vida. Su hija había muerto en el acto. A unos metros, sobre el asfalto, estaba la foto de su sobrinita de 3 años.

Del choque también participó un camión al que el 207 le dio en la parte lateral. Las pericias determinarán cómo fue la trágica secuencia.

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El mensaje de texto que alertó sobre el choque de Josefina Tambascio.El mensaje de texto que alertó sobre el choque de Josefina Tambascio.

En la camioneta iban dos hombres de Tandil que habían ido hasta un campo de Balcarce, por un trabajo agrícola. Sufrieron golpes y los atendieron en el hospital local. Ya recibieron el alta.

Las cuatro hermanas Tambascio arrancan con el nombre María: Julia (39), Josefina (37), Luisa (34) e Inés (24). Todas enfermas de Boca como papá Miguel, dueño de Agro Tambascio, una empresa familiar de venta y reparación de maquinarias agrícolas en Balcarce. Era un ritual ver un partido juntos con la azul y oro.

Las cuatro hermanas Tambascio, con su papá Miguel Ángel tras un triunfo superclásico.Las cuatro hermanas Tambascio, con su papá Miguel Ángel tras un triunfo superclásico.

«Luchita» le había regalado dos sobrinos: un nene de 7 años y su ahijada de 3, la de la foto en la ruta. Los chicos le habían puesto «Teté», el nuevo apodo que llevaba con orgullo.

Las dos hermanas habían estudiado juntas en la Universidad del Centro, en Tandil. Se recibieron de lo mismo: licenciadas en Administración.

La foto que llevaba siempre consigo Josefina Tambascio, de su sobrinita y ahijada.La foto que llevaba siempre consigo Josefina Tambascio, de su sobrinita y ahijada.

«Jose» era especialista en marketing y comunicación. Durante 13 años fue gerente de mercado en el Grupo Siempre Farmacias, en Tandil. Su padre le había comprado un departamento en esa ciudad serrana.

Todos los viernes que podía viajaba a Balcarce para visitar a su familia y «al millón de amigos». Ahora se había lanzado con un proyecto propio, la agencia Idear Marketing & Tech.

Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.

Este domingo la despidieron en el cementerio Parque de la Sierra. Su deseo se convirtió en realidad: hubo música de cumbia. «Muchos señores adultos mayores nos miraban raro, pero ella dijo que si algún día se moría, quería que sonaran Los Totora«, le cuenta Luisa a Clarín.

«Música, llenás mi alma«, era uno de sus tatuajes. También llevaba en la piel, en común con las otras tres Marías, un dibujo de «Ine» con un gorro de Boca, unos auriculares en una muñeca y la frase «Carpe Diem» («Aprovechá el día«) en un pie.

El tatuaje de Boca.El tatuaje de Boca.

Su familia se esfuerza para no llorar al contar quién era era: «Una persona muy espiritual que amaba su profesión, que brillaba siempre».

Luisa, o «Luchita», dice que en estas horas de dolor llegó a una conclusión: «Ella era un ángel en una persona. Vivía preocupada por toda la familia, tan generosa, tan buena. Tenía una sonrisa que no era perfecta de odontóloga, pero te iluminaba, daba mucha luz. Era súper ordenada, entrabas al departamento y estaba todo impecable».

Las cuatro "Marías" Tambascio eran inseparables.Las cuatro «Marías» Tambascio eran inseparables.

«Aceptame como sos, soy un persona sensible«, solía justificarse ella, ya que era de lágrima fácil.

Su hermana agrega que hasta le hizo conocer a quien terminaría siendo su marido, hace 17 años.

Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.

«Jose» amaba viajar, tomarse «una birra» con sus hermanas y soñaba con conocer Jamaica. Estaba muy conectada con la naturaleza. Tenía su balcón repleto de plantas. Ahora su familia planea buscarlas para ponerlas en un terreno que ella tenía en Balcarce, adonde algún día construiría su casa.

«Luchita» recibió algunas «señales» tras lo que pasó. Cuando les contó a sus hijos lo que había pasado con «Teté», miró hacia el costado y volaba un colibrí. También miró para abajo y había una mariposa.

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Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.Josefina Tambascio (37) murió al chocar su auto contra una camioneta en la ruta 226, cerca de Balcarce.

Para la última Navidad, habían logrado juntar a toda la familia, entre ellos a sus papás, que están divorciados, después de más de dos décadas. La alegría era tanta que repetía que era lo mejor que le había pasado en la vida.

Luisa, con esfuerzo, concluye. «Me da paz el saber que era un ángel, un ángel que cumplió todo lo que tenía que cumplir». El llanto sigue ahí, aunque no se escuche. Y vuelven a aparecer la mariposa y el colibrí.

La mariposa y el colibrí, las "señales" de Josefina Tambascio.La mariposa y el colibrí, las «señales» de Josefina Tambascio.
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