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«Fuimos valientes y estamos acá para contar la historia

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Les pasan las chicas de catorce, quince, dieciséis años por al lado y las esquivan como postes. Las jóvenes estudiantes no se imaginan quiénes son estas mujeres mayores y guapas que un día regresaron a las instalaciones del Colegio Nacional Buenos Aires. «Madre mía, que pantaloncitos tan cortitos que usan». «Y esa otra, ¿la viste? se le ve el ombligo». «¿Así vienen al colegio?». Las señoras susurran, no sin algo de asombro, mientras ingresan por la puerta de la calle Bolívar.

En el ajetreado ingreso al colegio, una chica se detiene y las mira atentamente. No le resultan indiferentes esas damas de otra generación y pregunta quiénes son. «Ellas formaron parte de la primera camada de mujeres que estudiaron en este colegio«. Observadora y curiosa, repregunta Chiara (16), que así se presenta: «¿Fueron alumnas de este colegio? ¿Hace mucho?». Cuando se le brinda un poco más de información, la chica abre los ojos azorada. «¿Entraron en 1959? ¡Qué flash!».

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Chiara sigue su ruta y las decanas, sin advertir el dialoguito, ya atravesaron la puerta del bello edificio de la calle Bolívar al 200 y suben hasta el segundo piso. Caminan por el amplio pasillo y detienen su marcha para contemplar algún detalle de la época de cuando eran alumnas. «Pensar que nosotras veníamos en tranvía, qué increíble», se tientan. Denotan alegría por volver al colegio que les abrió las puertas a las mujeres, por primera vez, en el año 1959. El Consejo Superior de la UBA ya había aprobado, en 1956, la inclusión de profesoras en el cuerpo docente.

Fue el reconocido médico pediatra y por entonces vicerrector de la UBA, Florencio Escardó, quien logró convertir el régimen masculino del colegio en un sistema mixto, no sin ser resistido y eje de un sinfín de controversias. El primer año eran tan sólo 25 las chicas que se sumaron a los 1.316 varones repartidos en dos turnos.

En en el Salón de las Banderas, cuatro de las primeras estudiantes del Buenos Aires expresaron sus sentimientos de volver al colegio. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

María Cristina Richaud, Shila Petroni, Elisa Radovanovic y Graciela Delle Done acarician las paredes, se asoman por las ventanas y por un instante viajan a la época en la que vestían jumpers y sacos. El «te acordás» empieza a repetirse una vez tras otra. Ellas estuvieron en noviembre último cuando cumplieron 60 años de egresadas, y el pasado 14 de marzo, aprovechando la semana de la mujer, la rectora Valeria Bergman cumplió con el homenaje prometido por ser estudiantes pioneras en este edificio.

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«Es como una ola que nos lleva al pasado, un pasado en el que fue maravilloso pasar por aquí», ilustra la escritora Shila Petroni. «Creo que recién ahora caemos en la cuenta de que fuimos las estudiantes precursoras de este lugar sagrado. Yo entré al Buenos Aires con 12 años… ¿cómo me iba a dar cuenta de la magnitud de lo que significaba?«, expresa Graciela Delle Done, arquitecta. «Yo me siento como la momia Nefertiti -ríen todas-, que me muestran como si fuera un objeto de reconocimiento», dice con sarcasmo la investigadora e historiadora Elisa Radovanovic. Las cuatro son Sub-80.

Las primeras estudiantes mujeres del Buenos Aires junto con la actual rectora del colegio (en el medio), Valeria Bergman. Foto: Guillermo Rodríguez AdamiLas primeras estudiantes mujeres del Buenos Aires junto con la actual rectora del colegio (en el medio), Valeria Bergman. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

La psicóloga María Cristina Richaud frecuentó el colegio, porque hijos y nietos siguieron la tradición y si bien retornó innumerables veces «esta vez se produce un impacto estar acá, caminar entre los estudiantes, qué se yo, te aparecen miles de diapositivas, las imágenes de nuestra época». Cristina, al pasar, comenta que en el Buenos Aires conoció a Pablo Minzi, su actual marido y padre de sus hijos: «No íbamos a la misma división, pero empezamos a coquetear antes de terminar el secundario».

Sentadas en una amplia mesa, sonríen para la foto y le agradecen por el tributo a Bergman, presente en el Salón de las Banderas, donde se realiza el encuentro con Clarín. «Nos tratan como si fuéramos referentes del feminismo, o ilustres matriarcas», deslizan por cómo las reciben y por cierto trato preferencial que les hace el colegio . «Y nos pone muy contentas que así como nosotras iniciamos una etapa mixta aquí, hoy haya una mujer a cargo de la máxima autoridad». Levanta el pulgar Bergman, que es la segunda rectora (la primera fue Virginia González Gass) y transita su segundo mandato.

"Recién ahora tomamos dimensión de quiénes fuimos para este colegio", coinciden María Cristina Richaud, Shila Petroni, Graciela Delle Done y Elisa Radovanovic. Foto: Guillermo Rodríguez Adami«Recién ahora tomamos dimensión de quiénes fuimos para este colegio», coinciden María Cristina Richaud, Shila Petroni, Graciela Delle Done y Elisa Radovanovic. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Entre cafés y masitas, la charla con las muchachas, como es de imaginar, es algo desordenada, producto de la mezcla de la emoción, la excitación y los inevitables recuerdos. Shila y Graciela eran compañeras del turno mañana, mientras que Cristina y Elisa de la tarde. Remarcan que fueron buenas compañeras, pero que no hicieron amistad.

«¿Se acuerdan lo que fue el examen de ingreso en diciembre de 1958? Fue bravo, escrito y oral, yo tuve un rapto de lucidez y saqué una buena nota, me había preparado para la ocasión», hace saber Shila. «Yo quería entrar como sea, era prestigioso pertenecer al Buenos Aires, no porque supiera demasiado sobre el colegio, pero era un mandato que salía de los padres», aporta Cristina. «Era el primer examen de la vida, el gran desafío, en el fondo era una manera de despedirse de una etapa de la niñez para entrar en otra etapa», reflexiona Elisa, que dice que entró con muy poco puntaje.

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«Yo me acuerdo -destaca Graciela- cuando en la escalinata de abajo estaba repleta de padres y chicos esperando los resultados del examen. Los nervios que teníamos… Y un celador en la puerta de ingreso iba nombrando a los que habían aprobado. Unos festejaban a lo loco y otros se iban llorando desconsolados… Cuando escuché mi nombre no lo podía creer», dice Elisa. «Era como un enorme logro, te daba importancia, era como una pertenencia, viste», agrega Shila. «También era un mandato de nuestros padres, que sabían de la importancia de este colegio y de alguna manera nos presionaban. Yo lo sufrí ese examen, tenía 11 años cuando lo hice, era una nenita», sostiene Graciela.

Argumentan que tuvieron «coraje y determinación para entrar a un colegio que era exclusivamente para varones y que no estaba diseñado para recibir mujeres. Con el paso del tiempo nos fuimos sintiendo más cómodas, pero el baño, por ejemplo, tenía una pared de durlock que separaba a los chicos de las chicas, no era lo más adecuado, pero era lo que había», apunta Cristina. «Pero quiero dejar en claro que nunca nos sentimos rechazadas, ni tampoco sufrimos alguna falta de respeto de alumnos varones», enfatiza Shila. «Yo en un momento me quería ir, porque era tal la disciplina y el rigor de celadores y profesores, que a veces vi situaciones feas», revela Elisa.

Los periódicos de la época daban cuenta del egreso de la primera camada de alumnas del Nacional Buenos Aires.Los periódicos de la época daban cuenta del egreso de la primera camada de alumnas del Nacional Buenos Aires.

Bergman, la rectora, mete un bocadillo. «Las chicas entraron por sus condiciones, porque como siempre sucedió, en el Buenos Aires entran los mejores alumnos, con los mejores promedios; es meritocrático, ingresan los que más saben, no los que más tienen». Las mujeres asienten. «Claro, teníamos la tranquilidad de que estábamos aquí por nuestro rendimiento en el examen, nadie nos había regalado nada, ni tampoco acomodado», remarcan Shila y Cristina.

Shila, que no egresó en el Buenos Aires porque le quedaron pendientes Física y Química -siendo hija de una doctora en química-, subraya las herramientas que le dio el colegio para rumbear hacía la literatura, que parecía ser su vocación. «Quiero destacar lo importante para mí que fue Enrique Pezzoni, profesor de Literatura, a quien tuve en cuarto año, una persona encantadora, sumamente pedagógica, que le daba confianza a sus alumnos y a mi me permitió volar, creer que podía».

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En 2009, cuando cumplieron 50 años de egresadas, se publicó el libro "Las primeras chicas en el Buenos Aires. 1959-2009", de Juvenilia Ediciones.En 2009, cuando cumplieron 50 años de egresadas, se publicó el libro «Las primeras chicas en el Buenos Aires. 1959-2009», de Juvenilia Ediciones.

Graciela valoriza «la cuestión terapéutica» que tenía Alberto Salas, profesor de Historia. «Una docente exigente, pero humano, que decía las cosas como son. Tenía como un don increíble que era manejar los problemas que teníamos los alumnos. Me insistió mucho para que no aflojara y para salir adelante, porque yo le había hecho saber que tenía problemas familiares. Se hizo querer».

Elisa y Cristina sonríen de antemano y ambas pronuncian Ronchi March. «¿Te acordás del profe de Latín?», le pregunta Cristina. «Sí, claro, Carlos Ronchi March. Era una maravilla, un gran maestro, que quedará en nuestros recuerdos hasta el final. Ojo, también le teníamos pánico, sobre todo cuando agarraba la lista de los alumnos y tomaba examen oral. Temblábamos», describe Elisa. «Además de latín, era uno de los más importantes especialistas en griego de la Argentina -agrega Cristina-. Nos hablaba de ‘La guerra de los mundos’, de Orson Welles, o de ‘El día de los trífidos’, de John Wyndham. Tenía mucha presencia, un poco terrorífica, no te lo vamos a negar».

Shila acota la presencia imponente de José María Monner Sanz, el padre del abogado Ricardo Monner Sanz. «Siempre con su moño perfecto y un vozarrón intimidante que decía ‘usted’. Me acuerdo que no quería bajo ningún concepto que en nuestro pupitre hubiera lapiceras, libros, hojas, nada. Todo debía estar debajo, pero las manos a la vista. Cuando él daba la orden, ahí sí teníamos que abrir nuestro pupitre, sacar la hoja, la lapicera y guay que se te cayera algo al piso. Te echaba del aula. Era de terror, una figura tirana, que algunas terminaron amando».

Por momentos la charla es un hermoso caos de anécdotas y recuerdos. Ellas son las protagonistas y Clarín es privilegiado espectador. Que las clases de gimnasia «para chicas», que el comienzo del «coro mixto», que los «imperdibles asaltos cada fin de semana de Martín Barry en su casa de Acassuso» o, como contrapartida, las fiestas sólo aptas para muchachas «en casa de Marcia Moretto en Vicente López». Fluye entre ellas, como si no se hubieran dejado de ver durante décadas. Bergman, la rectora, disfruta del culebrón.

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Se matan de risa cuando recuerdan cómo eran observadas por los varones, como si fueran extraterrestres. «Claro, éramos apenas 25 chicas y ellos más de mil… Entonces muchas veces nos pasaba que estábamos en un recreo, por lo general siempre juntas, y veíamos cómo desde el piso de arriba decenas de pibes balconeaban, apoyados a la baranda, mirándonos como bichos raros», rememoran Shila y Cristina. «Pero no era intimidante ni tampoco una mirada que molestara, simplemente les llamábamos la atención», aclara Elisa.

Las masitas volaron, los pocillos están vacíos, pero ellas, dicharacheras, confiesan que estarían toda la tarde. «Estamos muy emocionadas del homenaje, de las notas, recién en estos años caímos de lo que hicimos. Fuimos precursoras, también fuimos valientes, porque no era sencillo estar acá en esa época… Y lo logramos y estamos aquí para contar la historia». Se abrazan hoy conscientes de lo que alcanzaron para las miles de alumnas que siguieron sus pasos.

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El arzobispo de Buenos Aires celebró la misa para despedir a Francisco en la Basílica de Flores

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El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, ofició este lunes una misa en homenaje al papa Francisco, en la Iglesia San José de Flores, el barrio en donde nació y creció Jorge Mario Bergoglio. Participó la vicepresidenta Victoria Villarruel.

Estuvieron presentes también el candidato a legislador porteño Leandro Santoro; el premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel, y la diputada María Eugenia Vidal.

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Es la segunda misa que oficiará este lunes García Cuerva, tras la que realizó esta mañana en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, apenas horas después de conocida la noticia de la muerte del sumo pontífice.

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“La Basílica de San José de Flores es la iglesia donde Jorge Bergoglio tuvo la revelación que lo hizo convertirse en sacerdote y donde daba misa en Semana Santa. Allí se realizará hoy una jornada de oración. Bergoglio nació y se crió en el barrio de Flores”, afirmó el Gobierno porteño.

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Qué dijo el arzobispo García Cuerva durante la misa

“En el corazón es de noche, pero también es un poquito el amanecer. No perdemos la esperanza del encuentro. Como su vida sigue siendo una luz en medio de la oscuridad, no está todo perdido”, dijo García Cuerva en la homilía de la misa en homenaje al sumo pontífice fallecido este lunes.

También advirtió que “la gran tentación de la humanidad es tapar los problemas”, pero que “si algo hizo el papa Francisco fue no tapar los problemas, fue ponerlos en la mesa para generar debates, discusiones”.

Se refirió al calentamiento global y dijo Francisco nos recordó que “la tierra es la casa de todos, es la casa común”, pero que también “puso arriba de la mesa la exclusión”. “Nos planteó siempre la necesidad de recoger a los hermanos tirados al costado del camino”.

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“Por eso tal vez fue tan criticado, porque puso los problemas sobre la mesa”, agregó y señaló que “es ahora la hora de hacernos cargo todos”. “Nos invitó a levantar la mirada y no quedarnos en la iglesia de los recuerdos”.

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“Soñemos con la misma humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos; cada uno con su propia voz, todos hermanos”.

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Ojalá los argentinos, que tanto hemos hablado de Francisco, cumplamos su legado haciendo lo que tanto predicó Francisco, la revolución de la ternura”, dijo al finalizar la homilía.

Al momento de rezar el padrenuestro pidió que todos se den las manos. “No importa lo que piensa, no importa a quién va a votar, no importa de qué lado está. El día de la muerte del padre démonos la mano”.

“El papa decía que la guerra empieza en el propio corazón y de eso los argentinos sabemos mucho, porque tenemos en la boca un arma poderosa con la que nos destrozamos: la lengua. Y si no nos alcanza con la lengua, nos destrozamos por las redes sociales”, afirmó poco después, cuando invitó a todos a dar el saludo de la paz.

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La misa en la Catedral Metropolitana

Se nos murió el papa de los más necesitados y los más discriminados. Se nos murió el padre de toda la humanidad, que insistió una y mil veces que en la iglesia tenía que haber lugar para todos”, dijo García Cuerva durante la misa de este lunes por la mañana en la Catedral Metropolitana.

La Iglesia de San José de Flores, la basílica en la que descubrió su vocación religiosa el papa Francisco (Foto: Juan Vargas/NA).

Destacó que el papa Francisco “se preocupaba por todos sus hijos, especialmente de los más necesitados” y aseguró que “en la iglesia hay lugar para todos tender puentes”. “El mejor homenaje que podemos hacer es unirnos y dejar de enfrentarnos todo el tiempo”, agregó.

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La ceremonia del arzobispo de Buenos Aires, no estuvo presente ninguna autoridad del Gobierno nacional y con la presencia del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y la mayoría de los integrantes de su gabinete.

Sin embargo, el presidente Javier Milei canceló su agenda para viajar A roma, donde asistirá al funeral del papa Francisco. Se espera que el mandatario asista, como otros líderes del mundo, al velatorio público que comenzaría el próximo miércoles.

Principales frases del arzobispo durante la misa en homenaje al papa Francisco

  • “La gran tentación de la humanidad es tapar los problemas, no taparlos con perfume, pero sí a veces maquillarlos, y creo que si hay algo que hizo el Papa Francisco a lo largo de sus 12 años de pontificado fue no tapar los problemas, sino al contrario, poner los problemas sobre la mesa para generar debate, para generar discusión, para darnos cuenta lo que nos está pasando, porque no hay nada peor que no reconocer los problemas, que taparlos o que maquillarlos”.
  • “Puso sobre la mesa problemas como fue la ecología y darnos cuenta de lo que significaba el calentamiento global y la necesidad de que nos preocupemos porque la tierra es la casa de todos, es la casa común que tenemos que cuidar por nosotros, pero también y especialmente por las generaciones venideras”.
  • “Puso arriba de la mesa y no quiso tapar el problema de la exclusión. Nos alertó siempre sobre la cultura del descarte, nos alertó siempre sobre la necesidad de buscar a los hermanos que están tirados al borde del camino y que nos salvamos juntos y nos necesitamos como hermanos”.
  • “Puso en la mesa el tema de la guerra y fue quizá una de sus preocupaciones hacia el último instante, como lo escuchamos ayer, la necesidad de construir la paz”.

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  • “Y puso sobre la mesa lo que significaba el negocio de las armas, el tráfico de armas, y parar con la guerra también significaba para Francisco invertir donde había que invertir, en los sectores más marginados y más pobres del mundo”.
  • “Puso sobre la mesa a nuestros jóvenes, no quiso tapar que desgraciadamente para nuestros jóvenes el futuro a veces es muy incierto, Y entonces los animó una y mil veces a soñar, a soñar en grande, a no quedarse en vuelos rastreros o en el chiquitaje, sino a creer que ellos pueden transformar la realidad, y por eso los animó siempre a soñar”.
  • “Puso sobre la mesa y no tapó la necesidad de transparencia en la iglesia, la necesidad de reformas de la iglesia, que eran tan anheladas desde hacía tanto tiempo”.
  • Por eso, quizá fue tan criticado, porque no silenció los problemas, sino que los puso sobre la mesa, no los tapó ni los maquilló, sino que le propuso a la humanidad hacernos cargo”.
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, encabezó la misa por Francisco en la Catedral Metropolitana: «Se nos fue el papa de los pobres». (Foto: Reuters – Matías Baglietto)
  • Los legados: “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, y que vale la pena ser buenos y honestos”. Y: “Soñemos con una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos. Cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones. Cada uno con su propia voz, pero todos hermanos”.
  • “Uno de los mayores dolores del viejo es cuando ve a sus hijos separados o divididos. Al mismo tiempo es una gran alegría para el viejo cuando nos ve unidos. Su legado, viviendo la unidad que tanto necesitamos, viviendo verdaderamente como hermanos, tratándonos bien y haciendo entre todos lo que tanto predicó Francisco: la revolución de la ternura”.
  • “En la casa de nuestro padre, en la casa del viejo, estamos todos sus hijos. Vamos a hacer un regalo más, todos juntos, más allá de nuestras diferencias. Nos tomamos de la mano. No le pregunto al de al lado qué piensa, qué va a votar. No le pregunto de qué lado está. Es mi hermano. Dale. Aunque sea en el velorio del viejo, nos juntamos todos y le decimos adiós”.

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  • “Hay una de las cosas que más lo preocupó a Francisco, especialmente en los últimos años, ha sido el tema de la guerra. El Papa decía que la guerra comienza en el propio corazón. Por eso nosotros podemos sentirnos muy lejos de algunos focos de conflicto en el mundo, pero la guerra empieza en el propio corazón, y de eso los argentinos sabemos mucho, porque tenemos un arma poderosa entre los dientes que se llama lengua con la que nos destrozamos, y si no nos alcanza la lengua tenemos las redes sociales”.
  • “Desearnos la paz de corazón a corazón y cortarla con la guerra entre nosotros”.

Papa Francisco, Flores, arzobispo de Buenos Aires

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The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered se presentará oficialmente mañana: esto es lo que sabemos por ahora – Nintenderos

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Seguimos recibiendo novedades al respecto. ¡Se trata efectivamente de información tras The Elder Scrolls V: Skyrim! Hoy tenemos un nuevo rumor sobre The Elder Scrolls IV: Oblivion: se centra de nuevo en este  remaster del RPG de acción de 2006 de Bethesda.

Tras algunas filtraciones de imágenes y detalles, Bethesda ha confirmado que presentará oficialmente The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered el 22 de abril de 2025 mediante una transmisión en vivo que comenzará a las 8 a. m. PT. Se espera que se muestre un tráiler con mejoras visuales destacadas, y hay especulación sobre un posible lanzamiento inmediato. También circulan rumores sobre su llegada al próximo hardware de Nintendo, la Switch 2.

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Os dejamos con el directo de The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered, que arrancará a las 17:00 de mañana (más horarios abajo):

Por ahora no sabemos si llegará a Nintendo Switch o Nintendo Switch 2, aunque ya sabéis que Microsoft y Bethesda han apoyado a Nintendo en los últimos años. También debemos tener en cuenta Skyrim ha sido lanzado en casi todas las plataformas modernas, llegando así a un público más amplio experimentar el juego y con actualizaciones y mejoras.

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En todos los casos, The Elder Scrolls siempre ha recibido muy buenos elogios por parte de prensa y jugadores por su gameplay, la historia, y el mundo detallado y extenso que ofrece. ¿Qué os ha parecido esta información? No dudéis en compartir vuestra opinión en los comentarios.

Vía.

The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered

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“Soy Francisco y no es broma”: cuando el Papa llamaba por teléfono y no todos le creían

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Número privado. “¿Hola? ¿Quién habla?”. “Soy Francisco”. Más de uno pensó que se trataba de un chiste. Por eso, él mismo lo terminaba aclarando: “No es broma”. ¿El Papa, entre tantos quehaceres y demandas, se hizo el tiempo para levantar el teléfono y saludar por el cumpleaños, agradecer una carta o cancelar un turno médico o una suscripción? Efectivamente. En estos doce años, miles fueron los llamados que hizo Francisco a sus amigos, conocidos o desconocidos.

En general lo hacía cerca del mediodía, hora argentina, cuando en Roma eran las 16 o las 17, según el momento del año. Los amigos de Francisco sabían que ese era el momento de la tarde en que era posible que llamara. La conversación no duraba mucho, solo unos minutos. Bergoglio no era un hombre de hablar largo. Casi que del otro lado, sus interlocutores podían intuirlo charlando de pie, siempre directo, siempre al punto, pero con el ritmo aceitado como para hacerse esos paréntesis cotidianos, breves, a la usanza de una generación para la que hablar por teléfono era algo caro. Sin embargo, lo breve no quitaba lo cercano, lo picaresco, ni la fina ironía con la que matizaba la llamada antes de cortar.

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A veces, la excusa era saludar por el cumpleaños. Y lo hacía religiosamente, todos los años. En otras ocasiones, era responder una carta o un pedido de oración. El objetivo era mostrarse cercano y lo lograba. Nadie sabe de qué volumen se había vuelto esa agenda, en la que pese a los compromisos, siempre encontraba un espacio para hacer una llamada que a quien la recibía le cambiaba el día.

La primera llamada que hizo como Papa fue a su hermana, María Elena. El mismo día que lo nombraron. Le pidió a un colaborador que la llamara y que le dijera que estaba bien, que no la llamaba personalmente, porque “le iba a salir muy caro al Vaticano”. Al día siguiente la llamó él mismo. Sabía que “Malena”, su “hermanita menor”, esperaba noticias de primera mano.

Un llamado desde Roma

Después, fue a su diariero en Buenos Aires. Habían pasado cuatro días de la fumata blanca cuando sonó el teléfono en el puesto de Hipólito Yrigoyen casi esquina Bolívar, frente a la Plaza de Mayo. El hombre que estaba a cargo, hijo del dueño, atendió y se dio cuenta de que era una voz conocida. “Hola, Daniel, habla el cardenal Jorge”, le dijeron. “¡Dale, Mariano!”, contestó, pensando que era un amigo que estaba al tanto de que el papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, compraba allí LA NACIÓN. “En serio, soy Jorge Bergoglio, te estoy llamando desde Roma”, retrucaron del otro lado de la línea. Y Daniel Del Regno rompió en llanto: “Entré en shock, me puse a llorar, no sabía qué decirle”. Bergoglio le agradeció por el servicio que le habían dado todo ese tiempo, le dijo que iba a suspender la suscripción por el momento y le mandó un saludo para la familia. Antes de despedirse, se lamentó por no poder ir a devolverle las banditas elásticas con las que venía atado el diario los domingos, que rigurosamente se las retornaba una vez al año.

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Días más tarde, levantó el teléfono y llamó a su odontólogo, Carlos Cecchi, que lo había atendido unos días antes de que viajara a Roma, en 2013. Le había dado una cita para más adelante, para terminar el tratamiento. En la sala de espera se había cruzado con Alberto Fernández, por entonces lejos de la órbita política, quien en broma le dijo: “Mirá si no podés volver para el turno porque te hacen papa”. Tuvo razón, por eso, Francisco en persona, buscó el teléfono anotado en su agendita negra y marcó. Del otro lado no lo podían creer. Era el paciente Bergoglio, ahora llamado Francisco, que necesitaba cancelar el turno.

Debe ser uno de los pocos argentinos que lograron sustraerse a la era del celular. Nunca tuvo uno. No le interesaba. Prefería el trato personal. El teléfono le parecía útil para iniciar el diálogo, pero para hablar no hay como el contacto persona a persona, solía decir en sus años de arzobispo.

“El papa Bergoglio es quizá la última persona que llama a un número fijo. Por lo tanto, si suena el teléfono de casa, prepárense”, detalló el breve protocolo “¿Qué hacer si te llama el Papa?”, que publicó el diario italiano Il Corriere della Sera, en clave de humor, a un mes de que fuera ordenado pontífice. “Aunque el Santo Padre proponga el tuteo, agradézcanle pero manténganse en el clásico ‘usted’. Escuchar, antes de hablar. No introduzcan argumentos. No tengan miedo de ser normales: la ligereza es un don. Si el papa Francisco quisiera enojarse, hubiera llamado a un ministro. El papa Francisco tiene sentido del humor. Díganle que eso es una bella cosa, porque la ironía es hermana de la misericordia. No terminen ustedes la conversación. Dejen que sea el Pontífice el que decida cuándo despedirse”, resumió.

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La madre de Claudio Perusini estaba desolada. Era 2017 y a su hijo, que había tenido un ACV, le daban horas de vida. Por eso, no quiso atender cuando llamaron por teléfono. Hasta que alguien le aclaró: “No es del hospital, es el papa Francisco”. Lo atendió y hablaron por media hora. Claudio había conocido al Papa, como Jorge Bergoglio, cuando asistía al Colegio Inmaculada de Santa Fe. Después, había estado en contacto con él en distintos momentos, durante su formación en la Compañía de Jesús. Alguien de su entorno le había hecho saber lo que había pasado y Francisco quiso estar cerca. Le dijo a la madre que rezaría por él. Y lo hizo. Y finalmente ese milagro llegó: Claudio despertó unos días después y tuvo una asombrosa recuperación. Y ese fue el milagro que se le adjudicó a Mamá Antula, la primera santa argentina, a quien Francisco canonizó el año pasado.

Cuando apenas podía hablar, un día le dijeron que esa tarde iba a llamar Francisco. Entonces, él anunció que él mismo quería atender. Y así lo hizo. Apenas pudo hablar, entre la emoción y la sorpresa. Poco después, los llamados continuaron. El diálogo era breve, pero cercano. Algunos meses antes de la canonización, lo volvió a llamar. “Quería verificar en persona cómo me había recuperado. Le dije: ‘No me hagas ir a Roma. ¿Por qué no venís a canonizar a Mama Antula a la Argentina?’”, contó Perusini. Finalmente se reencontraron en el Vaticano.

Una llamada por altoparlantes

“Me han hablado muy bien de ustedes, del gran deseo que tienen de seguir adelante, de seguir luchando”, dijo desde el teléfono unos instantes después de aclarar que era el papa Francisco. La llamada había llegado a un instituto penitenciario de La Plata, era agosto de 2015. Las autoridades fueron pasando la llamada hasta que, finalmente, sin saber qué hacer, decidieron ponerla en altavoz y permitir que el deseo del Papa se cumpliera: Del otro lado, los que escuchaban eran 160 presos de la unidad 45. Algunos levantaban la mirada, incrédulos, otros, empezaron a llorar cuando se dieron cuenta quién era. “Recuérdenlo, no hay cosa peor que un joven que sea un jubilado antes de tiempo. La vida necesita de todos ustedes. Todos tenemos problemas y hemos tenido problemas, pero sepan siempre que los problemas existen para superarse, y no para dejarse aplastar por ellos. Un joven debe siempre mirar el futuro con esperanza, alegría, con la cara siempre alegre, nunca triste”, les dijo. La anécdota se cuenta en el capítulo, “Las llamadas telefónicas más improvisadas y especiales del papa Francisco”, del libro Los abrazos del Papa Francisco (Ediciones San Pablo), de Rosario Carello.

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En el último tiempo, Bergoglio había empezado a mandar mensajes de audio, en lugar de enviar mails, porque le parecía más cercano, aunque no por ello reemplazaba a las llamadas. “Gracias por lo que hace”, decía el audio que le envió Francisco en el verano de 2022 al humorista cordobés José Luis Serrano, que había hecho un video con un personaje que se preguntaba cómo y en qué se movería hoy el cura Brochero, en los días previos a la canonización. Francisco le dijo que acababa “de ver y escuchar” su “reflexión” sobre Brochero. El video se había viralizado y llegado hasta el Vaticano. “Cuánto sentido común y cuánto amor hay en eso. Gracias por mantener el sentido del humor, que lo necesitamos todos”, agregó

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