Fue otra escena que parece salida de Relatos Salvajes, la película de Damián Szifrón, pero que no es ficción. Ocurrió en una confitería de San Antonio de Padua, en el oeste del conurbano bonaerense. El protagonista fue un hombre que irrumpió en el local el domingo sobre el cierre de la madrugada. La víctima fue una empleada que preparaba el salón para recibir a los primeros clientes del día. Sin mediar palabra ni discusión, el agresor comenzó a romper todo a su alrededor en un ataque de furia. Un cartel, una maceta, varias sillas, varios vidrios del local, todo destrozado mientras le gritaba a una empleada.

«Entró y rompió uno de los vidrios, y luego comenzó a gritarme a mí recriminando que yo siempre le digo que no me cuida, que me persiguió más de diez cuadras y yo le decía que él no me cuida, pero no lo conozco para nada”, comentó una de las empleadas de la confitería que tuvo que enfrentar al hombre e intentó apaciguarlo sin éxito a las 5:37 de la madrugada.

Declaró además que el personal del negocio se enteró con el correr de las horas que el hombre habría estado previamente en un bar del centro de San Antonio de Padua, llamado Samaa, en el que también habría causado disturbios. Intuyen que se debió a ese motivo que el hombre ingresó al local, que se encuentra a tres cuadras de la confitería, con la cara ensangrentada.

«Lo sacaron de ese bar y vino con toda la cara llena de sangre. Cuando vio que agarré el teléfono para llamar a la policía, comenzó a gritarme ‘qué hacés’ y me revoleó una silla. Una compañera mía sí pudo llamar a la policía y en menos de cinco minutos había cinco patrulleros. No lo podían reducir”, declaró Giselle, la empleada de la confitería, en diálogo con TN.

El hombre, de quien se conoció su nombre de pila (Augusto, sería un vecino de la zona), irrumpió en el local antes de que abriera sus puertas al público. Toda la escena quedó grabada por las cámaras de seguridad de la confitería, y en ella se ve al hombre alterado, arrojando todo cuanto estaba a su paso y también gritando y gesticulando efusivamente a una empleada, que trata de defenderse e intenta que el hombre saliera del local.

“Me gritaba con mucha bronca y me trataba como si me conociera. Si no hubiera venido la policía, no sé qué hubiera pasado. Luego nos enteramos que declaró que no recuerda nada de lo que hizo ni tampoco sobre conocerme. Dijo que él no me dijo nada”, agregó la empleada de la cafetería. Luego del incidente, el comercio continuó trabajando durante el resto de la jornada, y, según afirmó, no se le asignó ni a ella ni al local custodia policial.

“Tengo miedo porque me enteré de quién es, su nombre y apellido, y que supuestamente estuvo en una granja de rehabilitación, que esto podría haber sido una recaída. Yo no sé cómo es esta persona y si podría llegar a volver”, concluyó la empleada. Según trascendió, la policía pudo identificar rápidamente al hombre.