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SOCIEDAD

gestionar lo conocido», un film de terror mientras la Provincia hace propaganda con el Covid

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“El 17 de abril se estrena la película que retrata la gestión de la pandemia en la provincia de Buenos Aires. Desafíos, decisiones, incertidumbres y la constante dedicación para cuidar a cada bonaerense”, posteó hace unas horas en la red X el ministro de Salud del distrito y director del film, Nicolás Kreplak. El 17 de abril, probablemente, caiga en la semana que la actual epidemia récord de dengue llegue al pico de casos.

La película oficial del Covid se llama “Pandemia: gestionar lo desconocido”, título que presumiblemente -hasta ahora sólo trascendió el trailer- intente justificar, por el alien sanitario que acechaba, determinadas políticas que adoptó el gobernador Axel Kicillof -como el polémico cierre prolongado de escuelas-, que luego significarían un revés electoral para el kirchnerismo.

Mientras la Provincia decide hacer propaganda con el Covid con tono de gesta, se rueda actualmente otra “película”, de terror, cuyo título provisorio podría ser “Dengue: gestionar lo conocido”, para parafrasear de alguna manera la obra ya editada por la Fundación Soberanía Sanitaria.

Una imagen mostrada en el trailer del documental ya concluido linkea dos dramas: el del Covid y del dengue: Villa Azul. Como se recordará, el asentamiento de Quilmes había sido literalmente cercado, en mayo de 2020, como un gueto en plena pandemia, cuando el lugar era un caldo de Covid y las autoridades buscaban evitar que sus vecinos contagiaran a otros bonaerenses. Así se gestionaba lo desconocido.

Ahora, Villa Azul vuelve al centro de las miradas porque otro virus -ya no transmitido de persona a persona sino por el mosquito Aedes aegypti- invade los sitios donde la magra calidad de vida propicia la proliferación de la plaga de turno. Este 31 de marzo, el ex secretario de Salud de Quilmes Jonatan Konfino tuiteó un operativo de “prevención y descacharreo” en la villa, donde se lo ve junto con Kreplak, cuando la zona ya está sobrepasada de dengue. Así se gestiona lo conocido.

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El ministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak compartió el trailer de lo que será el documental sobre la pandemia. Estrena el 17 de abril.

El dengue, efectivamente, es un viejo archiconocido. Y la actual temporada epidemiológica no comenzó en enero, sino en la semana 32 del año pasado (comienzos de agosto de 2023). No sorprendió a nadie. Había tiempo de sobra para prepararse. Sudamérica anunciaba lo que se venía. El drama que está ocurriendo, pues, no es más que la crónica de una epidemia anunciada. Y que seguramente constituirá un nuevo piso para que próximas epidemias la superen en cifras y, sobre todo, en casos graves.

En febrero de 2020, un mes antes de que se declarara la pandemia de Covid, la provincia de Buenos Aires sufría las dos primeras muertes por dengue después de largos años de bonanza. Era el comienzo de un proceso que inoportunamente llevaría a decir al entonces ministro Ginés González García que estaba más preocupado por el dengue que por el Covid.

Obviamente, la dimensión alcanzada por la pandemia pronto dejaría marginado al virus transmitido por los mosquitos, pero aquella desafortunada declaración -por el contexto en que fue hecha- tenía ciertamente un fundamento que este dramático presente confirma.

El ex ministro Sergio Berni cuando anunció el cerco a la la Villa Azul, hoy de nuevo azotada pero por el dengue. Foto: Mario Quinteros

Pasaron cinco veranos. Y hubo un primer antecedente de temporada récord entre 2022 y 2023, que si no fue mayor seguramente se debió a que la sequía todavía era el viento de cola para frenar en parte el dengue. Desde mediados del año pasado, El Niño cambió las condiciones meteorológicas y la humedad regresó en abundancia, con lo que eso significó para la proliferación de los mosquitos.

Se trataba, efectivamente, de gestionar lo conocido, con todos los pronósticos climáticos disponibles, los antecedentes epidemiológicos a mano y hasta con una nueva vacuna como eventual herramienta de salud pública, aprobada por la ANMAT en abril de 2023. Sin embargo, a juzgar por los datos de casos, internados y muertes del actual brote -tanto en la Provincia como en el resto del país- el valioso bagaje científico y estadístico acumulado parece haber sido ignorado.

El ministro Kreplak se ha vuelto por estos días un pronosticador de lujo, que cuando es consultado trata de vislumbrar hasta cuándo, más o menos, puede llegar a prolongarse la epidemia de dengue, con la esperanza de alcanzar el pico pronto y que la curva de casos depare algo de piedad. Mientras eso sucede, el estreno del relato completo de “Pandemia: gestionar lo desconocido” es inminente: podrá verse en dos semanas en el Teatro Argentino de La Plata.

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el Gobierno intervino una obra social

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En un largo hilo publicado por el superintendente Gabriel Oriolo en la red X, la Superintendencia de Servicios de Salud apuntó contra la gestión del organismo durante el gobierno de Alberto Fernández y denunció que en el primer semestre del año encontraron incumplimientos administrativos en el 40% de las prepagas, además de afirmar que “terminaron” con las obras sociales que “únicamente existían para cobrar subsidios” o funcionaban como “sellos de goma”. Acá, la respuesta de las prepagas y una dura denuncia de la Súper contra una obra social en particular.

Oriolo se expresó a lo largo de un hilo con 14 posteos que realzan la gestión del Gobierno de Javier Milei (y puntualmente de la “Súper”) en los últimos seis meses. Si bien repartió observaciones a los prestadores de salud y a la gestión anterior, el texto es general: da pocas precisiones sobre los problemas encontrados. Clarín pidió más detalles al organismo que, conviene aclarar, tiene como función controlar el funcionamiento de las prepagas y las obras sociales nacionales.

Con respecto a las prepagas, respondieron algo parecido a lo que decía el tuit: “En cuanto a las empresas de medicina prepaga se detectó que 280 tienen algún tipo de incumplimiento administrativo. Esto significa que las empresas en cuestión no presentaron ante el organismo algún tipo de información de carácter obligatorio. Estamos hablando de balances, padrones, planes, cartillas, etc (N. de la R.: en el posteo sumaban irregularidades en los contratos con las obras sociales)”.

Sumaron que, “ante estos incumplimientos, la Superintendencia exigió a las empresas que se pusieran al día y presentaran la información adeudada, que es de carácter obligatorio y hace a la función fiscalizadora del organismo”.

En cuanto a las obras sociales, el tuit decía que avanzaron “contra las obras sociales que funcionaban como ‘sellos de goma'» y que actualmente están “auditando todas las obras sociales e interviniendo aquellas que tenían incumplimientos administrativos y no brindaban prestaciones a los afiliados”.

Al cierre de esta nota se recibieron algunas respuestas a nuevas repreguntas enviadas por este medio. La intención era saber qué prepagas tuvieron incumplimientos administrativos y al menos en qué lapso fueron las auditorías. De lo último dijeron que no se centraron en «ningún periodo en particular sino su estado actual y funcionamiento en general».

En cuanto a las prepagas, explicaron que van a tener detalles próximamente y que lo que están haciendo «es pedirles que cumplan con la información que deben presentar en el organismo. Esto, en algunos casos, no sucedía hace años«.

Además de sumar que «hay casos de obras sociales que están en regla, brindan prestaciones y funcionan muy bien, mientras que otras cuentan con muchas irregularidades», se refirieron a una obra social en particular.

La obra social denunciada por la Superintendencia de Servicios de Salud

En el tuit, Oriolo enfatizó que terminaron con las “triangulaciones”, en alusión a que se eliminó el mecanismo que hasta el decreto 70/2023 de Milei obligaba a los afiliados de las prepagas a derivar sus aportes de seguridad social a una obra social de convenio con la prepaga en cuestión.

Además, se jactó de haber derogado el decreto de Cristina Kirchner 1609, de septiembre de 2012, que daba un beneficio económico diferencial a las obras sociales de menos de 5.000 afiliados, “cuyo ingreso mensual promedio por afiliado resulte inferior al ingreso mensual promedio por afiliado de todo el sistema”. La novedad fue plasmada a fines de fines de abril pasado en el decreto 355/2024, y resultó tan rechazada por unos como celebrada por otros en el sector de la salud.

Desde el punto de vista del superintendente, “muchas obras sociales recibían recursos en perjuicio de otras y se beneficiaba injustamente a aquellas con menos de 5.000 afiliados, las cuales no tenían incentivos para crecer y sólo servían como sellos de goma para triangular con las entidades de medicina prepaga”.

Cuando Clarín pidió más detalles sobre las aparentes irregularidades en las entidades, desde la Súper comentaron “se están auditando entre dos y tres obras sociales por semana”.

Señalaron que “ya se intervino una obra social (OSPIF) por irregularidades”. Se refirieron, así, a la Obra Social del Personal de la Industria del Fósforo, que, hasta su fallecimiento en enero pasado, estaba presidida por el conocido líder sindical Clay Jara Toledo, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados de la Industria del Fósforo, Encendido, Pirotecnia, Velas y Afines.

Desde la Superintendencia aseguraron que OSPIF “no brindaba prestaciones y cobraba más de 130 millones de pesos en subsidios mensuales”. Clarín no logró establecer comunicación con esa entidad.

La respuesta de las prepagas a la Superintendencia

El largo posteo de Oriolo difunde el reordenamiento que la gestión considera que hasta ahora hizo del sistema de salud y la recuperación “del rol fiscalizador que el organismo nunca debió perder”. Se refiere a la gestión del ex superintendente Daniel López en términos de “desidia”.

Consultadas por este tema, fuentes ligadas a la gestión de salud del Gobierno de Alberto Fernández consideraron que durante esos años “se cumplió con todos los objetivos y que la SIGEN aprobó toda la gestión”.

Oriolo, no obstante, enfatiza en su posteo que ahora promueven un mercado “más transparente”, con “libre competencia” entre los actores y sin control de precios. “Terminamos con los controles de precios que eran la principal distorsión del mercado de empresas de medicina prepaga. Ahora, las entidades compiten libremente, lo que genera más y mejor oferta para todos los beneficiarios”, subraya.

Sin embargo, como esto último generó consecuencias realmente negativas en los afiliados (dejando de lado un sinnúmero de acciones judiciales), también se jacta de cómo -en sentido opuesto- repararon el problema: “Defendimos a la clase media ante los aumentos abusivos y la cartelización de las prepagas. Exigimos que se devuelva lo cobrado de más y la Justicia falló a favor del organismo. Hoy la mayoría de los aumentos están por debajo del índice de IPC”.

En cuanto a las “inconsistencias administrativas en 280 prepagas”, desde el sector de la medicina privada le bajaron el tono al comentario publicado por Oriolo.

El propio Hugo Mangoza, director de la Unión Argentina de Salud (UAS), transmitió a Clarín que le parecía «correcto» que hubiera un ordenamiento y mayor control, algo que en gestiones pasadas pudo haber sido menos incisivo, reconoció.

Pero enfatizó que ninguna entidad que apelara a los subsidios que se dieron desde el Estado en distintas oportunidades pudo haber tenido fuera de norma la presentación de sus balances y otros documentos.

«En todo caso, alguna demora, lo que no constituye una irregularidad«, opinó. “Si te notifican que incumpliste, cumplís y entregás lo que debés”, cerró.

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