SOCIEDAD
Juliana Díaz se quebró al hablar de la internación de Maxi Guidici: “Pudo haber pasado cualquier cosa”
(Fotos: Capturas América)Juliana Díaz se quebró al hablar de Maxi Guidici. (Foto: Captura América)

Juliana Díaz se quebró al hablar de la internación de urgencia de su expareja, Maxi Guidici, que este viernes se tomó un blíster de calmantes. “Me destrozó”, expresó entre lágrimas.
Este lunes, la exparticipante de Gran Hermano se presentó en el Bailando 2023 (América) para hacer su performance de bachata. Sin embargo, allí fue consultada sobre la difícil situación que atravesó este fin de semana y las duras críticas que recibió en las redes después de que el cordobés fuera atendido de urgencia por el SAME.
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Juliana Díaz, a corazón abierto, sobre el dificil momento de su ex, Maxi Guidici
“Fue un fin de semana terrible. No puedo ni hablar. Fueron días bastante complicados”, dijo con la voz quebrada. Y admitió: “El vivir nuevamente y tan cerca que le pueda pasar algo a un ser querido, me destrozó. Fue una noche terrible, una historia de terror”.
Acto seguido, puso el foco en quienes la critican y hasta ponen en duda los actos de su expareja. “Hay gente que piensa que esto es un circo y que pasa por exposición, pero somos seres humanos… La verdad es que si no hubiera estado yo, sus amigos, su familia podría haber pasado cualquier cosa”, aseguró.
A modo de cierre, se refirió al fin de su relación con el cordobés y expresó: “A mí no me importa si él me odia o no porque nos separamos, yo lo único que quiero es que vuelva a sonreir, que esté con vida y bien. Se lo deseo de corazón”.
“Es una persona a la que quiero con todo mi corazón. No importa que estemos separados o que pase lo que pase, yo quiero que él tenga nuevamente ganas de vivir y que no sea como el otro día que él me decía ‘no me salió esta vez pero ya me va a salir’. Eso me parte el corazón. Así que le deseo mucha luz”, concluyó.
Maxi Guidici habló después de su internación y reflexionó sobre la frustración que vivió post Gran Hermano
Maxi Guidici habló luego de ser internado tras consumir un blíster de calmantes. El exparticipante de Gran Hermano le concedió una entrevista a Ángel de Brito donde contó el difícil momento personal que atraviesa, pero llevó tranquilidad a sus seguidores. “Estoy mucho mejor”, aseguró.
Este lunes al aire de LAM (América), el cordobés explicó que no venía bien y que lo que más lo afectó fue enterarse de que su exnovia, Juliana Díaz, confirmaba la ruptura en redes sociales. “Ya lo veníamos charlando y quedamos en que íbamos a hablar para publicar la historia juntos, pero por una discusión anterior dejamos de hablar y ella decidió hacerlo sola”, relató.
“Ahí me fui a mi casa y compré alcohol. Me quería relajar y, como me sentía muy nervioso, me tomé una pastilla. Seguí tomando, pero me seguía sintiendo mal… Me empezaron a pasar un montón de cosas, frustraciones que traía desde hacía rato”, expresó.
SOCIEDAD
Trabajar en el cielo: Matías Guerra tiene 43 años, es torrista y su lugar en el mundo está en una antena

Matías Guerra es torrista y trabaja a 70 metros. Así de altas son las antenas telefónicas, de radio o internet que suele frecuentar. Yo, en cambio, laburo a nivel del mar y los informes televisivos que hago -miren que casualidad-, se transmiten por esas antenas. Hasta acá todo parece muy alineado, pero en el momento en que se cruzan nuestros destinos porque yo tengo que entrevistarlo para una nota, surge una interferencia: mi vértigo.
Sólo pensar que Matías se sube hasta allá arriba me intranquiliza.Y mucho más si, como ocurrió, intento hacer la nota colgado desde una torre. Lamentablemente esta es una de esas limitaciones que no se pueden vencer a fuerza de voluntad. Ni siquiera sé por qué razón me dan pánico las alturas. Además, tengo muchas otras cosas más urgentes que reparar de mi aparato psíquico antes que ocuparme de la acrofobia. Después de todo, una nota a un antenista se hace muy de vez en cuando, así que esta nota para Telenoche la hice a lo Morales Solá: “Desde el llano”.
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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).
Matías es todo lo contrario a mí. Él disfruta de estar en las alturas. Él era uno de esos chicos que se suben a todo para la pavura de sus padres. Era de esos nenes que se trepan a los árboles y se quedan ahí: para contemplar todo “desde lo más alto”, me contó el propio Matías. Ahora tiene 43 años y desde hace 15 trabaja donde siempre soñó trabajar: en el cielo. En todo ese tiempo apenas tuvo un accidente. Hago esta referencia porque se trata de una actividad muy riesgosa. Pero Matías es metódico, minucioso y prudente, y eso lo mantuvo siempre a salvo.
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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).
Allá arriba hay más viento y hace más frío. En verano si abajo hay una apacible temperatura de 23 grados, en la punta de la antena se pueden registrar menos de 10 grados. Si a eso le sumás el viento, la sensación térmica baja drásticamente. El viento es un temido enemigo del antenista: las torres son cada vez más finitas y se construyen con materiales cada vez más berretas, así que si soplan fuertes vientos, lo mejor es quedarse abajo. Y si llueve, ni les cuento, porque para ahorrar hay antenas que ni siquiera tienen pararrayos. Matías sabe todo esto mejor que nadie y los días de viento o tormentosos prefiere quedarse abajo reparando cosas o proyectando sus próximos trabajos.
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Trabajar en el cielo. (Foto: Telenoche).
Matías sube a las torres con todo lo que necesita para un día de trabajo. El ascenso es tracción a manos y no es todo lo sencillo que uno imagina viéndolo desde abajo. Así que Matías no contempla la opción de bajar si se olvida una llave pico de loro, eso lo tiene claro. Todo lo lleva arriba con él: las llaves francesas, las cintas, la vulcanizadora, las llaves fijas y todo lo que necesita va con él en un enorme bolso-yunque que pesa más de 15 kilos.
Para ir subiendo Matías confía en un dispositivo conocido entre los afectos a las alturas como “salvamonos”. Se trata de un arnés con un gancho en la espalda y dos más en cada mano para ir siempre pegado a la torre a medida que se avanza. El problema es cuando hay tramos en donde no se puede enganchar el artefacto. Bueno, para eso también hay solución. Matías lleva un “salvacaídas” para esos casos, de manera que si se cae -Dios no lo permita-, quedaría colgado algunos metros abajo. Pero Matías nunca necesitó nada de eso, él en las alturas está cómodo, felíz y seguro. Su lugar en el mundo está en el cielo.
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