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SOCIEDAD

La historia de la primera nena buscada por Missing Children en Argentina: los parecidos con el caso Loan y un final inquietante

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“Chicos que ya son mayores y siguen en búsqueda”, reza una de las solapas de la página de Missing Children Argentina. Entre tantas caras de niños, está la de Marina Fernanda Aragunde, que tendría 33 años, pero que desapareció con solo 4 en 1995. Su caso es el más antiguo de la organización y estuvo cargado de pistas, pero todas falsas. Desde la aparición de un cráneo que llevaba un vestido propio, pero no con el que desapareció, hasta una mujer que se hizo pasar por ella durante dos años.

“Para mi es muy difícil seguir el caso de Loan, porque tiene muchas similitudes con el de mi hija”, dice al comenzar, la mamá de la niña, María Beatriz Aragunde. Corrían las primeras semanas de 1995. El 4 de enero Marina había cumplido 4 años y lo había festejado en la casa de su papá en Marcos Paz. El 1 de febrero, en ese mismo lugar, la niña estaba jugando en el patio y de un momento a otro desapareció. Beatriz explica a Clarín que ese mismo día vino su hermano a invitarlas a su casa. Ella fue corriendo a buscar a su pequeña que estaba jugando en su hamaca, pero no estaba más.

“No me asusté en ese momento. Nunca pensé que podía desaparecer, pensé que estaba en la casa de al lado, o que le fue a dar leche al gatito o que estaba haciendo alguna travesura. En ese momento no se vivía con miedo, los chicos podían jugar en cualquier lado. No era como ahora”, explica Beatriz.

A “Culi”, como la llamaban cariñosamente a la nena, la buscaron unos 500 agentes de la Policía bonaerense con perros, buzos tácticos, personal de Infantería e incluso helicópteros. Se rastrilló sin parar y aun así no se llegó a nada. “Los perros marcaban que su rastro se perdía en la esquina”, recuerda y asegura que la Policía no indagó demasiado al momento de tomar testimonios.

Sospechas intrafamiliares

Las horas pasaban y la niña de rizos rubios no aparecía. Beatriz comenzó a repetir en su cabeza una y otra vez cuáles fueron sus pasos esa tarde, quién pasó, dónde estaba, qué estaba haciendo Marina, pero sus pensamientos la llevaron al día del cumpleaños de “Culi”.

“Me había acordado que en el festejo vino un conocido del abuelo paterno de Marina y ese día le había sacado muchísimas fotos que, de hecho, cuando se las pedí me dijo que no las tenía más porque se le había inundado la casa. Nunca entendí por qué vinieron ese día, pero tampoco los interrogaron”, rememora.

Las imágenes de Marina, su peluche y su vestido.

Algunos testigos habían señalado que a Marina se la había llevado una trafic blanca. Daba la casualidad de que justamente el conocido de su ex suegro tenía un vehículo similar. “En un momento, el abuelo paterno de mi hija le dijo al papá de de ella: ‘Andá a hacer la denuncia, pero tené cuidado porque no sabes la que se nos viene’”, cuenta, y agrega: “Yo estoy convencida de que él y la Policía estaban involucrados en la desaparición de mi hija. Nunca me voy a olvidar de que al abuelo paterno de Marina se encerraba en su bar con la Policía a la noche y por largas horas”

Cuando Beatriz llevó el caso de su hija a los medios, comenzaron a llegar las llamadas con amenazas diciendo que iban a matar a sus sobrinos si seguía buscando. Entre tantos llamados uno se trataba de la Policía y le pidieron que se acerque a un lugar “porque habían encontrado restos de su hija”. A la distancia, Marina reconoce que ese día fue caótico y dramático.

“Cuando entro había un cráneo con pelo rubio y ropa de Marina, era su ropa, pero no era la ropa con la que había desaparecido. Justamente era la que tenía en la casa del abuelo paterno en Marcos Paz. Y claramente esos restos óseos no eran de ella”, dice.

Foto de archivo Clarín. Marina y Fernando Esquivel en la casa donde desapareció Marina.Foto de archivo Clarín. Marina y Fernando Esquivel en la casa donde desapareció Marina.

El panorama era cada vez más turbio. Marina continuaba sin aparecer. Entre la desesperanza y la angustia, en septiembre de ese mismo año, Fernando y Horacio Esquivel, el papá de la niña y su abuelo paterno son detenidos por integrar una banda que robaba comercios y traficaba drogas.

“Marina era chiquita, pero muy despierta. Por eso sostengo que la persona que se la llevó fue un conocido. Sabía su nombre completo. Era muy despierta”, dice y repite constantemente su mamá a Clarín.

La esperanza y un engaño que duró dos años

A Marina Beatriz se le quiebra la voz cuando intenta reconstruir y volver a contar la historia. Los años pasaron, pero el dolor sigue intacto. Actualmente, tiene dos hijos. Ambos son su sostén en esta lucha. De hecho, cuenta que su hija mayor, cuando era chiquita e iba al colegio, siempre tenía en el bolsillo de su uniforme una foto de Marina. Con tan corta edad entendía que eso podía ayudar a encontrar a su hermana.

La primera imagen es Marina Beatriz a la la edad que tendría actualmente su hija. La segunda es Marina Fernanda cuando desapareció. La primera imagen es Marina Beatriz a la la edad que tendría actualmente su hija. La segunda es Marina Fernanda cuando desapareció.

Con la llegada de las redes sociales Mariana, con ayuda de sus hijos, creó una página de Facebook con el nombre de “Buscamos a Marina Fernanda Aragunde” que tiene más de 15.000 seguidores. En las publicaciones relataba cuando fue la última vez que la vio, sus fotografías de cuando desapareció y una progresión de rostro.

Cuando todo estaba perdido, entre tantos mensajes de esperanza y ánimo apareció en la bandeja el de Valeria Ziggiotto. Decía ser su hija y le aseguró que todo fue “por un ajuste de cuentas”. Fue un reencuentro muy emotivo y, durante dos años, para Marina no había dudas de que ella era su hija, que finalmente se habían reencontrado.

Página de Facebook con el nombre de “Buscamos a Marina Fernanda Aragunde” que tiene más de 15.000 seguidores.Página de Facebook con el nombre de “Buscamos a Marina Fernanda Aragunde” que tiene más de 15.000 seguidores.

“Un día me preguntó si alguien le decía ‘te voy a robar esos rulos, esos rulos son míos’ . Y sí, se lo decía su madrina. En otra oportunidad estábamos hablando de los juguetes y hubo uno que yo no mencioné nunca, pero que ella sí se acordaba y era el triciclo amarillo. Después me preguntó si una vez se había quemado la mano, pero yo no lo recordaba y un familiar me dijo que eso había pasado y que yo la había curado. Me quedé helada cuando me contó todo eso”, recuerda a Clarín.

La desilusión y la farsa duraron dos años. Tuvo su fin cuando ambas se sometieron a dos ADN, uno en Rosario y otro que se envió a Houston, Estados Unidos. “Esto me dio mucha impotencia, me engaño dos años y pensé que había encontrado a mi hija. Cuando hacíamos videollamada el nene más chiquito de ella me decía: ‘Bela cuando te voy a conocer’. O cuando estábamos en el tren rumbo a hacer el ADN se dormía en mis piernas y yo pensando que tenía a mi hija”, dice con la voz casi quebrada.

Marina Beatriz con el vestido y el peluche que le quedaron de su hija.Marina Beatriz con el vestido y el peluche que le quedaron de su hija.

Pero Marina se pregunta ¿Valeria de dónde sacó datos tan precisos? ¿Cómo sabe tanto? ¿Conoció en algún momento a Marina? La mujer nunca más se presentó a hacerse otro ADN en la Justicia. Tampoco la citaron a declarar. La causa descansa en el Juzgado de Garantías N° 1 de Mercedes a cargo de Luis Marcelo Giacoia y continúa caratulada como supuesto rapto.

“Es muy difícil recordar lo de mi hija, pero es necesario para que no se olviden. Aun tengo conmigo el vestido que le regaló mi mamá y un peluche de ella. Ella está viva y yo voy a seguir buscándola”, dice Marina al terminar.

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Alerta pedófilos: cómo son los chats que buscan captar a los chicos y preocupan a los padres

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«Unan gente hasta llegar a más de mil», se llama el grupo. La foto de perfil es de un gato negro, los ojos iluminados por el flash y el gesto agresivo. Fue así que los padres empezaron a advertirse de estos grupos en donde el desafío es que los chicos incluyeran a sus amigos para cumplir desafíos y alcanzar más y más seguidores.

El último jueves, la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI), a cargo del fiscal general Horacio Azzolin, emitió un alerta sobre una red de pedofilia que contacta a niños, niñas y adolescentes a través de Whatsapp brindando información para que los padres sepan cómo limitar el acceso de los chicos a estos grupos y evitar que sean ingresados sin autorización.

La consigna es tentadora para que los niños, niñas y adolescentes -la mayoría entre 10 y 14 años- sumen a sus compañeros para sumar más y más. La modalidad «explotó» la semana pasada y los padres empezaron a alertarse en grupos mostrando capturas y hasta advirtiéndoles de conversaciones que sus hijos les habían advertido.

Una vez adentro, los chicos se ven expuestos a situaciones «complejas», según lo advirtieron directivos de distintas escuelas públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires. Encuestas, fotos, videos fueron algunos de los materiales que exponen quienes administran estos grupos. Pero también hay denuncias de preguntas sobre información sensible, como horarios, colegio al que asisten o transporte público que usan para regresar a casa. También pornografía, videos violentos y xenófobos y hasta material de abuso sexual infantil registrado (pornografía infantil)

También, confirmaron a Clarín, hay denuncias sobre conversaciones uno a uno que están siendo investigadas.

Según el sitio oficial de WhatsApp a cada grupo se pueden sumar 1.024 participantes. Pero, con la nueva función de comunidades, se pueden manejar varios grupos a la vez y enviar información a más personas.

Una captura de un celular con la imagen que reciben los chicos para ser captados en la red.

Las autoridades piden a los padres que denuncien y que no borren el contenido de los celulares ni salgan de los grupos para poder investigarlos y llegar a los responsables.

Cómo captan a los chicos

El camino es lento, primero empiezan con preguntas del tipo «¿Te gustan los perros o los gatos?» y luego son cada vez son más personales como «¿A qué escuela vas?», «¿Dónde vivís?» «¿Cómo te vas de la escuela?», relataron en en comunicados difundidos desde escuelas para alertar a los padres.

Además en algunos casos pudieron constatar la presencia de «imágenes y videos sobre violencia física a chicos y chicas e imágenes pornográficas, algunas que involucran a menores».

Tomás Vaccarezza, de la Fiscalía N°17, especializada en delitos informáticos, de la Ciudad de Buenos Aires, explicó a Clarín: «La semana pasada ingresaron por nuestros canales de denuncia casos vinculados a este tipo de grupos que están en investigación».

Según contabilizaron, se trata de denuncias vinculadas a -al menos- diez grupos. Todavía, y para poder avanzar con la investigación, falta que los padres de los chicos que reportaron estos casos se presenten a realizar un respaldo de las conversaciones y de los grupos para identificar administradores, desde dónde surgen estos grupos, qué tipo de material comparten y si se encuentra detrás una banda dedicada a la pedofilia, grooming u otros delitos informáticos.

Si bien Vaccarezza aclaró que la investigación es «muy incipiente», agregó: «Nos encontramos ante una conducta que parecería destinada a captar chicos. Por los contenidos que dicen los padres que les enviaban, es alguien que quiere atentar contra la niñez, contra la integridad sexual de estos chicos. Después hay que determinar los patrones de cada uno, si corresponde a las mismas personas o si son varios».

El control parental es clave para proteger a los chicos de los peligros en Internet. Foto: Martín BonettoEl control parental es clave para proteger a los chicos de los peligros en Internet. Foto: Martín Bonetto

Marina tiene un hijo de 14 años en un colegio privado de la Ciudad de Buenos Aires y, hace un mes incorporaron a un grupo de alumnos de su colegio. «Como no sabían qué era salieron, uno de ellos protestó porque lo habían incluido y lo bloquearon», contó a Clarín. Además explicó que la preocupación se extendió entre los padres y conversaron con sus hijos para cambiar la configuración del teléfono.

Otra de las modalidades que denunciaron los padres también hace referencia a grupos en los que se enviaba pornografía y contenido sexual explícito a los niños, niñas y adolescentes que estaban incluidos.

Determinar el objetivo de estos grupos todavía parece apresurado, y dependerá de los padres que presenten la denuncia y la información de los teléfonos de los chicos que se pueda determinar quiénes están detrás y con qué fin.

Es que uno de los principales problemas de esta modalidad es que son los propios amigos de los niños, con los que sí están autorizados a chatear o tener como contacto, quienes agregan a sus compañeros de curso, del club o de su entorno.

Eleonora Weingast, a cargo del departamento de delitos conexos a la trata de personas, pornografía infantil y grooming, que depende de la secretaría de Política Criminal de la procuración bonaerense, dijo a Clarín: «Tenemos muchos grupos de Whatsapp de este tipo reportados. En cuatro ya tuvimos las consultas, algunas ya ingresaron y otras están esperando a los padres para que hagan la denuncia, de chicos a los que les hablaron por privado y les pidieron fotografías, seguramente con el objetivo de extorsionarlos o pedirles dinero para no publicarlas. Pero grupos, debemos tener ocho».

La modalidad es la misma en todos los casos: retos, desafíos de llegar a 1.000 o a 2.000 integrantes del grupo, envío de fotos y material violento o de abuso sexual infantil registrado.

Weingast pidió que los padres que detecten este tipo de situaciones, que preserven la información para poder denunciar: «Es importante que no salgan de los grupos ni borren todo lo que les llegó. Obviamente muchos se asustan y lo primero que hacen es borrar todo, salirse de los grupos, a veces los chicos también, sin resguardarlo y ahí nosotros perdemos nuestra posibilidad de investigar. Tampoco pueden chatear con ellos haciéndose pasar por niños. Lo importante es denunciar y acercar el teléfono a la fiscalía».

En el resto del país también se repitieron este tipo de casos.

En Mendoza, un padre denunció a un grupo de Whatsapp llamado «Metan gente» con 540 seguidores en el que difundían imágenes de abuso sexual registrado (mal llamado pornografía infantil).

“Esto fue hace dos semanas. Fue mi hijo quien me insistió que viera los videos y fotos, y cuando los vi, realmente hasta a mí me traumaron. Eran imágenes de pedofilia explícita y otros de una violencia extrema que nunca había visto. Enseguida me puse en contacto con la ONG Cyberdelitos. Luego hice la denuncia en el Ministerio Público Fiscal”, contó Juan G., un padre, al diario Los Andes.

“Pero cometí un error: ya había borrado todos los videos e imágenes por miedo a que mi hijo tuviese ese contenido en su teléfono. Porque el solo hecho de tenerlo es un delito. Pero no hay que tener miedo. La causa penal está abierta y hay que denunciar para que se mueva lo más rápido posible y se investigue”, sumó el papá del adolescente.

Según datos oficiales, en el Ministerio Público Fiscal de Mendoza 10 días recibieron más de 20 denuncias por casos vinculados a este tipo de grupos. También reportaron casos en Córdoba.

¿Cómo prevenir?

Vaccarezza aseguró que la manera de prevenir el acceso a estos grupos es «el control parental» y la «configuración del teléfono, que por default permite que cualquiera pueda ser incluido a grupos sin pedir autorización.

En la misma línea se manifestó el comunicado publicado por Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) de la justicia Nacional.

«Desde Whatsapp (perteneciente a la empresa Meta) recomiendan a todos los usuarios realizar una revisión de privacidad que les permita elegir el nivel de protección adecuado y acceder a una guía paso a paso para reforzar la seguridad de su cuenta y personalizar sus ajustes de privacidad, todo en un mismo lugar, de manera guiada y asistida. Esto incluye que los usuarios puedan elegir quién puede contactarlos, controlar su información personal, añadir más privacidad a sus chats, añadir más protección a sus cuentas, etc», explicaron.

La solicitud de permisos para ingresar a grupos de WhatsApp puede ser configurada por cada usuario dentro sección “Privacidad” del menú de Ajustes de la aplicación. «Allí, dentro de la sección grupos, el usuario podrá elegir la posibilidad de que cualquiera (opción todos) pueda agregarlo, que sólo sus contactos (opción Mis contactos o sólo determinadas personas (opción Mis contactos, excepto…).

Para el caso de niños niñas y adolescentes, la opción recomendada es la última y elegir puntualmente a familiares o personas de confianza. Además recomiendan limitar la descarga automática de archivos y estar atentos ante la solicitud de personas no agendadas.

Ante la consulta de este diario desde Meta, la empresa dueña de Whatsapp, Facebook e Instagram no dieron información de seguridad respecto de esta problemática que avanza en sus plataformas.

Dónde denunciar

Desde la UFECI advirtieron que se pueden reportar estos casos a las comisarías o unidades especializadas de cada jurisdicción del país. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, estos delitos corresponden a la justicia porteña y se puede denunciar en:

  • por mail a denuncias@fiscalias.gob.ar
  • o por teléfono al 0800-33-347225 (FISCAL).

En toda la provincia de Buenos Aires hay fiscalías especializadas donde se puede denunciar por mail, teléfono o personalmente.

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