SOCIEDAD
La historia del arquitecto argentino que lideró el diseño del estadio Lusail: “Lo que buscábamos se logró”
Hernán Kraviez y un equipo proyectaron la obra desde la que empezó a latir el Mundial Qatar 2022 y donde la Selección tuvo sus primeros partidos. El arquitecto vive en Londres y nos cuenta los detalles de su creación.
El Estado de Qatar es un emirato situado sobre la península homónima, al este de la arábiga, cuya principal actividad está vinculada a la explotación de sus grandes reservas de petróleo. Su capital es Doha, una ciudad moderna, de 132 km2, erigida sobre el Golfo Pérsico. A unos 15 km al norte de este centro, se encuentra el Lusail, uno de los ocho estadios del Mundial de Fútbol 2022. Es el más grande, fue sede de la inauguración y de los dos primeros partidos de la Selección Argentina.
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Construir este estadio ha sido un gran desafío porque hubo que ganarle la pulseada al desierto cuyas dunas de arena y clima de calor extremo se convertían en el primer gran escollo para pensar en un desarrollo sustentable, capaz de albergar el diseño de un centro deportivo único que fuera amigable con el ambiente.
Foster + Partners, un estudio de arquitectura global cuya sede principal se encuentra en Londres, tuvo a cargo el diseño del proyecto y un argentino, Hernán Kraviez, arquitecto egresado de la FADU, UBA, participó en toda esa etapa.
Kraviez tiene estudios de posgrado en Harvard y una maestría en el University College de Londres y trabajó 17 años para y con Norman Foster, uno de los arquitectos más importantes del mundo; los primeros 14 años en el estudio general y, luego, como director de las unidades de Arquitectura, Diseño y Tecnología de la Norman Foster Foundation de Madrid. Siendo uno de los socios del estudio, le tocó estar involucrado en varios proyectos importantes, de diversas escalas y en distintos lugares del mundo y, según nos cuenta en una entrevista exclusiva, “probablemente el más significativo de todos haya sido el diseño del estadio de Lusail para la Copa del Mundo FIFA Qatar 2022″.
La historia del Lusail comenzó en 2014, cuando el estudio Foster + Partners fue invitado a participar del concurso internacional para diseñarlo y Kraviez fue el responsable de llevar adelante el proyecto, junto a un equipo de otras cuatro personas. “Tuvimos la enorme suerte de ganar el concurso y empezar a trabajar casi inmediatamente en el desarrollo del diseño, que duró hasta mediados del 2016. Mi rol fue el de ‘project architect’ (arquitecto responsable del proyecto) dentro de la oficina y llegamos a ser un equipo de más de 20 personas, además de numerosos asesores externos de otras disciplinas y especialidades. Foster + Partners fue el responsable del diseño conceptual del estadio (que se hizo con un alto nivel de detalle), pero no tuvo participación durante el proceso de construcción, explica el argentino.
Nace el diseño del Lusail
Las bases del proyecto eran para diseñar el estadio principal de la Copa del Mundo FIFA Qatar 2022, con una capacidad máxima de 92.000 espectadores (alrededor de 89.000 durante el mundial) y que debía además ser la pieza central en el corazón de la futura ciudad de Lusail. El gran desafío daba el puntapié inicial y la pelota (de conocimiento más creatividad) empezaba a rodar sobre una cancha de arena, sin límites ni fronteras.
Kraviez, como el Messi, el capitán del proyecto, recuerda ese primer tiempo de un partido ganado al desierto: “Diseñar uno de los estadios más grandes del mundo tiene de por sí una complejidad muy alta. Diseñarlo para una ciudad que no existía añadió todavía más. Para nosotros era de suma importancia que este estadio no solo fuera el mejor escenario posible para el mundial, sino también que esté totalmente integrado al trazado y vida de la futura ciudad, transformándose en un verdadero espacio público para el uso y disfrute de sus futuros habitantes”.
Y aclara: “En cualquier otro proyecto empezaríamos a diseñar tomando en cuenta el lugar y los condicionamientos existentes que inspiren y ayuden a lograr esta integración. Al no existir todavía esta ciudad, tuvimos que empezar a diseñar de otra forma, transformarnos también en urbanistas anticipando el desarrollo de la futura ciudad de Lusail”.
“Nuestro principal objetivo para el diseño del estadio era crear una experiencia realmente inmersiva tanto para los jugadores como para los espectadores. Lograr que, a pesar de ser uno de los estadios más grandes mundo, sea un estadio compacto, en donde todos los espectadores se sientan siempre cerca del campo de juego, sean parte de la acción, con la mejor vista posible y que todo esto resulte en una atmósfera única. Para lograrlo, el punto de partida fue el diseño del graderío y su relación con el campo de juego”.
Qué ves cuando lo ves al Lusail
El estadio que vemos hoy es el fruto de horas y años de trabajo pensando y trazando las líneas del diseño de un proyecto en el que cada detalle tiene un sentido. Según describe Kraviez, el graderío se expresa en el exterior como una especie de ‘vasija o cuenco dorado’ que, por un lado, hace referencia a artefactos de la antigua cultura qatarí, como así también al trofeo de oro del Mundial (Copa Mundial de la FIFA). Este aparece como ‘flotando, despegado del suelo mediante unas escultóricas pero discretas columnas de hormigón.
El diseño de la fachada, con sus perforaciones triangulares, acompaña y refuerza visualmente a la estructura principal del estadio y actúa como un ‘velo’, similar a las típicas ‘mashrabiyas’ de la cultura árabe, que filtra la luz y da sombra a los espacios de circulación internos. La arquitectura local qatarí se caracteriza por tener edificios sólidos, con muy pocas aberturas y abiertos hacia patios interiores. El estadio continúa esta tradición, pero de una manera contemporánea y liviana. El reflejo del sol en el exterior va creando distintos tonos gracias al juego de luces y sombras durante el día y por la noche, con la iluminación interna, recuerda también a las linternas ‘fanar’ de la región.
Otro de los componentes principales es el techo que, con 307 metros de diámetro, es una de las estructuras de cable tensado en estadios más grande del mundo. Está cubierto por una serie de paneles en forma de diamante, y termina de unificar al estadio.
El Lusail, un estadio sustentable
En tiempos de sostenibilidad, el Lusail se concibió bajo las premisas de esta tendencia global. “Desde el comienzo del proceso, siempre pusimos especial énfasis en lograr que el diseño fuera un ejemplo en sustentabilidad en estadios, ayudando a minimizar el consumo de energía y generando el bienestar de espectadores y jugadores. Esto se logró principalmente gracias al diseño de alto rendimiento de la fachada y del techo, que está compuesto por paneles de PTFE, un material con una alta performance térmica. Estos elementos por un lado brindan sombra y confort a los espectadores y por otro reducen en alta medida la necesidad del uso del aire acondicionado exterior”, explica Hernán Kraviez.
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Y con el clima desértico como factor determinante, y como ocurre en muchos partidos de fútbol, un cambio a tiempo fue bienvenido: “Inicialmente, cuando el torneo se iba a jugar durante el verano, resultaba altamente complicado poder cumplir con la temperatura máxima de 32 grados permitida por la FIFA para que los partidos no necesitaran de interrupciones para hidratación. Pero una vez que se movió el calendario para el invierno, esto resultó lógicamente más accesible y nuestro diseño hizo que la performance a nivel energético mejorara considerablemente. El estadio recibió la clasificación más alta, 5 estrellas, del Global Sustainability Assessment System (GSAS)”, detalla el arquitecto.
Por otro lado, pensaron también al estadio teniendo en cuenta su uso posterior al mundial, por eso el diseño puso especial énfasis en que la estructura, la que permite una gran flexibilidad para poder transformarlo fácilmente, reduciendo su capacidad y brindando la versatilidad de albergar otros usos -dentro de los cuales se estudiaron las posibilidades de incorporar hoteles, oficinas, centros culturales, escuelas, centros de salud y espacios de uso comunitario- resultando en un diseño totalmente sostenible para la ciudad de Lusail.
Desafío logrado: el Lusail, un estadio imponente y único
El desafío de diseñar el estadio más importante del Mundial de Fútbol 2022, implicó sortear varias dificultades. Para Kraviez, lo más difícil fue “primero, que una estructura que tiene un alto grado de complejidad y de una enorme escala, se vea pura y simple. El estadio es realmente imponente, y gracias a la impecable integración de los distintos componentes -graderío, estructura, fachada, techo- se percibe una simpleza y elegancia en el resultado que es lo que buscamos desde el inicio. En segundo lugar, la otra dificultad era lograr que sienta como un estadio compacto, algo extremadamente difícil en estadios de estas capacidades”.
La tarea tiene también el sabor de la misión cumplida: “Tuve la oportunidad de estar presente en el partido entre la Argentina y México y debo decir, muy orgullosamente, que lo que buscábamos se logró y con creces; la atmósfera interior es algo realmente especial, que obviamente se sintió potenciada por la siempre increíble hinchada argentina”.
Si bien su trabajo terminó, Kraviez aclara que “para un arquitecto la obra nunca está terminada. Siempre puede mejorarse. En este caso, habrá acciones que tomar para su adaptación a un espacio público exitoso y vibrante”.
Y a modo de balance personal, nuestro compatriota concluye: “Este fue sin dudas el proyecto más desafiante de mi carrera, por su escala, complejidad y por el nivel de coordinación que exigió entre los numerosos asesores. Trabajar para Foster + Partners, una de las oficinas más grandes del mundo, con valiosísimos recursos humanos y tecnológicos y habituados a estos grandes proyectos, facilitó este desafío. Hoy dirijo mi propia oficina desde Londres, Light Architecture, con los mismos valores de excelencia en el diseño y aspirando a tener otros desafíos como este”.
SOCIEDAD
Quinieleros online: cómo son las apuestas ilegales en los casinos clandestinos de la web
Exhausto, después de laburar con el teléfono todo ese miércoles, J. se fue a dormir cerca de las 3 de la madrugada. A las 5 ya le volvió a sonar el celular. Es un cliente que lo está llamando. Le dice que le acaba de transferir una plata, poco más de $ 1.000, y que necesita «que le baje las fichas ahora». J. protesta en silencio, pero sabe que recién arranca en esto y necesita fidelizar. Sin salir de la cama toma el teléfono, chequea que la guita haya ‘impactado’, se mete en la plataforma y habilita 1.000 fichas para que su cliente siga jugando en el casino virtual que administra. Termina y se vuelve a dormir un ratito más. Del otro lado recién están arrancado, a ver si sale un plenito salvador antes que despunte el sol.
La escena la cuenta un joven de 30 años que comenzó a trabajar hace pocas semanas de «cajero» en un casino online, una nueva especie de changuita que surgió durante la pandemia y que explotó en los últimos meses en todo el país como un rebusque ‘barrani‘, totalmente informal.
Se trata de intermediarios que reciben el dinero de los apostadores y lo cambian por fichas en alguna de las decenas de plataformas de juego que aparecen cada semana, un pasamanos por el que cobran una comisión, pero que les exige dos cosas: estar disponibles casi las 24 horas y reclutar cada vez más apostadores.
Es un negocio sencillo aunque intenso, que crece cada semana gracias al boca en boca y hoy es una salida laboral fácil y rápida para miles de personas en todo el país. Hace falta apenas un celular con internet, cuentas en un par de bancos digitales y mucha perseverancia. Quienes lo ofrecen lo venden como «un emprendimiento para trabajar desde casa», donde se pueden generar hasta 600 mil pesos mensuales para quienes logren una buena clientela.
Lo que no cuentan es que es un negocio ilegal.
«Nunca se sabe quién juega»
J. tiene poco más de 30 años y vive al fondo de Tristán Suárez, en el sur del conurbano. Se dedicaba a «revolear» cosas, compraba motos y autos para después revenderlos. Hace unas semanas, vio a un conocido ofreciendo cupos para sumarse como cajero. Nunca jugó a nada y no tiene idea, pero le prometieron que pagaba bien. Aceptó y se metió.
El negocio le llegó a través de otro conocido, que tiene el rol de administrador en megafaraón.com, una de las decenas de plataformas que aparecen dando vueltas en Internet. Esta persona tiene la función de ser nexo con el casino, mover las fichas y funcionar en última instancia como la banca. Es quien pagará los premios que puedan sacar los apostadores. Quien convocó a J. por esta changa dejó un trabajo en blanco en una de las empresas que mejor paga en la zona.
Clarín pudo hacer una reconstrucción de este negocio en base a testimonios de más de 30 jugadores, cajeros y administradores que contaron los detalles vía WhatsApp e Instagram, o en foros de Facebook. Ninguno quiso hablar con su nombre real. Operar juegos de azar de manera clandestina puede traer entre 3 y 6 años de cárcel.
«La función más importante del cajero es buscar jugadores. ¿Cómo se hace? Por medio de estados de WhatsApp, perfiles de Instagram. Es un trabajito de constancia, de todos los días. Y después el boca en boca, que te recomienden», cuenta E., quien lleva un año como administradora. Lo hace durante un pitch de ventas, con el que está tratando de sumar nuevos cajeros a su red.
E. es entusiasta, habla rápido. Ofrece un 20 por ciento de ganancias por sobre el capital que los apostadores pierdan. Por ejemplo, si un jugador apuesta 50 mil pesos y los pierde, el cajero se llevará 10 mil. Si le llegan a ganar un premio de 20 mil, esa comisión cae a 6 mil.
Ella insistirá en que el secreto del éxito es la constancia. Dice que hay que postear tres veces por día: mediodía, tarde y noche. También ofrecer promociones, hacer tarjetas o subir capturas de pantallas de pagos realizados a apostadores, no importa si no son propios. Un arsenal de estrategias de marketing de guerrilla.
«Tenés el que te juega todos los días, el del finde nomás, el que juega cuando cobra, el que te jugó una vez y después no lo hace nunca más. Hay que postear todo el tiempo porque nunca sabés quien te va a jugar», resume.
El cajero es una cara familiar para el apostador, que le confía su dinero a un conocido, un primo, un compañero de trabajo. Eso ayuda a que el casino tenga mayor penetración a través de gente de confianza. Recibe el dinero del cliente y se lo cambia por las fichas, que le permitirán jugar a alguno de los juegos que ofrecen. Hay tragamonedas, blackjack, caballos, ruleta o apuestas deportivas.
«Tengo cajeros que que ganan mucha plata, mucha plata -remarca E.-. Tengo una chica que tiene 20 años y se está llevando entre 200 y 300 lucas por quincena. Si vos conseguís unos 100 jugadores, por quincena te llevás unos 50 mil mas o menos», promete.
Hace falta apenas una billetera virtual («o varias, por si te las van cerrando») y empezar a ofrecer. «No necesitás documento, necesitás decirme que sí y yo te empiezo a bajar fichas», apura. Antes de terminar la charla, ya tenemos un perfil armado con un nombre falso.
El esquema de negocio varía de un administrador a otro. Algunos ofrecerán comisiones de hasta el 50 por ciento. Otros con un porcentaje menor, pero liberando al cajero de tener que pagar premios. Unos incluso cobran un ingreso de 4 mil pesos para liberar un curso de introducción, que es apenas un video de YouTube.
También aparecen las denuncias por estafas. Son historias de quienes se borraron sin pagar premios. O los que prometen el «truco del payasito», una supuesta martingala para sacarle el jackpot a uno de los tragamonedas. Hay de todo.
Qué dice la ley
Además de megafaraón aparecen en el radar jugalo.net, casinofox.bet, Casinozeus.vip, Camelbet, magiplay, Bet 30, Gana en casa, Suerte Bet, Casino 33, Hades o Vikingo por nombrar apenas algunas de las cientas plataformas que se ofrecen en las redes.
Ninguna está habilitada en Argentina. Megafaraón, por ejemplo, dice ser una marca registrada pero no tiene una sede, una dirección física o un mail donde escribir. Apenas figura un proveedor de hosting de Rosario. Otras dicen operar bajo leyes de Curazao o Colombia. O directamente no indican dónde están montadas.
«Los usuarios pueden identificar fácilmente qué páginas cuentan con la autorización correspondiente para operar fijándose en el dominio del sitio web; sólo aquellas que cuentan con la extensión bet.ar son legales en Argentina. Todas las demás, son ilegales», explican a Clarín desde la Asociación de Loterías, Quinielas y Casinos Estatales de la Argentina (ALEA), la organización que nuclea a todas las entidades provinciales.
Según reconstruyen fuentes del sector, el juego online creció durante la pandemia del Covid-19, cuando casinos y jugadores se mudaron a las plataformas virtuales ante la imposibilidad de pisar la calle. Fue un movimiento apurado y algo tosco, con una serie de huecos donde vive el negocio.
Hasta ese momento, el juego virtual no estaba regulado, por lo cual no era ilegal. La normativa llegó en diciembre de 2021, cuando se habilitaron las apuestas virtuales. Como el juego es materia de reglamentación federal, cada provincia determina cómo se emplea y qué plataformas están autorizadas. Hoy son 17 las provincias que emitieron normas.
«Después de la pandemia, gran parte del público no sólo se adaptó a consumir entretenimiento mediante medios digitales, sino que además ahora prefieren hacerlo de ese modo», agregan desde ALEA.
Hay versiones cruzadas sobre qué hacer para combatir el fenómeno. Algunos se quejan de haber dejado afuera a las agencias oficiales (en provincia de Buenos Aires, el distrito más grande, no pueden cargar). Otros señalan que hace falta registrarse con los datos y una tarjeta de débito en el legal y eso disuade al jugador. En el sector estiman que de cada 7 pesos que se juegan, 6 van al ilegal.
Al igual que con el viejo quinielero, la facilidad y la posibilidad de hacerlo sin dejar registro atrae al jugador.
Según un informe publicado por Playtech, uno de los principales proveedores de software de juegos online, Argentina es el país de Latinoamérica donde menos importa si las páginas son legales o no. Apenas el 29% de los encuestados indicaron que es un factor que toman en cuenta a la hora de decidir si juegan o no en ese sitio.
En Brasil y Colombia, dos de las plazas donde más instalado está el juego, esos porcentajes suben al 60 y 52 por ciento, respectivamente.
El informe también señala el crecimiento que tuvo la actividad en el país. Argentina lidera a nivel regional el “growth score” (tabla de crecimiento) que mide el uso de aplicaciones y juegos online con relación a la cantidad de usuarios y las descargas realizadas. Según sus datos -y solo contando los oficiales- las apuestas online ya generan en el país ingresos por US$ 2.400 millones.
Si bien muchos casinos se subieron al negocio y lanzaron sus plataformas oficiales, los que ya circulaban y se habían instalado nunca intentaron ponerse a derecho.
«Cuando se reglamentó, muy pocos pasaron a ser legales. El resto es increíble, continuamente ves plataformas que se bajan, se crean, se suben. Y son las mismas, cambian el nombre y vuelven», cuenta Patricio Gándola, presidente de la federación de Cámaras de agentes de loterías, quinielas y afines (FACALQA).
«Son páginas de afuera. Les venden fichas virtuales a un financista que, por ejemplo, compra por un millón de dólares y las paga 700 mil. Luego las vende a sus administradores por 800 mil. Ahí le sacó 100 mil de ganancia. Luego, esos las distribuyen a sus cajero por 900 mil», cuentan a Clarín fuentes judiciales que investigan estas organizaciones.
«Apostando desde el baño»
A nivel local, los cajeros se manejan por billeteras virtuales de MercadoPago, Ualá, Brubank, Cuenta DNI o Modo. Las cargas son a partir de 500 pesos en algunos casos y las apuestas en las máquinas arrancan tan bajo como en 2 pesos. Hay para todos los bolsillos.
«Yo me metí para hacer un dinero extra. Tampoco es que te hacés millonario, pero todo suma para ayudar un poco y tener algo más en la casa por las dudas», cuenta a Clarín M., que lleva más de dos años como cajera. Es mamá de una nena en edad escolar, su marido trabaja de seguridad privada. En los huecos de la tarde, cuando está sola en casa, aprovecha para trabajar.
Comparte estados en WhatsApp con promociones o memes, responde preguntas y recibe transferencias para cambiar por fichas. Tiene una red de unos 30 jugadores, aunque los fijos suelen ser unos diez, especialmente a principios de mes. Dice que le reporta unos 20 mil pesos en sus ingresos.
«Es de terror, nos asusta a nosotros mismos», se sincera Néstor. Desde hace 17 años es miembro de Jugadores Anónimos, la organización que recibe y contiene a quienes tienen un vínculo problemático con las apuestas. Según cuenta, desde que volvieron de la pandemia empezaron a aparecer en los grupos las primeras historias de adicción al juego online. Con un factor extra: muchos de ellos son jóvenes sub 25.
Entre los disparadores menciona el aumento de la publicidad en redes y televisión, y la enorme facilidad que otorga poder jugar desde el teléfono: «Vos antes te tenías que trasladar a la sala de juego, pasar un tiempo escondido. Hoy vas al baño con el celular y estas jugando. ¿Cómo sabés que, por ejemplo, no estoy apostando ahora con otro teléfono?» dice.
Las publicidades son otro punto de conflicto, especialmente con un ejército de influencers que comenzaron a meterse en el negocio recomendando «sus casinos de confianza» en Instagram, como si se tratase de una crema más, o un lugar donde cenar.
Por ejemplo, el caso de una participante del último Gran Hermano, que compartió en una de sus historias un link y un código de descuento. Clarín accedió a ese link, que dirige al WhatsApp de un cajero que promociona CasinoFox.bet, una página ilegal. En Instagram la influencer tiene 2,5 millones de seguidores y, según un informe del programa LAM, por subir una historia a sus redes puede cobrar hasta 250 mil pesos.
Si las páginas no tienen los papeles en regla, mucho menos herramientas para lidiar con jugadores que tienen problemas de ludopatía. En los grupos de cajeros el tema no se menciona.
«Toda esta gente que me juega, tampoco es que tiene mucha plata. Son todos humildes, laburantes», cuenta J., mientras muestra el panel de control donde administra los jugadores de su red. «Se puede controlar todo. Esta me cargó 500 pesos, estaba muerta, eran los últimos que tenía. Esta me cargó 1.000 hace un rato y ya tiene 4.000 pesos. Esta al revés, me cargó 4.000 pesos y ya le quedan 500«, cuenta.
G., otra administradora, revela otra cara del fenómeno. Dice que cada vez está más dificil el negocio, porque explotó la cantidad de jugadores que quieren saltar el mostrador virtual y volverse cajeros.
«Subió todo, la plata no alcanza. Entonces ahora somos muchos ofreciendo el negocio, pero hay pocos clientes», protesta.
SC
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