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SOCIEDAD

La pirueta burocrática de algunas prepagas para informar sus aumentos sin que parezcan excesivos

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En una economía normal, lo que sigue no tendría posibilidad de ser una nota. Los vaivenes e inestabilidades de la coyuntura nacional, en cambio, permiten que algunos relatos que en otras latitudes serían inverosímiles, acá no sólo suenen acabadamente posibles, sino que además sean efectivamente reales. La cuestión tiene que ver con las prepagas y el índice de inflación que tomó en cuenta cada empresa como referencia para comunicar a sus afiliados cuánto aumentará la cuota en julio.

La pirueta burocrática no ha sido menor, ya que mientras el Indice de Precios al Consumidor (IPC) de abril fue del 8,8 por ciento, el de mayo cayó a menos de la mitad: 4,2 por ciento. Lo que ocurrió, entonces, es que las prepagas que informaron los aumentos antes del 13 de junio -el día que se dio a conocer la inflación de mayo- tenían como parámetro -lo mismo que los afiliados- el último dato de inflación que se conocía hasta ese momento, es decir, el de abril.

Si bien hubo empresas que enviaron sus cartas informativas después de esa fecha y de todos modos decidieron valores de ajuste superiores al 8 por ciento -por lo que la asociación entre ambas variables no siempre es lineal-, las prepagas que comunicaron el aumento antes de conocido el más reciente dato del IPC tenían como argumento objetivo que el índice de referencia vigente, aún sin oficializarse el nuevo, era del 8,8 por ciento.

Ese razonamiento podría servir para justificar formalmente la decisión administrativa, pero no escapa a una realidad: cualquier asesor económico o persona medianamente atenta sabía que el dato de la inflación de mayo se iba a ubicar en el rango que finalmente tuvo. “Ya tenían decidido subir ese porcentaje y se apuraron a comunicarlo”, fue la interpretación del vocero de una de las prepagas que no rankea entre las que más aumentó.

Hay un dato más que cierra este “círculo especulativo”, y es que en los aumentos de junio -cuando todavía el tope debía ser el IPC- las prepagas ya habían aplicado la inflación de abril. De manera que en los casos en que las cartas a los afiliados se enviaron antes de conocerse el dato de mayo se dio esta paradoja: habían tomado ese 8,8 por ciento la primera vez como el índice correspondiente para ajustar la cuota de junio, y -capricho temporal mediante- la misma cifra quedó clonada como garantía de credibilidad para la cuota de julio.

Las prepagas comunicaron los aumentos antes y después de conocerse el último dato del IPC. Foto: Shutterstock

Lo que está en juego como supuesto condicionante es el imperativo que exige a las empresas de medicina prepaga comunicar por carta a sus afiliados, con una anticipación mínima, cada aumento futuro. “Informar a los usuarios los incrementos que se registrarán en el monto de las cuotas con una antelación no inferior a los 30 días corridos, contados a partir de la fecha en que la nueva cuota comenzará a regir”, dice la norma.

Claro que esos treinta días pueden ser manejables en función de la fecha de vencimiento de la factura. Si la comunicación saliera unos días más tarde, esa fecha debería ser corrida para que el plazo se cumpla. Eso es lo que, según pudo confirmar Clarín, hicieron algunas prepagas que prefirieron esperar el dato cierto de la inflación de mayo para comunicar el aumento.

Este medio consultó a la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), a raíz de esta disparidad surgida entre los que manejaron uno y otro dato de inflación como referencia para comunicar las subas. La respuesta fue, simplemente, que “depende de cuando facturen y envíen la comunicación a los afiliados”. Con lo que, en el marco de la libertad, las empresas pudieron utilizar esa variable como herramienta a su favor.

Más aún, cuando Clarín publicó el último jueves que el promedio de aumentos de diez de las prepagas más importantes del país era del 7,69 por ciento y señaló que eso significaba casi el doble que la inflación de mayo, una fuente del Gobierno se comunicó para aclarar que el IPC comparativo debía ser el de abril porque “la gran mayoría mandó los aumentos previo a conocerse el índice de mayo, por lo que tomó como referencia el 8,8 por ciento”.

La variable, de cara a agosto

Una pregunta posible sería si para la cuota de agosto algunas prepagas también preferirán adelantarse al dato de inflación de junio (que se comunicará a mediados de julio) o preferirán esperar unos días más a que se conozca ese valor que -se presume- será algo superior al precedente.

Cabe repetir que desde julio el IPC ya no debe ser respetado por las empresas, ya que los precios han quedado otra vez liberados tras el acuerdo judicial del 27 de mayo. No obstante, es inevitable que el dato siga siendo una referencia a partir de la cual el índice de ajuste de las cuotas se inscriba en un contexto y el afiliado pueda evaluar si la suba es razonable o excesiva.

Un ejemplo claro de esto, durante el mes que termina, fue el de la prepaga Accord Salud, que primero mandó una carta a sus afiliados en la que indicaba un aumento del 18,8 por ciento y pocos días más tarde tuvo que rectificarse y reducir ese valor al 8,8 por ciento. Dicho de otro modo, hay libertad, pero una libertad observada que hasta puede ameritar algún llamado oficial para corregir distorsiones sobre la marcha.

La única empresa ajena a la divisoria de aguas que impone la fecha límite de difusión del IPC es OSDE, que al cobrar a mes vencido tiene un margen mayor para comunicar el índice de incremento de la cuota. Es decir, en el transcurso de julio informará recién la suba correspondiente a ese mes, cuya factura vencerá los primeros días de agosto.

El resto de las compañías, a juzgar por la respuesta de la SSS, podría seguir manejando a discreción la estrategia de adelantarse o demorarse en la fecha según la tendencia de los precios de la economía. Sólo si Argentina llegara a convertirse en un país estable, esas piruetas se diluirían en el cauce de la normalidad, al punto que observaciones periodísticas como ésta perderían su razón de ser.

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Los analistas aseguran que los anuncios del Gobierno generaron dudas en el mercado y esperan más precisiones sobre el cepo

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Pese a la conferencia de prensa que el equipo económico dio el viernes y la reunión que el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, tuvieron los bancos, las variables financieras mostraron números rojos. Las acciones de las empresas argentinas (ADRs) que operan en Wall Street cayeron este lunes y el riesgo país superó los 1500 puntos. Asimismo, los dólares financieros registraron subas de hasta 3% y el blue cotizó por encima de los $1400, por lo que marcó un nuevo máximo histórico.

Pasadas las 18, la mayoría de los papeles que cotizan en Wall Street se movieron a la baja y llegaron a caer más de un 9%. Por otro lado, el tipo de cambio informal trepó $40 en la primera jornada de la semana y cerró a $1405. Mientras tanto, el CCL operó a $1412,48 y el MEP se negoció a $1413,01. En tanto, el dólar cripto cotizó esta tarde a $1386,10 para la venta.

Leé también: Se necesitan casi $300.000 para la compra del cupo de US$200 en el banco: quiénes pueden acceder en julio

“Más allá de la cuestión local, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años en EEUU trepó casi 8 puntos básicos generando un clima de debilidad en las pantallas de deuda frontera/emergente y por supuesto participó en la baja de los bonos argentinos. Fuera de ello, creo que el mercado sigue enfocado en las dificultades de cara a la normalización cambiaria”, evaluó Pedro Siaba Serrate, jefe de Research y Estrategia de PPI.

“Los anuncios del Gobierno del viernes fueron interesantes (sobre todo en relación al incremento de tasa efectiva que eventualmente ocurra tras la ejecución de las novedades), pero no contenían un mensaje de tinte cambiario, lo cual no atiende la ansiedad del mercado frente a este tema. Paradójicamente, el equipo económico no puede dar ni certezas ni demasiados pistas en relación a la salida del cepo porque eso afectaría el sistema de incentivos y complicaría aun mas la situación”, insistió.

El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, durante el anuncio del acuerdo con el FMI. (Foto: Mariano Sánchez/NA).

Además de la falta de precisiones sobre cuándo se levantarán las restricciones cambiarias, también hay preocupación por lo que pueda pasar con la acumulación de reservas del Banco Central, que en junio cerró su primer mes con saldo negativo desde el inicio de la gestión de Javier Milei.

“En líneas generales lo que estamos viendo es que el mercado no está viendo con buenos ojos que el Banco Central vaya a perder US$2000 millones en los próximos meses”, indicó Javier Casabal, Estratega de Renta Fija de Adcap.

“La pregunta de fondo respecto a la sostenibilidad del modelo sigue sin encontrar respuesta y esto pone limitaciones a los escenarios más optimistas. El mercado esperaba noticias de la conferencia del Ministro Caputo y de Bausili, pero no las recibió. Esto, junto con el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense, contribuyó a la liquidación. Fue un día difícil para todas las clases de activos argentinos”, agregó el especialista.

Leé también: El dólar blue cerró en $1405 y marcó un nuevo récord

En la misma línea, el economista Gustavo Ber consideró que la reacción de las variables financieras reflejan cierta cautela y expectativa por parte de los actores del mercado, principalmente por la falta de mayores detalles sobre la implementación del nuevo esquema monetario.

“También se busca evaluar el esfuerzo fiscal adicional necesario y la dinámica de las reservas en vista a que el momento no habría cambios en los principales lineamientos de la política cambiaria. Ocurre que no conformaron las expectativas más allá de reconocer la importancia de seguir avanzando en el saneamiento de la hoja de balance del BCRA, aún cuando ello como contrapartida requerirá de mayor esfuerzo fiscal. Una “brecha” como la actual del orden del 50% debería ser suficiente, y será importante que se pueda estabilizar para evitar distorsiones y un deterioro en las expectativas”, completó.

Por último, Diego Martínez Burzaco, de Inviú, describió que los inversores comparten la dirección del modelo económico que propone el Gobierno, pero coincidió en que faltan más definiciones sobre los próximos pasos. “La falta de precisiones puede haber estimulado una toma de ganancias en algunos activos de riesgo. También esta bastante enrarecido el panorama para los mercados emergentes. Creo que en los próximos días, cuando tengamos mas definiciones sobre el traspaso de los pases al Tesoro y el BCRA tenga la capacidad de fijar tasas de interes y tratar de estimular la demanda de dinero, los activos deberían ir recomponiéndose de a poco”, analizó.

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