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Mauricio Pochettino fue oficializado como entrenador de Estados Unidos y será su primera experiencia en una selección

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Previo al amistoso ante Nueva Zelanda que finalizó en un empate con un gol por lado, la selección de Estados Unidos oficializó la incorporación de Mauricio Pochettino como su entrenador. El director técnico argentino llega de dirigir al Chelsea de Inglaterra y tendrá su primera experiencia al mando de un conjunto nacional.

La Federación de Fútbol de Estados Unidos ha nombrado a Mauricio Pochettino como nuevo entrenador en jefe de la selección nacional masculina”, anunciaron en el sitio web de la federación del país norteamericano, y explayaron: “De 52 años, es un entrenador experimentado y muy respetado que ha tenido etapas exitosas con varios clubes europeos de primer nivel, incluidos Tottenham Hotspur, Paris Saint-Germain y Chelsea. Conocido por construir equipos con estilos de juego dinámicos, ahora tomará el mando de la selección nacional de Estados Unidos, aportando su amplia experiencia y perspicacia táctica para liderar al equipo en la Copa Mundial de la FIFA 2026 en su propio país”.

Previamente, la cuenta oficial de X de la selección había encendido a sus seguidores con un juego, ya que los rumores de la incorporación eran cada vez más grandes. Minutos antes del anuncio, realizaron una publicación de un mate y escribieron: “Trato hecho”.

Por su parte, Pochettino pronunció sus primeras palabras como director técnico de la selección: “Hola a todos. Estoy muy honrado y muy contento de ser el nuevo entrenador del equipo nacional masculino de Estados Unidos. Tenemos una gran oportunidad por delante. Mucha suerte a todos los chicos en este partido en Cincinnati (amistoso contra Nueva Zelanda). Espero verlos pronto, un fuerte abrazo”.

También sostuvo: “La decisión de unirme a US Soccer no fue solo por el fútbol para mí; se trata del camino que este equipo y este país están recorriendo. La energía, la pasión y el hambre de lograr algo verdaderamente histórico aquí, esas son las cosas que me inspiraron. La oportunidad de liderar a la Selección Nacional Masculina de Estados Unidos, frente a fanáticos que son tan apasionados como los jugadores, es algo que no podía dejar pasar. Veo un grupo de jugadores llenos de talento y potencial, y juntos, vamos a construir algo especial del que toda la nación pueda estar orgullosa”.

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Además, la selección publicó un video a modo de chiste en el que simulan seguir al argentino en su cuenta de Instagram, en referencia a su incorporación como entrenador.

En tanto, Matt Crocker, director deportivo de US Soccer y quien fue el encargado de elegir a Pochettino, señaló: “Es un ganador constante con una profunda pasión por el desarrollo de jugadores y una capacidad demostrada para construir equipos cohesionados y competitivos. Su trayectoria habla por sí sola y confío en que es la elección correcta para aprovechar el inmenso potencial de nuestro talentoso equipo. Estamos encantados de tener a Mauricio a bordo mientras nos embarcamos en este emocionante viaje para alcanzar el éxito a nivel mundial”.

En esta línea, Cindy Parlow Cone, presidenta de US Soccer, afirmó sobre la contratación: “Mauricio es un entrenador de clase mundial con una trayectoria comprobada en el desarrollo de jugadores y el logro de éxitos en los niveles más altos. Su pasión por el juego, su enfoque innovador para entrenar y su capacidad para inspirar y conectar con los jugadores lo convierten en la persona perfecta para este puesto. Estamos entusiasmados de tenerlo al frente de nuestra Selección Nacional Masculina”.

A su vez, Pochettino tendrá su primera presentación el 12 de octubre a las 22 (horario argentino), en el cruce entre Estados Unidos y Panamá en un amistoso. Será el primer argentino de la historia en dirigir a la selección norteamericana.

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La necesidad voraz y ansiosa de acumular libros que probablemente no se lleguen a leer en el transcurso de una vida

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Daniel Barenboim solía recordar el asombro que le causaba, cuando era niño, entrar en una casa (de algún vecino, de algún compañero de escuela o amigo del barrio) y constatar que allí no había piano. Consagrado al teclado desde pequeño, habituado a que la música fuera el alma y el centro de cualquier reunión familiar o celebración hogareña, la presencia de un piano le parecía algo corriente, lo que le llamaba la atención era su ausencia.

Una extrañeza parecida, mezcla de desasosiego y perplejidad, invade al lector ferviente cada vez que entra en una casa donde no hay biblioteca. El ojo busca ansioso, casi por instinto, no ya la sala elegante o la boiserie suntuosa, pero sí los viejos estantes estoicos y chuecos por el peso, las pilas desgreñadas que obturan rincones y estrechan pasillos, la señal tranquilizadora, en definitiva, que rápidamente establece un territorio común, la lengua franca que allana un umbral de entendimiento, más allá de cualquier diferencia. Dos que leen. No importa qué (tomar examen sobre gustos y preferencias en esta materia es de inquisidores, no de lectores gozosos). Sin embargo, como los pianos de la infancia de Barenboim, los libros en las casas van camino de ser una rareza.

Librería de viejoShutterstock

Sobre la cofradía de los que resisten, atrincherados en una pasión que fácilmente se tuerce en manía, el ensayista Antonio Castronuovo ha escrito su Diccionario del bibliómano. Nótese que evita la palabra bibliófilo, y eso marca un rumbo, porque se trata de una reflexión (llena de humor y autoironía que el iniciado, cómplice, hará propia) sobre ese punto sin retorno en que la predilección se vuelve adicción y el placer, “vicio”.

Todo empieza con la gula, nos dice el autor (más tarde se referirá a la “bibliofagia”). Llega el primer libro “después entran diez, treinta, y luego de los cien ya no nos detenemos más. Voraces y ansiosos, se cumple lo irreparable: se acumulan muchos, demasiados al fin. Y no es posible hacerlo de otro modo”. La casa entonces, el hábitat del pobre bicho lector, ya consumido por la carcoma del libro, empieza a organizarse en torno a los volúmenes. Se discute con la pareja (si ha tocado la mala suerte de que sea una persona sensata de esas que no comprenden el dulce mal del bibliómano), se desalojan otros objetos, se ocupan paredes, se planean incluso mudanzas al ritmo frenético de la avalancha de papel. Porque no hay que perderse una sola página, recomienda Castronuovo; incluso “hay que comprar los libros que a la noche no necesariamente se tiene ganas de leer, sino solo de hojear”. Y, glosando al crítico Giuseppe Pontiggia, nos alienta a dejarnos ir, locos de contento, y a ceder a la compulsión: “Es algo trivial hacerse los moderados con los libros […] Nunca dudar en la compra […] Y sobre todo, cuando el precio es alto, vale pensar en el término mágico ‘inversión’, ‘excusa de todos los negocios irreales’”.

«La biblioteca privada es, en efecto, un instrumento de investigación, por lo cual los libros acumulados valen más que aquellos leídos»

En ese frenesí, Castronuovo defiende un concepto difícil de captar para el foráneo: la antibiblioteca, el vasto cúmulo de libros que abarrota repisas y que probablemente no lleguemos a leer en el transcurso de una vida: “quien posee millares de libros ha leído a lo sumo un décimo, incluso si los ha hojeado distraídamente a todos. La biblioteca privada es, en efecto, un instrumento de investigación, por lo cual los libros acumulados valen más que aquellos leídos: es fácil convenir sobre el hecho de que una biblioteca sirve si contiene la masa de aquello que no sabemos, que es bien mayor de aquello que en cambio sabemos. Y dado que con el paso de los años aumentan los conocimientos, crece también el número de libros para leer, que se acumulan cada vez más sobre los estantes. […] Se deduce que la recurrente pregunta: ‘¿los leyó todos?’ no solo carece de fundamento, sino que además es tonta en su esencia.”

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Hay, con todo, un efecto secundario benéfico de esta pasión insana. Es sabido que cuanto más cultive uno sus entusiasmos, menos condicionado por ciertos límites de la biología se verá. La cultura emancipa de algunas fatalidades de la naturaleza. La pasión por el conocimiento, por el deporte, por las ideas o por el arte rompe, por ejemplo, las barreras de la edad, de la geografía. Un tablero de ajedrez, una disciplina científica, la obra de un compositor, el talento de un creador, acercan lo que el azar del tiempo y el espacio ha puesto distante. Sin esas aficiones quedamos atados al terruño exiguo de un momento y un lugar, al capricho del corte generacional y lo que las modas (por lo general lamentables cuando se las mira en perspectiva) hayan hecho con eso -y si sólo somos eso- con nosotros. En el cultivo de esas aficiones que nos salvan de la más plana existencia, por dispares que sean o alejadas de la literatura que estén, siempre, en algún recodo del camino, nos esperará un libro.

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