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Niogasta, el pueblo condenado a desaparecer por las inundaciones: solo quedan 20 familias

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A la sombra de las historias que tejió el temporal en el AMBA y algunas zonas del interior bonaerense, existe un rincón de la Argentina que parece condenado a desaparecer. Niogasta, paraje rural emplazado a la vera de la Ruta Nacional 157 -Simoca, provincia de Tucumán-, se encuentra al borde de transformarse en un pueblo fantasma a raíz de las inundaciones.

El drama ya escribió capítulos anteriores de tristeza y desarraigo. En marzo de 2023, hace exactamente un año, los parajes vecinos de Sud de Lazarte y Esquina quedaron sepultados bajo las aguas. Dieciséis familias no solo lo perdieron todo, sino que también se vieron obligados a abandonar sus hogares y despedirse para siempre del sitio en el que construyeron sus vidas.

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Ahora, tras un nuevo desmadre del Río Chico, 20 familias de Niogasta quedaron aisladas, sin poder salir de sus casas ni siquiera para comprar alimentos. Y mientras sufren la ausencia estatal, se enfrentan a un dilema cruel: aferrarse a lo poco que les queda o empezar de cero en otro lugar.

“Nos invade la tristeza de ver cómo la naturaleza se adueña de nuestro amado pueblo. Gente que trabajó toda su vida y levantó su casa con muchísimo sacrificio, ¿qué va a hacer ahora?”, cuenta a TN Soledad Salazar, una docente que nunca se fue del paraje que la vio crecer.

Uno de los caminos principales de Niogasta, cubierto por el agua. (Foto: gentileza Soledad Salazar)

“Para llevarle comida a la gente, caminamos con tres kilómetros con el agua hasta la cintura”

A pesar de que su trabajo forzó una mudanza a La Trinidad -a unos pocos kilómetros por la Ruta Provincial 329-, Soledad encabezó una campaña de donaciones a los pobladores que estuvo teñida del drama que sacude a Niogasta. “Ni en el tractor pudimos pasar de lo profundo que estaba, pero yo no podía hacer como si nada ocurriera. Mis padres, uno de mis hermanos y muchos vecinos queridos están sufriendo”, sitúa.

Lo que ayer era una amenaza hoy es una realidad: la inundación ya alcanzó a los íconos edilicios de Niogasta, como la Escuela Roque Aragón y el Centro de Integración Comunitaria (CIC). Muy cerca, en la zona donde está emplazada la capilla, el agua llega al cuello.

“Ahí está la casa de mis padres. El otro día, los caballos nadaban. No es exageración”, cuenta Soledad, y sigue el relato: “Para llevarle comida a la gente, caminamos tres kilómetros con el agua que nos llegaba hasta la cintura. Hicimos pizzas y sándwiches de fiambre para las familias que están aisladas. También llevamos repelentes porque hay muchos casos de dengue. Cuando ya no pudimos seguir, Débora, una amiga, completó el trayecto a caballo. ¿Sabés lo peligroso que es? Si el caballo agarra un pozo y tropieza, puede ser una tragedia”.

Ayer y hoy. La escuela de Niogasta. (Fotos: Gentileza Soledad Salazar / Escuela Roque Aragón)

Ayer y hoy. La escuela de Niogasta. (Fotos: Gentileza Soledad Salazar / Escuela Roque Aragón)

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La sospecha de los vecinos es que la causa del desastre en Niogasta se debe a falta de obras en el Dique Frontal de Termas de Río Hondo, en la vecina provincia de Santiago del Estero: allí desemboca el Río Chico.

“Como el dique está tapado, el agua está retrocediendo y cada vez es peor. Eso dicen los especialistas. Ya se sabe”, remarca Soledad, y cuestiona la ausencia de autoridades provinciales para asistir a las familias en peligro: “El lunes pasado, cuando entré, nunca en mi vida había visto tanta cantidad de agua. No puedo creer que nadie del gobierno se haya acercado. Cuando hay inundaciones, Defensa Civil siempre viene. Esta vez solo se acercó gente de la comuna con un tractor”.

Los vecinos y las mascotas, con el agua dentro de sus casas. (Fotos: gentileza Soledad Salazar)

Los vecinos y las mascotas, con el agua dentro de sus casas. (Fotos: gentileza Soledad Salazar)

“Muchas familias tuvieron que irse”

Uno de los caminos principales de Niogasta ya no existe: el desborde del río produjo la formación de nuevos cauces y la correntada y la profundidad son tales que parece imposible que el paisaje vuelva a ser lo que alguna vez fue.

“Al principio, el río salía hacia el fondo del pueblo. Ahora está en el frente. El agua llega hasta el cuello y encima hay pozos. Es muy peligroso. Y además, la corriente hace que todo se vuelva más difícil”, comenta otra docente y vecina de Niogasta, Sabrina Zelaya.

La inundación se apoderó de la casa en la que vive junto a su mamá Noemí (48), su abuela Corina (71) y su bisabuela María Rosa (95). También su hermano mayor, Osvaldo (28), y dos tíos. “El domingo pasado, al ver que el agua empezaba a subir, me tuve que ir para poder seguir yendo a mi trabajo”, dice Sabrina, profesora de lengua y literatura en una escuela en Taco Ralo, a 40 kilómetros de Niogasta.

"Nunca en mi vida vi tanta agua", resumió Soledad. Así quedó su casa. (Foto: gentileza Soledad Salazar)

«Nunca en mi vida vi tanta agua», resumió Soledad. Así quedó su casa. (Foto: gentileza Soledad Salazar)

La casa de Sabrina durante la inundación de los últimos días. (Foto: gentileza Sabrina Zelaya)

La casa de Sabrina durante la inundación de los últimos días. (Foto: gentileza Sabrina Zelaya)

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“Muchas familias tuvieron que irse luego de la inundación anterior, y ahora es todavía peor: todas las que quedan se encuentran afectadas. Solo a las que están cerca de la ruta no les llega el agua. Las que viven cinco, seis kilómetros adentro, sufren”, retrata, y sus palabras se tiñen de melancolía: “Antes se inundaba y con los días se iba secando. No sé si habrá solución esta vez”.

La inundación arrasa los recuerdos de los vecinos mayores y mina el futuro de los más chicos. Nadie está exento “Siempre ocurrían inundaciones, pero antes eran unos días y todo volvía a la normalidad -concluye Sabrina-. Ahora es mucho más profundo y te empuja a dejar el lugar. Y cuando uno se enfrenta a eso, es muy difícil”.



Inundaciones, Tucumán

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Sigue la ola polar en Argentina: ahora se congelaron las piletas

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La ola polar en gran parte de Argentina no solo continúa, sino que también avanza. Hace dos semanas, el frío extremo fue noticia en Tierra del Fuego, y más específicamente en Río Grande, donde el mismo agua del mar se congeló. Ahora, las bajas temperaturas causaron un llamativo fenómeno en distintos puntos de la región pampeana, donde se congelaron piletas.

Fue después de aquellos disparatados episodios en la Patagonia, donde las olas del mar se iban espesando y avanzaban cansinas hasta la orilla, formando varias capas de hielo con cada oleaje. Toda la región también fue azotada por la nieve: caminos anegados, estancias y casas incomunicadas, varios desaparecidos y algunos fallecidos en Santa Cruz y Chubut. Más al norte, se congelaron las piletas.

Durante este fin de semana, en tanto, la nieve trepó por otras latitudes, hasta acercarse a cabeceras como Mar del Plata. Allí, se dio un fenómeno climático bastante cercano a la nieve, el graupel: un tipo de precipitación que se forma cuando las gotas de agua sobreenfriadas en la atmósfera se adhieren a los copos de nieve. En otros lugares, aunque no nevó, el frío fue extremo. Por ejemplo, en Trelew, Olavarría y en Toay, La Pampa, las piletas amanecieron congeladas, lo que se volvió viral.

En aquella ciudad chubutense la temperatura durante la mañana del domingo alcanzó los -4.8°C. Una usuaria de X publicó un video para mostrar su pileta totalmente congelada, con un hielo prístino, casi transparente. «Si hace frío, que no se note. La pileta está congelada», comenta el video. A su alrededor, un pequeño gato bordea la pileta, atraído por el ruido del hielo rompiéndose.

Video

Por la ola polar, en Olavarría, Trelew y La Pampa se congelaron hasta las piletas.

Más al norte, en centro la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Olavarría, no nevó ni hubo graupel, pero sí se congeló otra pileta. «Parece que hizo frío anoche. Qué lindo que está el agua», ironizó otro usuario de X al publicar su video el domingo por la tarde. Con afán ilustrativo, arrojó un balde amarillo sobre la superficie del agua congelada y lo deslizó hacia el otro extremo: todo era hielo. En esa ciudad, la temperatura mínima registrada durante esas horas fue de -4.5°C.

Y en el centro de la provincia de La Pampa, en la ciudad de Toay, otra pileta se congeló por el frío extremo. En la cabecera aledaña a Santa Rosa, la temperatura descendió hasta los -5.4°C, lo que la convirtió en la sexta ciudad más fría del país durante el fin de semana. Allí, otro usuario reportó que su pileta se congeló y decidió situar una silla de metal en la superficie del hielo.

La ola polar afecta por estas horas a vastas áreas del país. Las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis tienen advertencias amarillas y naranjas en materia climática. En el sur de Santa Fe, Entre Ríos, así como Corrientes, Salta, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan, Mendoza, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut hay alerta amarilla.

Las zonas más comprometidas están en la Patagonia: en Santa Cruz, la zona oeste de la provincia enfrenta una alerta roja por el frío, mientras que el resto del territorio está bajo alerta amarilla. Tierra del fuego, bajo el mismo estatus, decidió alargar sus vacaciones de invierno para evitar complicaciones en las comunicaciones y accesos, además de por sugerencia del sector sanitario.

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