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SOCIEDAD

Por qué las prepagas aumentaron casi el doble que la inflación en noviembre y otro dato incómodo

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El Indice de Precios al Consumidor (IPC) de noviembre, conocido este miércoles, volvió a dejar en evidencia una tendencia que se repite en el último tiempo. La inflación de la salud fue del 2,9 por ciento, contra el 2,4 de la inflación general. Al desdoblar los ítems que integran el rubro, los medicamentos tuvieron un ajuste intermensual nacional del 1,73 por ciento, mientras que para las prepagas la suba fue del 4,75 por ciento, casi el triple que los remedios y casi el doble que la inflación general.

Si se analiza los aumentos por región geográfica, las prepagas tuvieron su máxima expresión en el noroeste del país, con un índice del 6,2 por ciento, seguido por Cuyo, con el 4,9 por ciento. En la zona metropolitana de Buenos Aires, en tanto, la suba fue del 4,6 por ciento, algo por debajo del promedio nacional.

Un primer elemento a tener en cuenta sobre el notorio desfasaje entre el alza de las cuotas de las prepagas y la inflación es que los aumentos de noviembre -de los que ahora se conoce el promedio- fueron comunicados por las empresas en octubre, cuando la última referencia de inflación conocida era la de septiembre, que había sido del 3,5 por ciento.

A eso se suma que el aumento ponderado por cantidad de afiliados mitiga en parte el impacto de la brecha con la inflación, ya que la gran mayoría de las compañías con mayor volumen de afiliados tuvieron subas más aproximadas al índice inflacionario, mientras que los aumentos más llamativos suelen provenir de coberturas con una menor influencia en el mercado.

Como sea, en el último año las prepagas aumentaron, según el INDEC, 250,6 por ciento en el GBA, mientras que los medicamentos lo hicieron 161,4 por ciento. El argumento frecuente de Unión Argentina de Salud (UAS) para justificar esa diferencia es que en los últimos 12 años los aumentos de remedios fueron muy superiores a los de las prepagas, y que entonces ahora estas últimas buscan recuperar el terreno perdido.

Los remedios este año se mantienen por debajo del IPC que informa el INDEC. Foto: Emmanuel Fernández

A eso se suma otra explicación, en la que coinciden tanto prepagas como prestadores, y es que la inflación de la salud siempre es superior a la general, exceso que los actores del sistema suelen estimar en el orden del 40 por ciento. “Es un fenómeno mundial relacionado con el aumento de la expectativa de vida, las nuevas drogas y tecnologías que encarecen el costo”, explicó una fuente del sector prestador.

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Desde las prepagas, en tanto, afirmaron que “nuevas tecnologías y medicamentos de alto costo, sumado al diagnóstico por imágenes cada vez más preciso hacen que los precios de la canasta de la salud siempre se ubiquen algunos escalones por encima del promedio”. Básicamente, lo que afirman es que la innovación en otros bienes de consumo que mide el INDEC no es comparable con la que exige la salud. Y con retórica preguntan: “¿Cuánto cuesta financiar la cura de una enfermedad mortal?”.

Conocido el nuevo dato del INDEC, ahora las prepagas empezarán a enviar a sus clientes los valores previstos para enero. Según la normativa vigente, deben esperar a que se conozca el último IPC para comunicar a sus afiliados con 30 días de anticipación cuánto será el incremento del mes siguiente, de manera que la suba aplicada tenga una referencia lo más cercana posible a la inflación.

Dos escenarios de tensión

En ese contexto se juegan dos escenarios de tensión: el de las prepagas con sus afiliados y el de las prepagas con sus prestadores. En cuanto al primero, mucha gente incrédula se pregunta cómo puede ser que la inflación de noviembre haya sido, según el Gobierno, del 2,4 por ciento, cuando las subas de sus consumos se ubican muy por encima de ese índice, incluidas por lo visto las prepagas.

A propósito de ese punto, el INDEC intentó hacer un hilo explicativo en la red X, en el que parece asumir esas dudas y señala: “’¿Por qué el índice de precios al consumidor no refleja los aumentos de precios de mis consumos?’, solemos escuchar. Con frecuencia se utiliza el IPC como sinónimo de lo que cuesta vivir, pero los gastos de las familias pueden variar con el tiempo”.

Desde el sector privado señalan que el constante desarrollo de nuevas tecnologías para la salud elevan los costos por encima del promedio.Desde el sector privado señalan que el constante desarrollo de nuevas tecnologías para la salud elevan los costos por encima del promedio.

Añade que “el costo de vida contiene elementos subjetivos que surgen de cómo el consumidor adapta su canasta personal de gastos para satisfacer sus necesidades y mantener cierto nivel de bienestar”. Y lo diferencia del IPC, que “mide las variaciones de precios de una canasta de bienes y servicios que no se modifica en función de decisiones subjetivas. Y que considera el gasto en consumo de todos los hogares a lo largo de un año, según releva a través de una encuesta especial”.

La segunda pulseada, la de las prepagas con los prestadores, se traduce en un incómodo comunicado de la Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico (Cadime) conocido en las últimas horas: “Las empresas de medicina prepaga aumentaron el precio de sus cuotas muy por encima de lo que pagan a quienes prestan los servicios de salud a sus beneficiarios. Esta diferencia, cada vez mayor, es crítica para el sostenimiento del sistema de salud de la Argentina en los últimos años”.

Advirtieron que “los aumentos de los aranceles reconocidos a las empresas y profesionales prestadores siguen siendo insuficientes para compensar el efecto que la inflación y el aumento de los costos operativos tiene sobre el sector, lo que genera tensiones y conflictos que afectan a la totalidad de los prestadores ambulatorios, sobre todo a las pymes de salud, y a los usuarios”.

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Agregaron que “las cuotas de las empresas de medicina prepaga en los últimos dos años (el dato es hasta octubre de 2024) tuvieron un incremento del 435 por ciento estimado en promedio, mientras que los aranceles que reciben los prestadores de salud sólo aumentaron entre 160 y 224 por ciento, según relevamientos realizados por Cadime”.

Por último, explicaron que “el pago de las prestaciones realizadas se efectiviza, en promedio, entre 60 y 90 días después de su facturación. En el contexto de alta inflación sufrido en los últimos dos años, y a pesar de la fuerte baja de este índice en los últimos meses, resulta letal para los prestadores de salud, especialmente las pequeñas y medianas empresas”.

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SOCIEDAD

Luciano Castro: se desafía en teatro, imagina su vejez y piensa el amor en voz alta: “Necesito por completo de Griselda”

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  • 9 minutos de lectura

MAR DEL PLATA.- No va a los balnearios de moda, sino al que concurre hace décadas y donde sus vecinos de carpa son familias marplatenses que no ven en él al personaje público, sino al amigo de cada verano que llega muy temprano para surfear olas y en el que se reúnen sus hijos con sus amigos para pasar el día.

Luciano Castro es uno más. Se crio en esta ciudad, donde este verano se atrevió, y salió airoso, al desafío de protagonizar su primer unipersonal de teatro. De sábados a lunes hace Caer (y levantarse) en Chauvín, escrita por Patricio Abadi y Nacho Ciatti, una épica en torno a la vida de un boxeador en desgracia.

Es mediodía y allí están Esperanza y Fausto, los hijos que tuvo con la modelo, actriz y conductora Sabrina Rojas, eligiendo el almuerzo playero, mientras unas vecinas amuchadas bajo el sol le juegan una broma como si se tratase de un amigo más.

“Acá somos los mismos de siempre, son muchos años, hace diecisiete que vengo a esta playa, pero hay gente que viene a este lugar desde hace cuarenta años”, explica el actor y señala a ese “vecino ilustre” de las olas y el viento. “Somos un grupo y eso nos da tranquilidad, porque levantamos la cabeza y sabemos quién es quién. Mis hijos pueden estar sueltos, jugar sin riesgos; es una playa local”.

Luciano Castro está en “modo padre”. Lo acompaña Mey Scápola, su amiga y la directora de la obra que interpreta por la noche. En un rato, seguramente aparezca en escena Griselda Siciliani, su novia, a la que se referirá en algún tramo de la charla sin evitar el tema. El verano pasado era Flor Vigna quien surcaba estas arenas. Todo cambia, como el tiempo en un verano que oscila entre el calor agobiante y los días muy frescos.

“En esta playa mi hija tiene amigas desde los tres años, hace diez que viene acá. Anda sola, todo es muy seguro, y eso me hace estar relajado, no me genera un estrés”, reconoce el actor e inmediatamente les indica a sus hijos -les recalca enfáticamente- que tengan cuidado con el oleaje.

Al mar se lo ve rebelde, como la esencia de este hombre que cumplirá en marzo sus cincuenta años y al que se percibe muy aplomado artística y personalmente. Mientras se escuchan las palmas de los bañistas -señal inequívoca de un niño perdido que busca a sus padres- Castro toma agua, se sienta en la arena y charla. Habla mucho. Muy distinto al pibe de Villa del Parque que había debutado en Jugate conmigo, el programa de Cris Morena, siendo un adolescente.

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–Los cincuenta años son considerados “la mitad de la vida”, un número simbólico. ¿Cómo los atravesás?

–En lo laboral, haciendo el unipersonal y con mi debut en el Teatro San Martín en el mes de mayo.

–¿Y en lo personal?

–Apostando a una calidad de vida que no tiene que ver con la plata. Está todo premeditado, a eso voy.

–Planificar la vida…

–Cuando las cosas están premeditadas, el margen de error es menor, porque todo depende de vos, no sale mágicamente de la galera.

En el aspiracional Teatro San Martín porteño hará El Sansón de las islas, una obra de Gonzalo Demaría -actual director del Teatro Nacional Cervantes-, dirigido por Emiliano Dionisi. “A finales de febrero comenzaremos a ensayar. El sueño de cualquier actor es trabajar en el San Martín”.

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–No todos lo logran. Soledad Silveyra jamás fue convocada por los directores que manejaron el Complejo Teatral de Buenos Aires…

–A mí me llamaron hace un año y laburo hace treinta y cuatro años. No te digo que lo descartaba, pero uno termina diciendo “ya fue”.

–Sin embargo…

–Me armé el año para pegarme un baño de cultura y rodearme de gente que me de más handicap, que me prestigie. Estoy volviendo a hacer todo lo que hacía cuando empecé y trabajaba en el teatro independiente buscando un reconocimiento.

–Es interesante pensar en ese “armado de la vida” y focalizar, atraer lo que se busca…

–No me guiaba por esas teorías, me manejaba más por un instinto animal, por lo que aparecía e iba resolviendo. Ahora trato de premeditar lo que hago y estoy trabajando un montón para que las cosas me salgan bien. Esto no me genera estrés ni sacrificio, sino placer. Quizás no me doy cuenta en lo inmediato, porque no tengo una gran capacidad de disfrute.

Amante del mar. Luciano Castro llega a la ciudad cada año no solo para hacer teatro, sino también para despuntar su afición por el surfMauro V. Rizzi

–¿Cuánto te importa la opinión del afuera?

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–Depende de quien venga. Tengo amigos que son durísimos conmigo y sus opiniones me influyen, no tengo ni quiero amigos tibios. Hay una fantasía creada alrededor mío que pertenece al afuera, por eso quiero amigos que vayan al frente, que me digan: “Gordo, te equivocaste”. A los cincuenta años es poco lo que me llega de verdad.

–En cuanto a aspectos de tu vida personal, ¿también sos de pedir consejos?

–Sí, por supuesto.

Su afirmación es enfática. Arrastra la sílaba. Que no queden dudas. “Olvidate, ¿pido consejos, Mey?”, le pregunta a su directora amiga. “Pido consejos hasta para levantarme de la cama. Hacer una cagad… atrás de otra es un don que tengo; cuando tengo que hilar fino, siempre pregunto. Cuando estoy muy creído en la mía es cuando más tengo que pedir la opinión de otros”.

–No está mal apostar por la propia creencia, aún cuando aparezca una equivocación. El error también merece una reivindicación…

–Además, podés pedir un consejo y que te confirmen lo que vos pensás.

Caer (y levantarse), el desafío del actor que, durante el invierno, podrá verse los martes en una sala porteñaMauro V. Rizzi – LA NACION

–Los cincuenta años te encuentran de novio…

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Estoy de novio, estoy re de novio, y en un momento genial con mis tres hijos.

Castro también es padre de Mateo, quien nació en 2002, fruto de una relación anterior con una mujer que no lleva una vida pública, a diferencia de otras de sus exparejas, como la locutora Elizabeth Vernaci.

–¿Todo se acomoda?

–Todo se acomoda. Lo que no estaba tan acomodado se comienza a acomodar solo. El tiempo siempre tiene la razón y las cosas decantan. Laburo, estudio y crio a mis hijos. Mi trabajo real es ser cada vez mejor persona.

–Está quien puede vivir sin el amor de una pareja, no es tu caso.

–No. Necesito por completo de Griselda, saber su opinión y estar de novio, son cosas que me hacen bien a mí y punto, nada más.

Griselda Siciliani es la ex de Adrián Suar, con quien tuvo a su hija Margarita. Castro trabajó en Polka muchos años, bajo las órdenes de Suar. Siciliani compartió el escenario con el padre de su hija haciendo la obra Felicidades en El Nacional porteño durante el invierno pasado. ¿Una gran familia? En el medio, Sabrina Rojas siendo hostil hacia la actual novia del padre de sus hijos. Y la mamá de Margarita respondiendo con humor, altura y elegancia. Sucede en las mejores familias. Todo digno de un culebrón.

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Griselda Siciliani y Luciano Castro tuvieron un fugaz romance hace 17 años y en 2024 volvieron a apostar por su amor

–Lo que hacés actualmente en Caer (y levantarse) es un quiebre en tu carrera.

–Cuando apareció la crítica de LA NACIÓN me llovieron llamados, me decían: “Gordo hijo de p… ¿estás haciendo eso?”. Me da pudor invitar a la gente, pero tengo que tener un poco más de generosidad conmigo y con lo que hago. Animarme a que me vengan a ver.

–Por otra parte, tampoco era sencillo abordar el género de la comedia que trabajaste durante tantos años.

–Hay que hacer comedia, ser galán y te tiene que ir bien en todo para después poder elegir. Tuve mucha fortuna. Mi mayor logro fue lograr tener un nombre propio. Te puede gustar o no lo que hago, pero soy yo. Hoy me busqué a una socia (Mey Scápola) y me lancé a hacer el unipersonal, pero para poder tomar esa decisión tenés que tener un recorrido previo, con más buenas que malas. El unipersonal nos costó nueve meses, fue un parto. En esta misma playa, atrás de la pileta, nos sentamos con Mey a conversar por primera vez.

–No todo actor se atreve a pisar solo la escena.

Lorena Vega me dijo: “es el arte de sobreponerse constantemente”.

El invierno teatral del actor lo encontrará protagonizando Caer (y levantarse) los martes y de miércoles a domingo se subirá al escenario de la sala Casacuberta del San Martín para hacer Sansón de las islas, la historia de un boxeador que queda ciego, en el contexto de la dictadura militar y con la acción transcurriendo en un estudio del viejo Canal 7. Se trata de una historia que rubricó Gonzalo Demaría hace algunos años y que esta temporada verá la luz. Osmar Núñez será uno de los actores que acompañará a Castro.

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“Quiero volver a sentirme un estudiante de teatro, ser el actor que siempre quise o soñé, con mejores o peores funciones; no pretendo ser Alfredo Alcón, no me vuelvo ´intelectualoide´ porque cambié de género, sino que necesito abarcar más para llegar más alto”. El medio siglo le sienta bien. “Estoy en la edad justa para hacer todo esto”, se sincera con no poco sentido común.

“Pa, ¿me das agua?”. Su hijo le pide el ¿termo? ¿cantimplora? Reparadores en la primera jornada realmente agobiante del verano marplatense.

–¿Cómo te imaginás dentro de treinta años?

–Siendo el abuelo de Felipe Colombo.

-Felipe Colombo no es mucho más chico que vos.

–No sé si voy a actuar toda mi vida, no me veo actuando de grande.

–Te imagino productor. De hecho, ya lo sos.

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–En esa me veo siempre. Con Mey (Scápola) ya estamos pensando en lo nuevo.

Nació en Villa del Parque, pero vivió gran parte de su vida en Mar del Plata, una ciudad que siente propiaMauro V. Rizzi

–Entonces, no te ves subiéndote al escenario en la vejez.

–No es porque no me guste, pero actuar requiere poner el cuerpo siempre, no sé si voy a estar con tanta entereza, con tantas ganas de verme y sentirme bien. Si llego a los 80, lo primero que hago es un fiestón.

–¿Te preocupa el aspecto del cuerpo?

–No tiene que ver con mi desarrollo, tiene que ver con la educación del deporte. Si no fuese quien soy y tuviese un comercio, estaría igual físicamente.

–Es una filosofía…

–Se me hace muy difícil explicar que no tengo este cuerpo por ser actor o haber sido galán. Me encanta madrugar, salir a surfear. A las diez de la mañana ya estoy aburrido, porque todos siguen durmiendo. A mí me hace bien la vida que llevo. Hubo un momento en el que decidí cambiar la noche por el día, fue cuando me di cuenta que el día era hermoso. No me pasó nada que no le haya pasado a cualquiera.

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–¿Un deseo?

–Quiero que todo vaya más tranqui.

Caer (y levantarse). Todos los días a las 22 en la sala Chauvín, San Luis 2849, Mar del Plata

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