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SOCIEDAD

Premios Emmy 2024: quiénes son los ganadores en cada categoría

Se realiza la 75° edición de la premiación que celebra lo más destacado de la televisión mundial presentada por la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión

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Anthony Anderson es el host de los Emmy 2024 (REUTERS/Mario Anzuoni)
Anthony Anderson es el host de los Emmy 2024 (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

Después de una demora debido a la huelga de actores y escritores que se llevó a cabo durante varios meses el año anterior, finalmente este lunes 15 de enero se celebra la gala de los Premios Emmy. El Peacock Theatre de Los Ángeles abrió sus puertas para recibir a todas las figuras nominadas en la edición número 75 de la premiación organizada por la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión, quienes se han destacado por su labor en cada uno de los rubros.

El elegido para llevar adelante la ceremonia es el actor y comediante Anthony Anderson. Desde Succession hasta The Bear, pasando por The Last of Us y recordando el éxito de Merlina, lo mejor y más emocionante de las series emitidas por televisión o en plataformas streaming se reúne para competir por el reconocimiento.

Mejor actriz de reparto en comedia: Ayo Edebiri, por The Bear

Ayo Edebiri con su estatuilla de los Emmy (REUTERS/Mario Anzuoni)
Ayo Edebiri con su estatuilla de los Emmy (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

“Estoy tan increíblemente agradecida por esto, por muchas razones. Pero la principal es porque este es programa se trata de la familia. Mis padres están aquí hoy y quiero decirle que los amo tanto. Gracias por amarme, por dejarme sentirme hermosa y orgullosa de ser afroamericana. Los amo tanto, probablemente no fue un sueño para ellos emigrar a este país y que su hija se dedicara a actuar, pero ustedes son reales. Esto significa mucho”, remarcó la actriz al recibir su premio en una categoría en la que compitió con Alex Borstein (La maravillosa Señora Maisel), Janelle James (Colegio Abbott), Sheryl Lee Ralph (Colegio Abbott), Juno Temple (Ted Lasso), Hannah Waddingham (Ted Lasso) y Jessica Williams (Terapia sin filtro).

Mejor actriz protagonista de comedia: Quinta Brunson, por Colegio Abbott

Quinta Brunson ganó el premio por su papel en Abbott Elementary (REUTERS/Mario Anzuoni)
Quinta Brunson ganó el premio por su papel en Abbott Elementary (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

“Muchas gracias, estoy muy emocionada. Me encantó hacer este programa y estoy feliz de haber podido vivir mi sueño, hacer comedia. Lo digo siempre, pero amo tanto la comedia y estoy muy feliz de haber hecho esto. No preparé ningún discurso porque no creí que lo iba a ganar. Amo a mi papá, a mi mamá, a mis hermanas, a toda mi familia. A mi esposo, al elenco del show… ¡gracias!”, pronunció Brunson entre lágrimas y la voz entrecortada. En la categoría competían Christina Applegate (Dead to Me), Rachel Brosnahan (La maravillosa Señora Maisel), Natasha Lyonne (Poker Face) y Jenna Ortega (Miércoles).

Mejor actriz de reparto en drama: Jennifer Coolidge, por The White Lotus

Jennifer Coolidge, mejor acrtiz de reparto en drama por su rol en The White Lotus (REUTERS/Mario Anzuoni)
Jennifer Coolidge, mejor acrtiz de reparto en drama por su rol en The White Lotus (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

“Hablé mucho el año pasado, así que ahora voy a ser breve. Le quiero agradecer a Mike White por darme esta oportunidad de interpretar a este personaje increíble. Todo el equipo es increíble, solo quiero agradecerles. Cuando era chica y vivía en mi pueblo tenía un sueño, y la gente me decía que iba a ser muy difícil que sucediera… Pero sí sucedió. Así que no se den por vencidos con sus sueños”, dijo en tono motivacional durante el discurso. Compitió contra Elizabeth Debicki (The Crown), Meghann Fahy (The White Lotus), Sabrina Impacciatore (The White Lotus), Aubrey Plaza (The White Lotus), Rhea Seehorn (Better Call Saul), J. Smith-Cameron (Succession) y Simona Tabasco (The White Lotus)

Mejor actor de reparto en drama: Matthew Macfadyen, por Succession

Matthew Macfadyen ganó el premio al Mejor actor de reparto en drama por su papel en Succession (REUTERS/Mario Anzuoni)
Matthew Macfadyen ganó el premio al Mejor actor de reparto en drama por su papel en Succession (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

“Muchas gracias a la Academia y a toda la familia de Succession, directores, escritores, productores, equipo, nuestro maravilloso elenco. Todos son brillantes en cada departamento. Actuar con ustedes fue de lo mejor que me pasó en mi carrera. Gracias a mi esposa en la vida real, mi mejor amiga. Es un gran honor recibir este premio”, dijo Macfadyen en su discurso. En la categoría también estaban F. Murray Abraham (The White Lotus), Nicholas Braun (Succession), Michael Imperioli (The White Lotus), Theo James (The White Lotus), Alan Ruck (Succession), Will Sharpe (The White Lotus) y Alexander Skarsgård (Succession).

Mejor actor de reparto en comedia: Ebon Moss-Bachrach, por The Bear

Ebon Moss-Bachrach accepts the award for Supporting Actor in a Comedy Series
Ebon Moss-Bachrach accepts the award for Supporting Actor in a Comedy Series (MARIO ANZUONI/)

“Gracias a la Academia de la Televisión. este trabajo es un privilegio, hacerlo con estos actores maravillosos es increíble. Más teniendo al mejor equipo. Gracias por confiarme este papel, gracias por haber formado este elenco maravilloso. No estaría aquí si no fuera por ustedes, probablemente”, dijo al recibir la estatuilla correspondiente a una categoría en la que pujaban por el premio los actores Anthony Carrigan (Barry), Phil Dunster (Ted Lasso), Brett Goldstein (Ted Lasso), James Marsden (Jury Duty), Tyler James Williams (Colegio Abbott) y Henry Winkler (Barry).

Mejor actor protagónico en comedia: Jeremy Allen White, por The Bear

Jeremy Allen White ganó el premio al mejor actor protagónico en comedia por su rol en The Bear (REUTERS/Mario Anzuoni)
Jeremy Allen White ganó el premio al mejor actor protagónico en comedia por su rol en The Bear (REUTERS/Mario Anzuoni) (MARIO ANZUONI/)

“Estoy muy orgulloso de haber participado de esta serie y estoy muy agradecido por estar acá. Adoro esta serie, me llenó, me renovó la pasión por la actuación, me impulsó a estar a la altura. Amo al elenco hermoso que se armó, al equipo con los que compartí el set. Le quiero dedicar esto a mis padres, los amo. Gracias a todos los que estuvieron cerca mío en este año, ustedes saben quienes son. gracias por creer en mi cuando ni siquiera yo creía en mí mismo. Esto es para ustedes”, dijo el protagonista de la serie, muy efusivo. Compitió con Bill Hader (Barry), Martin Short (Solo asesinatos en el edificio), Jason Segel (Terapia sin filtro) y Jason Sudeikis (Ted Lasso).

Mejor actriz de reparto en miniserie: Niecy Nash-Betts, por Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer

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Niecy Nash-Betts con su premio (Photo by Valerie Macon / AFP) (VALERIE MACON/)

“Soy una ganadora, bebé. Gracias a todos por este momento divino, gracias por haberme elegido, gracias a cada persona que votó por mi. Y también a mi media naranja por haberme elegido cuando estaba rota por este mundo. Me quiero agradecer a mi misma por creer en mi y por hacer lo que me dijeron que no podía hacer. Y frente a todos ustedes me voy a decir: muy bien chica, tu hiciste todo esto. Acepto este premio en nombre de cada mujer negra o color café. Como artista, mi trabajo es asegurarme de darle poder a mi comunidad y eso haré”, dijo en un encendido discurso que fue ovacionado por el auditorio al recibir el premio que le ganó a Annaleigh Ashford (Welcome to Chippendales), Maria Bello (Bronca), Claire Danes (Fleishman está en apuros), Juliette Lewis (Welcome to Chippendales), Camila Morrone (Daisy Jones & the six) y Merritt Wever (The Pretty Things).

Mejor programa de reality o competencia: RuPaul’s Drag Race

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RuPaul con su premio al Mejor programa de reality o competencia (Photo by Monica Schipper/WireImage) (Monica Schipper/)

“Muchísimas gracias, ustedes son muy adorables. Estamos tan honrados de tener este premio. Son puro amor por recponocernos, ya que cientos de drags fuimos lanzados a la selva. En nombre de todas, les damos las gracias. Si un drag quiere leerles una historia, escúchenlas, porque el conocimiento es poder. Y si alguien trata de restringir su acceso al poder, entonces están tratando de asustarlos”, dijo RuPaul al recibir el premio, quien se convirtió en el conductor de programas de reality más ganador de los Emmy. Competía contra The Amazing Race, Survivor, Top Chef y The Voice.

Mejor guion de serie de variedades: Last Week Tonight with Jon Oliver

“Gracias a nuestros productores ejecutivos, gracias a todos los que hacen que todo esto suceda. Gracias a quienes nos apoyaron durante la huelga de los escritores. Nos apoyaron pese a que la mayoría de nosotros somos muy molestos. No nos hicieron sentir solos en esta larga huelga”, dijo. Competía contra Late Night with Set Myers, Saturday Night Live, The Daily Show with Trevor Noah y The Late Show with Stephen Colbert.

Mejor Talk Show: The Daily Show with Trevor Noah

“Se los dije, les dije que a pesar de que estuviera Jon Oliver en nuestra categoría lo ganaríamos. ¡Nos deshicimos de él!”, bromeó Noah acerca de uno de sus competidores en esta categoría. “Estoy muy feliz de que todo el mundo pueda unirse en una noche como esta y más después de lo de la huelga”, agregó. Le ganó a Jimmy Kimmel Live!, Last Week Tonight with Jon Oliver, Late Night with Set Myers, The Late Show with Stephen Colbert y The Problem With Jon Stewart.

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Mundos íntimos. Parir en el extranjero: cómo es ser madre en otro idioma y que te consideren poco abnegada

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Dislocar: verbo transitivo. Sacar de su lugar. Referido a huesos y articulaciones, usado más como pronominal

La maternidad te saca de lugar. Te descoloca pero, sobre todo, te disloca: las dislocaciones (o luxaciones) son lesiones en las articulaciones que arrancan los extremos de los huesos y los sacan de su posición. Te arranca los extremos –todos los extremos– y te deja en carne viva. Por estar en una posición otra, la maternidad es una forma de exilio. Te posiciona fuera del yo. En la maternidad una persona se pierde. Es como tantear la niebla en la oscuridad; una penumbra que enmaraña el sentido. Lo que digo no es una novedad. Con una amiga querida intercambiamos experiencias maternas y llegamos a la misma resolución. La maternidad como exilio fue una nota concluyente. Ser mamá es deslizarse por una geografía empinada, foránea, que estalla de manera constante porque en sus pliegues yacen artefactos inexplorados, harto inflamable y predominantemente explosivos. Un tobogán de la sinrazón.

Cuando digo maternidad no intento excluir al padre, al pater, la paternidad. No hay política detrás de este texto excepto toda política que ineludiblemente acompaña todo texto. Pero quiero hablar desde mi voz de mamá, la mamá que devine viviendo en el exilio. Por cierto, decir exilio merece una aclaración. Desde hace muchos años que escribo sobre los dislocamientos, sus poéticas y articulaciones –esas figuraciones lesionadas, esos arranques deshuesados– provocadas por el exilio. Pero exilio es un término controvertido. No dejé mi lugar de origen por alguna forma de persecución ni me vi forzada a pedir refugio político. Nadie me obligó a irme. Nadie me enajenó. Dejé mi patria porque, como muchos, busqué oportunidades en circuitos más amplios de conocimiento, en sitios con economías hasta cierto punto estables, en instituciones académicas que me expusieran a una matriz de saberes amplios y diversos que, entonces, no detectaba en mi cercanía.

Para Gisela Heffes, había prácticas de tratamiento del embarazo que parecían distintas a las conocidas, pero había que aceptarlas y disfrutar la “dulce espera”.Para Gisela Heffes, había prácticas de tratamiento del embarazo que parecían distintas a las conocidas, pero había que aceptarlas y disfrutar la “dulce espera”.

Un combinado de posibilidades. Pero de un modo u otro dejar la tierra de origen es una experiencia liminal. Y aunque sin duda la mía fue una experiencia hasta cierto punto “privilegiada”, no es fácil ni fue fácil. La tierra a la que llegué no sustituyó la que dejé, pero tampoco me fue enteramente ajena. Devino un sitio en donde el cuerpo, la voz, la mirada, me obligaron a moverme, a hablar, a ver y observar, a escuchar y sentir desde una posición inédita, en la que no me había apostado previamente y que revelaba mi condición de neófita. El decir y oír palabras inexploradas –a pesar de conocer la lengua– el mirar, oler, sentir, palpitar, y reaccionar con el cuerpo atravesado por una topografía física, mental, psicológica, emocional e incluso epistemológica u ontológica, me atiborró con la torpeza típica del principiante.

Me gusta la idea de dislocamiento a pesar de tantas otras opciones (desarraigo, destierro, desplazamiento, exilio voluntario). Imagino un dislocamiento del hombro, de la cadera. Ese dolor intenso que impide que el lenguaje se manifieste. O que se manifieste en toda su plenitud.

Maternidad. 1. f. Estado o cualidad de madre.

Dar a luz fuera de la tierra de origen, dislocada sin ser forzada a partir, dejar la patria –que en un mundo ideal sería matria: ese matriarcado ansiado, un regreso al oikos que te arropa, te envuelve, te abriga y te nutre. Del griego, oikos significa “casa”. Dar a luz, parir: experimentar un estado o cualidad de madre permanente. Vivir en el exilio del yo. Y habitar otro exilio, el del cuerpo que se mueve en otra lengua –y otra tierra. Un yo fuera del yo fuera del cuerpo. Esa posición física enajenada que yace fuera de sí también determina al lenguaje. Y lo define. El sonido que el cuerpo emana, por ejemplo, varía de frecuencia, y, de igual modo, la vocalización y la cadencia. Si la maternidad es exilio, el desalojarse del cuerpo-territorio en la que una persona nació (yo, en este caso) ¿cómo es ser madre en el exilio? ¿Cómo es ser madre en otra lengua? ¿Cómo es parir en inglés (o para el caso francés, alemán, chino, hebreo, rumano, etc…)? ¿Y cómo es el cuerpo cuyo vientre fecundo te obliga a desplazarte con el soplo de otro ser que te habita?

Gisela Heffes con su hija. Ahora tocaba educarla, pero sin resignar su carrera profesional.Gisela Heffes con su hija. Ahora tocaba educarla, pero sin resignar su carrera profesional.

Regresemos en el tiempo. La mujer está embarazada. Antes, tuvo un aborto espontáneo (no me gusta “aborto espontáneo”, prefiero el término miscarriage, en inglés, porque el mis que precede al carriage concentra pérdida, acumula vacío y solidifica dolor). Pero mis(s) no sólo atañe al verbo “perder” sino también “extrañar”. Es perder esa carga preciada, pero extrañarla. Añorarla aún sin llegar a ser. Extrañarla tremendamente. La mujer que ensaya ser madre regresa al ginecólogo y, por fin embarazada, acoge la noticia de que su bebé es un breech baby. La ignorancia por no saber cómo lo llaman en su tierra la abruma. Recurre al diccionario. El vacío se redobla con la ausencia de referentes. ¿Cómo le dicen al breech baby en Argentina? Una enciclopedia sugiere bebé de nalgas. Pero en Argentina no se usa la palabra “nalgas”. Ese diccionario apunta a otro español. Un español disonante para la madre. Misma lengua pero no. Un ¿bebé de culo? ¿De cola? ¿De trasero? La madre de la madre le explica que ella también fue un bebé de culo-cola-trasero-nalgas. Que se dio vuelta antes de nacer. Que el obstetra –esos de antes, que hacían magia sin someterte a una cesárea– la sacó con sus habilidades magistrales por la cola un 26 de noviembre de 1971 en la clínica Marini (ya no existe). Pero en EEUU, un bebé de culo-cola-trasero-nalgas requiere cirugía.

La obstetra le sugiere que den vuelta a su bebé antes de dar a luz (“dar a luz”, otra expresión que no encuentra equivalente en inglés). Esa operación sin cirugía pero con las propias manos de la obstetra la titulan, en la tierra que ahora habita, External Cephalic Version (ECV). Google Translation le ofrece una traducción bastante literal: “versión cefálica externa”. Este procedimiento consiste en dar vuelta con la mano experta de la obstetra al bebé, sin cirugía, en el hospital, y conectada la madre a múltiples monitores. Pero, y a pesar de someterse a tal ejercicio dactilar, el bebé volvió a darse vuelta.

Inconsciente de este gesto rebelde y contestatario que se efectuaba en su vientre enorme y cilíndrico, cuando las contracciones llegaron, y la beba de culo-cola-trasero-nalgas rebotaba contra el umbral del canal de parto, hubo que aceptar que tendría una cesárea pese a tanto y pese a todo. Le ataron las muñecas; la crucificaron en una camilla horizontal. La desnudaron y la volvieron a cubrir con sábanas de papel esterilizado. Abrieron un hueco en forma de rectángulo al que se arremetieron, médicos y enfermeras, con tijeras metálicas, bisturís, agujas e hilos, para arrancar, con vida y rozagante, el cuerpo pequeño de su hija. La madre no recuerda si gritó en inglés, español o castellano. Si sus lágrimas exaltadas y eufóricas desplegaban un rictus idiomático local o extranjero, o se expandían, como el cuerpo trémulo, a la emoción desenfadada y feliz de la maternidad.

Amamantar. 1. tr. Dar de mamar. Sin.: lactar, atetar.

Lo primero que la madre nota, cuando recobra la conciencia, es a su beba en su pecho llorando, y a su lado, una enfermera con uniforme diferente que la espía desde un costado del ojo. La madre tiene la lengua un poco atascada. Le habla, quien sabe en qué idioma, pero a la enfermera parece no molestarle. Su misión es otra. No es policía de la lengua sino policía de la teta. Deposita unos folletos sobre la mesada junto a la camilla. La mira ahora de manera un poco más directa. Desde un centro que se despliega hacia adentro. La madre no puede percibir, exactamente, de qué se trata. En inglés, le pregunta si considera amamantar a su hija. Por qué no, piensa la madre, pero no alcanza a decir nada ya que el dolor intenso del posoperatorio, sumado al llanto de su hija, que la perturba, no le permite extender su concentración más allá de esa órbita precisa. Le habla y le explica, agarrando su pecho y llevándolo a la boca de su hija que llora incansable de hambre y destierro, que si no le da la teta, la beba, tu beba, no se desarrollará saludablemente. No hay nada como la leche materna, remata. La madre cierra los ojos por un instante, aún bajo los efectos de los narcóticos que le inyectaron para paliar el dolor, para tajarla, y para inducir a su hija, y no logra entender por qué algo tan natural y orgánico de repente se torna una imposición cuasi fascista. La mujer le lastima el seno al obligarla a darle de mamar a su hija, y cuando la madre cobra un suspiro de lucidez, la empuja fuera de sí y le pide que se vaya. No recuerda si lo hizo en inglés, español o castellano. Lejos de la vigilancia insidiosa de la mujer, madre e hija se enredan indivisibles en un hálito sin palabras.

Migrante; migrar. 1. intr. Trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente. Sin.: emigrar, inmigrar, mudar.

En el país que habito, muchas mamás tienden a ser abnegadas. Conozco unas cuántas profesionales que archivaron el título de abogacía en el cajón luego de parir. Nuca supe si aquella abnegación es un vehículo inconsciente para autoconvencerse de que su rol de madre acredita tal sacrificio, o un cálculo meramente económico frente al alto costo de las guarderías o niñeras. Puede ser además la influencia puritana, que late en cada recoveco de esta tierra. En todo caso, ser madre que trabaja es otra forma de habitar el exilio, en el exilio mismo. A veces su hija dice I love you, mom! Pero cuando le recrimina que está “trabajando” y no le dedica su tiempo incondicional a ella, la desacredita con un lapidario never mind. ¿Acaso yo fui grosera, de chica? se pregunta sabiendo que la respuesta es afirmativa. ¿Acaso es esto el efecto búmeran de la genética? ¿O es algo que ella mamó de mi teta cuando apenas era una beba? Le responde en castellano, español, inglés. Por la noche, la arropa con un fragmento de Dailan Kifki. Good night, dice la hija, contenta. Ta mañana, responde la madre. Y así, cada día, mes, año, en el exilio de la vida y en la vida del exilio, entre lenguas que se rozan y confunden, entre gestos y muecas y ademanes disonantes.

Enfocar. 1. tr. Hacer que la imagen de un objeto producida en el foco de una lente se recoja con nitidez sobre un plano u objeto determinado. Ant.: desenfocar.

Parir en el exilio se asemeja a un impulso por encuadrar la experiencia presente en un marco obstinado en borrarse. Es vivir fuera de foco: la guardería y el colegio, los amigos y las vacaciones, la salud, la terapia, la ortodoncia, la pubertad, la ropa, los modos de comer y de vestirse, de hablar, pararse, esperar, saludar. Desde mi nervio óptico, echar los cimientos en una esfera otra es transcribir las vivencias íntimas e inalienables en un intento por delimitar el foco, enfocar lo que no cabe en el marco del lente porque el marco es, en efecto, otro, el medium es otro, el plano es otro. Pura divergencia. Una existencia en continua asonancia. En la esfera que es la tierra que uno habita, el ser madre, parir, amamantar, cuidar, abrigar, cantar (“Manuelita vivía en Pehuajó” y “The Itsy Bitsy Spider”) es anidar lo recóndito. Gravitando al ras del suelo, los huesos arrebatados de cuajo y sus extremos dislocados ovillan el cuerpo desterrado, su voz, la mirada, los pies. Las manos. Y en el gravitar, esparcen semillas ansiosas de ímpetu y arraigo.

Gisela Heffes es escritora y enseña literatura y cultura latinoamericana en la universidad de Johns Hopkins. Sus publicaciones más recientes son el ensayo crítico “Visualizing Loss in Latin America: Biopolitics, Waste, and the Urban Environment” (2023), las novelas “Ischia” (Deep Vellum, 2023), “Cocodrilos en la noche” (2020; 2023), el poemario bilingüe “El cero móvil de su boca / The Mobile Zero of Its Mouth” (2020) y “Aquí no hubo ni una estrella” (2023). Es co-editora de “The Latin American Ecocultural Reader” (2020), “Pushing Past the Human in Latin American Cinema” (2021), “Un gabinete del futuro” (2022) y “Turbar la quietud” (2023).

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