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Trabajaba con Nico Mattioli y ahora llora la muerte de su hermana, atropellada por el músico

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Hasta hace un par de meses, Marcos Decurgez (51) era uno más en el equipo de técnica del músico Nico Mattioli (31), hijo del fallecido «León Santafesino», Leo Mattioli. Ahora, el destino los cruzó de vereda: la hermana de Marcos, Claudia (44), murió en su bici cuando el cantante volvía de dar dos shows en la ciudad de Rosario y la atropelló en una camioneta.

Todo ocurrió apenas pasadas las 8 de la mañana del sábado 21 de septiembre en la avenida Richieri, que es de tierra, cerca del cruce con la calle Libertad, de Santo Tomé, Santa Fe.

Las imágenes de las cámaras de seguridad son contundentes: Claudia circulaba bien sobre la derecha. La Ford Ranger, que iba rápido, la chocó y la levantó por el aire. La muerte llegó en segundos.

«La verdad que Nicolás Mattioli manejando era un desastre«, dice Marcos a Clarín. «Nosotros viajábamos en una Trafic (con el resto del grupo) y Julieta (hermana del músico) manejaba perfectamente. Podías dormir tranquilo. Pero con él no. Era ponerte el documento en la boca por las dudas».

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Tras dar dos shows en Rosario, Nicolás Mattioli (31) atropelló y mató con una camioneta a Claudia Laura Decurgez (44), en Santo Tomé, Santa Fe.

La familia ya había sufrido otro golpe durísimo en circunstancias similares. Elbio Nicolas Decurgez (64), papá de Claudia, Marcos y cuatro hijos más, murió en 2015 cuando iba en moto con su pareja y un auto que estaba parado en la banquina giró en U sobre la ruta, cerca de Santo Tomé.

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El hombre era policía retirado y estaba llevando a la mujer, «Pelusa», a Sauce Viejo, donde ella estudiaba enfermería.

Quién era la víctima

Claudia, fanática de una leyenda de la cumbia como Gilda y del karaoke, tenía tres hijos: Agustín (24), una chica de 15 y un nene de 10. Esa mañana estaba yendo a su primer día de trabajo en una casa para realizar tareas de limpieza. Le faltaban apenas 400 metros para llegar.

«Mi hermana era una mujer luchadora, estaba separada de mi cuñado, pero se llevaban muy bien. Trabajaba de lunes a viernes y había conseguido un trabajo extra los sábados en una casa», contó Marcos.

Claudia Decurgez (44) murió al ser atropellada por Nico Mattioli (31), hijo de Leo Mattioli, fallecido en 2011.

Respecto del choque, aseguró que «este señor venía a alta velocidad«. Según sostuvo, Mattioli había dejado a su pareja en su casa, en Santo Tomé, y estaba yendo a lo de su mamá.

«La verdad que no entendemos por qué venía tan fuerte, no entendemos por qué no la vio. Él la impactó y la llevó pegada al capó durante 25 metros. La despidió y terminó frenando 50 metros después. O sea, ni siquiera reacción tuvo. ¿Por qué no frenó enseguida?«, planteó Marcos.

El hombre remarcó que la Ranger no era de él, sino de la hermana, Julieta. «A lo mejor tuvo un día largo, no pudo descansar, no pudo dormir la siesta. Sumado a la trasnoche, trabajar, cantar… Terminan agotados. Yo lo sé. Yo lo vivo, lo palpo. Yo trabajo también en eso», expresó.

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Marcos Decurgez trabajaba con Nico Mattioli. Tres meses después de esta foto, el músico atropelló y mató a su hermana, en Santo Tomé, Santa Fe.Marcos Decurgez trabajaba con Nico Mattioli. Tres meses después de esta foto, el músico atropelló y mató a su hermana, en Santo Tomé, Santa Fe.

Además, insistió en que Mattioli «no ve de un ojo (el derecho, justamente la zona de la visión del conductor de la camioneta por el que estaba circulando la víctima)» e iba «en una camioneta polarizada».

Decurgez afirmó que trabajó con el cantante hasta hace dos meses y medio, porque le «salió una oportunidad de hacerlo en otros grupos».

«La relación era buena. Yo no tuve ningún problema con ellos. El sábado a la noche, cuando todavía estábamos esperando el cuerpo de Claudia, agarré el teléfono y les mandé un mensaje para ver cómo estaban. Primero a Julieta, que me contestó a los cinco minutos, diciéndome que estaban destrozados, que no podían creer lo que pasó y que lamentaban mucho que haya sido mi hermana porque me aprecian mucho. Le envié otro audio, pero nunca más me contestó», dijo el hermano de la víctima.

A Mattioli también le mandó un audio por WhatsApp. «Nunca tuve respuestas de parte de él. Tengo entendido que le sacaron el teléfono, no la Policía, sino a la familia. Porque ese es otro punto clave también. Espero que la Policía secuestre el celular y vea si justo en ese momento lo iba usando«, indicó Decurgez.

Nico Mattioli, con su papá, Leo, fallecido en 2001 en un hotel de Necochea.Nico Mattioli, con su papá, Leo, fallecido en 2001 en un hotel de Necochea.

Tras el siniestro, el músico se detuvo y llamó a una ambulancia. Pero la mujer ya había muerto. Le hicieron pericias toxicológica y de alcohol para determinar si había bebido o consumido drogas. Está acusado de «homicidio culposo» y todavía no se realizó la audiencia imputativa.

Según fuentes judiciales consultadas por Clarín, esta semana podría haber novedades con los resultados preliminares de los análisis. El caso quedó en manos de la fiscal Rosana Marcolín.

«Dios sabe por qué pasan estas cosas y ahora lo único que nosotros queremos es justicia, nada más, porque sabemos que esto se podría haber evitado«, sentenció.

Claudia Decurgez (44) murió al ser atropellada por Nico Mattioli (31), hijo del recordado "León Santafesino". Era fan de Gilda.Claudia Decurgez (44) murió al ser atropellada por Nico Mattioli (31), hijo del recordado «León Santafesino». Era fan de Gilda.

Respecto del problema en un ojo de Mattioli, Decurgez reveló: «A mí me llegó a decir: ‘Me lo voy a sacar por una cuestión estética, me voy a poner un ojo de vidrio, si total ya no veo nada‘».

Finalmente, comentó que pasó por la comisaría, adonde permanece secuestrada la Ranger: «Es terrible cómo quedó marcada la cabeza de mi hermana en el frente del capó, es una cosa que vos decís: ‘éste no iba despacio‘».

Clarín intentó comunicarse con la familia Mattioli, pero no respondieron los mensajes. Solo se pronunciaron a través de las redes sociales del artista, apenas ocurrida la tragedia, donde expresaron «su profundo dolor por el fallecimiento producido en el trágico accidente de público conocimiento» y agregaron que acompañaban «respetuosamente a sus seres queridos en este difícil momento«. Un gesto que, para los Decurgez, no alcanza.

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La familia de Nicolás Mattioli compartió un comunicado luego que el músico atropellara y matara a una mujer.La familia de Nicolás Mattioli compartió un comunicado luego que el músico atropellara y matara a una mujer.
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Apareció cerca de su casa lastimado, quiso ayudarlo pero le costó ganar su confianza: “Sus ojos imploraban ayuda”

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Apareció en un barrio privado de zona norte de la provincia de Buenos Aires, un día de enero en que el calor golpeaba con fuerza y el aire parecía calentarse cada vez más. Caminaba con una pata recogida, probablemente producto de un golpe. Estaba tan delgado que se le contaban las costillas aún a la distancia. Asustadísimo y, con los ojos desbordados de una tristeza infinita, imploraba ayuda. “Su cuerpo y su alma eran el reflejo de la desidia que desafortunadamente, los que rescatamos animales, vemos a diario. Estaba literalmente en los huesos”, recuerda Cristina Chardon.

No era la primera vez que Cristina rescataba a un animal necesitado. Y aunque contaba con las herramientas y los recursos para asistir a los animales con los que se encontraba, le costó muchísimo que confiara. Al principio sólo le daba de comer y beber, porque Firu, como había bautizado al perro que aquella tarde de enero le imploró ayuda con la mirada, no se dejaba tocar.

De modo que decidió que lo mejor era instalarle una cucha en un lugar seguro para que allí pudiera refugiarse. Finalmente, después de varias semanas pudo comprobar con alegría que el perro se había animado a usarla. “Eso me llenó de felicidad. Había pasado rápidamente el tiempo y las noches se estaban poniendo frías y lluviosas”.

Con el correr de los días, de a poco, Firu fue entendiendo que ella sólo quería ayudarlo y fue así que pudo, con mucha cautela, ponerle un collar. Se notaba que Firu nunca había tenido familia. Entonces era lógico que desconfiara de los humanos que tan indiferentes le habían sido a lo largo de su vida. “Ese trabajito de hormiga me llevó cinco meses. Sí, cinco meses de perseverancia y mucho amor: un logro que festejé llevándolo a la veterinaria. Fue todo un desafío para mi y para él también”.

En la consulta veterinaria Cristina pudo saber que Firu era un perro adulto, de unos seis o siete años; que estaba en buen estado de salud general y que caminaba con la pata recogida porque había sufrido el choque de un automóvil. Su cadera se había desplazado por el impacto y, de vez en cuando, el dolor lo obligaba a caminar en tres apoyos.

Gracias a la paciencia con la que ella había actuado y a la dedicación de llevarle comida todos los días, Firu se encontraba para ese momento en un peso saludable para su contextura. Entonces supo lo que venía pensando hacía ya varios días. Había llegado la hora de buscar una familia para el perro de pelaje dorado que había recobrado la sonrisa.

Firu es mega cariñoso, le encanta jugar y disfruta muchísimo del aire libre. Se lleva muy bien con hembras y no le tiene ningún interés en los gatos. Está castrado, vacunado y desparasitado. Me cuesta mucho creer que nadie le de una oportunidad por su edad. Es verdad que es un perro adulto pero todavía le queda muchísimo por vivir. Y ganas no le faltan. Firu es un perrito de movimientos suaves, asustadizo con los ruidos fuertes y un poco tímido al principio. No necesita paseos muy largos y sabe quedarse solito varias horas sin problemas. Es un perrito muy noble, que sabe esperar y principalmente sabe agradecer todo el amor que recibe”, escribió en una publicación que hizo en Facebook con la esperanza de encontrar un adoptante para él.

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Firu con su abuela, la mamá de Franco.

A los pocos días recibió un mensaje de Franco, un joven de José C. Paz que estaba interesado en darle un hogar a Firu. “Me cayó bien de entrada. Es de esa gente transparente, respetuosa. Desde un principio me di cuenta de que era una buena persona. Charlamos varios días, me mandó videos de la que sería la casa de Firu y cuando ellos dos se conocieron me terminó de caer la ficha de que era la persona perfecta para él. A veces no hay grandes lujos pero hay mucho amor, y del bueno. Ahora los ojitos de Firu desbordan alegría y amor. Su triste pasado ya quedo atrás”.

Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com

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