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SOCIEDAD

Tras 50 días sin Loan se conoce una inquietante carta de pediatras y la denuncia de algo siniestro

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A 50 días de la desaparición de Loan Danilo Peña, las pistas para dar con su paradero parecen cada vez más lejanas. En ese contexto, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) decidió realizar una inusual intervención pública para denunciar la falta de respuesta del Estado ante este tipo de casos. “Es inadmisible”, afirman en una carta sobre la desaparición de menores en el país, en el contexto del misterio que crece en Corrientes.

“No se puede ni se debe permanecer indiferente ante la desaparición de un niño o un adolescente. Es una situación social inadmisible. La sociedad toda debe actuar con responsabilidad de manera decidida y unívoca para garantizar la seguridad y bienestar de los niños, niñas y adolescentes (NNyA)”, dice la SAP, que repara en que “la venta, trata de personas y explotación laboral están presentes en este escenario”.

En un tono fuera de lo habitual, la sociedad científica agrega que “es responsabilidad de las autoridades locales, provinciales y del Estado en su totalidad, encontrar a todo NNyA con paradero desconocido” e insta “al fortalecimiento de las investigaciones judiciales y a las fuerzas de seguridad para que se efectúe un seguimiento de las instancias jurídicas e investigativas de los casos de niños extraviados aún sin resolución”.

“Hay un montón de Loan. Loan tiene la suficiente repercusión y otros dejan de estar en el radar de la sociedad. Hay chicos que se van de la casa por problemas de violencia, otros que probablemente son vendidos y no lo sabemos, o secuestrados con fines de trata. Hoy es Loan, ¿pero mañana quién va a ser?”, reflexionó en diálogo con Clarín Javier Indart de Arza, presidente de la SAP.

En su carta, la comisión directiva de la SAP describe ese panorama siniestro y de “profunda preocupación ante la alarmante situación por la desaparición de NNyA en nuestro país. En vísperas del Día del Niño, muchos NNyA argentinos estarán ausentes de sus hogares. En 2021 se registraron 726, 1.935 en 2022, y 3.115 en 2023. De las denuncias efectuadas en 2023, 1.905 NNyA fueron hallados y 1.210 solicitudes de búsqueda aún continuaban vigentes al momento de la publicación del reporte”.

Loan como caso testigo

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Loan ya es parte, al menos hasta hora, de esa lista de búsquedas infructuosas y fracasos investigativos. En el sitio oficial del Ministerio de Justicia aparece la descripción del chico de 5 años, de ojos marrones y cabello castaño oscuro, con una cicatriz en el remolino de su cabeza, desaparecido el 13 de junio de 2024, visto por última vez en Paraje Algarroba, 9 de Julio, provincia de Corrientes, con una remera negra con letras rosadas con la palabra Messi, pantalón largo color negro y zapatillas verdes.

La foto que le tomaron a Loan Danilo Peña en el almuerzo en la casa de su abuela, Catalina Peña.

La estadística oficial sobre menores desaparecidos, citada por la SAP, indica que “la mayoría fueron niñas adolescentes entre 13 y 17 años (67 por ciento). Otras entidades como el Registro de publicación y búsqueda de chicos perdidos del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes Ciudad de Buenos Aires en su reporte 2021, informó la búsqueda de 228 NNyA. La organización no gubernamental Missing Children por su lado, actualmente en su página web publica las fotos de 74 niños aún perdidos y 42, ya mayores de edad, en los que se continúa su búsqueda”.

La misiva de los pediatras habla también de “la prevención y el tratamiento respetuoso de este tipo de casos, sin exponer la intimidad de los NNyA involucrados, debido a que pueden subyacer incluso situaciones graves (como abuso o violencia familiar)”. Para finalizar: “La SAP reitera su compromiso con la preservación de los derechos de la niñez y adolescencia y llama a todos los sectores a trabajar juntos para poner fin a esta tragedia”.

Esta toma de posición de la SAP a partir de un tema sensible sobre los derechos de los menores y sus familias es también la primera manifestación institucional luego de que un grupo de pediatras -parte de ellos integrantes de la SAP- difundieran una carta titulada “No al hambre de las niñeces en el país”. Una iniciativa que en ese caso no fue orgánica, apuntó de lleno contra la política de Javier Milei y provocó cierto ruido interno en la entidad.

Ahora, la SAP decidió adoptar una postura sin señalar a un Gobierno en particular, al considerar que ni el hambre ni la desaparición de menores es responsabilidad exclusiva de una administración, sino producto de años de fracaso. En este contexto apuntan al Estado en su conjunto, en el marco de una causa federal en la que hay policías correntinos sospechados, un gobernador provincial que quiso ser querellante y no lo dejaron, y un creciente desinterés de la política nacional por el caso a medida que el rating deja de ser un aliado.

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SOCIEDAD

Mundos íntimos. A los 35 tuve cáncer. Escribí y saqué fotos de lo que vivía. Me ayudó: ser creativa me hizo pensar en el futuro.

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La noticia abrumadora que me hizo tomar conciencia real de la finitud de la vida llegó a mis 35 años. Cuando mi vida profesional como fotógrafa y creadora audiovisual estaba en pleno auge, todo dio un vuelco inesperado, se puso en una completa y total pausa. El cáncer y yo nos encontramos hace 8 años.

En la carrera de la vida nos preparan, nos instruyen y nos inculcan todo tipo de valores. Desde que somos chicos nos enseñan la tabla del dos, a multiplicar, a ubicar en el mapa ciudades, sobre historia y lengua, algunos tuvimos un poco más de suerte y aprendimos a cantar, bailar, nadar, alguna lengua extranjera; en casa también me hablaron de compartir, del perdón, de ser generosa, entre tantas otras cosas.

Pero, ¿cómo se enseña a transitar una enfermedad? Especialmente una como el cáncer que dentro del colectivo social tiene una relación directa con la muerte. Ojalá hubiera existido un manual de instrucciones de uso sobre cómo afrontarlo para todos. Y digo todos porque de alguna manera nos enfermamos todos, atraviesa de diferentes formas tanto a la familia como a los amigos y nos perfora.

Tratamiento. Florencia Curi, sin pelo por el efecto de la quimioterapia.Tratamiento. Florencia Curi, sin pelo por el efecto de la quimioterapia.

Cuando la noticia llega no lo hace de golpe (aunque sí que golpea y fuerte) sino a través de un proceso, de un sinfín de estudios, biopsias y análisis que anteceden a la confirmación de la presencia del cáncer en tu cuerpo para luego estadificar, lo cual implica conocer el avance y grado y así poder iniciar un tratamiento. Durante ese tiempo tu mente trabaja a la par, de alguna manera procesa toda esa información y hace lo que puede con las herramientas que tiene y va para adelante porque no hay otra dirección hacia donde ir.

El cáncer que detectaron en mi cuerpo era de mama. En mi caso, me realizaron mastectomía de mama izquierda.. Muchas de las decisiones que debía tomar tenían que ver con el mundo estético, con querer que estuviera “bella”, “femenina”. Otras me planteaban interrogantes que no me había hecho hasta el momento, como ser madre. Y debía tomar decisiones a contrarreloj, porque cuando el cáncer te encuentra de joven el muy desgraciado se mueve velozmente. Lo cierto es que yo lo único que deseaba desde lo más profundo era estar y ser sana.

Amigas. Maite (izq.) y Marianella (centro) le dieron a Florencia Curi ideas para enfrentar el cáncer.Amigas. Maite (izq.) y Marianella (centro) le dieron a Florencia Curi ideas para enfrentar el cáncer.

La suerte. La suerte estuvo de mi lado. Y también un control de rutina que me salvó porque lo agarramos a tiempo. Así y todo tuvimos que hacer operación, quimioterapia y radioterapia. Pude estadificar en un tiempo determinado y también me llegó la medicación. A veces no sucede. La fortuna estaba de mi lado y mi cuerpo continuó aguantando, los resultados prosiguieron dando relativamente bien para ir quimio tras quimio y así fui sorteando el tratamiento físicamente. Anímicamente, hubo días en los que me envolvía una profunda tristeza, pero intentaba que no me atrapara, no quería quedarme en ese lugar, no quería hundirme en ese pozo.

Transitar los oscuros caminos del miedo y la incertidumbre

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Me gusta pensar que durante todo el proceso de tratamiento hubo refugios a los que podía huir, espacios donde poder expresarme de formas diferentes. Mis sobrinos pequeños, que apodé mis golondrinas, eran mi escape más preciado, el lugar donde me fugaba y era libre genuinamente, cada uno con su impronta, frescura y alegría radiante. Con ellos jugamos con la primera caída del pelo, para mi era importante que fueran parte de mi cambio.

Mi familia, especialmente mi mamá, eran quienes sostenían la ardua tarea de llevar el día a día. Y después estaban los amigos y amigas. Descubrí el verdadero sentido de la amistad, de lo que es capaz de hacer alguien en ese vínculo que elegimos, que no viene heredado. Como la Chanu que me susurraba cuentos de Almodóvar al oído mientras estaba en quimios, una Fer que me ayudaba a comer una gelatina y ponía una pelela cuando mis brazos no se podían mover, una Naty y un Roque que me llevaban al río para que tomara aire fresco, amigos que acompañaban, que estaban, que no preguntaban porque no había nada que decir. Sentir que con mis amigos y amigas podía ser en libertad me llena de gratitud. Eso me lo enseñó el cáncer.

Para quienes transitamos el cáncer en los pueblos del interior del país sabemos que tiene su particularidad. Muchas veces nos toca hacer parte del tratamiento en otras localidades. El acceso a la salud puede ser más difícil, no contamos con centros de alta complejidad y los oncólogos son pocos. Pero también contamos con nuestra gente, que solo te conoce de nombre, pero que llega y abraza, escribe mensajes, regala estampitas, santos y rosarios. A veces no es fácil y no sabemos recibir las muestras de afecto, pero nos llegan y contienen, eso tienen los pueblos.

A mi me había tocado hacer radioterapia a 300 kilómetros de Chajarí, provincia Entre Ríos, por lo que con mi mamá nos mudamos por un mes a Concepción del Uruguay. Por esos días, a mi amiga Chanu, le costaba mucho lo que nos estaba pasando porque vivíamos separadas por mucha distancia, pero un día se le ocurrió una idea. Me llamó para decirme que había estado pensando que yo tenía que escribir lo que estaba viviendo. Al principio me pareció una locura, ¿a quién, más que a mi familia y entorno, podía importarle lo que me estaba pasando? Pero con los días algo se encendió y empecé a pensar que por ahí sí tenía sentido.

Las dos veníamos del mundo del cine, las dos amamos contar historias. Y así fue como durante todo ese mes, por las mañanas me presentaba en el centro de radiología y durante las tardes me sentaba a escribir. A la noche salíamos con mamá para hacer un poco de caminata, gastábamos la suela de las zapatillas en el corsódromo. Mientras dábamos vueltas, íbamos y veníamos, también lo hacían los mensajes incesantes con la Chanu.

Yo volcaba verborrágicamente todo lo que había escrito en extensos audios y ella hacía lo mismo, idealizábamos, volábamos, soñábamos juntas. Así fue pasando el mes entero entre radioterapia, caminatas y la fantasía de hacer un libro ilustrado. La emoción de la llama creativa encendida me dio ilusión y la posibilidad de pensar que había algo después. Muchas veces pienso que fue un momento de gran catarsis y un hermoso refugio, pero también fue esperanza, una meta en donde poner la mente.

La conexión con el arte fue otra de mis grandes guaridas. La busqué no solo en la escritura, sino también a través de la fotografía y también incursioné en la pintura, dando mis primeros pasos con pinceladas al óleo un tanto toscas que buscaban expresar el universo que me desbordaba. Tal vez por todas estas prácticas artísticas que iba experimentando me fue tan natural conectar con Mari. Dicen que de grandes es raro hacerse amigas nuevas, pero no lo creo. Con ella nos relacionamos desde el día uno de una forma genuina. Nuestra amistad nació cuando trabajamos para una feria del libro de nuestra ciudad, pero se terminó de profundizar el día que ella aceptó ilustrar y ponerle imagen y vida a toda la experiencia del cáncer. Es una gran ilustradora y supo poner poesía, magia y metáforas visuales a la historia que yo narraba, pero que también la atravesaba. Era una historia que podría ser la de cualquiera, la de una amiga, una madre, una hermana.

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La Chanu, Mari y yo no éramos realmente conscientes de lo que estábamos haciendo: transformamos el dolor en arte. De eso me di cuenta muchos años después, cuando vimos a nuestro libro terminado y lo llamamos “Montaña. Crónica de un cáncer”.

Cuando afrontas una enfermedad y sentís la parca rondando, se paraliza el alma y contrasta notablemente con construcciones romantizadas del cáncer. Estamos inmersos en un sistema que nos ofrece versiones superficiales de heroínas, valientes coloreadas de rosa, repletas de frases repetidas: “sí se puede” que solo generan vacío. Muy por el contrario, el proceso es interno, un universo de emociones que nos atraviesa por dentro y que sólo nos permite hacer lo que realmente podemos con la piltrafa de cuerpo que nos queda, y lejos de buscar una victimización, solo se trata aceptar las cosas como son desde la realidad que nos toca.

La incomodidad que ocasiona la palabra cáncer y lo que genera todo lo que la rodea es más difícil para el resto que para mí. Lo noto en cada uno de mis chistes ácidos que pocos ríen y no saben cómo actuar. Se siente como si debiera darles un botón de pulsar que diga momento risa. El resto de las personas no quiere que hable del cáncer, supongo que solo es porque quieren olvidar, porque nadie quiere recordar los momentos malos, tristes y de angustia, pero yo no puedo dar vuelta de página así como así, tomo diariamente tamoxifeno y me miro en el espejo todos los días, el recuerdo es permanente. Ahora es parte de lo que soy, pero es largo el recorrido de naturalizar la palabra cáncer, hacerla propia y de alguna manera abrazarla durante y después de su llegada.

Lo cierto es que ese manual de instrucciones que no viene una lo va construyendo y escribiendo con las herramientas que tiene. Los hechos no se pueden cambiar, son lo que son, y una solo puede decidir que actitud tomar frente a ellos, para mí eso fue poder y nadie me lo iba a quitar. Nadie sabe qué es lo que va a pasar mañana, pasado, yo no sé si no me voy a volver a enfermar o si me va a pasar otra cosa, solo sé que tengo que vivir el hoy, disfrutar lo que me toca ahora. El sistema y la rutina diaria a veces no ayudan, pero a mí me funciona cada tanto parar, mirar y preguntarme si esto es lo que realmente quiero, porque al fin de cuentas solo se trata de vivir.

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