Desde lejos, con termos cargados, con muchos abrigos, con instrumentos propios e incluso en compañía de mascotas, los motorhomes empiezan a copar el camping de Puerto San Julián, a 2.155 kilómetros de Buenos Aires, en Santa Cruz, para muchos el punto cero desde el cual se podrá observar por completo el «anillo de fuego«, eclipse solar anular de este miércoles. En su mayoría, estos turistas ya han tenido experiencias previas en estos eventos.
A pocas horas de lo que será el último fenómeno astronómico de este tipo en 2024, la Patagonia austral ya empieza a vibrar con la llegada de viajantes que quieren vivir —y, en muchos casos, revivir— el momento emocionante de observar un eclipse tan particular.
A Daniel Fernández, de Córdoba, lo que lo convocó fue su afición por la astronomía. En su motorhome, acompañado de su esposa Rosa y de “Chiqui”, su gatita, salió de Villa Giardino el miércoles pasado. Una semana entera de aventura que culminará con el momento en que la Luna se interponga entre el Sol y la Tierra. Después, emprenderán una segunda parte de recorrido hacia Ushuaia.
“Hicimos toda la ruta esta y ahora la volvemos a hacer, pero 28 años después. Conocimos San Julián hace 28 años, cuando era otra cosa, más despoblada. Y en realidad lo hacemos porque nos gustan los eclipses, sobre todo a mí. Tengo telescopio, tengo algunos instrumentos. Es una de mis locuras. El de San Juan, que fue un eclipse solar total, fue el primero que vimos y ya de ahí empezamos. Después fuimos al de Valcheta en Río Negro”, cuenta Daniel.
La adquisición del motorhome coincide con la fecha del eclipse de San Juan, en 2019: “Antes viajábamos en auto y en carpa y cuando nos jubilamos compramos esto y vamos a todos lados. Venimos recorriendo, paseando, como nos gusta a nosotros, salir y aprovechar el telescopio por el eclipse, la primera vez que veremos uno anular. En casa tengo otro telescopio y allá en Córdoba, en la sierra, el cielo está mejor”.
Daniel tiene sus dudas respecto a cuál será el clima que condicionará el escenario del fenómeno natural. Por lo pronto, espera que las lluvias del martes no se extiendan al miércoles.
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“Vengo con algunas cosas para armar y que la gente pueda mirar con eso. Quiero usar el telescopio para proyectar en la pared del motorhome y que lo puedan mirar. También traje una caja negra. No sé qué nos va a permitir el viento y el lugar”, agrega.
Las especulaciones sobre el estado meteorológico durante la tarde del miércoles son fuertes entre los viajeros, sobre todo porque el martes hubo precipitaciones y el cielo permaneció nublado gran parte del día. Según el Servicio Meteorológico Nacional, la nubosidad coincide con el horario del eclipse.
Ese temor también lo tiene Graciela Matus, quien llegó el lunes con su esposo Pedro Palavecino desde Cutral Co, Neuquén. Los dos tienen 61 años y están juntos desde los 15, cuando apenas eran compañeros de secundario.
“Somos dos jubilados y después de la pandemia empezamos a querer salir un poco más. Empezamos a viajar. Y en el anterior, que se hizo en San Juan, fuimos por primera vez. Nos gustó la experiencia, había un montón de gente de todas partes, de otros países. Y el momento que se produce el eclipse fue una emoción. Estábamos los dos subidos arriba del motorhome, mirándolo. Y fue ver cómo la gente gritaba, cómo aplaudían, lo que vivían. Estos fenómenos no son muy comunes, pensamos que iba a ser el último, pero no”, recuerda de ese evento en 2019.
“Allá andabas caminando y te vendían los lentes, te asesoraban. Yo digo que por ahí acá lo que habrá faltado es promoción, no sé si será porque es un lugar muy alejado, muy inhóspito. Acá el frío juega un factor importante creo. Yo digo que por la zona la gente no se anima tanto a venir, eso es diferente al de San Juan. Miré el pronóstico y va a estar semi nublado. Esperemos que las nubes no nos cubran el sol. La experiencia igual, ya sirve. Ahora sería la segunda vez”, añade.
Hay quienes también llegaron desde la misma provincia de Santa Cruz, de localidades como El Calafate. Uno de ellos es Oscar Zaeta, escribano que vino en soledad para disfrutar de una experiencia que “nunca ocurrió en Santa Cruz”.
“Yo ejerzo todavía, y a veces mis hijos me dicen ‘andá, papá’. Entonces me viene bien un poco el camino. Y tengo esto (el motorhome) que me encanta. El concepto de libertad. Paro donde quiero, estuve el otro día en Punta Marqués. Y estoy bien informado del eclipse, tengo unos anteojos que me aconsejaron, que son los que usan los soldadores. Quiero estar presente porque me parece un evento único”, cuenta.
Desde la Dirección de Turismo de San Julián le dicen a Clarín que se especula que el número de turistas que vienen para disfrutar del evento astronómico supera las 1.000 personas (entre plazas hoteleras, cabañas, hosterías y camping), pero que hay que agregar el bloque de gente que puede moverse desde localidades próximas a Puerto San Julián (como Río Gallegos, Comandante Piedrabuena, Puerto Deseado, entre otras).
Explican que habrá también una presencia de turismo internacional, especialmente de grupos provenientes de Estados Unidos que recorren la Patagonia.
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El evento se proyecta para iniciar alrededor de las 16, cuando el eclipse solar anular comience su proceso hasta el punto máximo de anularidad, especulado para las 17.27. En el Punto Cero, justo al lado del Museo Nao Victoria, habrá 300 lentes enviados desde el gobierno de Santa Cruz al municipio, con el fin de que la gente que no consiguió pueda turnarse para apreciar el fenómeno.
Por otra parte, la Fundación Astrónomos sin Fronteras donó 3.000 pares de lentes a colegios primarios y secundarios de Puerto San Julián. Y hay grupos estudiantiles, como el de la Escuela Industrial N° 8, en donde los chicos de quinto y cuarto año desarrollaron sus propios prototipos de telescopios con materiales recomendados para proteger la visión y tener la mejor visual del momento más imperdible.
“Con vos se fue toda luz, sobri. Duele mucho no tenerte más”, posteó Andrea Peretti junto a una imagen de su sobrina, atravesada por un rayo de sol, en una de las excursiones en Bariloche. Los mensajes de despedida brotan en las redes sociales. Amigos, compañeros y familiares lamentan la pérdida de la estudiante que murió por una cuadro de mononucleosis que se complicó (una enfermedad infecciosa causada por el virus Epstein-Barr) en pleno viaje de egresados.
“Ya puede sonar la alarma para despertar de esta pesadilla. Sos la mejor sobrina de lo que jamás merecí. ¿No vas a volver?”, lamenta Leonardo. “Volviendo de Bariloche de la peor manera”, publicó uno de los egresados en el vuelo de regreso. «Te vamos a extrañar mucho Sele», escribieron en otro posteo.
Selene Peretti tenía 17 años y cursaba el último año de la secundaria en una escuela de Verónica, Punta Indio, una localidad ubicada a 140 kilómetros de Capital Federal.
Hija de padres separados, su promoción llegó a la ciudad rionegrina el 6 de octubre. Se trasladó por medio de Baxtter, una empresa que organiza viajes de egresados desde hace 30 años. El día anterior había sufrido un episodio que puso en vilo su participación en el contingente ya que un cuadro febril la llevó a una guardia médica donde la revisaron, pero finalmente la autorizaron a emprender la aventura rumbo al destino turístico de la Patagonia.
Sin embargo, el lunes 7, un día después de llegar a Bariloche, volvió a presentar fiebre y la misma sintomatología que había tenido en su casa. Ante este panorama, fue trasladada al Sanatorio San Carlos, donde le practicaron una serie de estudios que revelaron que cursaba mononucleosis.
Con el diagnóstico confirmado, los médicos decidieron que la estudiante quedara internada durante toda la semana en un centro de salud barilochense para ir evaluando la evolución del cuadro.
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Durante el transcurso de los días, su condición comenzó a deteriorarse. El viernes sufrió una nueva recaída y su cuadro de salud se agravó. Allí habría tenido un paro cardíaco del que pudo recuperarse, pero luego habría sufrido un segundo evento del que no pudo ser reanimada y, en consecuencia, se produjo su deceso por un shock séptico, es decir, una infección generalizada que afectó el funcionamiento de todo su organismo.
«No podemos dar ninguna información por solicitud expresa de la familia», le respondieron a Clarín desde el Sanatorio San Carlos ante la consulta por lo sucedido. En tanto que, los padres de la estudiante viajaron a Bariloche. Según pudo saber este medio, la intención de la madre era cremar el cuerpo de su hija allí, pero el padre no prestó conformidad.
Por otro lado, el Ministerio Público Fiscal de Río Negro aclaró que no se inició hasta el momento ninguna investigación del caso ni intervino la policía, de acuerdo a la información del portal local Bariloche2000.
¿Qué es la mononucleosis?
Conocida como la «enfermedad del beso», ya que se contrae principalmente a través de la saliva, es una patología infecciosa, de curso en general benigno, que se transmite por contacto directo como, por ejemplo, al compartir un vaso, utensilio o cepillo de dientes. También puede transmitirse a través de otros fluidos, como el semen y el flujo vaginal.
El virus que la provoca se denomina Epstein Barr (EBV, por sus siglas en inglés), uno de los más comunes en el mundo, que no tiene ninguna vacuna que proteja contra su infección. «Ante el EBV, en la edad adulta, casi todos vamos a tener anticuerpos, la mayoría sin haber presentado síntomas característicos. Esto quiere decir que el 90-95 % de las personas tuvimos la infección y portamos el virus a lo largo de la vida», subraya Ramiro Heredia, médico especialista en medicina interna del Hospital de Clínicas José de San Martín.
Suele afectar más a los adolescentes y adultos jóvenes dado que son quienes más se mueven y relacionan con otros. De hecho, en primavera, la estación del amor, es más frecuente.
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El reservorio del virus es fundamentalmente humano. Entre los signos y síntomas que presenta sobresale la fatiga extrema, el dolor de garganta, la fiebre (desde una febrícula hasta fiebre alta, incluso puede pasar asintomática) y el sarpullido o rash en la piel. “Genera faringitis con el consecuente dolor al tragar, se inflaman los ganglios linfáticos. También se puede agrandar el bazo y verse afectado el hígado”, describe Hugo Pizzi, infectólogo, epidemiólogo y titular plenario de la Universidad Nacional de Córdoba y de La Rioja.
El virus tiene un período de incubación de entre cuatro y seis semanas, aunque puede ser más breve en el caso de niños pequeños. “Para que desaparezcan los síntomas debe transcurrir un periodo de entre 15 días y 3 meses. A veces, el cansancio persiste durante más de 6 meses”, explica Arnaldo Casiró, ex jefe del Hospital Álvarez y codirector del CEMAR 1 del GCBA. Incluso, la fatiga crónica puede llegar a ser una secuela.
Si bien la incidencia es baja y no suele ser mortal, las complicaciones de la mononucleosis pueden llegar a ser graves. «En la literatura, la mortalidad se estima en menos del 1 %”, analiza Heredia.