Un joven de 26 años, identificado como Leandro Fernández y oriundo de Misiones, murió al chocar de frente con otro vehículo en la ruta cuando viajaba junto a su esposa a Brasil. La mujer fue internada y la fuerte lluvia habría sido causal del accidente.
La víctima viajaba en un Volkswagen Gol rumbo a una de las ciudades costeras del sur del país limítrofe cuando, cerca de las 19.20 de este domingo, chocó de frente con otro auto de la misma marca, pero modelo T-Cross sobre la ruta SC 350, a la altura de Lebon Régis.
Fernández, nacido en la localidad de Dos Hermanas, iba junto a su esposa y ambos quedaron atrapados dentro del auto tras el fuerte impacto que provocó la destrucción casi total del coche.
Como consecuencia del accidente, el Cuerpo de Bomberos de Lebon Régis, ambulancias del SAMU (el servicio de emergencias brasileño) y voluntarios socorristas de Caçador, así como la Policía Estatal de Carreteras acudieron al lugar para investigar lo sucedido y rescatar a las víctimas.
Los primeros reportes indicaban que las intensas lluvias en la zona y la falta de visibilidad eran factores para contextualizar el choque frontal.
La mujer de Fernández, cuya identidad no trascendió, fue trasladada a un hospital de la zona y logró sobrevivir. Sin embargo, su marido falleció en el lugar como consecuencia de las heridas graves.
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A bordo del otro auto involucrado en el hecho iba una pareja con un bebé, según reportaron las autoridades de la ciudad del estado de Santa Catarina, al sur de Brasil.
Los tres se encuentran fuera de peligro, tras haber sufrido sufrieron lesiones de distinta gravedad.
La ciudad escenario del accidente cuenta con algo más de 11 mil habitantes y está a mitad de camino entre Misiones y Balneario Camboriú. También Bombinhas y Florianópolis son ciudades de playa linderas a ese trayecto.
El sitio provincial de noticias Misiones Online dio a conocer una imagen de cómo quedó el Volkswagen Gol al costado del camino. El vehículo, con patente argentina, era de color azul oscuro y su techo, al igual que el flanco izquierdo, quedaron absolutamente destrozados.
La rueda delantera izquierda terminó perpendicular al resto del auto y la puerta, según la foto, parece haber sido arrancada del resto de la estructura.
Por dentro, el panel delantero quedó reducido a una maraña de cables y fierros que dieron cuenta de la violencia del impacto.
Otras fotos revelaron que la zona del camino donde ocurrió el choque tenía a sus lados una zona de abundante vegetación, con altos pastizales y árboles de baja talla.
Ya no sorprende ver en medio de un viñedo, vacas pastando, gallinas, ovejas, patos y otros animales de granja que deambulan entre las hierbas silvestres y los estanques de agua con plantas acuáticas. Es parte de una nueva tendencia de producción agroecológica, que busca la armonía y el equilibrio entre el suelo, los astros, los animales, las plantas y las personas, para desarrollar fincas sanas y lograr alimentos de alta calidad.
«Si se fortaleció el equilibrio natural de la planta y se respetó su entorno, el fruto lo reflejará en calidad», argumentan las bodegas que producen vinos biodinámicos.
Un elemento distintivo es el uso de preparados biodinámicos, mezclas de materiales orgánicos, como bosta de vaca, vísceras, y compost, que se aplican en el viñedo en momentos específicos del año.
El Instituto de Investigación en Agricultura Orgánica (FiBL) publicó en 2024 que existen 561.503 hectáreas de uvas orgánicas. Es un 8,3% del total de la superficie cultivada con vid en el mundo. Están destinadas a vinificación, a consumo en fresco y a pasas.
En 2022, Argentina tenía 4,7% del total de sus viñedos con certificación orgánica; Portugal, 2,3%, Sudáfrica, 3,3%, Chile, 3,3%, China, 3,1%, Australia, 4,3% y Estados Unidos también 4,7%.
España contiene casi 150.000 hectáreas de viñedos orgánicos; Italia, 127.638 y Francia lidera el ranking, con más de 157.000 hectáreas. Estos tres países europeos representan el 77% del total de viñedos orgánicos del mundo.
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En lo que respecta a las uvas para vino, la superficie certificada biodinámica por la empresa Demeter, a febrero 2024, es de 26.556 hectáreas a nivel mundial. Son 1.439 las bodegas certificadas. Francia tiene 729 bodegas con agricultura biodinámica.
En Argentina, en 2024, la superficie de viñedos certificada biodinámica es de 645 hectáreas, que agrupa a 19 bodegas.
Encuentro argentino chileno
Al cumplirse 100 años de filosofía biodinámica en el mundo, expertos, productores y elaboradores de vinos con un enfoque holístico, ecológico y ético, se encontraron en diciembre en Mendoza, cuna del vino argentino.
Fueron 20 bodegas argentinas y chilenas, integrantes de Vinodinámicos, que producen con la filosofía y prácticas desarrolladas por el austríaco Rudolf Steiner en la década de 1920, quien también es conocido por fundar la antroposofía.
El sitio elegido para el 14° Encuentro Internacional de Vitivinicultura Biodinámica fue la bodega Alpamanta, en Alto Ugarteche, Luján de Cuyo. Esta bodega trabaja en la biodinámica desde el 2015. Sus dueños son austríacos y suizos, quienes al momento de invertir decidieron aplicar los conocimientos agroecológicos de sus países de origen.
La enóloga de Alpamanta, Victoria Brond, explicó que han desarrollado su propio compost como fertilizante orgánico. «Tenemos huertas de hierbas, usamos el calendario lunar biodinámico y tenemos una planta de recuperación de agua en donde toda el agua industrial la reutilizamos para riego».
El meticuloso plan industrial con respeto al medioambiente incluye una planta de clasificación y tratamiento de residuos, y 250 paneles solares que generan el 40% de la energía que la bodega necesita.
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«Tenemos un bio lago y una represa con plantas naturales que regeneran el agua, cada uno de estos organismos hacen que el ecosistema tenga un equilibrio natural”, describe la enóloga.
Otras fincas y bodegas que aplican esta técnica de producción son 4 Gatos Locos, Piedra Negra, Chakana, Conscientemente Viticultores, Domaine Bousquet, Escorihuela, Finca Iral, Krontiras, SuperUco y Wine is Art.
Ceremonias ancestrales
Uno de los dueños de Alpamanta, el austríaco, Andrej Razumovsky, explica la diferencia entre orgánico y biodinámico. «En el cultivo orgánico no le echás ningún tipo de químico, pesticidas y herbicidas. Pero en la biodinamia, es mucho más, hay que procurar la armonía entre el suelo, las plantas y los animales«.
En su finca en Ugarteche utilizan preparados para reemplazar los químicos, compost naturales, plantas homeopáticas e intestino de vaca o ciervo, que ayudan a que la planta se descomponga de una manera para favorecer su crecimiento. También tienen gallinas para combatir a las hormigas, y en su finca hay gansos y ovejas para que coman las malezas.
Elaboran respetando el calendario biodinámico, en base a las constelaciones y las fases lunares: «Hay días más aptos para cosecha, poda y conseguir que la expresión de la planta sea mejor», comenta Razumovsky.
Y el empresario aclara: «A veces tenemos que hacer las labores de campo a las 4 de la madrugada o por la tarde, según este calendario».
La filosofía biodinámica incluye también momentos de meditación y contemplación de los astros. En algunas fincas realizan ceremonias ancestrales, con chamanes, de respeto a la tierra y limpiezas energéticas.
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En cuanto a la respuesta del mercado, el propietario de Alpamanta asegura que hay más gente consciente de tomar algo saludable, y prefieren estos vinos. «Del mismo modo que eligen los huevos orgánicos y otros productos, es una clara tendencia», acota.
¿Es menos rentable? Razumovsky dice que la planta es más resistente, en los biodinámicos, pero admite que el rendimiento por hectárea es más bajo.
El valor comercial del vino orgánico depende de la calidad de la uva, y el proceso de elaboración y guarda en bodega, del mismo modo que en los vinos tradicionales.
En la opinión de Arturo Labbé, coordinador general de Viñas Biodinámicas de Chile, el objetivo final de este tipo de agricultura es que el proceso sea autosustentable y lograr la mayor expresión sin intervenir en el viñedo.
Se muestra preocupado por el cambio climático. «Hay una incertidumbre tremenda por la suba de la temperatura, y cómo controlar las plagas y fertilizar los viñedos», dice Labbé.
El único componente permitido es el anhídrido sulfuroso que se añade al vino en distintos momentos de la elaboración para protegerlo frente a bacterias o levaduras no deseadas.
La vitivinicultura de Argentina y Chile transita este camino a vinos ecológicos, ante la demanda de los mercados mundiales que buscan estos productos.
Un dato los alienta, según Labbé, «los grandes chateaux franceses producen agricultura biodinámica».