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SOCIEDAD

Una enfermedad que no da síntomas y puede ser mortal triplicó los casos detectados en una década

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“Estamos en el mejor momento histórico para tratar y curar la hepatitis C. Sobran los tratamientos. Lo que faltan son los pacientes”, dice Rubén Cantelmi, ex paciente curado, hoy al frente de la Asociación Buena Vida. Esa falta de pacientes, poco a poco, está empezando a revertirse. Así lo refleja un flamante informe del Ministerio de Salud, que indica que la cantidad de casos registrados más que se triplicó en una década.

El Boletín Epidemiológico Nacional de la semana 31, publicado en las últimas horas, suma un informe especial sobre el tema e indica que la cantidad de casos registrados de hepatitis C pasó de 392, en 2013, a 1.481 en 2023. Cuando Rubén Cantelmi empezó con problemas en su hígado, en 1978, la hepatitis C ni siquiera existía. “Me dijeron que era ‘no A’ y ‘no B’. Recién en 1994 me dio positivo la C y me empezaron a tratar con interferón. Al cuarto intento me curé. Pero hoy el tratamiento es mucho más amigable y eficaz”.

Efectivamente, aquel que hoy reciba un diagnóstico positivo de hepatitis C no debería dramatizarlo sino agradecer la oportunidad que tendrá de recibir un tratamiento (cubierto al 100 por cien por el Estado o los seguros médicos) que en 8 o 12 semanas (según el antiviral de acción directa que se elija) tendrá entre un 95 y un 98 por ciento de chances de curarse.

Ese “agradecimiento” tiene que ver con que la enfermedad no da síntomas e ignorar que se padece puede hasta llevar a la muerte. Avanza silenciosa y cuando se manifiesta puede ser tarde. Hay pacientes que viven décadas con el virus en su cuerpo sin advertirlo y lo descubren cuando el patógeno ya ha hecho cirrosis y estragos muy difíciles de recuperar.

Según la información oficial, la hepatitis C “se transmite por contacto directo con sangre infectada “al compartir agujas, jeringas, canutos o elementos cortopunzantes con personas infectadas, al hacerse un tatuaje o piercing con material no descartable o debidamente esterilizado, al tener relaciones sexuales sin preservativo u otro método de barrera”.

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El Ministerio de Salud añade que “las personas que recibieron transfusiones antes del año 1994 también pudieron haber estado expuestas al virus, ya que se desconocía en ese momento”. Y que “también existe la transmisión durante el embarazo, aunque es una vía poco frecuente”.

En julio de 2020, Clarín contaba que la Alianza Mundial contra las Hepatitis se había propuesto “encontrar a los millones que faltan” y que la Organización Mundial de la Salud había hecho un llamado para eliminar la hepatitis C para el año 2030. En Argentina, según Cantelmi, se vienen haciendo importantes avances al respecto.

“Se está saliendo a buscar al paciente, porque en mucha gente quedó la idea del tratamiento con interferón, o que la enfermedad no tiene cura, y hoy eso ha cambiado completamente”, explica Cantelmi. Parte de ese trabajo, detalla, “es la revinculación de pacientes ya diagnosticados con su tratamiento. Hemos descubierto pacientes diagnosticados hace 20 años que nunca habían recibido medicación”.

Esa revinculación se hizo en el Hospital de Clínicas, en el Ramos Mejía y en el Muñiz. “Nos llevamos la triste sorpresa de que el 20 por ciento de los pacientes había muerto”, cuenta Cantelmi. Y según una encuesta que realizaron con 300 pacientes, el 60 por ciento había tardado más de diez años en tratarse.

Estrategia para detectar la hepatitis C

A ese trabajo de revinculación se suman otros elementos que permiten aumentar la cantidad de diagnósticos y tratamientos. “Por un lado los testeos rápidos, que en 15 minutos permiten detectar si hay anticuerpos contra la hepatitis C, prueba que de ser positiva llevará a una segunda instancia de rastreo por PCR. Además, el Ministerio de Salud está trabajando mucho con médicos clínicos para que empiecen a incluir este análisis en los chequeos de rutina. Y también hay mayor detección en los bancos de sangre”, enumera Cantelmi.

Ante la pregunta de si la mayor cantidad de casos se debe efectivamente a un mayor volumen de detección o al hecho de que los contagios hayan aumentado, los expertos se vuelcan claramente por la primera opción. Esteban González Ballerga, presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología, confirmó que “hay más reportes, más diagnósticos y más curación. No hay una epidemia de infecciones nuevas, sino más toma de conciencia. De hecho, los casos graves y las cirrosis que llevan a trasplantes son menos”.

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Miguel Pedrola, director científico de AHF para Latinoamérica y el Caribe, coincidió en que “esta suba se da por el aumento de la detección, impulsado por la posibilidad de tener tratamientos curativos. No hay más cantidad de infecciones por hepatitis C. Más bien, casos de hepatitis C nuevos…, la impresión es que deben ir bajando porque hay menos drogadicción endovenosa y eso arroja menos cantidad de infectados”.

Los síntomas de la Hepatitis C crónica pueden tardar hasta 30 años en manifestarse y el daño al hígado suele ser silencioso durante este tiempo. Cuando los síntomas finalmente se manifiestan, pueden incluir cansancio y fatiga, náuseas o vómitos, fiebre y escalofríos, orina de color oscuro y materia fecal de color más claro, coloración amarilla en la piel y mucosas, problemas de coagulación de la sangre, vómitos de sangre o materia fecal negra, y distensión abdominal con líquido dentro del abdomen.

Contra el virus de la hepatitis C hay tratamientos pero no vacunas, dado que es un virus con una alta capacidad para mutar y su evolución ha dado lugar a ocho genotipos que se diferencian en aproximadamente un 30 por ciento en su secuencia genética. Además, estos genotipos se subdividen en unos 90 subtipos, que presentan un 15 por ciento de variación entre ellos. Ahí radica la dificultad, es decir, lograr una vacuna que pueda proteger contra todos los genotipos y subtipos, lo que hasta el momento no se ha logrado.

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SOCIEDAD

La salud de Francisco: sigue con pronóstico reservado y en estado crítico, pero pasó una buena noche y está descansando

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ROMA.- “La noche ha transcurrido bien, el Papa ha dormido y está descansando”, hizo saber este lunes el Vaticano, como siempre pasadas las 8 de la mañana locales. En medio de un clima de alarma mundial, la información nuevamente aplacó la tensión, rumores y versiones incontroladas sobre la salud del Pontífice, internado desde el 14 de febrero con una bronquitis que degeneró en una neumonía bilateral que implicó varias otras complicaciones y un cuadro clínico que aparece cada vez más complejo.

El último parte médico realizado anoche por el equipo médico que atiende al Papa, de 88 años, en el hospital Gemelli, en efecto, admitió que sus condiciones “siguen siendo críticas”. No obstante destacó que ya no había tenido más crisis respiratorias, como la del último sábado por la mañana, que había disparado una alarma global. Por voluntad del ex arzobispo de Buenos Aires, que quiere transparencia y decir la verdad de su estado -como aseguró el viernes en una conferencia de prensa el cirujano Sergio Alfieri-, el boletín dio más detalles sobre los resultados de los análisis hechos ayer. “Realizó las dos unidades de concentrado de glóbulos rojos con beneficio y con aumento en el valor de hemoglobina. La trombocitopenia se mantuvo estable; sin embargo, algunos análisis de sangre demuestran una insuficiencia renal inicial leve, que actualmente está bajo control”, detalló, refiriéndose a las dos transfusiones del sábado. Subrayó, por otro lado, que “se continúa la oxigenoterapia de alto flujo a través de cánulas nasales”.

El papa Francisco, en su llegada a una asamblea general en la plaza San Pedro, en marzo de 2023ANDREAS SOLARO – AFP

“El Santo Padre continúa vigilante y bien orientado. La complejidad del cuadro clínico y la necesaria espera a que las terapias farmacológicas proporcionen alguna retroalimentación requieren que el pronóstico permanezca reservado”, siguió. “Durante la mañana, en el apartamento habilitado en el décimo piso, participó de la santa misa, junto a quienes lo están cuidando durante estos días de hospitalización”, concluyó.

Fuentes del Vaticano, que se mostraron más distendidas y menos alarmadas que el sábado, confirmaron de todos modos que el Papa no está fuera de peligro y que hace falta tiempo para ver cómo evoluciona a los tratamientos en curso.

“El Papa no tuvo más crisis respiratorias y eso es una buena noticia”, comentó ayer Annalisa Bilotta, médica del hospital internacional Salvator Mundi de esta capital, ante una consulta de LA NACION. “Después de las transfusiones de ayer, la hemoglobina subió, tiene un mejor valor, lo cual indica que la anemia también, pero las plaquetas siguen siendo iguales y, por otro lado, apareció una ‘leve e inicial’ insuficiencia renal”, agregó. “El cuadro general parece un poquito mejor que el de ayer, aunque se mantiene un pronóstico reservado porque sigue en condiciones críticas, a la espera que las terapias médicas vayan evolucionando”, interpetó́.

El parte médico del sábado había vuelto a despertar una alarma global por un agravamiento de su cuadro, ocho días después de ingresar al policlínico Gemelli por una bronquitis que derivó en una neumonía bilateral. El pronóstico pasó a ser reservado después de haber presentado una crisis respiratoria asmática durante la mañana. “Las condiciones del Santo Padre siguen siendo críticas, por lo que, como se explicó ayer (viernes), el Papa no está fuera de peligro”, indicó el parte. “Esta mañana (sábado), el Papa Francisco presentó una crisis respiratoria asmática prolongada, que requirió además la aplicación de alto flujo de oxígeno”, precisaron los médicos. “Los análisis de sangre de este sábado también evidenciaron trombocitopenia, asociada a anemia, que requirió la administración de transfusiones de sangre”, agregaron. “El Santo Padre sigue atento y pasó el día en su sillón aunque sentía más dolores que ayer (viernes). De momento el pronóstico es reservado”, concluyó el texto.

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Fiel reflejo de la inmensa preocupación por las condiciones del Papa, ayer el cardenal Baldassare Reina, vicario de Roma, convocó a todos los fieles a una misa en la Basílica de San Juan de Letrán para elevar nuestra súplica para el Santo Padre, “para que lo sostenga con su gracia y lo llene de la fuerza necesaria para atravesar este momento difícil”.

Una mujer deja un rosario junto a velas adornadas con la imagen del papa Francisco, en el exterior del hospital Agostino Gemelli de Roma, donde el pontífice argentino está siendo tratado por una neumonía, en Roma, el 22 de febrero de 2025, (AP Foto/Gregorio Borgia)Gregorio Borgia – AP

En forma similar se expresó monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelizació que, como ya se había anunciado, reemplazó al Papa en la misa para el Jubileo de los Diáconos que se celebró en la Basílica de San Pedro. En un clima de aprensión, marcado por la ausencia del máximo jefe de la Iglesia católica, Fisichella, que leyó la homilía que había sido preparada para la ocasión por Francisco, aseguró que “Papa Francisco, aunque en una cama de hospital, lo sentimos cerca de nosotros, presente en medio de nosotros”. “Este momento nos obliga a hacer aún más intensa nuestra oración para que el Señor lo asista en el momento de dificultad y de la enfermedad”, añadió.

En línea, el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, presidió anoche un rosario en la Iglesia de San Domenico. “Queremos estar cerca del Santo Padre, pidiéndole al Señor de sostenerlo en este momento de sufrimiento, para que encuentro alivio y pueda recuperarse lo más pronto posible”, explicó Zuppi, considerado uno de los candidatos papables. “Es un modo concreto para renovarle nuestra cercanía y el afecto de las comunidades eclesiales italianas, que desde hace días han intensificado sus oraciones”, añadió.

En el hospital Gemelli, donde siguen llegando periodistas y camarógrafos de todo el mundo para cubrir esta dramática hospitalización -que se prolongará al menos una semana más-, también se veían este domingo muchas más personas rezando por la salud del papa Francisco, delante de la gran estatua de uno de sus predecesores, san Juan Pablo II, que allí estuvo internado al menos diez veces.

Velas y una foto del papa Francisco se ven frente al Policlínico Agostino Gemelli, en Roma, el sábado 22 de febrero de 2025, donde el pontífice está hospitalizado desde el viernes 14 de febreroAlessandra Tarantino – AP

Ya ayer fuentes del Vaticano intentaron bajar la alarma, destacando que, en verdad, ya el viernes el cirujano Sergio Alfieri, en una conferencia de prensa para explicar la situación del pontífice, había dicho claramente que Francisco no estaba fuera de peligro y que, visto el cuadro complejo del Papa, que tiene una neumonía bilateral que se suma a la bronquitis, era muy probable que pudiera haber situaciones de descompensación.

Subrayaron, por otro lado, que las transfusiones de sangre tuvieron que ver con falta de plaquetas y que los especialistas no están hablando de sepsis. El viernes, en efecto, cuando se le preguntó a los médicos del Papa cuál era su mayor temor, explicaron que el riesgo más importante para su paciente ilustre es una sepsis (septicemia), situación que podría darse si “los gérmenes que se encuentran en sus pulmones llegan a pasar a la sangre. Pero la situación que el Pontífice está atravesando no tiene que ver con esto, indicaron, al aclarar que, más allá de estas crisis, está siguiendo adelante con la terapia prevista -basada en diversos fármacos-, para superar las infecciones.

Las fuentes dijeron, además, que el ex arzobispo de Buenos Aires, que fue internado el 14 de febrero pasado y que se estima que deberá permanecer al menos una semana más, durante la jornada pudo alimentarse normalmente. Aunque, admitieron que, tal como indicó el comunicado, pasó un día difícil, evidentemente sin actividades de trabajo como habían señalado en días anteriores. Pero siempre “atento”, alerta, tal como indicó el parte que, como subrayó el doctor Alfieri en la víspera, “no quieren nunca ocultar nada, sino siempre decir la verdad, por voluntad del propio Papa”.

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El papa Francisco celebra la misa por el Jubileo de las Fuerzas Armadas en la Plaza de San PedroVatican Media – IPA via ZUMA Press

Se trata de la cuarta internación del papa Francisco en el hospital Gemelli, policlínico universitario católico donde los papas siempre tuvieron un departamento o suite en el décimo piso, que comparte con otros sectores, entre ellos, el departamento de pediatría oncológica. En todas sus internaciones, de hecho, siempre el Papa terminó yendo a saludar a sus pequeños vecinos enfermos, que suelen enviarle dibujos, como los que difundió el Vaticano hace unos días. Todos recuerdan que cuando fue dado de alta después de otra neumonía, en abril de 2023, les llevó a los niños huevos de Pascua, chocolates y caramelos y hasta bautizó a un niño.

La primera internación del papa Francisco fue el 4 de julio de 2021, por una diverticulitis. Fue operado esa primera vez por Alfieri, cirujano con quien evidentemente comenzó a tener una relación especial, que, como él mismo contó, le sacó 33 centímetros de intestino. Volvió a ser operado siempre por este médico en junio de 2023.

El papa Francisco sale del Policlínico Universitario Agostino Gemelli en Roma, el viernes 16 de junio de 2023, nueve días después de someterse a una cirugía abdominalCecilia Fabiano – LaPresse

Con una edad ya avanzada y su determinación a trabajar a un ritmo imposible -sin descansar jamás ni tomarse verdaderas vacaciones-, su estado de salud, ya marcado por un problema de rodillas por el que en mayo de 2022 comenzó a utilizar una silla de ruedas, fue deteriorándose. Más allá de sumar más peso por la falta de movimiento, en los últimos inviernos su bronquitis crónica y una debilidad pulmonar que se remonta a cuando a los 21 años casi se muere por una neumonía -y luego, en una operación, le extirparon el lóbulo superior derecho de un pulmón-, ya lo habían obligado a suspender algunas audiencias, interrumpir discursos y cancelar un viaje a Dubai para una cumbre del cambio climático. Pese a ello, no bajaba su ritmo de trabajo, con audiencias todos los días en el Palacio Apostólico recibiendo jefes de Estado y de gobierno, autoridades y obispos de todo el mundo.

En diciembre y enero pasado, también había tenido dos caídas que habían causado aprensión: el 7 de diciembre pasado había aparecido con un moretón bastante grande en su mentón por haberse golpeado con la mesa de luz en su habitación, al levantarse. A mediados de enero, otra caída hizo que tuvieran que inmovilizarle el brazo por unos días, que se había lesionado pero no quebrado.

Después de arrastrar una bronquitis desde principios de este mes que le hinchó el rostro por los corticoides utilizados y que en varias ocasiones le impidió seguir leyendo sus catequesis porque le faltaba el aire, y desoyendo los consejos de quienes le decían que debía internarse, el domingo 9 de febrero el Papa presidió una misa al aire libre para el Jubileo de las Fuerzas Armadas. Entonces públicamente explicó que, por “dificultades de respiración”, iba a darle a leer su sermón a un colaborador. Hubo un fuerte aplauso en la Plaza de San Pedro, donde había más de 30.000 personas contentas que Francisco estuviera presente, mientras soplaba un viento frío que le hizo volar su solideo.

El Papa, que se veía que no se sentía bien, terminada la misa no saludó a nadie, pese a que había autoridades, ni se subió al papamóvil a dar vueltas, sino que regresó enseguida a Santa Marta. Pero pese a haber tomado frío, tampoco se detuvo y en la semana siguiente siguió con su agenda. El viernes 14 de febrero, después de recibir en audiencia en Santa Marta a cuatro personas y un grupo, su cuerpo le dijo “basta”. Y, aunque no de urgencia, fue llevado al policlínico Gemelli para curarse lo que en un primer parte médico fue llamada una infección de las vías respiratorias; ese día sus condiciones fueron consideradas “discretas” y dijeron que presentaba “un leve estado febril”.

Una monja reza en el Policlínico Agostino Gemelli, en Roma, el viernes 21 de febrero de 2025, donde el pontífice se encuentra hospitalizado desde el viernes 14 de febreroAlessandra Tarantino – AP

El sábado y domingo fue sometido a diversos análisis, sin sobresaltos. Fue el lunes que la situación se agravó: el parte por primera vez habló de un cuadro clínico “complejo” que iba a requerir una “hospitalización adecuada”, es decir, una internación larga. Además, se reveló la existencia de una “infección polimicrobiana de las vías respiratorias”. El martes, después de una tomografía computada, el parte hizo saber que tenía una neumonía bilateral, algo grave en una persona de 88 años. En una suerte de montaña rusa, el miércoles las cosas parecieron estar mejor porque el Papa recibió la visita de la primera ministra, Giorgia Meloni, que hizo saber que lo había visto “reactivo y atento” y de buen humor. El parte hizo saber que sus condiciones clínicas eran estacionarias y que unos análisis de sangre habían dado señales de una leve mejora, en especial de los índices inflamatorios. El jueves, parecía seguir todo bien: el parte habló de “condiciones clínicas en leve mejora”, señaló que el Papa no tenía fiebre y que los parámetros “hemodinámicos” seguían siendo estables, lo que indicaba que el corazón estaba aguantando la terapia.

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El viernes no hubo parte sino la conferencia de prensa del doctor Alfieri, que hizo entender que la situación seguía siendo crítica porque el Papa aún no estaba “fuera de peligro”, como se confirmó este sábado, cuando volvió a dispararse la alarma en todo el mundo.

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